Fuente: La Voz ~ El restaurante ofrece una experiencia delicada y profesional, en un entorno adorable. Carnes, pescados, pastas, postres y vinos de Córdoba, bajo la sombra de añosos algarrobos. Calificación: muy bueno.
Pareciera que el buen gusto los cría y ellos se amontonan en esta zona del camino de la costa en Traslasierra, casi llegando al límite provincial por la ruta 14, entre las localidades de San Javier, Yacanto y La Población. Aquí hay una burbuja, un microclima especial para el turismo más top de Córdoba.
Por la zona tenemos emprendimientos que se salen del molde de Traslasierra y (hay que decirlo) de todos los valles cordobeses. La diferencia de formación, capacitación, infraestructura y presupuesto, es demasiado notoria con respecto a las experiencias que proponen emprendedores locales.
Y hablamos de bodegas, de restaurantes, de posadas. En el caso de Bonzo, todo se desarrolla en un jardín de ensueños que bien podría ser la casa quinta de Pampita en las afueras de Buenos Aires.
Mucho verde en un espacio bien amplio, algarrobos ofreciendo sombra a cada paso, mobiliario estable de madera con sombrillas esponsoreadas, un mozo en contacto permanente con los comensales. Esto fue armado para ofrecer un servicio gastronómico profesional, no para “pichulear”.
Focaccia por dos
La carta de Bonzo es breve y simple, pero se nota que el buen gusto está presente. La figura de Fernando Hara también lo está. Se trata de un misterioso chef, discípulo de Francis Mallmann, hoy retirado de los ruedos, pero dedicado a la chacurtería transerrana en Loma Bola.
Nadie sabe bien donde vive, los gourmets de la zona solo afirman que desde algún lugar del valle manda mercaderías a los restaurantes que valoran su trabajo. En este caso probamos algo en una entrada fuera de carta, invocando su luz. Será una Morcilla con pan focaccia ($ 2150).
La verdad, esperábamos más. Hay que humedecer cada bocado con aceite de oliva para que el momento se eleve. A priori hubo una confusión: esperábamos una focaccia de morcilla y manzanas, pero finalmente fueron tres rebanadas de morcilla a la plancha (sobre pan focaccia). El plato no fue bien explicado por el servicio de mesa.
Además de necesitar un complemento más jugoso, ácido o húmedo para mejorar el trazo por la boca (por suerte hay buen aceite de oliva Zuccardi para complementar), ya habíamos probado el mismo pan en el appetizer (junto con un untuoso alioli), con lo cual faltó también sorpresa en este segundo paso.
Trucha, peras, vino rosado
Entre los principales elegimos primero una Trucha de río ($ 3.150) acompañada de una Ensalada de peras asadas, queso azul, nueces confitadas y hojas verdes ($ 1.680). Una combinación de plato más guarnición que se caía de madura.
Para beber, entre una también muy breve pero buena selección de vinos argentinos, optamos desde la entrada misma por un vino rosado de la zona: El Noble Rosé 2022 ($ 2.950) de San Javier. No especifica uvas pero tiene una paso suave con cuerpo ligero. Ideal para un mediodía de verano como este.
Cautiva por su expresión frutal (roja) fuera del registro habitual. En cuanto a la cocción de la carne (apenas rosada), podemos decir sin dudar que es perfecta: pareja, sin romper las fibras, conservado humedad total. El sabor del río está presente, ofreciendo un retrogusto olvidado.
Carne y papa
Luego probamos el ojo de bife de medio kilo ($ 3.950) acompañado de papas fritas ($ 1.550). La carne luce imponente, con hierros bien marcados, fibra dorada (bien caramelizada) y jugos rosados pidiendo salir a la superficie con el primer corte. La terneza es evidente y el sabor finalmente, es total.
Vale decir que antes de los principales, la casa invitó una provoleta deliciosa. El bife se había pasado de la cocción solicitada y desde cocina eligieron enviar un tentempié para amenizar la espera hasta preparar otro.
Además de sorprender con un plato muy rico (combinó la intensidad del queso con tomates asados y hojas de albahaca fresca), demuestra que los detalles de cocción son esenciales, aquí y en cualquier lugar con pretensiones de maravillar y, por supuesto, de estar a la altura de la relación precio/calidad que se propone.
Un postre perfecto
Cuando fuimos al baño pasamos por una colorida sala de lectura y juegos infantiles. En el jardín también hay un sector para niños y la carta ofrece una selección de platos para los más pequeños de la casa. Digamos entonces que la presencia infantil es más que bienvenida por aquí.
En cuanto al baño, sorprendió (mucho) que el jabón no sea líquido. De todas maneras, se ofrece un espacio amplio, iluminado e impecablemente limpio. De regreso en nuestro lugar, ya tenemos sobre la mesa el postre más perfecto que hayamos probado en los últimos tiempos.
Se trata de una Merengata ($ 1.750) que combina una base de curd de limón, frutillas maduras (un detalle que no puede pasar inadvertido), arándanos y helado de crema americana cubierta de merengue, recién gratinado.
La crema de limón, la fruta en su punto, la frescura del helado y la tibieza del merengue, generan un momento de disfrute total. A fin de cuentas, Bonzo es un muy buen lugar para comer en Traslasierra, y las frases “solo para exigentes” o “para el que quiera o pueda pagarlo”, le caben como anillo al dedo.
Para ir a Bonzo
Calificación: muy bueno
Ruta provincial 14 s/n., La Población.
Teléfono (011) 156-6761613.
Menú infantil.
Estacionamiento.
Efectivo y transferencia.
10% de descuento pagando en efectivo.