Fuente: Río Negro ~ El chef Emiliano Schobert tiene en su haber grandes logros. Creador de la escuela de cocina El Obrador, participó en dos ediciones de la final de Bocuse d’Or, el certamen de cocina más importante del mundo.
Su reciente participación en la edición 2019 que se realizó en Lyon, Francia, motivó que el Concejo Municipal ponga atención en este chef que ahora será distinguido con el “Premio al mérito” que concede el Deliberante.
Para llegar a esta competencia mundial, Schobert ganó la instancia nacional con fuertes competidores, luego obtuvo el tercer lugar en la edición América que se realizó en México, y con ese pase llegó a la final en Francia. En la final Schobert lideró el equipo junto a Manuela Carbone como ayudante.
Emiliano Schobert es oriundo de la provincia de Buenos Aires, estudió en Córdoba y años atrás desembarcó en Bariloche junto a su esposa para desarrollar la escuela de arte culinario que hoy llevan adelante con una importante oferta académica donde las clases prácticas forman el 90% del aprendizaje.
Los concejales del oficialismo impulsan una distinción al destacar que con la actuación de Schobert en el Mundial de Cocina, en el que obtuvo el puesto 16, se “ubica a nuestra ciudad en un importante espacio gastronómico internacional”.
Fuente: La NAción ~ Sin dudas el universo de la gastronomía en Argentina está en un momento de expansión y revolución culinaria. A medida que un número mayor de chefs ganan
renombre alrededor del mundo, en la cocina local se construye identidad con los sabores propios así como se abren las puertas a nuevos ingredientes y materias primas. Experimentar con sabores y texturas, y el cuidado hacia los ingredientes, son búsquedas cada vez más valoradas.
En este contexto es que el nombre de Ariel Gravano empezó a resonar con muchísima fuerza. Pero nada es casualidad: junto a un grupo de profesionales gastronómicos, el chef argentino de 36 años logró que Argentina clasificara para el Campeonato Mundial de Pastelería (Lyon, Francia) que se celebró durante febrero y, su postre vegano, fue reconocido como uno de los mejores durante la competencia.
Graduado del Instituto Argentino de Gastronomía, el recorrido profesional de Ariel es tan rico como está repleto de nombres importantes. Es que, después de terminar sus estudios, empezó a trabajar como chef en un restaurante en la zona de Palermo y fue su espíritu curioso que lo llevó de nuevo a las aulas para iniciar su perfeccionamiento en pastelería. Una decisión que le permitió conocer a Osvaldo Gross, para quien trabajó como asistente y con quien realizó varios viajes gastronómicos en donde tuvo la posibilidad de conocer sabores típicos de Francia , España y Vietnam.
Junto a los aromas de cocciones de todo el mundo, su regreso al país también le tenía preparadas más aventuras. Después de realizar sus perfeccionamiento docente, tomó el rol de educador dentro del instituto que lo formó y lideró su atelier de investigación y diseño de pastelería junto a reconocidos artistas plásticos y arquitectos, que aportaron sus ideas para mejorar productos.
Con experiencias en la cocina de restaurantes internacionalmente reconocidos como «Celler de Can Roca» (Girona) y » Lenôtre» ( París ), además de su trabajo junto a Gross y Dolli Irigoyen y su carrera docente, Ariel trabajó cinco años como gerente de producción de Vasalissa y hoy lidera el equipo de innovación de menús en Arcos Dorados.
Entre elementos de cocina, nuevas preparaciones y proyectos, el chef argentino también participó en las competencias más relevantes del rubro: » En el 2007 me presenté al Campeonato Nacional de Pastelería y me había quedado un sabor agridulce porque salí subcampéon. Diez años más tarde -por un impulso de mi mujer- junto con Andrea González, me volví a anotar y tuvimos la posibilidad de salir campeones argentinos de Pastelería», nos contó. Y, a partir de allí, la seguidilla es sencillamente alucinante: clasificación para el Mundial, segundo puesto en la Copa Maya con reconocimiento al «Mejor Postre Al Plato», primer puesto en Latinoamérica y trece a nivel internacional, en el Mundial Gastronómico que se celebra en Francia.
Hace casi ya un año, Ariel forma parte de Arcos Dorados en donde su principal responsabilidad es el desarrollo de productos. » Primero tenemos que entender dónde está la oportunidad de negocios y, una vez que conocemos esto, lo importante es conocer cuáles las últimas tendencias gastronómicas a nivel mundial. Ahí nuestro desafío es tomar esa tendencia, respetar su identidad pero también llevarla a nivel masivo y hacerla accesible a todas las personas», nos confesó. Entonces, desde aquel momento hasta que el producto llega a los locales, hay un gran recorrido por realizar: testeos, pequeños ajustes para que las recetas respondan a cada uno de los mercados, el desarrollo junto a los proveedores y, para terminar, producir para millones de consumidores.
Bajo el título de » Signature: Bacon Smoke House», el nuevo lanzamiento de la línea premium de McDonald’s, tiene como objetivo romper los límites de lo tradicional. » Hicimos un trabajo muy intenso en perfiles de ahumado: desde distintas variedades de leña hasta cómo quemarla. Una vez que logramos el sabor que buscábamos, lo concentramos en una salsa que tiene una textura a mermelada. Esta salsa, junto con bacon caramelizado, son la combinación que van a marcar tendencia», nos dijo Ariel sobre el proceso creativo. Pero este bocado de sabor no termina ahí, además de las hamburguesas, la «Bacon Smoke House» tiene cebollas cortadas en juliana y rebozadas con pimienta (dando un picor agradable), una mostaza de estilo americano y pan brioche
Fuente: Cronista ~ Saltó a la fama cuando ganó un concurso mundial de cocina en YouTube. Cinco años después publicó dos libros, lleva tres programas en El Gourmet y es jurado en un reality show.
