Café de especialidad: ¿Por qué es la bebida favorita de los centennials?

Fuente: Perfil ~ Un experto, Nicolás Artusi, nos explica el fanatismo de los más jóvenes. También, por qué comienza una nueva era para la bebida más sofisticada y urbana de hoy.

En 2014, el periodista Nicolás Artusi lanzó el libro “Café” (Planeta), en el que realizaba un minucioso y atrapante “racconto” de la historia de esta bebida desde Etiopía hasta el auge de Starbucks. Y aunque podría pensarse que es una gran guía para aprender sobre el mundo cafetero y sus tendencias, en ocho años las cosas han cambiado mucho. El contenido de aquel primer título sigue siendo vital, pero hay muchos términos, tendencias y conceptos nuevos que se han sumado a este mundo. Aunque es una de las bebidas más antiguas que existen, sin embargo el café sigue “aggiornandose” año tras año, demostrando que siempre hay más por investigar (y catar) en su ruta. Como prueba, basta el nuevo título de Artusi, “Diccionario del café”, con varias entradas que en 2014 no hubieran existido. “Cuando escribí mi primer libro, en Argentina recién se estaba empezando a conocer el café de especialidad y se hablaba de la tercera ola del café. Hoy se habla de la cuarta y el café ‘de especialidad’ es un commodity para todas las cafeterías que inauguran”, describe al autor.

Nicolás Artusi

El gran ganador

El de “especialidad” es sin duda uno de los crecimientos más importantes en estos años. Se refiere a un café que está en su punto máximo de calidad según las características propias de su origen, y es aquel que recibe un puntaje de más de 80 puntos sobre 100 en pruebas realizadas por las distintas organizaciones que lo evalúan. Usado por primera vez en 1974 en un artículo de la revista “Tea & Coffee Trade Journal”, debió pasar casi medio siglo para que el término anclara en nuestro país. Pero una vez que lo hizo, la expansión fue colosal. Si bien no hay datos concretos, se estima que en los últimos años abrieron entre 300 y 350 cafeterías de especialidad. Y aunque Palermo nuclea la mayor cantidad por metro cuadrado (hay cuadras que tienen hasta tres juntas), el fenómeno se extiende a toda la ciudad de Buenos Aires y también a otras urbes cosmopolitas del país, como Rosario o Mar del Plata.

Elaboración del café

Como en toda tendencia, es probable que en algún momento el mercado se sature y comience un camino de depuración. “Seguramente habrá un proceso darwiniano de supervivencia del más apto”, pronostica el periodista. Pero por ahora, estas cafeterías cancheras, donde la taza llega con “arte latte” y el estilismo justo para subir a Instagram, son sobre todo el lugar de pertenencia de los “centennials”, aquellos jóvenes nacidos del 2000 en adelante. “Ellos se incorporaron al mercado del café desde muy chicos. Es una generación que lo conoció como consumo juvenil o contemporáneo, sin el prejuicio de que era una bebida para viejos”, apunta Artusi. Los centennials fueron los que migraron sus reuniones de McDonald’s a Starbucks, y que en los primeros días de la apertura de esta compañía en el Alto Palermo fueron capaces de esperar horas en fila para tomar su primer “caramel macchiato” en vaso descartable.

Diccionario del Café

Otro punto que explica su veloz ascenso es la idea de que el café es un lujo posible. “Acá un café muy bueno y uno muy malo cuestan lo mismo, unos $ 220, un dólar. Es muy democrático en su acceso, porque por ese precio podés disfrutar de una experiencia urbana, sofisticada y cosmopolita durante una hora, hora y media, conversando, leyendo o mirando tus redes”, desarrolla el especialista. Además, a diferencia de sus padres, estos chicos comprendieron que tomar café puede ser placentero y seguir una idea de excelencia. Según Artusi, mientras antes uno entraba en un bar, hacía el gesto para pedir el café y tomaba lo que le trajeran, poniéndole bastante azúcar para tapar su gusto, hoy hay un mundo de sabores a disposición del cliente, de los más variados orígenes y estilos. Algo que está muy en sintonía con estos tiempos, “una época de exploración de experiencias epicúreas”.

Y una nota extra sobre el café de especialidad: se toma tibio, porque es la manera de apreciar mejor los aromas y sabores. De servirse tan caliente como en los bares más tradicionales porteños, se corre el riesgo de quemarse o aplanar la complejidad que posee esta infusión. “El café se prepara a una temperatura máxima de 96 grados, y luego hay que dejarlo enfriar unos segundos para tomarlo. Se calcula que la temperatura ideal son 66 grados”, ilustra el especialista, no en vano reconocido como “sommelier de café”. Esa graduación, comparada con el paladar tradicional de los argentinos (sobre todo los de 40 para arriba), resulta “tibia”.

Café Dalgona

En plena navegación

Lo que también cambió en estos últimos años fue el traspaso de la Tercera Ola del café a la Cuarta. Mientras la Primera Ola estuvo caracterizada por la comercialización masiva de la bebida, su adopción en las dietas cotidianas de Occidente y la aparición del café instantáneo; la Segunda tuvo que ver con la creación de pequeñas cafeterías, primero en los Estados Unidos y después en otros países, que tomaron como inspiración las preparaciones italianas y divulgaron la idea del café gourmet. La Tercera, en tanto, comenzó en el siglo XXI y se caracteriza por la revalorización del grano como materia prima natural, considerando al café como un producto artesanal que lo aleja de la interpretación de mercancía.

Café latte.

¿Y de qué se trata entonces la Cuarta Ola? De poner el foco en la producción responsable: el cultivo orgánico, el cuidado del planeta, la sustentabilidad. “La producción del café fue bastante depredadora del ambiente. Hoy hay muchas empresas invirtiendo para cuidar el ecosistema cafeterial, porque se cree que con el cambio climático en unos 80 años podría empezar a escasear”, apunta Artusi. Así, esta ola se enfoca en cuidar el fruto y la tierra para prevenir que no nos quedemos sin café en algunas décadas.

Granos de café

En cuanto a los consumidores, hay un claro camino a mejorar la calidad del café que se consume, no solo afuera, sino también en casa. “En 2014 en los supermercados no se conseguía café que no fuera torrado, de los que tienen un agregado artificial de azúcar. Hoy esas mismas marcas siguen vendiendo el torrado, pero tienen por lo menos una variedad de café tostado natural sin azúcar”, detalla el periodista. Además, en estos últimos años, por primera vez en la historia se vendieron para uso doméstico más cafeteras de tipo espresso (incluyendo a las de cápsulas) que de filtro. “Ahora la gente que tiene la inquietud de tomar café en su casa descubrió que puede prepararse un espresso”, apunta el especialista, que recomienda a los amantes de esta infusión tener más de un método de cafetera, para poder ir probando distintos estilos.

Consultado sobre a qué se debe que una bebida milenaria siga creciendo en público y ofreciendo novedades, sumamente viva en cuanto a tendencias (algo que no sucede con otras con tanta historia, como el té), Artusi ensaya la idea de que el café tiene que ver con el intelecto y la productividad. Y así, a medida que avanzan las ideas y el pensamiento humano, es lógico que el café también progrese a la par. “Es una bebida tónica, cerebral, estimulante, que muchas veces se usa para escribir, estudiar, componer, trabajar. No podría ser de otra manera”, sintetiza.

Tato Giovannoni: “Al cliente no le importa la sustentabilidad”

Fuente: La Nación ~ Elegido mejor bartender del mundo, está por inaugurar su propia destilería, la primera que opera solo con energía renovable en Sudamérica.

El subsuelo de Arroyo 872, en Recoleta, es uno de los sitios de visita obligados para el turista foodie global. Lo es desde mucho antes de que en 2019 Florería Atlántico llegara al puesto número 3 del ranking de los 50 Mejores Bares del Mundo, y que, un año después, su capitán, Renato “Tato” Giovannoni, fuera reconocido con el Altos Bartenders’ Bartender Award (en criollo, el mejor bartender del mundo). Pero Tato conduce ese barco a distancia, desde Río de Janeiro, donde se estableció en 2014 con su esposa y socia Aline Vargas, y desde allí también sigue la obra de su destilería Mitre Fortín, a punto de inaugurarse en Mendoza, mientras ajusta los detalles de su Festival Atlántico, que convocará a muchos de los principales referentes de la coctelería en agosto en Huacaleras, Jujuy.

Junto a Adrian Glikman, su socio en la destilería Mitre Fortín, que elabora el gin pionero Príncipe de los Apóstoles
Junto a Adrian Glikman, su socio en la destilería Mitre Fortín, que elabora el gin pionero Príncipe de los Apóstoles

–Vos cumpliste uno de esos sueños que trascienden generaciones: tener un bar en la playa. ¿Cómo te fue?

