Fuente: Clarín ~ La plataforma, que ya funciona en La Plata, conecta a vecinos aficionados a la cocina con otros que desean probar sus platos.
«Alitas a la BBQ. $ 240». «Goulash. $ 225». «Guiso de lentejas. $ 189». «Tallarines caseros. $ 170». Estos y otros platos caseros, este jueves se pueden encargar a través de una app. Pero no es una app como las ya conocidas de delivery, sino que conecta a vecinos aficionados a la cocina con otros que desean probar sus especialidades, de la misma forma en que Uber contacta a choferes y pasajeros. Se llama Pinny y desde hace tres semanas funciona en La Plata, donde generó polémica por la competencia que representa para los locales gastronómicos tradicionales, y porque no hay control sobre las condiciones de higiene y seguridad de los alimentos ofrecidos. Y ahora arranca en Buenos Aires, con 3.000 cocineros y 15.000 usuarios.
Pinny funciona de forma similar a otras aplicaciones de delivery: aparece una lista de platos disponibles junto al nombre de su cocinero, en un radio de hasta cuatro kilómetros. Se hace el pedido y se opta por envío a domicilio o por pasarlo a buscar. El proceso de pago y la coordinación de entrega se hacen a través de la app, en la que los usuarios pueden elegir pagar con tarjeta o efectivo. Pero hay una gran diferencia: el que prepara la comida, sea profesional o no, lo hará en su propia cocina en lugar de en un local habilitado.
Es que Pinny trabaja bajo los preceptos de la economía colaborativa, que por estas pampas popularizaron Uber y Airbnb. Así, permite a todo aficionado a la cocina poder emprender su propio negocio. De hecho, para formar parte de la red no es necesario ser profesional gastronómico ni tener experiencia en restaurantes. En la app también se puede buscar por cocinero y cada uno tiene un perfil donde debe mostrar su cocina.
Para el gerente y fundador de la plataforma, Martín Pérez, se trata de “comida rica y saludable”, y comprarla a través de la app “ofrece una mejora en la experiencia de consumir a través de delivery”. Según sus creadores, en Buenos Aires la app ya tiene 15.000 usuarios, 3.000 chefs -más del triple de los previstos inicialmente- y más de 700 personas inscriptas para trabajar como repartidores. Está disponible para celulares Android e iOs.
Sin embargo, tanto el sector gastronómico tradicional como el que controla la higiene y seguridad de los alimentos ven más riesgos que ventajas. Tras la puesta en marcha de la app el 15 de agosto en La Plata, la agrupación de comerciantes de esa ciudad PULPA convocó a asesores legales para presentar un recurso judicial contra la plataforma.
Según los creadores de Pinny, durante los primeros días de funcionamiento en la capital bonaerense, la aplicación cosechó 2.550 usuarios activos y más de 550 chefs, y recibe 90 pedidos por día en promedio.
De igual forma que en La Plata, en la Ciudad de Buenos Aires los gastronómicos ya abrieron el paraguas y señalan los riesgos de pedir comida a través de esta aplicación. “No puede ser confiable de ningún modo el ingerir alimentos elaborados sin controles mínimos por desconocidos y en el ámbito de espacios que no están a la vista de nadie”, sostuvo Ariel Amoroso, presidente de la Asociación de Hoteles, Restaurantes, Confiterías y Cafés (AHRCC). También resaltó la “evasión impositiva y competencia fuera de la ley” que esta práctica habilitaría, además de la “falta de coberturas sociales y sanitarias” para los trabajadores que preparan la comida.
Los responsables de Pinny aclararon a este diario que “se exigirá el cumplimiento de rigurosas normas relacionadas con la responsabilidad, la higiene y el compromiso, para asegurar un servicio de calidad a los clientes”. En ese sentido, destacaron que “los usuarios tendrán acceso al perfil de los cocineros y a los comentarios de otros comensales” y que, “una vez hecho el pedido, podrán calificarlos y dejar sus propios comentarios”.
Pero en los términos y condiciones de la aplicación, disponibles en su sitio Web, se advierte que “Pinny no es responsable de la sanidad o seguridad de los establecimientos en donde se preparan los platos y no verifica el cumplimiento de las leyes y normas legales aplicables a su preparación y habilitación”.
Desde la Agencia Gubernamental de Control (AGC) sostienen que consumir alimentos comprados a través de la aplicación “es un riesgo, más allá de la buena voluntad de quien vaya a cocinar”. “Para controlar las condiciones de elaboración de la comida, se requiere un local habilitado, no podemos inspeccionar una casa -explican-. Para hacerlo, los inspectores tendrían que tener una orden de allanamiento”.