Fuente: Clarín Gourmet by Graciela Baduel ~ Alberto Olmedo, Gerardo Sofovich y Moria Casán eran clientes habituales del local original en los años 80. El desafío de relanzar la marca en nuevo barrio y en plena pandemia.
¿Cuál es el ADN de un restaurante? ¿Su plato más famoso? ¿Las mesas, los manteles, el ambiente de la barra? ¿La impronta del dueño, el chef o el encargado? Tras un intento fallido hace dos años en Avenida Santa Fe, la legendaria marca Fechoría renace una vez más, apuntando a ese ADN ahora en el corazón de la Recova de Posadas (Posadas 1053, Recoleta), convertida en peatonal por causa de la pandemia.
Daniel Lalín, empresario, restaurateur, exdirigente de Racing, saluda a un grupo de señores bien abrigados (sobretodo y bufanda) que comen en una mesa sobre el asfalto. Hay apretones de manos, hay sonrisas. Desde lejos se adivina la charla de amigos, o al menos de conocidos con buena onda.
Más allá de los “ñoquis a la gauchito” que hicieron famoso al entrañable creador de la marca, José Alberte Rodríguez, más conocido en la noche porteña como Pepe Fechoría, podría decirse que el ADN del lugar era la relación de su anfitrión con los habitués, celebridades de la televisión, de los teatros de revistas, políticos y futbolistas.
Ese clima de encuentros que se extendían hasta la madrugada, donde a los amigos se les preparaban platos a su gusto fuera la hora que fuere y los comensales iban charlando de mesa en mesa es lo que intenta rescatar Lalín.
¿Ahora, en pandemia? “Es que no me van a ganar. Sabemos que está difícil, pero eso fue también lo que hizo que yo pudiera tener un restaurante en La Recova -reconoce-. Es un desafío doble: abrir con todas las limitaciones que tenemos y volver a recrear el viejo ambiente de Fechoría”.
Famosos de hoy y ayer en Fechoría
Justo en el medio de esa cuadra curva bajo la autopista, ahora sobre la calzada, se lo ve a Lalín convidando un plato de aceitunas all’ ascolana (todas con su correspondiente palillo como para cumplir con el protocolo) a los comensales que desafían el clima casi de invierno. El cartel con la tipografía original remite directo al pasado. Pero la intención de reproducir el espíritu de Fechoría está puertas adentro. O mejor dicho, en las paredes interiores.
En el mural pintado en el fondo del salón hay caras famosas. En épocas de Discépolo se hablaría de la Biblia y el calefón. Hoy, de figuras que se ubican en lados opuestos de la grieta. “Quise recrear una calle y un café de Buenos Aires, donde se mezcla todo: amigos, enemigos, el espectáculo, la tevé y el fútbol”, dice Lalín, confiado en que todos ellos vendrán a sentarse a estas mesas en cuanto las cenas vuelvan a estar permitidas.
A un lado de esa pared asoman las caras de Juan Román Riquelme, Marcelo Gallardo, Alfio “Coco” Basile y Horacio Pagani. “Todos amigos. Pagani sí fue un habitué del viejo Fechoría y me dio muchos datos. Es más, va a haber en la carta un matambrito tiernizado que lleva su nombre, porque es su preferido”.
Moria y Susana están bajo una marquesina que las identifica como “divas”, por si hiciera falta. En la otra punta, Jorge Lanata, enmarcado por una pantalla de tevé. Otro ícono de la argentinidad, Mafalda, sostiene dos globos con las caras de viejos habitués ya fallecidos: Alberto Olmedo y Gerardo Sofovich.
Se sabe, que este último tenía su propia mesa en el local de avenida Córdoba, siempre disponible, fuera o no fuera de la partida; y el “Negro” fue quien hizo famosos aquellos “ñoquis a la gauchito” (con salsa de tomate, albahaca y crema) que Pepe “le preparaba” para después de la función o el programa de tevé.
En el mural, en las mesas de café, Alejandro Dolina y Alfredo Casero. Y Carlos Pagni. “Tengo muy buena relación con Dolina y con Alfredo y Pagni, además de mi amigo, es el mejor periodista político de la Argentina”, justifica Lalín.
Parado junto a una puerta está Marcelo Tinelli. “El flaco no podía faltar, primero porque es de San Lorenzo y me faltaba una pata del fútbol, están River, Boca y Racing… (se le menciona a Independiente, casualmente el club del que era fanático Pepe Fechoría, pero hace como que no entiende)”.
Lalín siempre tuvo restaurantes, aunque asegura que esa nunca fue su actividad principal. Lo hace por gusto, porque le encanta charlar con la gente, criticar la comida, ¡discutir de comida! Al viejo Fechoría fue algunas veces, pero tuvo más relación con Pepe Alberte cuando tenía el local en Puerto Madero. “Un conocido me avisó que estaba suelta la marca y la compré, también registré a mi nombre Il Vero Fechoría”, cuenta.
De su primer intento, inaugurado en 2018 en Avenida Santa Fe, reconoce que fue un grave error, “porqueera un comedero”. En La Recova, en cambio, puede hacer un verdadero Fechoría. “Está muy bien ubicado, cerca de los teatros, mis amigos del fútbol y de la política también pueden venir. Y además da para hacer platos buenos, platos caros.
Cómo es la nueva carta de Fechoría
Acá podés encontrar ravioles de faisán, cazuela de centolla, pulpo, ostras, langostinos frescos” ¿Qué más se lee en el menú de Fechoría? Pastas caseras, ocho variedades de ravioles, salsas “muy bien hechas por Salvatore Di Santo”, el chef napolitano que asesoró a Lalín.
También agregaron a la carta hitos de Sorrento, el restaurante que funcionaba anteriormente en el local: postres como mil hojas de pastelera con frutilla, cannoli, sfogliatella, volcán de chocolate. “Cosas que no es habitual ver todas juntas… Acá podés comerte un tiradito de salmón y una parrillada de mariscos, y también platos de comida hindú. Tenemos una mezcla de especias que es el sello de la casa. ¿Por qué? Porque es lo que a mí me gusta”, dice con la autoridad de saber que tiene la sartén por el mango.
Con tantos meses de encierro sobre las espaldas, aquella noche porteña de la salida de los teatros, con Moria envuelta en pieles llegando a cenar a las 3 de la mañana, es un recuerdo borroso. Pero Lalín está seguro de que va a volver. Y de que en ese momento Fechoría va a brillar.
“Este es el lugar donde te gusta estar después de la actividad del día. Nadie te va a apurar para que te vayas; no nos interesa que nos dejen libre la mesa. Queremos que coman tranquilos y se queden haciendo sobremesa. Vamos a tener tragos, un buen café, en un lugar amable, donde se pueda estar más allá de tu partido político o el club de tus amores”, define. Alterna el presente con el futuro porque todavía le faltan “detalles”. En cuanto a los vinos, además de los tradicionales, incorporaron algunos no tan conocidos. Etiquetas como El enemigo de Catena Zapata, Cocodrilo o El Felino de Bodega Viña Cobos.
Por el momento hacen malabares y van a pérdida, con 40 cubiertos afuera y sin poder sacar provecho de los 125 que tienen en el salón. Además de la cafetería, armaron una propuesta para las tardes, a base de pizzetas, croquetas, rabas y otros platos ligeros para acompañar con un trago. “De 5 a 7 de la tarde, un spuntino, como dicen los italianos, picar algo”, explica Lalín mientras sueña -no una sino varias- fiestas de apertura condimentadas con la presencia de famosos.