El fuego encendido en la parrilla de fondo y una remera que decía “You had me at Merlot”. Así, hace poco más de 5 años, la cocinera y sommelier Felicitas Pizarro presentaba su bife de chorizo relleno con ensalada fresca y chimichurri, la receta con la que ganó un concurso mundial de cooktubers organizado por el chef súperestrella Jamie Oliver.
En ese momento despegó la carrera de esta joven sonriente que contagia entusiasmo y simpatía: publicó su primer libro (YouCook), lleva tres programas en El Gourmet (actualmente se emite ‘Cocina para mis amigos’), fue parte del equipo local de Tastemade, es jurado en el reality show ‘El gran premio de la cocina’ y sigue nutriendo de contenidos sus canales online.
En cada proyecto, Felicitas estampa su sello. Hace unos meses presentó su nuevo libro, ‘Cocina feliz’ (Sudamericana), en el que también abre una pequeña ventana a su vida diaria, tal como hace en las redes sociales. “Me casé, formé una familia, me fui a vivir a una casa con jardín, tuve un hijo y arranqué con mi huerta. Crecí, muté. Y lo mismo pasó con mi cocina”, dice en la introducción del libro en el que comparte recetas que hace para su hijo Ramón y junto a su marido, para amigos, para la familia.
“Cocinar hace bien, principalmente porque vincula”, agrega. “Para mí, la cocina tiene que ver con la felicidad. Mi nombre es así: no me puedo despegar de eso, por suerte”, se ríe. “En el libro les digo a mis papás ‘gracias’ por toda su generosidad, por el apoyo y la libertad siempre. Nunca pusieron un pero. Eso me dio la seguridad de decir ‘quiero cocinar, quiero ser cocinera’. Pero cuando les escribí la dedicatoria también les agradecí por elegirme el nombre:
evidentemente me marcó”, cuenta.
En el libro insistís con el “comé como quieras, comé bien” , hablás de usar las manos, de compartir, de estar al aire libre.
¿Esos son los ejes que te definen?
Sí, me gusta la informalidad a la hora de comer, dándole importancia al producto, a con quién lo comemos. No es que siempre tengamos que comer acompañados: es lindo cocinarse para uno. Pero muchas veces el comer tiene que ver con momentos en que compartís. Mi familia me enseñó mucho a través del sentarnos a la mesa. La cocina es comunicación. Te hiciste conocida a través de un concurso mundial y siendo muy joven.
¿Te costó encontrar el mensaje que querías dar?
Cuando gané el concurso de Jamie Olivier, ahí me agarró Soledad Barruti, que es la editora del libro, y me dijo: “Ahora que tu cocina va a ser pública, tenés que saber qué querés contar”. Yo era nueva, no tenía una trayectoria. Me quedó eso: ahora cuento la historia que yo quiero. Sé que puedo tener un impacto, generar una motivación, despertar un interés. Eso es lo que más me gusta: ver que alguien compra el libro, lo usa, lo enchastra, me manda las
fotos de lo que preparó. En la calle me paran y me preguntan cómo es la receta de tal cosa porque me vieron en la tele. Eso es re lindo: estás en sus casas. Después de tenerlo a Ramón empecé a subir videos de lo que le preparo, así que ahora también me consultan muchas madres, me mandan videos de sus hijos probando algo por primera vez… Me cuido mucho en las cosas que digo: no soy médica ni nutricionista. Mientras más real y natural sea, mejor.
En ‘Cocina feliz’ y en Instagram (NdE: 114 mil seguidores) recomendás consumir carnes de pastura y huevos orgánicos, aunque equivalga a hacerlo menos veces por semana por su alto costo.
¿Creés que los cocineros famosos pueden ayudar a cambiar más hábitos de alimentación que las políticas públicas?
Soy re carnívora, me crié así. Siendo cocinera, creo que los consumidores podemos poner las reglas. Siento que pongo un mini granito de arena contando que puede haber otra manera de alimentarse. Muchos replican que la carne de pastura, los huevos de granja y los alimentos orgánicos son más caros. Y es verdad. Pero entre comer cuatro veces a la semana un pollo malo, elijo comer una vez uno mejor. Soy consciente de que puedo elegir, disponer de dinero, decidir en qué gastar. Sé que no todos pueden, que hay gente a la que no le alcanza para comer. Pero hay gente que se queda con “el huevo orgánico es re caro”. ¡Pero
también es caro tu teléfono o tu auto último modelo! Se trata de prioridades.
Fuente: TN ~ Panes con forma de estatuilla, caviar, jamón ibérico y mucho champagne. El chef de las estrellas resume los 60 platos del menú.
Salmón ahumado con caviar, agnolotti con trufa negra, estatuillas de chocolate doradas: al frente de la cocina de los Oscar por 25 años está el chef Wolfgang Puck, que muy bien conoce los gustos de las estrellas que se juntan en la noche más importante de Hollywood.
«Ha sido maravilloso», dijo Puck al recibir a la AFP en la propia cocina que el domingo encenderá sus fogones para la gran fiesta del cine. «Recuerdo la primera vez que los hice, fue en en el Shrine Auditorium. Construimos una cocina en el estacionamiento, estaba lloviendo, había mucho viento, fue muy difícil», siguió.
«Ahora tenemos dos cocinas de altísima calidad, lo que lo hace mucho más fácil», celebró el chef austro-estadounidense de 69 años.
Puck está al frente de un imperio «gourmet», con docenas de restaurantes en todo el mundo, de Bervely Hills a Las Vegas, de Singapur a Gran Bretaña.
A lo largo de los años, Puck ha desarrollado «clásicos» que son un éxito con los 1.500 invitados al Governors Ball, la fiesta que organiza la Academia del cine de Estados Unidos después de la ceremonia de los premios más prestigiosos de la industria.