–Fue hermoso. Llegar a Río de Janeiro, ver el mundial, ver a Argentina casi campeón, quedarse acá y decir “voy a abrir un bar en la playa, voy a trabajar descalzo”. Y tratar de hacer algo que no había: un restaurante/bar con coctelería como en un bar de verdad, salir de la caipi y la cosa batida más sencilla típica brasileña. Estuvo buenísimo porque fuimos el primer bar de playa con equipamiento de restaurante serio, y hasta fuimos elegidos por [el site de gastronomía] Eater como mejor bar de Río. Después… vicisitudes de la vida. Río cayó muchísimo después de los Juegos Olímpicos y la seguridad también influyó: nos robaron ocho veces en un año. Cuando tuve que comprar tres cafeteras dije basta. Pero la experiencia fue linda más allá de que el negocio no fue sustentable nunca, porque cuando llueve, hace frío o hay viento no podés abrir y el alquiler y los sueldos los pagás igual. El éxito no lo mido por lo económico, sino por lograr cumplir ese sueño que tenía de dar de comer rico en la playa. Eso me gratifica, no lo cerré con pena.

–¿Vale la pena entonces seguir soñando con un bar en la playa?

–Sí, pero en otra playa, no en Río.

–Estás por abrir tu propia destilería, ¿hace mucho que venías con este proyecto?

–La idea de la destilería nace desde el día que empezamos a producir Gin de los Apóstoles. Cuando finalmente concretamos el proyecto y compramos la tierra en Valle de Uco empezamos a pensar en la idea de hacerla lo más sustentable posible, y creo que un poco la suerte nos fue empujando a eso. Digo la suerte porque cuando compramos el terreno pensábamos que teníamos energía eléctrica cerca, pero no estaba tan cerca. Hoy estamos montando la primera destilería 100% a energía solar de Latinoamérica y con una estética particular.

–La destilería tiene forma de triángulo, ¿por qué?

–Es un triángulo de casi 500 metros cuadrados, y no por casualidad. Une un poco la magia universal en la que uno cree. En el hermetismo, el triángulo hacia arriba significa fuego y hacia abajo significa agua. Si te parás de frente a la destilería, mirando hacia la cordillera, ves una de las caras rectas hacia abajo, ves agua; si te parás desde la cordillera y mirás para abajo ves fuego. El agua y el fuego son las dos materias más importantes a la hora de destilar, a través de ellos se logra atrapar los espíritus de lo que uno hace con el alambique.

–¿Por qué elegiste Huacaleras, en Jujuy, como sede de la nueva edición de Festival Atlántico?

–El festival nace como una consecuencia de traer invitados de otros países a Florería Atlántico. Los premios de los 50 Mejores Bares del Mundo tienen muchas cosas positivas y muchas negativas. Pero una positiva es que te acerca a gente que uno admira, y en mi caso terminé siendo amigo de muchos bartenders. Cuando empecé a invitarlos a venir a la Argentina les pedía que por favor estuvieran no tres días, como es habitual, sino una semana o 10 días, para que pudiera llevarlos a conocer algún lugar del interior. Así empezó a venir gente y otra se empezó a sumarse sola diciéndome: “Tato quiero conocer Argentina”. Y un día dije: “¿Por qué no metemos todo en un paquete y hacemos un festival?”. El primero fue en Mendoza, el segundo iba a ser en Bahía Bustamante y quedó truncado por la pandemia. La tercera edición decidimos hacerla en agosto en homenaje a la Pachamama, y que mejor lugar que Jujuy, uno de los pocos lugares donde se respira esa cuestión prehispánica y donde hay tradiciones todavía vivas.

Tato en la barra de Florería Atlántico, hoy rankeado en el puesto 5 de los 50 Mejores Bares del Mundo (en 2019 había llegado al N°3)
Tato en la barra de Florería Atlántico, hoy rankeado en el puesto 5 de los 50 Mejores Bares del Mundo (en 2019 había llegado al N°3)

–Si lo bueno de los premios es conocer colegas, ¿qué es lo malo?

–Creo que si uno no está parado donde debe estar parado puede confundirse y olvidarse de lo más importante, que es que uno armó un bar para hacer feliz a la gente que va a ese bar. Por otro lado, creo que populariza algo que quizás no debería ser tan masivo. Lo que pasa es que a veces explota de gente el bar y no llegás a poder cubrir la demanda. Empezás a salir en medios que no son los que la gente que va a bares consume, y empieza a venir un montón de gente que por ahí no entiende lo que uno hace. Y negativo es hasta ahí. Que me critiquen que las paredes de Florería están sin terminar o los techos sin pintar molesta, pero creo que a nivel positivo los premios tienen muchísimas cosas. En el caso de la Argentina, nos volvió a poner en el mapa. Hoy se habla de la coctelería argentina en el mundo. Y yendo más profundo, creo que la gente no viene por el bar. La gente quiere conocer Argentina y una excusa es venir a Florería. Los que ya vinieron quieren volver, y los que no, quieren venir por lo que les han contado: la belleza del país, el encanto de su gente y cuestiones únicas, como la mezcla cultural que ha habido acá en cuanto la forma de alimentarse y beber, que creo se da solo en Argentina.

–¿Pasó ya el furor por la coctelería en el país?

–Creo que si bien hubo un boom masivo, hoy hay una selección y un crecimiento muy interesante de bares con conceptos e ideas mucho más ligados a la coctelería. Estamos en vías de llegar al mejor momento de la coctelería argentina.

–¿Se está dejando de lado el foco en el show y en lo visual a la hora de hacer un trago?

– Es algo que está pasando a nivel global y Argentina es pionera. Hoy se busca la simpleza visual, sin parafernalias, sin adornos innecesarios, pero con sabores reconocibles y que te transportan a una región del país. En la Argentina esto también está pasando con la comida. Hay mucho restaurante donde el producto es el producto: vas a comer un pescado y comés un pescado con una guarnición, pero el sabor o la cocción es impecable y vamos dejando las salsas de lado para volver a la simpleza.

Tato y Aline Vargas, su esposa y socia, en la entrega de los 50 Mejores Bares del Mundo
Tato y Aline Vargas, su esposa y socia, en la entrega de los 50 Mejores Bares del Mundo

–¿Los speakeasy (bares escondidos, con contraseña) ya fueron?

–Los que lo han hecho lo han hecho muy bien y está bueno que lo sigan sosteniendo porque no es fácil sostener un bar abierto en Argentina durante tanto tiempo. Pero sí… Igual, el paddle pasó y después volvió. Por ahí dentro de 15 años vuelven los speakeasy. Pero ahora es momento de contar otras cosas.

–Tus proyectos están ligados a la sustentabilidad. ¿Hoy al cliente de bar le importa?

–No, a la gente no le importa si creás una carta completa para que el cocktail se pueda tomar sin sorbete. Te piden sorbete igual. En Florería tenemos pajitas de acero inoxidable… y se las llevan. Con lo cual ni siquiera comprando inoxidable para luego esterilizarlo termina siendo sustentable, porque hay que volver a comprar. Nos pasa incluso con el agua filtrada que vendemos en Florería, que tiene un costo para nosotros (por el mantenimiento de los equipos y los filtros) y que permite que puedas dar un agua sin tener que comprar botellas de vidrio, sin tener su traslado desde su naciente hasta los bares, pero la gente no lo entiende y se queja. Te puedo mostrar comentarios en redes diciendo “¡me cobraron un agua que viene de la canilla!”

Pero es un camino que uno elige y trata de seguir. Es muy difícil ser 100% sustentable en un bar que no fue concebido inicialmente así, pero uno termina haciendo cosas pequeñas que suman y que ayudan.

Modelos de negocio gastronómicos y la importancia de los hábitos de consumo

Fuente: Télam ~ Sobre cómo fue cambiando el desarrollo de la gastronomía comercial en las últimas décadas, y sus cambios ante la pandemia y la aparición de las redes sociales, opinó para Télam Paula Lilia Moreno, docente de la Licenciatura en Gastronomía de la Universidad Argentina de la Empresa (UADE).  

La gastronomía comercial ha tenido un gran desarrollo en las últimas décadas. Junto con la ampliación de la oferta por variedad y originalidad de propuestas, ha aumentado el consumo, lo que en general ha resultado en una ampliación del mercado para beneficio de oferentes y demandantes. Este fenómeno trajo aparejado el incremento notable en el número de establecimientos, y consecuentemente en la competencia y los precios. En esto han jugado un rol determinante los costos de producción y funcionamiento general de los locales para lograr una ecuación económica satisfactoria, que en los últimos años no ha resultado muy holgada, por lo que quienes manejan «los números» deben estar atentos para no tener desfasajes o sorpresas no deseadas.

Si agregamos los eventos no previstos como la pandemia padecida durante los años 2020 y 2021, el equilibrio económico de los establecimientos colapsó y fue un gran desafío tomar decisiones para las que nadie estaba preparado. Así algunos, proyectando su funcionamiento presente al futuro, decidieron reinventarse. Organizar nuevos turnos de trabajo, rediseñar cartas, negociar plazos de pagos con proveedores, incorporar take away o delivery, o utilizar las diferentes aplicaciones, son algunas de las tantas estrategias que implementaron en búsqueda de sostener sus ventas.

