Fuente: Clarín – El dueño del local adaptó una tendencia que conoció en Nueva York a las restricciones que impone la cuarentena. “Gustó mucho”, dice.
No es novedad que con la pandemia llegaron nuevas palabras al diccionario colectivo. «Burbuja» y «distanciamiento» son las que definen la innovadora propuesta que, para enfrentar la crisis que generó el coronavirus, idearon en un bar de San Miguel.
El gastronómico fue uno de los sectores económicos más golpeados por la pandemia y la cuarentena. Y en el local que abrió hace siete años en la calle Italia, se reinventaron creando un auténtico bar de burbujas, donde se puede comer y beber a distancia. Básicamente, instalaron en la terraza tres grandes esferas con una mesa en el centro, donde cada grupo puede mantenerse aislado de los otros.
«La idea surgió después de viajar a Nueva York y ver que allá estas burbujas se usan y cuando surgió lo del Covid y el distanciamiento vi que era el momento ideal para traerlo acá«, cuenta Ignacio Spicuglia, el dueño del «Terraza Bar TRZ».
Dentro de cada burbuja hay una mesa central y asientos para 8 personas.
Concretar este proyecto no fue fácil en un principio, ya que ese tipo de estructuras no son «algo que se suela hacer» en la Argentina. La solución llegó de la mano del cuñado de Ignacio, quien encontró a una persona dispuesta a sumarse al proyecto y armarlas.
La estructura de caño estructural estaba resuelta, pero faltaba el desafío mayor: como cerrarlas con un cobertor, “Es como una pelota de fútbol y no resultaba nada sencillo que quedara todo bien unido, como quedó”, remarca el dueño del bar.
Fue un amigo el que se encargó de trabajar con lona acrílica transparente e idear una manera. Después, el armado se resolvió en relativamente poco tiempo. llevó tres días al montado de los caños y una semana más, la colocación de los cobertores.
Cada burbuja ocupan 16 metros cuadrados y están equipadas para que 8 personas puedan disfrutar de comodidades como aire acondicionado y calefacción propios, conexión USB y hasta un sistema donde la luz central de cada una además de iluminar tienen un sistema de Bluetooth para que las personas puedan elegir que música escuchar.
Una vez lanzada, la idea tuvo gran repercusión. Desde que se había iniciado el confinamiento, el restobar no la estaba pasando nada bien. Como todos en el rubro, se dedicaron a hacer delivery pero las ventas cayeron de manera pronunciada. «Los primeros seis meses fueron duros», reconoce el dueño, como sin querer siquiera recordarlo.
Cuando llegó la flexibilización y la posibilidad de recibir clientes, las burbujas, que por su gran tamaño se pueden ver claramente desde la calle, tuvieron un efecto muy positivo. Pronto se hicieron conocida uy entre los vecinos de la zona y la suerte del negocio empezó a cambiar.
«Teníamos mucha expectativa ya de por si y cuando tomó dimensión en redes sociales y otros medios fue mucho mas. Se multiplicó el público que viene y superó nuestras expectativas”, se reconforta Ignacio.
Al principio solo podían ingresar en las burbujas 4 personas y tenían que ser si o si convivientes. Con las aperturas que se fueron dando después se pasó a un límite de 6 clientes por estructura, hasta que actualmente les permiten ocho, la capacidad máxima.
En el resto de las mesas, tanto de la planta baja como de la terraza, puede haber hasta 10 personas, como en cualquier bar tradicional. Los que prefieran la experiencia de estar dentro de estas burbujas, deben reservar con anterioridad.
Aunque se especializan en tragos, TRZ ofrece una varias opciones de comidas. Se pueden disfrutar de ricas hamburguesas, apetizers como bastones de muzzarella, pizzas, sandwiches y picadas para compartir en la mesa o la burbuja.