Fuente: Clarín ~ Que tu bebida favorita salga directo de una canilla puede ser una fantasía, pero hay bares que la cumplen. En Buenos Aires esa parece haber sido la base de la explosión del consumo de cerveza artesanal en los últimos años, aunque también hay dispensers similares de sidra y vermouth. Ahora llegó el turno del gin tonic, ese clásico de las barras de todo el mundo, que en los últimos meses también empezó a venderse «tirado».
El gin tonic, un clásico de todos los tiempos, ahora también se sirve tirado desde canillas como la cerveza artesanal.
La iniciativa fue de los hermanos rionegrinos Bruno y Franco Moretti, dueños de la destilería que lleva su apellido. Ellos ya producían su propia marca de gin autóctono (Buenos Aires Gin) desde 2016 y a principios de 2019 comenzaron a vender barriles con el trago ya preparado (gin más agua tónica), listo para beber.
«Cuando nosotros empezamos a pensar en producir gin tonic en barriles sabíamos que el formato tenía que adaptarse al sistema de multicanillas que ya estaban usando las cervecerías, que de ese modo iba a funcionar», explica Bruno Moretti.
Y funcionó. El primer bar que apostó por incorporar esta modalidad, en febrero pasado, fue Van Koning, establecido en Las Cañitas desde 1999, famoso por sus cervezas importadas y por ser el elegido de la comunidad holandesa en Buenos Aires. Después se sumaron otros como On Tap (Retiro, Recoleta, Palermo) y Rabieta (en el Hipódromo de Palermo), que encontraron un producto alternativo para ofrecer a sus clientes sin tener que invertir en desarrollar otro tipo de infraestructura de servicio, porque los barriles se conectan del mismo modo que los barriles de cerveza.
«Aunque nuestro fuerte es la cerveza nosotros siempre tuvimos otras bebidas y cocktails en nuestra carta, así que decidimos sumar una canilla de gin tonic como opción y nos sorprendió la buena repercusión que tuvo, porque la gente encuentra una muy buena relación precio-calidad en el producto», cuenta Dante Fazio, dueño de Van Koning, que en el happy hour vende el copón de gin tonic tirado a $ 120, la mitad de lo que puede costar en promedio uno preparado con un gin importado embotellado.
Para el cliente, aseguran quienes lo comercializan, la ventaja no está sólo en que paga menos por un producto de buen nivel, sino que lo recibe en mejores condiciones y hasta contribuye con un impacto positivo en el medio ambiente. «Un gin y una tónica premium a los que tuvieras que sumarle el costo del embotellado y etiquetado serían mucho más caros», asegura Moretti, y enumera más ventajas: «En estas condiciones la bebida sale con la gasificación y frío óptimos, mientras que cuando se prepara en el momento no siempre sucede. Un bartender no siempre te abre una tónica de 200 ml. por cada cocktail, porque encarece el trago. Si te abre una botella grande, se va perdiendo el gas, además del desperdicio de botellas de plástico o envases de vidrio. Ni hablar del tiempo que tarda en preparar el trago».
Eficiencia, rapidez, practicidad, economía. Los argumentos suenan contundentes y tal vez por eso ya son 40 los establecimientos que ofrecen el gin tonic tirado de los Moretti en distintos barrios de la ciudad de Buenos Aires, Vicente López y en la ciudad de La Plata.
Invernadero: el primer bar especializado en gin tonic tirado
Hasta septiembre, si bien había varios bares donde podía tomarse gin tonic tirado, en ninguno de ellos este cocktail era el protagonista sino más bien un actor secundario. Por eso la apertura de Invernadero, en Barrio Norte, llegó para confirmar la tendencia con una propuesta que tiene a este cocktail y la forma de servirlo como su mayor atractivo.
Ubicado en la Plaza del Lector (Av. Gral. Las Heras y Agüero), junto a la Biblioteca Nacional, Invernadero recupera el espacio que supo ocupar el Café Macedonio, un lugar que se había ido deteriorando hasta cerrar definitivamente. El local mantiene la estructura circular con ventanales amplios hacia los jardines de la terraza y la plaza, pero fue completamente reciclado para instalar seis canillas de gin tonic tirado en el centro de la barra. Si bien aquí también trabajan con los hermanos Moretti como proveedores de un blend exclusivo de gin y tónica, a la bebida base le suman botánicos y otros ingredientes para lograr 16 combinaciones diferentes diseñadas por el bar planner Ramiro Ferreri junto al jefe de barra Juani Calcaño.
Las distintas variedades, contexto obliga, tienen nombres literarios. El Sur y El Aleph, por ejemplo, homenajean a Jorge Luis Borges y sus cuentos y se preparan con yerba mate y eucalipto, el primero, y con olivas negras y tomillo, el segundo. Casa tomada, guiño a Cortázar, lleva pétalos de rosa y pepino, El Cuervo homenajea a Edgar Alan Poe con un toque de jengibre y romero mientras que Juguete rabioso lleva manzana verde, cardamomo y pimienta negra. Cualquiera de ellos cuesta $ 280 ($ 250 en el happy hour de 18 a 20), mientras que si se pide un gin tonic preparado en forma tradicional con gin embotellado importado, el precio asciende a 300, 400, 500 y hasta 700 pesos, dependiendo de la marca.
En la barra también se ofrecen otros clásicos, de autor, whisky y algunos vinos. ¿Cerveza? Sí, en botella, porque acá lo único artesanal es el gin tonic.
Para comer, la carta nocturna ofrece tapas (croquetas españolas, langostinos, montaditos de hongos y queso brie, ceviche, carpaccio de ojo de bife, mollejas). Durante el día -porque abre a las 8 de la mañana- hay cafetería, pastelería ensaladas, wraps, sandwichs, tartas y opciones de carne, pasta o pesca para el almuerzo en el patio o con vista al parque.
El proyecto está a cargo del mismo grupo de socios que ya es dueño del boliche Afrika Club en Recoleta: Lucas Roballos, Enrique Álvarez Amuchastegui, Otto Bunge, Tomás Arizaga, Iván Bunge y Meme Bouquet. Desde hace varios años, este equipo venía soñando con la idea del bar especializado en gin tonic. Cuando obtuvieron la concesión del espacio (a través de la Agencia de Administración de Bienes del Estado (AABE), sintieron que habían encontrado el lugar perfecto. Ahora, con la buena respuesta del público tras el primer mes de inaguración, ya planean sacar un gin embotellado con su propia marca para comercializar en vinotecas. Porque, ellos lo saben, aunque el gin tonic tirado se ponga de moda, siempre quedarán los románticos que esperan ver al bartender en acción haciendo magia detrás de la barra.