Lo cierto es que las circunstancias obligaron a muchos a pensar nuevos modelos de negocios. Así fue cómo llegaron a la Argentina las cocinas fantasmas, concepto surgido en Inglaterra hace algunos años, producto de los altos costos de los alquileres. Este modelo, que se convirtió en una opción muy atractiva, se basa en vender solo con envío a domicilio, dejando de lado la atención en salón. Las cocinas fantasmas no solo permiten bajar costos de alquileres y personal, sino que también en algunos casos, el espacio puede ser compartido por propuestas diferentes. Esto se da cuando una propuesta tiene un perfil de cliente diurno y otro nocturno. Sin dudas si pensáramos en un ideal, dividir en dos muchos de los costos fijos está muy cerca de serlo.

Otro punto importante es que estos modelos de negocio trabajan fuertemente su comunicación. Las redes sociales son el caballo de batalla para hacer conocer sus propuestas, y realizar publicaciones diarias, con gran calidad de imagen, coloridas y promociones con regularidad, es la estrategia para estar presentes en las vidas de sus clientes y captar nuevos.

Cabe destacar también, que si bien como consumidores continuamos disfrutando de una salida a comer con la familia o amigos, en la pandemia, muchas personas que no pedían comida a domicilio comenzaron a hacerlo. Esto permitió sostener y hasta incrementar la demanda, y lo que para muchos fue una circunstancia, se convirtió en un hábito.

Hoy estamos navegando nuevas aguas, y las personas que se animan a emprender invierten en nuevos proyectos. Montar una cocina si bien no es algo simple, con el correcto asesoramiento, no es imposible incluso para aquellos que desconocen el rubro. Aquí es donde colocar un capital en estos modelos de negocio cobra un gran atractivo. Este tipo de inversores, alquilan el espacio ya equipado dando la posibilidad a emprendedores del rubro, de acceder a una cocina profesional sin realizar ellos la inversión. Si combinamos la disminución en los costos y nuevos hábitos en consumo gastronómico, podemos estimar que este modelo de negocio llegó para quedarse.

(Paula Lilia Moreno es docente de la Licenciatura en Gastronomía de la Universidad Argentina de la Empresa)

Mauro Colagreco: “Yo también pido sushi y pizza por delivery”

Fuente: La Nación ~ Chef del restaurante 3 estrellas Michelin Mirazur, pronto volverá a la Argentina para ser jurado de un certamen de cocina.

Mauro Colagreco aparece unos minutos tarde en la pantalla de Zoom. Pide disculpas y cuenta que llega tarde a la entrevista por el tránsito. Por estos días la Costa Azul francesa vive uno de los momentos del año de mayor intensidad: el Grand Prix de Fórmula 1 se corre en Mónaco, a menos de 10 kilómetros de la comuna francesa de Menton, donde este chef platense ha establecido su restaurante Mirazur, que lo convirtió en el primer chef no francés en obtener 3 estrellas Michelin en 2019, mismo año en que la organización 50 Best Restaurants lo situó en la cima del ranking.

Pronto Colagreco volverá a Buenos Aires para oficiar de jurado del Prix Edition Cuisine de Baron B, aunque reconoce que nunca quiso someterse a la presión que implica participar de un concurso de cocina.

Mauro Colagreco junto a su colega Martín Molteni: ambos son jurado Prix de cocina de Baron B
Mauro Colagreco junto a su colega Martín Molteni: ambos son jurado Prix de cocina de Baron B

–Sos jurado del Prix, has sido jurado en realities de cocina, ¿qué evalúas en un plato?

–Son varios aspectos. Uno es el estético, que no tiene que tener con un esteticismo en particular, sino con lo que quiere representar el cocinero con su plato. Por otro lado, el uso de productos de buena calidad, y con eso quiero decir que han estado pensados para ese plato: no es que vas al supermercado y compras dos zanahorias, tomates y un pedazo de pollo. Tiene que haber una historia que se vea en el plato. Y después que la cocción esté lo más cerca a lo perfecto y que uno pueda encontrar un maridaje de sabores.

–¿Cuando en tu restaurant presentás un plato a un comensal sentís que estás sometido a un escrutinio similar?

–Quizás por eso es que nunca me presenté a ningún concurso. Pero es un poco eso. Cuando alguien viene a un restaurante como Mirazur viene con mucha expectativa y espera que en cada plato haya una sorpresa, una cocción perfecta, ingredientes de excelencia… Es como que uno está, sin concursar, expuesto a una especie de concurso diario.

Vista de la Costa Azul francesa desde el salón del restaurant Mirazur
Vista de la Costa Azul francesa desde el salón del restaurant Mirazur

–¿Y cómo te llevás con esa presión?

–Yo la llevo bien. No la tomo como una presión externa, sino como una presión que tengo conmigo mismo. A mi me gusta hacer las cosas bien, y si hay un plato que digo “mmm, no me convence”, no lo saco. Prefiero hacer esperar y sacarlo bien, y no dejarme llevar por el rush del servicio que hace que uno deje pasar las cosas que están más o menos. Soy una persona que trata de tener una presión consigo mismo, pero no lo tomo como una presión mala. No sufro con eso. Pero obviamente existe una presión, a las que se suman las altas expectativas de la gente.

–¿Tener 3 estrellas Michelin puede generar una expectativa desmedida en la gente?

–Por suerte hay todo tipo de expectativas. Está la desmesurada, pero también la de persona que viene abierta a descubrir algo, a pasarla bien. ¡Y gracias a Dios son la mayoría! Después está quien viene con una idea hecha de lo que espera y que por ahí no se encuentra con lo que quería encontrar. Y eso pasa porque somos un restaurante donde no tenemos un servicio súper formal; es un servicio súper profesional pero muy descontracturado que rompe ciertos esquemas del servicio muy estricto a la francesa. Tenemos además una manera de interpretar un territorio que es totalmente diferente a la interpretación clásica de la cocina de la Riviera.

Mauro junto a su esposa Julia Ramos
Mauro junto a su esposa Julia RamosGentileza

–¿Y qué quejas recordás de comensales de Mirazur?

–Nosotros trabajamos con un barco pesquero de acá de Mentón, muy chiquito, que nos trae la pesca del día; más fresco, imposible. Y para mi todos los pescados son de calidad. Pero le habíamos servido a una mesa que se ve que estaban acostumbrada a ir a restaurantes donde solo le daban lo que llaman ellos los pescados “nobles”, como el rodaballo, el lenguado, el rape y la lubina, y nos hizo un escándalo porque le habíamos servido un plato con una especie de anchoa grande. Y en realidad es una pena, porque el plato estaba bárbaro. Pero el tipo estaba convencido de que lo estábamos estafando porque le estábamos sirviendo un pescado que no era noble… Otra queja típica es cuando sentamos a un comensal en una de las mesas que están un poco atrás en el salón, que tienen menos vista [al Mediterráneo]; es como si le hubiésemos arruinado la vida.

–¿Crees en eso de que el cliente siempre tiene la razón?

–No. Yo estoy de acuerdo con que el cliente tiene razón mientras que no sea una falta de respeto hacia la persona que lo está sirviendo, hacía la persona que está trabajando en cocina y hacia lo que representa nuestro trabajo. Obviamente que uno trata de darle la razón al cliente, pero eso de que el cliente es rey gracias a Dios evolucionó. Y creo que está bien que haya evolucionado: tiene que haber un mutuo respeto entre cliente y el restauranteur.

–¿Cómo fue tu experiencia como jurado en realities de cocina?

–Fue una buena experiencia, porque es muy lindo ver la progresión que hacen los candidatos en tan poco tiempo, es increíble. Pero al mismo tiempo ese tipo de programa a veces pueden tergiversar la realidad de lo que es la profesión. Y cuando yo me vi envuelto en eso decidí no participar como jurado fijo; también porque demandaba mucho tiempo y yo estaba con muchos proyectos. Ahora de vez en cuando me invitan, voy para una prueba y lo paso bien. Y trato de transmitir lo más real de este oficio, que es duro y que no es una competición. Cuando estás en un restaurant no estás en una competición; estás para darle placer a tus clientes.

Colagreco en la ceremonia de los 50 Best Restaurants, cuando Mirazur fue elegido mejor restaurante del mundo
Colagreco en la ceremonia de los 50 Best Restaurants, cuando Mirazur fue elegido mejor restaurante del mundo

–¿Vos ves realities de cocina?

–No tengo televisión en casa y no miro televisión para nada. Veo de vez en cuando alguna película con Julia [Ramos, su esposa] o con los chicos, pero siempre en la computadora. Vivimos un poco en nuestro mundo, un poco aislados de las novedades. Gracias a Dios que seguimos comprando el periódico –me gusta estar informado y soy un poco romántico del papel–, porque sino estaría totalmente aislado.

–Hablando de cosas cotidianas… ¿qué hay en tu heladera?

–Hay veces que está totalmente vacía. Tenemos la suerte de vivir al lado del huerto de Mirazur, donde tenemos gallinero y algunos frutales. Cuando hace falta nos vamos al huerto, cortamos algo, nos robamos algún huevo que otro. Y eso es algo extraordinario porque es lo más natural que puede existir. Comemos muy natural.