«Uno de nuestros platos tradicionales, un crujiente pan plano con ‘crème fraîche’ [crema fresca], salmón ahumado y caviar. El pan está cortado en forma de Óscar y hacemos 3.500 de ellos, así que ya se imaginarán, es mucho salmón ahumado»… Concretamente, 204 kilos.
Entre los 60 platos que componen el menú, hay creaciones actuales como las «codornices fritas al estilo Nashville», inspiradas en una receta tradicional del sur de Estados Unidos, o los agnolottis (una especie de ravioli) con guisantes condimentados con trufas negras.
«A la gente le encanta el olor de las trufas, hacemos miles y huele por todo el comedor», indicó el cocinero, familiarizado con los platós de televisión.
Trufas de Francia, jamón de España
Las trufas negras (16 kilos), el aceite de oliva (casi 8 litros), el pimiento de Espelette y el champán (casi 1.400 botellas de Piper Heidsieck) vienen directamente de Francia, donde el cocinero estudió en uno de los restaurantes más prestigiosos antes de emigrar a Estados Unidos.
El caviar (15 kilos) será estadounidense y el jamón ibérico (5 patas), de España, sin mencionar la carne japonesa wagyu.
«La industria del cine es mundial. Hay películas en Francia, Italia, Inglaterra y ahora en México es muy fuerte, tienen ‘Roma'», la cinta de Alfonso Cuarón, nominada en 10 categorías y entre las favoritas a llevarse el premio de mejor película, el más importante de la noche.
«Y nuestra cocina -continuó- tiene mucho de eso. Tenemos influencia de Asia, Italia, Francia, como por ejemplo tenemos una ‘loup de mer grillé’ [lubina a la parrilla] como en Francia».
En total, todo el menú incluye 16.000 porciones individuales, con versiones veganas y sin gluten para quienes así lo gusten. Para servir a las estrellas, Puck cuenta con 200 empleados en las cocinas y 850 camareros, supervisados por 10 mayordomos.
Fuente: El Intransigente ~ Los World Restaurant Awards incluyeron premios que se alejan de los más tradicionales con categorías más modernas.
En el mundo de la gastronomía, Instagram se ha convertido en una herramienta imprescindible de difusión y publicidad. Los premios World Restaurant Awards, celebrados por primera vez en París el 18 de febrero de 2019, han incluido entre sus categorías la mejor cuenta de Instagram. La industria culinaria no había otorgado un reconocimiento a ninguna cuenta de sus profesionales hasta ahora.
Los World Restaurant Awards incluyeron premios que se alejan de los más tradicionales con categorías más modernas: como reconocer a restaurantes que se caracterizan por una especialidad, los que no requieren reserva e incluso uno para el mejor chef sin tatuajes, cita un blog de El Pais.
El ganador de este 2019 a la mejor cuenta de Instagram fue el chef Alain Passard, quien se encarga de la cocina del restaurante parisino Arpège. El lugar, que abrió sus puertas en 1986, tiene tres estrellas Michelin y en 2017 encabezó la lista de los cien mejores restaurantes europeos, según la red internacional de exploradores gastronómicos Opinated About Dining (OAD). La cuenta del veterano cocinero – @alain_passard – tiene más de 250.000 seguidores.
Desde su web los World Restaurant Awards se describen como un evento que “celebra la cocina como cultura”. Acerca la decisión de premiar las cuentas de Instagram, en su página afirman que “el impacto de esta red social no solo es la de proveer una herramienta de marketing, también es la de conectar el mundo de la cocina de una forma que no parecía posible hace unos pocos años”.
Entre los nominados estaban dos cuentas españolas: la del chef Jordi Roca (@jordirocasan) y la del restaurante guipuzkoano Mugaritz (@mugaritz).La cuenta de Instagram de Passard tiene instantáneas la comida de Arpège, pero también de los ingredientes frescos que el chef emplea. En su feed también se puede notar la predilección del chef por cocinar pollo en todas sus presentaciones.
Según la página web del chef, todos los vegetales que pasan por la cocina de Passard provienen de una granja exclusiva, lo que se refleja en sus platillos pues muchos se centran solo en las verduras.
Entre las instantáneas que comparte están las de su icónica tarta de manzana con forma de un ramo de rosas, un postre cuya autoría está registrada como propiedad intelectual en Francia.
Fuente: Clarín ~ Chef de bajo perfil y alto reconocimiento, se formó en la escuela francesa, asesora una parrilla y editó un libro sobre el arte de la charcutería.
Once de la mañana de un mediodía de verano. Un calor bochornoso, húmedo y pegajoso se hace sentir en las calles porteñas. Guido Tassi habla por teléfono en la esquina de la parrilla Don Julio. Viste jeans, camisa slim azul oscuro y zapatillas negras. Flaco y de buen porte, una vez que termina la comunicación, da la mano e invita a pasar. Juega de local, así que se sienta en una mesa con ventana a la calle, convida agua mineral y se dispone a la charla.
Cocinero de profesión, de bajo perfil y alto reconocimiento entre sus pares, nació en 1979 en Burzaco, provincia de Buenos Aires. Estudió gastronomía, hizo pasantías en prestigiosos restaurantes, en especial en La Maison Bras (en Laguiole, Francia), a las órdenes del célebre chef Michel Bras, trabajó en el Hotel Marriot Plaza de Buenos Aires y en el Llao Llao de Bariloche, estuvo al frente de Restó por casi veinte años. Hoy es asesor de Don Julio, elegido mejor restaurante de la Argentina, número 6 de Latinoamérica y 55 en el Mundo por la asociación The World’s 50 Best Restaurants.
