Fuente: La Nación ~ «La situación sigue siendo muy difícil, pero es una luz al final del camino y tenemos la expectativa de que empiece a creer la afluencia de clientes», señala Rodrigo Colombres, propietario de Oporto. Fuente: LA NACION – Crédito: Ignacio Sánchez
La decisión del gobierno porteño de habilitar, desde pasado mañana, los patios y terrazas de los bares y restaurantes de la ciudad fue recibida con satisfacción y expectativas. Muy golpeados por la crisis económica y las bajas ventas durante la pandemia, los locales gastronómicos trabajan a toda velocidad para adaptar sus espacios confiando en que se trata de un pequeño paso para poco a poco volver a recuperar la clientela de siempre. El dispenser de alcohol en gel y la señalización para mantener la distancia social en el club cervecero Blest Fuente: LA NACION – Crédito: Ignacio Sánchez
«La situación sigue siendo muy difícil, pero es una luz al final del camino y tenemos la expectativa de que empiece a creer la afluencia de clientes», señala Rodrigo Colombres, propietario de Oporto. Ubicado en 11 de Septiembre de 1888 esquina Irlanda, en Núñez, el local combina una vinoteca, un restaurant y un almacén. Desde marzo, la terraza, el espacio más destacado, está cerrada. «Estamos ultimando detalles para poder abrirla -confirma Colombres-. Sacamos mesas para aumentar la distancia y reducir la capacidad, y vamos a ordenar el uso de la escalera para que la circulación sea en una sola dirección». Una mesa lista en el club cervecero Blest Fuente: LA NACION – Crédito: Ignacio Sánchez
La habilitación de los nuevos espacios quedará sujeta al cumplimiento del protocolo sanitario definido por el gobierno porteño, tal como ocurrió a principio de mes con la instalación de mesas en veredas y espacios públicos. Algunos de sus pilares son: disponer puntos de sanitización, distancia de 1,5 metros entre mesas, desinfección periódica, máximo de cuatro comensales por mesa, uso de tapabocas por parte de los trabajadores y creación de protocolos de circulación. Salones internos y áreas de juegos, por ahora, seguirán prohibidos. El menú se puede obtener por medio de un código QR en el bar cervecero Blest, de Palermo Fuente: LA NACION – Crédito: Ignacio Sánchez
En Casa Cavia, Cavia 2985, están muy ilusionados con el regreso de su elegante jardín, dice su directora creativa, Guadalupe García: «Pusimos señalética y reglas de convivencia escritas, una estación para higienizarse en la entrada, los cubiertos se van a fajinar y empaquetar y los bartenders van a hacer todo embotellado. Además, ahora tenemos turnos de reservas de dos horas y usamos un menú digital con código QR». Los preparativos en el restaurante Casa Cavia Fuente: LA NACION – Crédito: Santiago Filipuzzi
Como no tienen mesas en la vereda, hasta ahora se sostuvieron estrictamente con delivery y take away, readaptando su propuesta e incluyendo nuevos productos. «Pero para nosotros es muy importante la experiencia y la hospitalidad», explica García. La reapertura del jardín llegará con cambios gastronómicos: «Tenemos un cronograma para el lanzamiento de los platos calientes. Vamos a empezar con mucho de lo que es la carta take away y poco a poco sumaremos nuevos platos».
Las cervecerías, un clásico de la noche porteña, también se preparan. En el enorme patio trasero de Blest Palermo, ubicada en Gorriti 4857, reemplazaron algunas mesas comunitarias por otras más chicas. Y las otras fueron demarcadas para formar espacios separados con capacidad para cuatro personas. El camino para cruzar el salón principal -que seguirá sin funcionar- está señalado en el piso y hay varios puntos con dispensers de alcohol en gel a pedal.
«Nos endeudamos mucho»
Con esas medidas, están listos para recibir «entre 60 y 70 personas a partir del lunes», calcula Rodrigo Miño, uno de los fundadores. Una cifra incomparable a algunos viernes prepandemia, con más de 500 visitantes. «Entre el delivery, el take away y la apertura de la vereda llegamos apenas al 15% de nuestra facturación habitual. Nos endeudamos mucho, pero pagamos los sueldos de los 25 empleados«. Como otros gastronómicos, Miño señala la importancia de sostener el ATP, la reducción de IVA e Ingresos Brutos, para ayudar al sector: «No vamos a tirar ahora todo el esfuerzo por la borda y confiamos en salir adelante». El restaurante Oporto de Nuñez Fuente: LA NACION – Crédito: Ignacio Sánchez
Pablo Scigliano, propietario de On Tap, cree que en esta etapa es fundamental el cuidado. «Tenemos muchas ganas de abrir, pero tenemos que aprender a vivir en este nuevo mundo», afirma. La semana que viene, On Tap Retiro, ubicada en Marcelo T. de Alvear 834, reabrirá su terraza cervecera. «Los primeros días van a ser de euforia, como en cada apertura. La gente se relaja y olvida los pasos que debe seguir, pero vamos a estar dispuestos a ayudarlos. Somos exigentes con el protocolo y vimos que en general la gente responde bien». Tareas de limpieza en el bar On Tap Fuente: LA NACION – Crédito: Santiago Filipuzzi
¿Qué medidas están tomando? «Menos mesas, más espaciadas, rutas de entrada y salida, restricciones en la capacidad de los baños, entre otras cosas«, ilustra Scigliano. Y habla de una vuelta a la vida: «Hoy estamos al 5% de la facturación. Falta mucho, pero volvemos a empezar. Renacimos, todavía somos un bebé y nos tenemos que abastecer de lo poco que vamos generando».