–¿Pedís delivery?

–Sí, yo también pido delivery. Uno de mis hijos, Luca, es loco del sushi, y le damos el gusto. Después tenemos una pizzería acá en Mentón en la que pedimos seguido porque nos gusta mucho la pizza y no siempre tenemos ganas de salir a comer.

Colagreco en la huerta de su casa, de donde salen algunos de los productos que emplea en su restaurante Mirazur
Colagreco en la huerta de su casa, de donde salen algunos de los productos que emplea en su restaurante MirazurAFP

–¿Tenés algún placer culposo respecto de la comida?

–Los dulces son los culposos, porque soy muy goloso. Me ponés un kilo de buen helado enfrente y soy capaz de comérmelo solo. O un flan con dulce de leche y crema. Son los recuerdos de la infancia que uno no resiste.

–¿Cuál es tu bebida favorita?

–Tengo etapas. Hace un tiempo atrás, cuando nos pusimos a hacer kombuchas acá en mirazur (y mi hermana Laura hace unas kombuchas geniales que ahora comercializa), estaba a full con las Kombuchas. Ahora, hice un par de viajes a jerez muy recientemente y la verdad es que sus vinos me encantaron. Los conocía, pero otra cosa es conecerlos dentro de su su contexto. Hoy por hoy el Jerez es uno de mis vinos favoritos.

La hamburguesería Carne, en Olivos, es uno de los lugares que siempre visita Colagreco cuando viene a la Argentina
La hamburguesería Carne, en Olivos, es uno de los lugares que siempre visita Colagreco cuando viene a la ArgentinaMauro Alfieri – LA NACION

–Cuando venís a la Argentina, ¿a dónde vas a comer?

–Ahora voy en agosto y lo primero que voy a hacer es ir a comerme una hamburguesa en Carne, que desde octubre de 2020 no voy y me encanta. Es un restaurante del que estoy muy orgulloso. Y después voy mucho a los de mis colegas y es el mismo círculo siempre: voy a Don julio, iba a Tegui antes de que cierre, a lo de Narda… Para mi ir a un restaurante es ir a lo de alguien. Cuando tengo tiempo voy a probar alguna cosita nueva. Pero son pocas las veces porque paso mucho tiempo en familia. Soy de mucho asado cuando voy a Argentina, asado dominguero en familia, y eso hace que tampoco me quede mucho tiempo para descubrir otras cosas.

Tras consagrarse en Buenos Aires, Daniel Hansen volvió a Jujuy para abrir Flor del Pago, su restó de cocina ítalo-colonial

Fuente: La Nación ~ Es la nueva página en la historia de este inquieto cocinero que, después de exitosas experiencias en restós propios como Sette Bacco y La Pecora Nera, decidió regresar a sus orígenes.

“Yo no quiero ser médico… ¡quiero ser cocinero!”, les dijo a sus progenitores, casi a punto de recibirse. Habían pasado cinco años desde la salida forzosa de Lozano, su pueblo, su cuna, su equilibrio existencial, cuando Daniel Hansen soltó la maldita confesión que su padre no hubiese querido escuchar nunca, y la ruptura fue inevitable.

Daniel Hansen en la barra del flamante Flor del Pago
Daniel Hansen en la barra del flamante Flor del PagoMavi Habil

La fuerza del deseo lo llevó a Nueva York; allí trabajó durante dos años y siete meses en el restaurante Sette Moma y, de paso, hizo cursos de perfeccionamiento de cocina italiana en la Culinary School. Ese baño intensivo de realidad lo purificó; llegó a decir que NY “debe ser la única ciudad donde se puede comer la mejor cocina de cualquier país del mundo”.

De vuelta al país con poco más de 24 años se aplicó a otear el horizonte de las hornallas públicas de Buenos Aires y pasó por el Instituto Argentino de Gastronomía (IAG); no faltó el obligado viaje por Italia para ahondar en los secretos de esa cocina que tanto le había gustado descubrir, y en 2002, en plena hecatombe económica abrió Sette Bacco –en honor al iniciático Sette Moma– en la Reina del Plata. El éxito lo acompañó hasta que, una década más tarde, lo cerró para inaugurar La Pecora Nera (pronúnciese “pécora nera”, oveja negra), en el corazón de Recoleta, sobre la calle Ayacucho, reducto exquisito en lo que ambientación atañe y experiencia sensorial de nivel alto. Había que reservar sí o sí y para entrar era preciso tocar timbre. Una vez más, el éxito, indeclinable, golpeó a su puerta. Tan fuerte golpeó que se decidió a enfrentar un nuevo desafío: sobre la misma Ayacucho, calle abajo, se iluminó La Pecora Nera Grill, otro lujo con carnes de pastura y atinada maduración, más una intachable atención en un ambiente muy exclusivo. Resultado: nunca una mesa vacía.

Por su ubicación, estilo y tradición, la propuesta de Flor del Pago es definida por su autor como de cocina ítalo-colonial.
Por su ubicación, estilo y tradición, la propuesta de Flor del Pago es definida por su autor como de cocina ítalo-colonial.Mavi Habil

En cada emprendimiento están las horas de trabajo que exceden las dedicadas a los fuegos; con sus manos que también son hábiles fuera de la cocina, Daniel Hansen logró ambientaciones que supo resolver con criterio y mucho estilo. Piezas de hierro por él forjadas –la transformación del metal es una de sus pasiones– y cada uno de los detalles decorativos preciosistas que imperaban en esos ambientes fueron mérito suyo.

Su entusiasmo natural lo llevó a fantasear con la casona familiar de Lozano, a 10 km de Yala, en ese Jujuy verde donde transcurrieron sus años más felices hasta cumplir los diecisiete. Convertirla en posada era una tentadora posibilidad.

La finca de los Hansen es de aspecto colonial
La finca de los Hansen es de aspecto colonialMavi Habil

En marzo de 2020 se vino la noche de la pandemia y el sentido de la vida se reconfiguró en todo el planeta Tierra. Dos días después de declararse la cuarentena, el hombre enfiló rumbo al norte. Tras varias idas y venidas, por fin se mudó.

El largo regreso

Para Daniel Hansen, criado en medio de una geografía colmada de arboledas y aguas prístinas que bajan de los cerros, la vuelta a Lozano lo encuentra absolutamente centrado en su eje. Con él está su madre, fiel protectora, nacida en Buenos Aires, frente a la plaza Vicente López en una magnífica casa de época; ella se reconoce porteña “nacionalizada jujeña” y su apego a Jujuy arranca en los años en que solía veranear en Tilcara. El padre de Daniel, danés a medias, es hijo del encuentro de una criolla y un danés entero vinculado al proyecto del Tren a las Nubes. La ruptura que desató la confesión sobre su deseo de ser cocinero dejó de tener sentido hace rato; se restañaron heridas, se despejaron malentendidos, el diálogo se reanudó. Hoy, padre e hijo son carne y uña.

Daniel Hansen en la puerta de sus "pagos".
Daniel Hansen en la puerta de sus «pagos».Mavi Habil

El casco de la finca familiar, una propiedad que pasó por reiterados loteos y expropiaciones por construcción de ruta, fue el hogar que supo cobijar niñez, adolescencia y juventud de los seis hermanos Hansen: cuatro varones y dos mujeres. Esta numerosa prole llenaba las horas con paseos a caballo, remojones en la pileta, exploraciones en compañía de los perros, más la mascota favorita de Daniel: una oveja. La recuerda blanca inmaculada y eran inseparables: él se iba a pastorear por las inmediaciones y la oveja, detrás; salía a caballo y la oveja lo seguía. Un día papá Hansen, harto de esa lanuda presencia correteando hasta dentro de la misma casa, decidió exiliarla. Grande fue la pena del hijo, que la vivió como irreparable.

Butacas y mesas altas invitan al tapeo.
Butacas y mesas altas invitan al tapeo.Mavi Habil

Años más tarde, sucedió que, también por mandato familiar, Daniel debió darle la espalda a Lozano para ir a Córdoba a estudiar e iniciar el largo camino de la carrera de medicina. Para él, no podía haber otro mundo mejor fuera de su pueblo jujeño, ese que ameritó la Zamba de Lozano, con los acordes de Gustavo –Cuchi– Leguizamón y la poesía de Manuel Castilla. Esta zamba –dicho sea de paso– estuvo dedicada a Yolanda Pérez de Carenzo, más conocida como la Niña Yolanda, una poetisa, compositora y cantante cuya memoria se perpetúa en la que fue su casa (rebautizada La Sala de Yolanda y renacida en hotel boutique de dos habitaciones), fue por años la única vecina de los Hansen.