A la primera pregunta, dice que se recuerda cocinando “desde chico”, y agrega, contundente: “No estudié cocina porque no sabía qué estudiar. Era muy buen alumno. Fue por vocación. Entendía y entiendo la cocina como una forma de vida. Terminado el secundario, fui a estudiar a The Bue Trainers, en Ezeiza, y a la par hice pasantías en varios restaurantes. Me recibí y me dieron el premio al mejor alumno. El premio era viajar a Alemania a una Olimpíada de cocina”.
Luego de esa experiencia, en 1998/99 comenzó en Restó, “mi primer restaurante en serio, tenía 20 años y a los 21 fui jefe de cocina, que no es habitual a esa edad. Ahí ya tenía idea del estilo de cocina que quería hacer y lo fui desarrollando a lo largo de los años. Lo que sí puedo garantizar es que desde el primer día me interesó la huerta, el producto, la materia prima, porque en mi casa siempre hubo huerta. Puedo buscar y mostrarte una foto regando la huerta a los diez años. Para mí no es una moda. Es natural. Pulir la técnica se logra con el tiempo, la base es la materia prima. Hacer preparaciones simples. Con la madurez gastronómica me pasó descubrir lo simple. Y lo que me marcó realmente fue hacer una pasantía con Michel Bras, una eminencia. En un contexto de la nouvelle cuisine, donde todo era rococó, muy elaborado, entre los ‘70 y los ‘80, él abrió el camino que indicaba: la materia prima, primero; la técnica, después”, dice.
“No estudié cocina porque no sabía qué estudiar. Era muy buen alumno. Fue por vocación. Entendía y entiendo la cocina como una forma de vida.“
En octubre pasado, el chef francés, que ya superó los 70 años y está casi retirado, vino a cocinar por primera vez a Buenos Aires, a Don Julio, en una cena a beneficio de Fundación Le Sourire (la sonrisa), de la provincia del Chaco. “Que Bras haya venido a cocinar a la Argentina, que lo hiciera en Don Julio, el restorán donde estoy yo, me emociona. Fue una locura impensada que nunca la soñé”, cuenta Guido y le brilan los ojos.
Tassi, en la parrilla Don Julio, a la que asesora. / Ruben Digilio
También hizo pasantía en Berasategui, el afamado restó del chef Martín Berasategui, pero es claro a la hora de remarcar la influencia de Bras. Y el trabajo de 19 años en Restó: “Era dueño, pero también iba al Mercado Central a comprar las verduras y en esas mañanas fue donde aprendí sobre la estacionalidad de los productos, de la que hoy se habla tanto. La Argentina es tal vez el único país de Latinoamérica que tiene muy marcadas las estaciones y la diversidad. Eso nos da una riqueza diferente, un potencial de materia prima que posibilita hacer algo distinto”.
Con respecto a su concepto de trabajo, asegura: “Creo en el camino productivo, en los cocineros trabajando en conjunto. Eso me parece más interesante que un cocinero de Buenos Aires (hablo de acá porque vivo acá) haga papines en su plato. Me parece más forzado. Que puedas interpretar la carne con verduras de estación tiene una identidad más marcada que en un papín andino. Sí lo entiendo en el cocinero que nació en Salta. Por el hecho de ser argentino no tengo que cocinar lo que hacen en Salta. Es el concepto de kilómetro cero y cocinar con productos de estación”. Entonces, no es casualidad que su programa de tevé en el Canal de la Ciudad se llame KM0.
Y a él, que venía de la cocina francesa, ¿qué desafío le planteó pasar a asesorar una parrilla top? “Siempre me pregunto –dice–, cómo puede ser que las escuelas de cocina de la Argentina no hablen de la parrilla. La carne es nuestro producto emblema, es reconocida en el mundo entero por la calidad. Pablo Rivero, el dueño, me convocó por el trabajo que estaba haciendo con los embutidos. Empecé primero con los embutidos frescos, los chorizos que hacemos tienen cabeza de lomo. Y luego me fui metiendo a trabajar con la estacionalidad de los productos. Acá la carne es de primera y podés comer un tomate con el mejor aceite de oliva que hay en el país, eso en verano; en otoño podés comer cinco variedades de zapallos a la parrilla. O los helados, ahora que es temporada de ciruelas hacemos uno tremendo.”
Diferentes estilos de embutidos. / Gentileza Editorial Planeta
A fines del año pasado, Guido se dio otro gusto enorme. Publicó su primer libro, Embutidos en Argentina. Y cuando editorial Planeta le propuso la idea, él pensó en hacer uno de embutidos y charcutería para rescatar una tradición arraigada entre los argentinos. “El contexto y mi manera de pensar hicieron que me planteara: ¿por qué no hacer un libro sobre un tema en particular?, ¿no es una buena forma de transmitir mi visión gastronómica? Fue así que elegí el tema que me identifica. Pensé en abordarlo desde la óptica de cocinero, con mis gustos, con una estética y un estilo contemporáneo. Me pareció una gran oportunidad y me puse a reflexionar sobre el libro que me gustaría hacer”, explica.Así fue que empezó a trabajar, a investigar y a viajar a lugares como Extremadura y Bolonia para conocer in situ cómo trabajan en España e Italia.
“Siempre me pregunto cómo puede ser que las escuelas de cocina de la Argentina no hablen de la parrilla. La carne es nuestro producto emblema.”
