Con asado a la cruz y empanadas, las pulperías volvieron a reunir multitudes

Fuente: La Nación ~ Retroceder el tiempo y volver a disfrutar las noches en las que los almacenes de campo y las pulperías eran los puntos de encuentro de los habitantes de pueblos y parajes. Eso ocurrió durante toda la noche del sábado y la madrugada del domingo en 16 de estos establecimientos de Roque Pérez, a 135 kilómetros de la ciudad de Buenos Aires, donde se realizó la séptima edición de La Noche de los Almacenes.

Durante algunas horas, los lugares se colapsaron al recibir a miles de personas que llegaron de todas partes de la provincia para participar de una experiencia que tiene mucho de magia: regocijarse al comer un plato de asado hecho a la cruz al aire libre, bajo las estrellas, consagrándose al goce de probar productos del territorio, aperitivos de autor, música, canto y baile. «Necesitamos recuperar todo lo perdido, el encuentro, la charla, caminar en una calle de tierra, ver las estrellas», afirmó Graciena Ureslepo, secretaria de Coordinación y Gestión municipal de Roque Perez, una de las ideólogas de esta verdadera fiesta popular que se ha convertido en una de las más multitudinarias de la provincia de Buenos Aires.

30.000 personas (según estimaciones de la policía local) se movilizaron para recorrer los caminos rurales de la localidad. Huellas de tierra acostumbradas a la soledad fueron invadidas -aunque en orden y silencio- por amantes de las pulperías y la gastronomía criolla. Algunos se acercaban a caballo, otros en autos, camionetas, motos y bicicletas. La propuesta fue seguir un mapa donde se ubicaban los distintos pueblos y parajes, con sus almacenes y, en cada uno de ellos, una grilla de actividades culturales y un menú en donde las carnes asadas y las picadas fueron las protagonistas.

Ensalada vegana

La particularidad de este distrito es que en cada cuartel de su geografía existe un bodegón de campo. «Nuestro almacén ofrece 800 kilos de carne al asador, y también alguna ensalada para veganos», sostuvo Julián Gómez, a cargo, junto a su hermana Agustina, del legendario Almacén La Paz, que abrió sus puertas en 1859. A un costado se hallan las ruinas de una pulpería que data de 1832. Juan Manuel de Rosas la habilitó con la única condición que el pulpero no fuera unitario. «Esta fiesta es importante porque es como volver a sentir el pasado, cuando estos lugares estaban llenos de gente», sostuvo.

«Para nosotros, el año comienza en La Noche de los Almacenes y no el primero de enero», reconoció Samanta Krause, a cargo del almacén San Francisco, una construcción de adobe -de los pocos que quedan- que es de 1933 y que fue hecho por los vecinos del paraje La Paz Chica. «Se juntaban los domingos, comían un asado, y mientras tanto, lo construían, tiene un gran espíritu comunitario», afirma. El patio, y el salón estuvieron colmados de visitantes que, en lenta procesión, esperaron su turno para probar la bondiola de cerdo, especialidad de la casa. En un escenario, y durante toda la noche, cantaron y bailaron más de 120 artistas de pueblos vecinos. «La mejor decisión es que no haya escenario central ni artistas famosos», comenta. La clave en este evento es apostar a la diversidad y la apertura: cualquiera que se anime puede subirse al escenario. «Tuvimos una clase de zamba, abierta a todos. El folclore es lo que sabe el pueblo», sostiene.

Como si fuera una postal de alguna ficción costumbrista, la más completa oscuridad se interrumpía a lo lejos con las luces de la pulpería y las de los autos que se acercaban

«En cada almacén, una historia, en cada uno, un show, en cada uno, una cena, en todos: una noche» fue el lema elegido y las palabras resumen el alma del evento. «Yo siempre he cocinado, y es gratificante ver tanta gente que valore nuestros sabores», afirmó Gisela Ponchione, a cargo de la pulpería La Querencia, en el solitario paraje Forestieri, de menos de 50 habitantes, que durante esta noche recibió a más de 500 personas. «Buscan el buen asado, poder sentarse tranquilos, conocer gente, charlar», confesó. Como si fuera una postal de alguna ficción costumbrista, la más completa oscuridad se interrumpía a lo lejos con las luces de la pulpería y las de los autos que se acercaban.

«Para nosotros es importante que nos visiten y nos conozcan», agregó Gisela. Hubo menú al plato: empanada frita, suculenta y jugosa, chorizo con verduras de la zona, costillar con ensalada rusa y pasteles. La pulpería antes de serlo, fue la escuela del paraje. «Los shows son gratuitos y todos los productos que usamos son de Roque Pérez, nos ayudamos entre todos», sintetiza Samanta. «La gente visita los almacenes y pulperías porque sabe que no va a gastar mucho, por cómo está el país, no es poco», determinó Mauricio Menescardi, quien está detrás del bodegón Los Amigos, en Carlos Beguerie.

Nacimiento

La Noche de los Almacenes nació en el año 2013 por la necesidad de recuperar estos espacios en donde transcurrió parte de la historia de Roque Pérez. Históricamente no hubo propietarios de grandes porciones de tierra, sino pequeñas chacras de hasta 20 hectáreas. Hubo una fuerte inmigración italiana y española. Todos estos habitantes de los parajes y localidades, se juntaban en pulperías y almacenes de ramos generales. «Comenzamos recuperando el Cine Club Colón, y de ahí, los demás almacenes», aseguró Graciana.

El Cine Club Colón fue construido en 1933 a instancia de un inmigrante italiano llegado de Ancona, don Pedro Coltrinari, que les daba a sus paisanos pequeñas chacras que luego cada uno pudo comprar. «Tuvo la visión de hacer un cine, para que los habitantes del paraje tuvieran un lugar esparcimiento, luego le agregó cantina, y se fusionó también en club», cuenta César Coltrinari, bisnieto del pionero, quien atiende hoy esa cantina, haciendo aperitivos de autor. Durante más de treinta años estuvo abandonado, convertido en chiquero. La recuperación del cine -en la que intervino la comunidad de La Paz Chica, junto al municipio- fue determinante para soñar con un plan mayor: que todos los almacenes, arrasados por la falta de tren y el éxodo, volvieron a estar abiertos. Fue una epopeya rural con final feliz, la que sucedió en Roque Pérez.

«Si Buenos Aires tiene su Noche de los Museos, ¿por qué no tener nuestra propia, de Los Almacenes?», recuerda Graciana. En el 2013, en la primera edición, se acercaron 2.000 personas, la atracción de las pulperías y la comida de campo, convocó exponencialmente a más personas todos los años, hasta llegar a las 30.000 que se acercaron este sábado. «Necesitábamos poder reencontrarnos, y saborear un fiambre hecho por un vecino, los almacenes en Roque Pérez siempre fueron nuestros puntos de encuentro», afirma Graciana. «Creo que el éxito del evento se resume en que mostramos nuestra más pura identidad: la de compartir una comida y un encuentro en un almacén», confesó Martín Parzianello, director de Turismo local. Por redes sociales se podía descargar y en forma física repartían el mapa del Distrito con los pueblos y parajes, la manera de llegar a ellos y los almacenes.

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