Daniel Hansen, volvió a Jujuy, y a la finca de su familia, en Lozano.
Daniel Hansen, volvió a Jujuy, y a la finca de su familia, en Lozano.Mavi Habil

Hoy, tres caballos y una yegua llamada Divina Chirimoya comparten los días de quien volvió a sus orígenes y se prepara para abrir su cocina al público. Daniel estuvo haciendo quesillo –”estoy aprendiendo”, dice– para servir, por ejemplo, con dulce de cayote. Incursionó en la preparación de blends de infusiones naturales, listos para servir al final de la comida –que también estarán a la venta– e identificadas con nombres de los árboles presentes en la zona: sauce, lapachos, ceibo, aliso del cerro. Y se propuso elaborar miel de azúcar (sic), especialidad de su casa matriz que, confiesa, “es de-li-cio-sa”.

Quesillo (elaborado por el propio Hansen) con cayote.
Quesillo (elaborado por el propio Hansen) con cayote.Mavi Habil

El restaurante, cuya apertura está programada para el 25 de mayo, se llama Flor del Pago de cocina ítalo-colonial. El apego de este cocinero a los preceptos de la gastronomía itálica hizo que llegaran con él a Jujuy. ¿Habrá que ir hasta allá para acceder a los sublimes carciofi alla giudea (alcauciles a la judía), a su espectacular risotto con hongos, a los refinados ravioles de brócoli y centolla en caldo de albahaca? En todo caso, podrán ser esos y otros platos que se concebirán reformulados con los sabores y saberes coloniales, ya sea en su esencia o en discreto acompañamiento. La mente de Hansen está en plena ebullición.

Flor del Pago abrirá mediodía y noche de martes a sábados, y domingo al mediodía. Viernes, sábado y domingo incluye servicio de té.
Flor del Pago abrirá mediodía y noche de martes a sábados, y domingo al mediodía. Viernes, sábado y domingo incluye servicio de té.Mavi Habil

El dato de color. Con motivo de una comida privada que tuvo lugar recientemente, apareció un rebaño de ovejas en el parque de Flor del Pago para sorpresa y alegría de los recién llegados, que no dudaron en fotografiarlas y sacarse selfies con estos animalitos bíblicos. Y no faltó una oveja negra. ¡La pecora nera! Era la señal que Daniel Hansen necesitaba para reafirmar su soberanía en tan bello destino jujeño.

Flor del Pago. Avda. Quintana, 7. Lozano, Jujuy. Ig: (lo estoy esperando) Mediodía y noche de martes a domingo al mediodía. Viernes, sábado y domingo incluye servicio de té.

Estos son los influencers a los que hay que seguir para saber dónde comer la mejor hamburguesa

Fuente: MDZ ~ El origen de este día es incierto pero nunca está de más comer este plato en distintos restaurantes. Estos influencers se dedican exclusivamente a probar y recomendar hamburguesas en redes sociales.

Este fin de semana es muy esperado por todos pero no solo para descansar sino porque el sábado 28 de mayo es el Día internacional de la hamburguesa y el domingo, como cada 29, es día de ñoquis en Argentina. Qué mejor razón para comer una hamburguesa que celebrar su día; de carne vacuna o de cerdo, de pollo o vegetales, con papas o puré, son muchas las versiones de este plato tan popular y fácil de hacer. 

Al ser un plato tan conocido y sin muchas complicaciones para prepararlo, prácticamente todos los restaurantes tienen alguna versión en su menú. Asimismo, hace un par de años hubo un «boom» de hamburgueserías. Y lejos de simplificar las cosas esto acaba complicando a muchos que no saben a dónde ir teniendo una oferta tan abundante como diversa. 

Foto: Instagram Burgrkid

Catadores de hamburguesas como Burger Kid y Finoyelegante comparten recomendaciones de lugares y opciones para probar. Alejandro Roig, mejor conocido como Burger Kid, creó el primer canal de Youtube de Argentina dedicado a catar hamburguesas en el año 2015. Hoy es un referente para los amantes de esta comida y su cuenta tiene más de 140 mil suscriptores.

Los videos de Burger Kid duran entre los 10 y 30 minutos, tiene un público fijo de 80 mil personas y en todos estos años no dejó de subir videos. A pesar de durar lo mismo que el capítulo de una serie, algunos videos rosan las 400 mil vistas. Roig aprovecha cuando viaja y también prueba hamburguesas de distintas partes del mundo. 

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Por otro lado, esta la pareja de TikTok que ya supera los 150 mil seguidores en la red social. Detrás de @finoyelegante, están «Luli» Alonso y Ramiro Suarez, quienes crearon la cuenta a principios del 2021 para compartir recetas que ellos mismos cocinaban. Los novios decantaron por comenzar a probar platos de distintos restaurantes y dar una devolución a sus seguidores.

En mayor medida, la pareja testea comida rápida como hamburguesas y pizza. Los videos, que no bajan de las 200 mil vistas, se superan cada vez más y algunos hasta alcanzan el millón de visitas. Los TikTok no llegan a durar ni 5 minutos y esto los hace aun más entretenidos y fáciles de ver. Entre sus videos, los preferidos son, justamente, de hamburguesas

¿Dónde se originaron las hamburguesas?

El origen del alimento que celebramos este día tiene varias teorías distintas. Una de ellas nos lleva al siglo XVII en Hamburgo, según esta historia se creó el Rundstück warm, un pan redondo al que se le añadía distintos componentes alimenticios. Esa podría haber sido la base para la hamburguesa que conocemos hoy en día.

Rundstück warm. Foto: Adventurefood

La otra teoría se sitúa en el año 1900 en Estados Unidos, cuando un inmigrante alemán acudió a un restaurante y pidió algo rápido y rico y así fue como le entregaron la primera hamburguesa. En 1920 comenzó a venderse como un plato rápido por White Castle, aunque la idea le haya pertenecido a Edgar Waldo ‘Billy’ Ingram. Dos décadas después, McDonald’s las popularizó y se encargó de atribuirles la fama del fast food. 

Pablo Park, el cocinero que se inspiró en los platos que hacía su abuela

Fuente: Télam ~ El furor de la cocina coreana en la Argentina se asienta sobre platos tradicionales con un dejo de sabor local. Al menos esa parece ser la fórmula de Pablo Park (33), uno de los principales referentes de una gastronomía que quiebra las barreras culturales.

Park Suk Chun levanta la bicicleta con ambas manos, pedalea, la hace rodar. Entonces sube. Avanza lento, indescifrable, en medio de la calle. Los cajones con verduras, alforjas improvisadas, proyectan un arco iris que dejan a Pablo Park entre la fascinación y la inquietud. No puede entender cómo hace su abuelo para mantener el equilibrio, para unir el Mercado Central con la verdulería que tienen en Ciudadela sin perder nada en el camino. Tampoco sabe que esa escena de aromas y colores fuertes será el puente que lo llevará a convertirse en uno de los cocineros más reputados de la gastronomía coreana en la Argentina.

Pablo Park tiene hoy 33 años y evoca aquellos viajes en bicicleta como una marca de origen. Una identidad que comenzó a gestarse a comienzos de los 70, cuando sus padres y abuelos, a igual que cientos de miles de coreanos, llegaron a la Argentina en busca de un nuevo horizonte.

“Cuando yo era chico solo cocinaban las mujeres, pero a mi me parecía muy divertida la cocina”.

El resto lo hizo él: estudió cocina en Mausi Sebes y pastelería con El Gato Dumas; trabajó en el hotel Four Seasons, donde renunció para viajar a Corea del Sur y aprender sobre cocina tradicional y budista; creó «Kyopo» (Aranguren 3053, Flores), uno de los primeros restaurantes que trascendió a su comunidad de origen y que está próximo a abrir sucursales en Caballito y Villa Crespo; a través de la marca “Kimchuski”, produce y vende fermentos y kimchi.

Un equipo detrs del xito pablopark
Un equipo detrás del éxito. (@pablopark)

“De chico me gustaba ver cómo cocinaba mi abuela. Cómo hacía los fermentos, las bases. Se hacía todo casero. Creo que fue ahí cuando nació mi amor por la cocina”, cuenta Pablo Park a Télam.

Park es uno de los protagonistas del furor que vive la comida coreana: el Festival Hansik reunió días atrás en Buenos Aires a treinta restaurantes con una multitud de entusiastas comensales. Al igual que el K-Pop y las series y filmes surcoreanos que se multiplican en las plataformas de streaming, la gastronomía multiplica fieles y despierta cada día mayor interés.

Una hamburguesa coreana

Pablo Park hizo de la “Kyopo Burger” uno de los puntos altos de la carta de su restaurante. Universal, pero también tradición en la Argentina, cocinar una hamburguesa original tiene sus secretos.

¿Cuáles son? “No muchos, en realidad”, responde Park  ante la consulta de Télam,  y añade enseguida que “la cocción tiene que ser cuidada”. Pero hay más: “Nosotros a la carne la marinamos de otro modo, con sabores coreanos, a base de salsa de soja, aceite de sésamo, ajo y cebolla, lo que le da un sabor especial”.

“Y también utilizamos quesos, ensaladas que tienen kimchi, vamos jugando. Ahora hicimos una hamburguesa de cerdo picante, a base de pasta de ají, que carameliza muy bien cuando está en la plancha”, completa.

Como para hacerla en casa.