Sobre cómo nace su pasión por los embutidos responde: “Siempre me gustaron las elaboraciones artesanales, hacer mermeladas. Hace 20 años dije: ‘Quiero hacer chorizos’. Iba a la carnicería del barrio, pelaba los huesos, laburaba con el carnicero, le daba una mano. Un día le compré carne – ya picada porque no tenía picadora en casa–, compré una embutidora e hice embutidos frescos, chorizos. Y empecé a probar.Luego hice salames. Pensás: ‘Embutís un chorizo, lo colgás y sale un salame’. No es eso. Con un amigo dijimos: ‘Empecemos a hacerlo, pero a mayor escala’. Así fue que hablé con mi proveedor de codornices y le pedí poder trabajar en la planta de producción que tiene en Ministro Rivadavia para hacer salamines. Me la prestó y empecé. Teníamos una cámara de maduración, pero la verdad es que no salían muy bien. Con el tiempo dejamos de hacerlo, no entendíamos la técnica básicamente. Después, con otros amigos pensamos en hacer una carneada: uno de ellos tiene campo. Compramos un cerdo, el encargado del campo lo terminaba de engordar a maíz y en invierno, como dice la tradición, lo faenábamos y ahí hacíamos los embutidos. Ibamos 20, trabajamos 4, el resto comía asado, tomaba vino. Para nosotros era un rito, que tenía mucho de simbolismo. Hacíamos todos los chacinados. Yo lo viví desde la amistad, muchos lo hacen desde la familia. Teníamos nuestros salames para cada reunión. Ahora lo hago más con profesionales gastronómicos.”
Salame de potro, debilidad de Guido Tassi. / Gentileza Editorial Planeta
El libro, de cuidada edición, acompañado por bellas fotografías de Eugenio Mazzinghi, fue dividido por Tassi en tres partes, para que conservara un perfil didáctico. La materia prima (carnes, tripas, sazón), la carneada y los embutidos (frescos, escalfados –cocidos a baja temperatura– y madurados).También hay recetas para los que se animen a probar en el arte de hacer embutidos.
“Hace 20 años dije: ‘Quiero hacer chorizos’. Iba a la carnicería del barrio, pelaba los huesos, laburaba con el carnicero, le daba una mano. Un día le compré carne – ya picada porque no tenía picadora en casa–, compré una embutidora e hice embutidos frescos, chorizos. Y empecé a probar. Luego hice salames. Y no paré.”
“La idea era presentar la materia prima, entender el producto, qué carnes utilizar, qué tipos de tripas se pueden usar, de animal o sintéticas. Hicimos investigaciones en mataderos, vimos técnicas de sazón. Con las recetas, cada una tiene su historia y su interpretación. Si estás en la Patagonia, lo ideal es utilizar cordero; si estás en la Pampa húmeda, vaca o cerdo. Y me animé a presentar otras carnes, como pato y búfalo”.
Según él, otro punto a desmitificar es que “no hay un animal mejor que otro para un embutido. No es mejor la carne de cerdo que la de vaca, o viceversa”. “Para mí, es clave es saber cómo se alimentó ese animal”, finaliza, mientras los comensales empiezan a llegar para saciar sus apetitos.
Fuente: La Nación ~ Parma, Italia . Eran cerca de las 11 en una mañana fría de noviembre. Una vez finalizado el acto en donde formalmente le entregaron su primera estrella Michelin, Mariano Guardianelli se retiró del palco. Detrás de escena, encontró una silla y se sentó. Respiró hondo y empezó a hojear la guía de tapa colorada que tenía en sus manos.
La emoción que había podido contener hasta ese momento se esfumó en un instante. En la segunda página del libro decía: «Un aplauso muy especial para el Sur y las islas con tantas novedades (….) Pero algunos restaurantes han particularmente llamado la atención por la originalidad de las recetas y un buen resultado en la combinación de los diversos ingredientes: es el caso de Abocar Due Cucine en Rimini, con contaminaciones [influencias] sudamericanas».
La noche anterior al evento, el servicio en su restaurante había terminado cerca de la una de la mañana. No había tiempo para dormir, por lo que se ducharon con Camila y salieron rumbo a Parma.
Dos horas y media de viaje, más de seis paradas en la ruta para recargar energías y largas charlas en las que hipotetizaban sobre un posible galardón. La adrenalina alejaba, de a ratos, el cansancio.
«Nos invitaron a la ceremonia, pero recién ahí nos comunicaron que éramos merecedores de una estrella. Si te digo que no lo soñábamos, te estoy mintiendo, pero habíamos trabajado bien todo este tiempo y y el premio llegó solo», se sinceró con LA NACION. Agregó: «Es revelador cuando tu filosofía de trabajo se hace realidad y sentís que estabas en el camino correcto».
Los meses anteriores en el restaurante se olfateaba algo extraño. La presencia de personas que pedían hasta tres platos principales y diferentes de la carta presagiaba que estaban siendo observados.
Este es el principio del final de una historia de un chico cordobés , oriundo de Arroyito, que buscó innovar y acercar una cocina de autor mixada argentina e italiana, con comidas frescas de estación y precios acomodados, entre 40 y 50 euros, «que para un restaurante con estrellas son valores accesibles».
«Nuestra idea de siempre fue apuntar a que sea una experiencia divertida y romper ese dogma de una alta cocina sofisticada. Partir de la base con un servicio amigable, cerca de la gente, con productos nobles y simples»,afirmó.
Guardianelli cree que no se debe perder el foco que se trabaja para que el cliente se sienta cómodo. «La alta cocina se fue alejando de los comensales y su gusto refinado se tornó complejo y difícil de disfrutarlo», contó.
Su historia gastronómica comenzaría al término la secundaria. La primera elección de carrera a seguir no sería la correcta: una frustrada pasada por la facultad de Psicología tendría un rápido abandono para, por fin, estudiar gastronomía en Celia, que pagó trabajando en una pizzería.
Luego rodaría por restaurantes de distintas latitudes: Miami , Bariloche y Europa . En España conocería a Camilla, una italiana de Rimini que luego de un tiempo de adquirir experiencias juntos en cocinas encumbradas lo arrastraría a sus pagos. En diciembre de 2013 crearían en Rimini Abocar Due Cucine, un proyecto de solo 40 cubiertos.