Tteokguk veggy Con brcoli hongos y algas pablopark
Tteokguk veggy. Con brócoli, hongos y algas. (@pablopark)

-Pablo, ¿cuándo llegó tu familia a la Argentina?

-Mis padres y abuelos llegaron desde Corea a comienzos de los años 70. Mi papá y mi mamá vinieron por separado. Se conocieron y casaron en la Argentina. Yo nací acá. Vivimos en distinto lugares, en Buenos Aires, en Ciudadela, en La Plata, que es donde nací. Además, tengo una hermana y un hermano, aunque no a mis tíos, que ya se fueron.

-La mayoría de los inmigrantes coreanos que llegaron al país fueron dedicándose al rubro textil. ¿Tu familia se dedicó a la gastronomía?

-A la gastronomía, no. Mi abuelo tenía una verdulería. Recuerdo que cargaba los cajones desde el Mercado Central en una bicicleta. Levantaba la bici y tenía que empezar a pedalear para poder mover todo el peso que llevaba. Era la época en que vivíamos en Ciudadela. Después mi famila se dedicó a la industria textil, a la confección de ropa, como la mayoría de los coreanos que llegaron a la Argentina y se pusieron a aprender en ese rubro.

-Y vos fuiste a parar a la cocina…

-Fue raro. De chico me gustaba ver cómo cocinaba mi abuela. Ver cómo hacía los fermentos, las bases, que se guardaban en las casas. Era un momento en que se hacía todo en casa: la salsa de soja, el gochujang (pasta de ají), el guiso coreano (kimchi jjigae). Todo casero. Creo que fue ahí cuando nació mi amor por la cocina.

Hongos garbanzo coco kale garam masala pablopark
Hongos, garbanzo, coco, kale, garam masala. (@pablopark)

-Podemos decir que te colabas en la cocina de la abuela.

-Sí, puede ser. Me metía, ayudaba. A pesar de que en ese momento solo cocinaban las mujeres. Pero mi me parecía muy divertido.

-La cocina tradicional puede tener aromas fuertes ¿Qué era lo que más te atraía?

-No sé si los aromas, porque yo era muy chico y eran olores bastante fuertes. Por ejemplo, para hacer la salsa de soja coreana tenés que usar una base con unos cubos de porotos de soja, que se dejan fermentar al aire libre. Daban un olor tan fuerte que todavía me acuerdo. Todo eso concentrado no te permitía entrar a la casa. Por eso lo dejaban afuera para que fermente.

-¿Qué hay en tu cocina actual de los sabores y aromas de la niñez?

-Las bases, el kimchi. Nunca me pasaron una receta. A eso le sumé lo que fui aprendiendo. Yo sigo usando la salsa de soja, el kimchi, el guiso coreano como se hacía en mi casa. También recuerdo cómo hacían muchos platos. Los sabores fundamentalmente. Trato de recrearlos tal cual eran y a algunos fusionarlos para llegar a un sabor más argentino.   

Kale shiitake porto anco quinoa roja limon pablopark
Kale, shiitake, porto, anco, quinoa roja, limon. (@pablopark)

-Nada se pierde, todo se transforma. ¿Puede ser una máxima de la cocina coreana?

-Tratamos de aprovechar al máximo todos los ingredientes. Por ejemplo, cuando cortás la verdura usas el tallo para algo, las raíces para un caldo, y así. Tratamos de utilizar todo, sin desperdiciar nada.

-El chef argentino Javier Urondo asegura que aprendió mucho de la cocina coreana, como por ejemplo la reutilización de lo que se cocina. ¿Lo que sobra de una preparación se puede reutlizar para crear otra?

-Sí, claro. Eso es muy característico de la cocina de las familias coreanas. Cuando sobra, por ejemplo sopa, se la aprovecha reduciéndola y se mezcla con arroz y se hace un plato diferente. Todo sirve y se reutiliza para hacer otro plato. Pero esto es más en casa que en el restaurante.

-Terminaste tu formación como cocinero en Corea. ¿Fue un retorno a los origenes en busca de algo nuevo?

-Yo estudié en la Argentina y en Corea desde 2012. Me especialicé en la cocina de mis orígenes. Fue un viaje donde aprendí a reconocer más sabores. Hice cursos de cocina coreana tradicional y también de cocina budista. Además estudié cocina vegetariana y china, está última en ese país.

“Los fermentos son la base de la cocina coreana y tienen muchos probióticos, vitaminas y propiedades saludables”.

Kimchi crocante pablopark
Kimchi crocante. (@pablopark)

-¿Qué tienen en común y qué de diferente la cocina coreana y la argentina? ¿Qué de todo eso buscas en tus platos?

-En Kyopo buscamos adaptar los platos a un sabor más local. Por ejemplo, hacemos una pasta que en lugar de usar fideos de trigo utilizamos fideos de arroz, con una crema de kimchi. Así toma sabores italianos, más próximos a la tradición argentina. Sale una pasta cremosa, picantita, muy sabrosa, con sabor a mar. También hacemos un curry que se come bastante en Corea y lo adaptamos al sabor argentino, con textura y un poco de dulce, con calabaza, con queso.

-¿Esto te permite una suerte de adaptación también de los platos más tradicionales?

-Sí, claro. A un plato tadicional como el bibimbap, que tiene una base de arroz con huevo y varios ingredientes, como verduras y carnes, nosotros lo hacemos un poco más fresco. Le ponemos mango y en vez de salsa de ají picante usamos una mezcla de coco y maní que queda muy bien. Algo parecido pasa con el cerdo picante, que tiene por arriba cebolla crocante, parmesano y otros ingredientes que tradicionalmente no estaban. Hacemos cocina coreana pero siempre buscando nuevos sabores.

-En 2016 abriste Kyopo, tu primer restaurante. ¿Cómo nació la idea?

-Nació estando afuera. Cuando volví de Corea me di cuenta de que la comida coreana era desconocida para la mayoría de los argentinos. Pensé en acercarla a todo tipo de público, pero con un sabor más amigable para la tradición argentina. Cuando empezamos no había muchos restaurantes. Estábamos nosotros con Kyopo, Un Canción Coreana y Bi Won. Nada más.

-¿Por qué los fermentos son la base de la cocina coreana?

-Se usaban para conservar los productos. Se fermentaba todo para guardarlo en las épocas frías. El kimchi se guardaba bajo tierra. Todo fermentado para que dure mucho tiempo. Era un clima muy distinto y había que acopiarse en ese momento. Y hoy se siguen usando los fermentos, que son la base de la cocina corean,a y tienen muchos probióticos, vitaminas y propiedades muy saludables.

-¿Jugar en la cocina y buscar nuevos sabores son las claves de tu forma de cocinar?

-Sí, creo que sí. Tratamos siempre de ir cambiando y de buscar sabores nuevos para la gente.

Park aprendi la cocina que haca su abuela y aos despus viaj a Corea del Sur para perfeccionarse Foto Daniel Dabove
Park aprendió la cocina que hacía su abuela y años después viajó a Corea del Sur para perfeccionarse. (Foto: Daniel Dabove.)

Consejos sobre aceites y frituras

El uso de vegetales y carnes proporciona una dieta muy variada en la cocina coreana, lo que puede hacerla muy saludable. Sin embargo, también hay aceites y frituras, con las que hay que tomar recuados.

“Lo que pasa con lo frito es que depende cómo se haga. Si está cuidado o no el aceite, por ejemplo. Es muy importante que el aceite no esté quemado, que no se pase la temperatura porque se empieza a quemar, lo que a su vez produce una reacción química que es perjudicial para la salud. También es importante que no se reutilice el aceite”, detalla Pablo Park a Telám. 

“Una parte de la cocina coreana tiene mucho influencia de la cocina china”, advierte al referirse al uso de las frituras. Pero enseguida subraya: “Aún así, son alimentos bastante más saludables que una hamburguesa tradicional”.

Guillermo Calabrese: “Me divierte mucho difundir la gastronomía”

Fuente: Perfil ~ Dejó Medicina para convertirse en cocinero. Discípulo del Gato Dumas, continúa con su legado. El arte de comunicar lo que se come.

Por razones prácticas, la charla con NOTICIAS debe hacerse vía Zoom; es que el popular y prestigioso cocinero Guillermo Calabrese tiene jornadas laborales muy intensas. Divide gran parte de su tiempo entre la conducción, en vivo, de su programa diario de TV y la escuela internacional de enseñanza gastronómica que dirige. Tras su partida de “Cocineros argentinos”, allá por septiembre de 2020, regresó a la televisión abierta, como nuevo anfitrión del magazine “Qué mañana” por El Nueve. «Con el Gato Dumas en el año 1997 ya estábamos en este canal. Después tuve la posibilidad de estar en todos. Pero volver a encontrarme con gente de esa época… la verdad es que es un grupo de personas maravilloso», confiesa.

Calabrese, nacido en una familia con raíces sicilianas, era estudiante de Medicina hasta que, en quinto año, a los 25, abandonó la carrera y se acercó al famoso chef Gato Dumas para solicitarle ser su discípulo dado que, en ese entonces, prácticamente no existían escuelas culinarias. Comenzó como empleado de limpieza en uno de sus restaurantes, hasta llegar a ser jefe de cocina, en apenas tres años. Luego, sus conocimientos, experiencia y capacidad didáctica le permitieron abrir numerosos establecimientos, participar en múltiples programas de la pantalla chica, algunos junto a su mentor, y con este último fundar, en 1998, el otrora llamado Colegio de Gastronomía Gato Dumas. Actualmente esa misma entidad adquirió la estatura de Instituto y cuenta con varias sedes repartidas entre Argentina (Buenos Aires, Rosario, Pilar), así como también en Sudamérica (Montevideo, Bogotá y Barranquilla). 

Noticias: ¿Cómo vivió este retorno?
Guillermo Calabrese: A mí me divierte mucho difundir la gastronomía
, hacérsela “fácil” al público. Lo hice incluso en radio que resulta casi kafkiano; así que, imagínese, volver a comunicar en la televisión abierta es muy gratificante. 

Noticias: Sin embargo, “Qué mañana” es un magazine.
Calabrese:
Indudablemente, tiene un formato y el concepto del magazine matutino donde hay distintos matices de información, y hasta entretenimiento; pero el eje pasa por enseñar a cocinar. El programa tiene dos horas de duración y una está dedicada a eso. Si quiero ponerme académico, lo hago en mis clases del Instituto que, si bien no pierdo la simpatía, tienen otro grado de enseñanza formal. En cambio, en la tele, nunca pierdo de vista que quien está del otro lado de la pantalla podría haber sido mi madre, como tantos años era mi referente. Hoy en día no está más, pero sigo pensando en ella, como que aún me observa. Justamente, le hablo a la señora o al señor que me miran para que se enganchen, animen y cocinen a su familia o amigos. De ese modo, la explicación que hago lleva una especie de traducción de las preparaciones a un lenguaje llano y descriptivo. 

Noticias: Ahora hay mucha información sobre diferentes comidas del mundo, por un lado y la actual situación económica es difícil, por el otro. En este contexto, ¿se modifica la manera de enseñar a cocinar?
Calabrese: Hay que evitar los platos excesivamente caros.
No pongo un freno ni mucho menos en el canal me dicen “no hagas esto o hace lo otro”. Todos los días cocino una tríada de menú: la entrada, un principal y el postre. El criterio fundamental es contar todas las modificaciones o sustituciones que se podrían llegar a hacer con los ingredientes utilizados. Pero no dejo de hacer un salmón, aunque aclaro que se podría reemplazar por abadejo, lenguado, trucha o un pez de río. Luego, pienso que los medios, a veces queriendo y otras sin querer, son muy federales; y lo que uno hace llega a todos lados. Por eso, jamás pienso el recetario en base a lo que se consigue en los supermercados del barrio chino del Bajo Belgrano, porque me están viendo desde Formosa, Mendoza o incluso desde el exterior. Lo sé porque se comunican a través de otras redes alternativas. 

Noticias: ¿Podría decirse que es como una continuidad de lo que hacía en “Cocineros argentinos”?
Calabrese:
Sólo es idéntico en el hecho que se cocina, pero la manera es distinta. En “Cocineros…” todo era pantagruélico, casi en el límite de lo bizarro por las cantidades enormes, gente nadando dentro de ollas. Por supuesto, también había un emblema muy federal con parte del equipo desde móviles en diferentes regiones del país. Bienvenido sea, porque esa es la función de la TV Pública. Aquí, en cambio, no; sin embargo, no estamos pensando sólo en el barrio porteño de Palermo. Estoy contento con cómo se hace el programa ya que al ser en vivo y diario, me da la posibilidad de preparar platos diferentes y procesos simples, con el concepto de una comida casera.  

Noticias: ¿Cree que un reality como «Masterchef celebrity» ayuda a la difusión culinaria?
Calabrese:
Durante el confinamiento de la pandemia estuve un año y pico sin salir, y me enganché con la primera edición; pero de lo culinario no me dejaba mucha especificidad. Ahí la línea corría por ver quién ganaba, quién perdía, quién quemaba los productos, quién lo hacía mal o a quién maltrataban peor en el momento de la evaluación. Muy entretenido, ni hablar. Los altísimos índices de rating que tenía, por algo eran. Ahora, en la segunda, cambiaron los personajes, y ya fulano no me gustaba, o mengano me aburría y dejé de verlo. Aunque está presente la gastronomía, no creo que el eje principal sea la difusión culinaria. Aunque sí, tal vez, lo hacen de manera indirecta. Los jurados son fantásticos, cada uno con una característica diferente, donde entiendo que el modelo, de alguna manera guionado, es que fulano haga de malo y yo, que lo conozco personalmente, sé que no lo es. Y el otro tiene que hacer de simpático y… bueh. Está bárbaro como show, pero no hay descripción minuciosa de las recetas por falta de tiempo. Sin embargo, hablamos de cocina. Quizás, a alguien lo lleve a tomar un curso acá en el Instituto.

Jorge Monopoli: es nieto del cocinero de Perón y revoluciona la gastronomía patagónica

Fuente: La Nación ~ Hace doce años abrió Kalma Restó en Ushuaia, Tierra del Fuego, y pronto se convirtió en uno de los reductos más exclusivos del Sur.

Kalma Restó es el restaurant de Jorge Monopoli en Ushuaia y la centolla es una de las delicias que sirve.
Kalma Restó es el restaurant de Jorge Monopoli en Ushuaia y la centolla es una de las delicias que sirve.Gentileza Jorge Monopoli

En Kalma Restó el servicio empieza cuando uno se sienta. Puede ser, por ejemplo, con una sopa de verduras con chucrut de repollo. En un salón intimista de Ushuaia, entre casas bajas y calles residenciales, Jorge Monopoli recibe un máximo de veinticuatro personas por noche en mesas chicas. Mantelería negra se entrecruza con vajilla blanca y gris, para un juego de simplezas que va bien con la amplitud de los ventanales. Con cava acorde a las circunstancias y muy buena atención, el cocinero de jóvenes 41 años está a mano en el salón para elogios y consultas.

Carpaccio de salmón salvaje.
Carpaccio de salmón salvaje.Xavier Martín

“Mi abuelo fue cocinero de Perón”, cuenta al pasar cuando le preguntamos si tiene antecedentes familiares en la cocina. “Se llamaba Leonardo Stankevicius. Era el papá de mi mamá, Juana Stankevicius. Tuvo una historia muy interesante. Su padre murió en la Primera Guerra Mundial, en Lituania, y por es uno tío adinerado se lo llevó a Francia para criarlo. El abuelo empezó a trabajar en su cocina y así conoció al embajador argentino en Francia, que se lo trajo como su cocinero personal cuando tenía solo 17 años. ¡Era un cachorro!”, rememora Jorge sobre ese abuelo que más tarde, enviado por el embajador, volvió a Paris para hacer la carrera oficial de chef en el Cordon Bleu.

Leonardo Stankevicius con los mozos del Palacio San Martín, donde le cocinaba a Perón.
Leonardo Stankevicius con los mozos del Palacio San Martín, donde le cocinaba a Perón.Gentileza Jorge Monopoli

“Luego se desvinculó del embajador y, entre idas y vueltas terminó como chef ejecutivo del Palacio San Martín, que en ese momento era lugar presidencial. No solo le cocinaba a Perón, sino que además tenía a cargo todo lo que se comía ahí adentro. ¡Armaban banquetes zarpados!”, apunta Jorge y cuenta que hace unos años estuvo en una degustación de vinos en el Palacio San Martín, y fue acompañado por su tío, un hermano de su mamá, quien le mostraba los rincones del palacio dónde jugaban de chicos. Ahí vivían los Stankevicius mientras el padre de la familia le cocinaba al General. ¿Más? El abuelo –que murió cuando Jorge tenía 4 años– tuvo un programa de cocina, Con Leonardo en la Cocina, y la mamá de Monopoli era su asistente.

Jorge Monopoli vive en Tierra del Fuego hace quince años.
Jorge Monopoli vive en Tierra del Fuego hace quince años.Gentileza Jorge Monopoli

A cocinar al Fin del Mundo

Nacido en Villa Regina, sobre el Alto Valle de Río Negro, Jorge estudiaba Geología en La Plata cuando, para tener su propio dinero, se puso a dar talleres de cocina a niños con síndrome de down. Les enseñaba lo que sabía y lo que le gustaba, por haber crecido entre cocineros. Sin embargo, de pronto notó que los chicos aprendían un montón y muy rápido: todo lo que sabía preparar ya se los había enseñado. ¿Qué hizo? Se anotó en el IAG (Instituto Argentino de Gastronomía) e hizo la carrera de cocinero.