Para el cocinero, Camilla, con la que ya lleva 12 años, es la prolongación de su ser: «Es mi otra mitad. Soy una persona que me cuesta creer en mí mismo, y ella es la primera que cree en mí», dijo.
Los 16° de temperatura anuncian que falta poco tiempo para que se vaya el invierno. Las glicinas en la pérgola del patio del restaurante aguardan a que la temporada alta comience. Nada será igual, el negocio, la popularidad, porque ese 16 de noviembre de 2018 quedará en la memoria de todos por siempre.
Fuente: Río Negro ~ Es uno de los más prestigiosos de la gastronomía nacional y patagónica. En el nuevo aniversario de San Martín de los Andes, “mi paraíso”, reivindica el trabajo de sus colegas -de hoy y de antes- para jerarquizar aún más la cocina patagónica.
La cocina de la Patagonia está en movimiento, desde La Pampa hasta Ushuaia, desde el océano Atlántico a la cordillera, hay una cantidad de paisajes, ciudades, pueblos, parajes y productos, productores y cocineros únicos.
En cada lugar hay un cocinero haciendo algo con lo que puede y tiene pero el denominador común entre todos es el mismo, el corazón y amor por lo que hace y por su lugar, en mi caso que amo la Patagonia y la recorro entera, que admiro a cada cocinero, que soy fans de su gastronomía, mi lugar es San Martín de los Andes, en mi querido Neuquén.
San Martín de los Andes es sin duda un paraíso, es mi paraíso, es uno de los paraísos de la Argentina, es la aldea de montaña de la Patagonia, vive y respira turismo, ese turismo que crece y que es el motor que impulsa parte de su economía,
En este sentido, la gastronomía juega un rol muy importante: el turismo necesita de la gastronomía y la gastronomía necesita del turismo, la gente sale a comer y a probar sabores nuevos, sale con tiempo y con ganas de aprender, tiene sus expectativas, su tiempo y su decisión para poder recorrer y conocer restaurantes. No importa si es una milanesa o una trucha, es salir a conocer la gastronomía del lugar, esa gastronomía que aporta tantos puestos de trabajo a la comunidad, esa gastronomía que necesita crecer como crece nuestro pueblo.
Es una cadena donde los proveedores, los productores y la logística juegan un rol fundamental para que los lugares puedan ponerse en marcha y poder producir. La capacitación del personal en un destino como el nuestro es fundamental, ante un turista todos somos San Martín de los Andes, todos mostramos de alguna forma nuestro pueblo.
San Martín de los Andes es sin dudas un destino gastronómico en constante crecimiento, buscado variado y valorado, es sin dudas un gran lugar para mostrar parte de la cocina de la Patagonia. Al mirar hacia atrás, los 22 años que hace que comencé a cocinar en el pueblo y analizando sus etapas, no creo que ésta sea la mejor etapa pero si entiendo que es la que nos va a permitir el crecimiento más sostenido gracias a la comunicación y a la conectividad. Esto nos va a ayudar en un futuro cercano a estirar más las temporadas, y con esto no me refiero a que los veranos sean más largos, sino a que el otoño y primavera van a tener sus clientes.
Mis comienzos en San Martín de los Andes
En 1996 cociné por primera vez aquí en San Martín de los Andes: fue en verano y en el restaurante El Radal que tenían mi mamá Gloria Ocampo y Jinny Fernández Beschtedt, una dupla tremenda, con una pasión que envidio. Eran cocineras y anfitrionas al mismo tiempo que ponían a punto todas las noches el lugar y se vestían de fiesta para esperar a sus comensales.
En esa propiedad funcionó años antes el increíble Raulí, un lugar que rompió el molde de la Aldea de Montaña. Su dueño y chef Luis Echeverry Garay fue pionero en levantar la vara de lo hasta el momento conocido. Solo Silvi en La mística Raclette y la familia Fortina en la Fondeau de Betty estaban en boca de los turistas como lugares emblemáticos.
El pueblo vuelve a cambiar de la mano de Alejandro Zolezi y Jorgelina con la tremenda “Tasca”, un lugar fuera de serie donde los vinos y los productos de la Patagonia tenían un rol fundamental; la gente entendió el antes y después que la Tasca marcó en la gastronomía de este pueblo.
También Alejandro Brunetti y Piognieri llegaron con su cocina en esa imponente esquina con su cocina Italiana.
Por esta época voy apareciendo en la cocina de un complejo de montaña llamado “Paihuen”, con su restaurante Caleuche primero y con la creación del Wine Bar después, un lugar que me daba el soporte y contención para ir marcando un poco mi futuro, para hacer mis primeras macanas al mando de una cocina, sin saber que los próximos años iban a ser de y para la gastronomía, que todo lo que conociera, tocara, comprara… iba a ser relacionado con la gastronomía y la verdad que tan mal no me fue. De la mano de Ricardo Taddeo y su familia empezamos una aventura de 14 años.
En el pueblo seguían pasado cosas. Un lugar chico de picadas y cervezas empezaba a encantar a la gente “El regional” y Alfredo su propietario no lo sabían pero también empezaban a marcar un rumbo muy fuerte, un rumbo que acercaba el producto regional a mucha más gente, a más turistas… ¿y saben qué?… funcionaba y nos allanaba camino a todos los cocineros, la gente conocía.
A la vuelta comenzaba un ruido muy fuerte: era la Reserva, un lugar moderno, con un estilo de cocina Internacional comandado en su apertura por mi amigo Rodrigo Toso, quien fue brillante pero más brillante fue su gran jugada, dejar a Alejandro Marchandt a cargo de la cocina y asegurarse de que el éxito estaba garantizado.
El pueblo también tenía un lugar algo alejado, pero muy cercano, era un lugar que tenía todo lo que todos nosotros queríamos de un restaurante. Hablo de Avataras, qué gran lugar, qué gran cocina, pero sobre todo que gran servicio. Logró que supiéramos que teníamos que volver a mirar nuestros trabajos que ni bien ni mal necesitaban mejorar un poco más, por que esto indicaba que el pueblo crecía al ritmo del turismo.
Fue en ese momento que decidí empezar a viajar y a ver mejor que pasaba afuera del pueblo, entender que el pueblo tenía mucho para darnos, pero también nosotros darle y aportarle mucho al pueblo.
El resto es historia reciente y conocida. Hubo más protagonistas en este recorrido gastronómico local, por supuesto.
Este nuevo aniversario de San Martín de los Andes activó mi memoria histórica de este modo, pensando que este hermoso presente que vivimos hoy con un enorme futuro fantástico por crear es posible por un pasado repleto de trabajo, experiencias y gente que creyó siempre en este pueblo de montaña. Tanto que muchos de ellos dejaron su vida en esto. A ellos, mi homenaje.
En otros momentos seguiremos recordando hitos que registra la gastronomía de mi pueblo.
Fuente: La Nación ~ Cuando el cocinero Mauricio Couly compró a Lourdes, su primera vaca holando, para abastecer de quesos y dulce de leche a su restaurante, nunca pensó que su producción llegaría tan lejos.
Hace 20 años que Couly, hoy con 37 años, se fue al sur (Neuquén) con su familia. Sus orígenes gastronómicos vienen de chico cuando en Pigüé, colonia francesa de la provincia de Buenos Aires, cocinaba junto a su madre recetas antiguas.
Ya instalado en Neuquén estudió cocina, luego trabajó en Francis Mallmann (en San Pablo ) y viajó a Europa para adquirir experiencia en la actividad.
En 2004, de vuelta por el pago, decidió junto a sus hermanos Darío y Edgardo encarar un negocio propio: el restaurante La Toscana, con 150 cubiertos.
Y con la idea de sumar productos artesanales a su carta, quiso elaborar sus propios quesos. «Al principio compraba leche de una tambera vecina, pero se cortaba y no tenía el tenor graso ni la calidad que esperaba», contó el cocinero a LA NACION.
Por el año el 2009, su familia compró una chacra de seis hectáreas para pasar los fines de semana. Como la finca tenía pasturas de alfalfa, se le ocurrió comprar una vaca lechera a la que la llamaron Lourdes (llegó el día de Santa Lourdes) y elaborar su propio dulce de leche , mozzarella y ricota para el restaurante.
Al poco tiempo, a Lourdes se sumaron dos vacas lecheras más (Patricia y Darina), 23 ovejas frisonas (salidas de un aviso clasificado de un diario) y tres cabras.
Si bien hasta hoy el ordeñe se mantiene artesanal (a mano), de la mano de Pablo Bappro, un gran conocedor de quesos y de los viajes por el mundo, como a California, aprendió y pudo darle una vuelta a su negocio y lograr un producto superior. «Conocer a Pablo fue una transformación para mis quesos», dijo.
La rutina de Coluy se divide en cocinar y hacer quesos. «Desde temprano voy al tambo para elaborar los productos y por la noche cocino en La Toscana», contó.
Con el nombre de Ventimiglia, apellido de su madre, sus quesos traspasaron las fronteras de La Toscana y comenzaron a conocerse en Buenos Aires. Hoy gran parte de su producción se vende directamente en restaurantes conocidos como Proper, Narda Comedor, Casa Cavia , Anchoita, Don Julio y en grandes cadenas de hoteles como el Four Seasons.
En busca de elaborar quesos de autor, Couly creó el Patagonzola, pata por Patagonia y gonzola de gorgonzola ( el queso azul italiano) que lleva un 30% de leche de oveja y 70% de vaca, que lo hace más cremoso y con un sabor a nuez. También el brie Saint Maureen, cuya receta la tomó de una quesera y cocinera californiana.
Al lado de su restaurante, el cocinero puso un negocio boutique en donde comercializa sus quesos, panes de horno de barro, panales de miel, chutney y conservas. » Una vez al mes, invitamos a clientes para una degustación y mostrar los tipos de quesos que elaboramos», comentó.
Con las tres variedades de leche elabora más de doce tipos quesos (algunos necesitan hasta dos años de maduración) y produce más de diez mil kilos de quesos al año.
Hoy Couly, con 40 ovejas, casi 50 cabras y más de 10 vacas, apunta a cambiar el paradigma de los quesos y generar una tendencia en que los quesos tengan nombre propio y dejen de ser copias.
«Unos americanos interesados en mis productos vinieron a ver si pueden importarlos. Si bien son más caros que los industriales (la producción en el sur es a baja escala), los quesos artesanales tienen un valor agregado indiscutible», concluyó.
Fuente: Infobae ~ #NoALaSalmonicultura es la campaña viral promovida por los representantes más célebres de la cocina local, en contra de la instalación de salmoneras en el Canal de Beagle. Se sumaron a la iniciativa, entre los más célebres, Fernando Trocca, Narda Lepes, Germán Martitegui y Mauro Colagreco
A priori, el gélido paisaje del Canal de Beagle y los cocineros más célebres de la Argentina tienen pocas cosas en común salvo la exquisita y sofisticada pesca de esos mares australes. Ahora, parece unirlos el espanto antes que el encanto de sus cacerolas.
Mientras se impulsa desde el gobierno nacional, en conjunto con Tierra del Fuego e inversionistas noruegos, un proyecto para la instalación de salmoneras en el Canal de Beagle, los chefs con peso en la opinión pública se han unido en una campaña #NoAlaSalmonicultura para alertar sobre los riesgos ambientales que conllevará la decisión.