El pancho de centolla con pan de tinta de calamar es una genialidad.
El pancho de centolla con pan de tinta de calamar es una genialidad.Xavier Martín

Lo cuenta parado el salón, mientras va y viene de la cocina, siempre atento al servicio. Entonces detalla que vivió la experiencia extrema de seis meses en el restaurante de El Bulli Hotel en Sevilla, del catalán Ferrán Adrià. “Mientras estudiaba en el IAG conseguí la vacante para la pasantía. Había cuatro al año. El hotel funcionaba en Sanlucar La Mayor. Era un palacio árabe del siglo X que con el boom del turismo gastronómico habían reformado para recibir gente. Era un cinco estrellas superior a todo. En el menú ofrecían los mejores platos de la temporada de El Bulli restaurante. Era como estar en la crème de la crème”, asegura.

Leonardo y Juana Stankevicius. El abuelo de Monopoli tenía un programa de cocina y era asistido por la mamá de Jorge.
Leonardo y Juana Stankevicius. El abuelo de Monopoli tenía un programa de cocina y era asistido por la mamá de Jorge.Gentileza Jorge Monopoli

Cuenta además que trabajó en El Calafate y en Puerto Madryn, hasta que llegó a Tierra del Fuego, hace quince años. Desde hace doce que abrió Kalma Restó, y así lo bautizó en alusión a la búsqueda de sosiego. Su propuesta está signada por alimentos clásicos fueguinos y detalles mediterráneos con algo de innovación de distintas corrientes. Pareciera que en sus platos hay mucho de estar meticulosamente encima de las cosas, bastante de buscar vueltas de tuerca y otro tanto de arriesgar.

Helado de crema con crumble de chocolates, almendras enteras y salicornia, sobre aceite de oliva y más chocolate.
Helado de crema con crumble de chocolates, almendras enteras y salicornia, sobre aceite de oliva y más chocolate.Xavier Martín

Lejos de los detractores del salmón, Monopoli lo sirve por considerarlo un pescado de alta gama, pero siempre en su versión salvaje: “el que se escapó de Chiloe y llega al canal Beagle”. En modo carpaccio, nos sirve el salmón como primera entrada y es una caricia. Luego se luce con un risotto de remolacha con brocoli y coliflor, que es seguido con un nuevo salmón, ahora cocido a 42 grados –apenas–, y emulsión de zanahoria, papa y menta, con rúcula. Aquí los cristales de sal del canal aportan rigor. Como sorpresa para cerrar: un simpático y renombrado pancho de centolla con pan de tinta de calamar en tamaño petit.

Leonardo Stankevicius, el abuelo de Monopoli, tenía un programa de televisión pionero.
Leonardo Stankevicius, el abuelo de Monopoli, tenía un programa de televisión pionero.Gentileza Jorge Monopoli

De postre se celebra la mousse de corinto –grosella roja– con chocolate. Pero mucho más aún, un clásico de Kalma Restó que permanece imperturbable en la carta –“es lo único que no sale nunca”–: helado de crema con crumble de chocolates, almendras enteras y salicornia, sobre aceite de oliva y más chocolate. Un perfecto engranaje de texturas y sabores para que los comensales prometan volver por el. ¡Y sí que surte efecto!

Kalma Restó es un lugar pequeño e intimista.
Kalma Restó es un lugar pequeño e intimista.Xavier Martín

Datos Útiles:

Kalma Restó. Gobernador Valdez 293, Ushuaia, Tierra del Fuego. T: + 54 (2901) 425786.Pocas mesas, ambiente moderno, platos bien pensados y muy buenos vinos. Toda una invitación a dejarse llevar por el ingenio y los pálpitos creativos de Monopoli. Abren de lunes a sábado de 19 a 23 horas. Cierran en mayo y junio por temporada baja.

Leonor Espinosa, la mejor chef del mundo: “Tengo fama de agresiva”

Fuente: La Nación ~ Elegida por organización de The World’s 50 Best Restaurants, la cocinera colombiana cuenta cómo logró que los hombres la respetaran en su terreno.

Leonor Espinosa, de 59 años, elegida la mejor chef del mundo, se levanta de la mesa donde ha dado infinidad de entrevistas y se dirige a la cocina.

–¿Cómo va el encocao?

La respuesta del equipo del restaurante Leo no se escucha, pero a juzgar por el silencio todo va bien.

Desde que se anunció su elección como la mejor cocinera del mundo, por la organización de The World’s 50 Best Restaurants, no ha parado de recibir mensajes y audios, pero uno la hace detenerse y recordar sus orígenes caribeños, a Sucre, donde se crio. “Yo conozco a su tío Gabriel”, le dice el interlocutor que quiere “comedidamente” solicitarle una entrevista para la emisora local. “Le agradecería su atención deferente”, termina.

“Esto me recuerda un territorio donde la gente es muy amable, muy formal. Yo pensaría que la sabana de Sucre y Córdoba (en el norte de Colombia) es donde encontramos todavía esas formas de comportamiento y de lenguaje en desuso. Yo fui educada de así con ese permiso y ese respeto. Por eso me cuesta colarme en una fiesta, llegar a una casa ajena a la hora que no debo, sin avisar. Fui formada así, con el ‘no sea imprudente’”.

Espinosa se ríe y parece disfrutar de esos recuerdos que constituyen su patrimonio gastronómico infantil. Sincé, el pueblo de Sucre, recuerda al conejo de monte guisado con leche de coco y pimienta de olor o a la yuca cocinada al vapor. “Mis mejores momentos le corresponden a esa tierra y están muy marcados en mi cocina y siguen vigentes”.

–Luego de recibir este gran premio de la cocina, ¿qué pasa por su cabeza, recuerda lo que le costó llegar hasta acá?

–No sé, yo soy a veces como un animalito de monte, que va corriendo y caminando por ahí sin mirar a los lados ni nada. Es que siento que hasta ahora lo estoy dimensionando, porque cuando me anunciaron quedé un poquito como en shock. Pero los días pasan y tienes que venir a trabajar y tienes que hacer todo. Esta mañana me mandó un mensaje la anterior mejor chef del mundo, la peruana Pía León, y me dice: ‘Leonor, vas a ver lo que significa esto, no vas a tener tiempo de nada, sino de estar pendiente del teléfono’.

–Dice que espera que este premio no la contagie de ego. ¿Cómo lo mantiene a ras?

–Yo fui una persona muy alzada, en un momento se me subieron los humos y caí en cuenta de eso. Al principio me tocó enfrentarme a un mundo de hombres donde no era respetada ni en mi propia cocina. Tuve que ser valiente y sacar güevas. Entonces fui de cierta manera arrogante y agresiva. Y me quedé con esa fama. Hoy en día soy una persona diferente.

–Y es perfeccionista.

–Claro, soy perfeccionista. Me gusta trabajar con gente que le guste ser perfecta. La pandemia y no tener sino un círculo muy pequeño de amigos me llevó a ser mucho más introspectiva y siempre en mis meditaciones –no soy católica pero creo en un dios– me han llevado a agradecer y a pedir porque el ego no me invada. Llevo 15 días agradeciendo y diciendo ‘esto se olvida, todo esto es mediático, una noticia tapa a otra y a la semana llega otra que la opaca. Esto no es eterno, el ego no conduce a nada’. Veo la gente que ocupa los cargos públicos y se vuelven inaccesibles y dioses y no quiero que me pase eso.

–¿Qué representa este reconocimiento para las mujeres en la alta cocina?

–La gente se pregunta por qué no hay un premio que diga el mejor chef masculino del mundo y por qué sí existe mejor chef femenina del mundo. Yo pienso que es porque esos premios también quieren reivindicar, potenciar y visibilizar el trabajo de la mujer en un segmento de la cocina que no le ha pertenecido y que no ha sido fácil, como no le ha sido fácil a las mujeres y a las cineastas, como no le ha sido fácil a las mujeres ingenieras de obra, como no le ha sido fácil a los hombres que seguramente ejecutan hoy una actividad que le ha pertenecido históricamente a las mujeres. Entonces, el premio no es para generar una brecha o unas diferencias entre el género, sino reconocer ese valor de las mujeres que trabajan en la alta cocina, que realmente es un espacio duro, de trabajo físico.

–Usted reivindica que la cocina es política.

–El hecho de fundamentar mi cocina en las memorias de los territorios y en la problemática de los territorios, ya es un acto político; considerar que existen nuevas formas para generar bienestar y desarrollo, es un acto político. El hecho de trabajar a conciencia por una cocina responsable ya es un acto político y hay muchos actos políticos frente al oficio. Hasta ahora los cocineros están entendiendo que hay también una responsabilidad frente a la inseguridad alimentaria, a los malos hábitos de alimentación. Ya eso es un acto político.

–Trabaja con fermentados a base de hoja de coca y hace poco le dijo (por Twitter) a un diplomático de Estados Unidos que vino a su restaurante que la hoja de coca no es cocaína.

–El señor está en todo su derecho pensar que la coca es cocaína, lo respeto mucho, pero estaba en mi casa y nosotros muy decentemente le cambiamos la bebida porque nuestro trabajo es de servicio, pero lo que no aceptamos son esas posturas aquí. El que viene a mi casa debe venir con la mente abierta, aquí no existen estructuras frente a ciertos ingredientes. Aquí somos un estado libre de la gastronomía.