Encabezados por figuras reconocidas de la gastronomía como Narda Lepes, Fernando Trocca, Germán Martitegui o el reciente ganador de las tres estrellas Michelin, Mauro Colagreco, una larga lista de profesionales de la cocina se encolumnaron detrás de la consigna #NoaLaSalmonicultura. A partir de una campaña viral que se inicia con una placa: «Necesitamos que lean esto», desde hace un par de días se ha instalado la preocupación abrumadora en torno a lo que conlleva en términos de salud de los comensales, así como los riesgos de catástrofe ambiental.
El tuit de Narda de la campaña #NoAlasalmonicultura logró 21 mil likes
La aproximación del negocio se produjo a partir del la firma de un convenio que data de hace un año por el cual Innovation Norway, agencia de negocios oficial de Noruega, se comprometió a la realización de los estudios de factibilidad para lograr instalar plantas criadoras de salmón en cautiverio en la costa austral.
Además de los citados chefs, se han unido Leandro Lele Cristóbal, Aldo Graziani, Tomás Kalika, Fernando Mayoral, Malvina Gehle (Green Bamboo), Nicolás Piatti (Hotel Hilton Bogotá), Sebastián La Rocca (establecido en Costa Rica) y Daniele Pinna (La Locanda).
Muerto el salmón, viva el salmón
La campaña iniciada por los cocineros se inicia con un texto que indica: «La salmonicultura es una rama de la agricultura enfocada en la producción intensiva de salmónidos. La técnica de utilizar jaulas flotantes en el mar se originó en Noruega a finales de 1960 y es la que se importa a los países menos desarrollados. El salmón que consumimos en Argentina proviene de la salmonicultura. Es importante que sepan esto para que podamos explicarles qué es realmente lo que están comiendo».
La experiencia de la que alertan los profesionales tiene antecedentes en la costa trasandina y probablemente se escude en los daños que la operatoria ya ha generado en los criaderos chilenos.
La Asociación Interamericana para la Defensa del Ambiente (AIDA) publicó un informe científico que revisa la situación actual de la industria salmonera en Chile, país que en tan solo 20 años se encaramó como el segundo productor mundial de salmón, detrás de Noruega. Su experiencia ambiental saltó a la luz en ocasión de la aparición del virus ISA (anemia infecciosa del salmón), que impactó a los criaderos hacer una década. Más de dos mil kilómetros de costa fueron afectados.
El chivito de salmón fue un plato furor esta temporada en el Este (Chill Out)
Chiloé es otra experiencia cercana en la que ganar inspiración y aprendizaje: la masiva industria salmonera empezó por matar el entramado comunitario porque rompió los equipos de trabajo. Cuando las empresas captaron «empleados pescadores» destruyeron la base histórica de salir al mar juntos. Más tarde, además, se deshizo de la fauna marina con la marea roja produciendo mortandad masiva de machas, piures, picorocos, jaibas, locos, lapas, choros y cholgas.
Las dificultades que se han atravesado a partir de este desarrollo en Chile en apenas 2 décadas, son antecedente suficiente para que los chefs argentinos se hayan hecho eco para poner en agenda la discusión de la problemática
En apenas un día Mauro Colagreco ha recibido más de 6.000 adhesiones a su publicación en Instagram. «Lamentablemente Chile hoy es un ejemplo de lo que sucede si los dejamos entrar. Les iremos contando cuáles son las consecuencias de la salmonicultura y qué significa cada vez que nos mandamos un sashimi a la boca», dice.
Colagreco, campeón con 3 estrellas Michelin y con conciencia ecológica
Desde el Foro para el Mar Patagónico y organizaciones de la sociedad civil para la preservación de los mares del Cono Sur, señalaron que son una decena los impactos ambientales. Entre ellos: introducción de especies exóticas, abuso de sustancias químicas, introducción y propagación de enfermedades, residuos sólidos y líquidos y desechos industriales, entre otros.
Hay otro pescado
Daniele Pinna, chef y propietario de «La Locanda», indicó a Infobae: «Sacamos al salmón por el daño extremo que le están haciendo a los mares del mundo; donde hay salmoneras o crías intensivas de pescado siempre hay destrucción en el mar, pérdida de empresarios como mini pescadores, que antes hacían pesca para las costas, y alrededor de donde están las pesqueras se pierde mucho fruto de mar y mueren directamente porque se inclina mucho el agua de mar».
La tendencia que imponen estos chefs ha sido la de retirar el salmón de sus menúes. Fernando Trocca, propietario del restaurante Sucre en Buenos Aires, contó a Infobae a que «la gente no está acostumbrada a elegir otro pescado, de modo que si no lo ponés, opta por otro».
NECESITAMOS QUE LEAS ESTO: Hace un año se firmó un convenio entre el gobierno nacional, el gobierno de Tierra del Fuego y Noruega, para impulsar el desarrollo de la salmonicultura en Canal Beagle. #NoALaSalmonicultura. http://bit.ly/2WdhKuc
Pinna insiste en que «hay muchas fallas en ese tipo de empresa, en el daño marino y en el daño humano desde el punto de vista del trabajo que realizan los pescadores, mini pescadores y las pequeñas empresas marítimas y después, el producto en sí no es nada sano, es un producto que le hace daño al cuerpo humano. Lo hacen ver como un alimento bueno para la dieta, con omega tres y otros beneficios, pero en realidad está compuesto por plomo, colorantes y químicos».
Entre los locales se esgrime que las salmoneras llegan por 10 años, producen, depredan y dejan un tendal de contaminación y destrucción de la industria pesquera preexistente. Basta mirar a Chile como antecedente concreto.
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