18 Oct, 2024
 

Más que rabas: la alta gastronomía se afianza en la costa

Fuente: La Nación ~ Más allá de las rabas y los cornalitos -o más bien, haciéndoles justicia-, hay un universo de opciones gastronómicas que de a poco se van desplegando a lo largo de la costa atlántica y que buscan servir al turista que en su casa come y bebe bien, y que en las vacaciones no espera menos que lo mismo. Se trata de un público que sabe de vino, recorre bares, toma buen café, sigue chefs. Este año, devaluación mediante, muchos cambiaron Punta del Este por las playas locales, y es así como por menos de la mitad del precio que hoy cuesta un chivito en la costa uruguaya se puede probar comida de autor en Cariló, Pinamar, Mar de las Pampas o Quequén. No en todas partes, por supuesto, pero cuando hablamos de comer bien hoy, quien busca encuentra.

En Mar de las Pampas desde hace cuatro años existe El Nido, un bello bistró rodeado de un bosque de pinos, acacias, cipreses y eucaliptus, cuya carta cambia no menos de tres veces al año. En temporada está lleno mediodía y noche; cuando baja el movimiento de turistas aparecen las liebres de la zona. La propuesta es cocina de autor, de bosque y de mar, en la que abundan hongos y pescados. Pequeño, pero correcto, el bistró capta la esencia descontracturada de Mar de las Pampas con una ambientación cuidada desde la luz hasta las playlists. Tiene dos salones, uno para familias y grupos de amigos, y otro exclusivo para adultos, que están separados por la cocina a la vista. Algo que los comensales aprecian mucho.

«Tenemos clientes exigentes que no te dejan pasar una. Este es un destino que propone eso», cuenta Mariano Sidoni, gerente de El Nido. Su esposa, Laura, está a cargo de la cocina. «Viene gente de todo el país a probar algo que no puedan comer en su casa. Y ya tenemos un público fidelizado que viene con altas expectativas, están esperando a ver qué hay este verano», cuenta él. Esta temporada pueden probar ostras con salsa de mango y cedrón, tartare de atún rojo y salmón banco, mollejas laqueadas, tajine de cordero con salsa de coco o tortellini de ciervo. Y entre las opciones dulces: crème brûlée con frambuesa y flores de lavanda, sopa de cerezas con frutos rojos o ananá caramelizado con mousse de coco. Mientras aguardan su mesa y espían la carta, los
comensales toman vino de cortesía en el jardín. Cuando hace frío se prende el fogón.

«El turista de Cariló es el más estricto de todos. Viaja, conoce todo y a la hora de comer le gusta que estén en todos los detalles y que haya un muy buen servicio», cuenta Franco Gasparrini, uno de los dueños de Griller, el restaurante americano que explota de comensales cada noche en esa localidad que se perfila como el Punta del Este local y concentra al grueso del target ABC1 de la costa atlántica. Abierto hace tres años, Griller ofrece una propuesta de cocina americana contemporánea inspirada en el estilo neoyorquino. Se trabaja con carnes maduradas, el estándar de calidad de los principales restaurantes de la capital como Le grill, La Cabrera, el Palacio Duhau y el Four Seasons. El plato insignia de Griller es el T bone: 900 gramos de bife de chorizo más lomo, madurado 45 días a temperatura y humedad controlada, que se cocina en un grill de leña.

En el recientemente inaugurado Molly Garden, un espacio al lado del restaurante de los mismos dueños, la propuesta de sabores de verano y cócteles ofrece queso halloumi grillado con chutney de tomates frescos, tartar de salmón y maracuyá, y lomo con sésamo thai, entre otros. También está repleto a toda hora. Paula Ferrari, habitué desde que abrió, está sentada esperando su almuerzo. «Hoy quiero probar el bol proteico de quinoa, es el tercer día seguido que vengo», cuenta riéndose

A pocos kilómetros de ahí, en el restaurante de La Vieja Hostería, hotel boutique de Pinamar, la única hamburguesa es de cordero y sale con yogur de alcaparras, anchoa, hinojo, menta, brioche y chips. La lasaña es de jabalí, hongos silvestres, cacao y sardo.

Entre las entradas hay morcilla con manzana caramelizada, queso azul, quinoa y verdes, y un plato de cebada, langostinos, huevos de campo, menta, albahaca y cilantro. Las hierbas de casi todos los platos salen de la huerta orgánica del restaurante y todos los panificados, fiambres y embutidos son de abricación casera. Manuel Grinberg, chef a cargo, busca una cocina simple con materia prima fresca y de primera calidad. Por eso los platos están listados en la carta simplemente con la enumeración de ingredientes que lo contienen.

Las nuevas olas

Negroni llega a aportar un poco de coctelería de calidad al mar de cerveza en que se convirtió esta localidad balnearia en el último tiempo. «Apuntamos a un tipo de 35 para arriba que ya tomó cerveza veinte años de su vida y hoy dice ‘me quiero tomar un trago’. Me pasa a mí, con mi grupo de amigos. Queremos salir a la noche y tomar algo rico, un trago distinto que te sorprenda. Salir del fernet con Coca o del trago directo del gin tonic. Acá tenemos tragos con pétalos de flores y granos de pimienta. Tomás uno y te invaden sensaciones», cuenta Sanza.

Allí el spritz, vedette de ventas, se puede tomar en su versión clásica o con maracuyá, almíbar cítrico de Campari, torrontés, soda, naranja y albahaca. En la versión Fiorentino lleva base de Campari, Chandon Delice, pomelo, apple cider y tónica. Los más veraniegos llevan bases de vodka, ron o gin, combinados con jugos de frutas, pulpas y almíbares. El Summer shade: vodka sky, juego de pomelo y de limón, almíbar, albahaca y flores japonesas. Muchos de los ingredientes que utilizan no se suelen ver por estas latitudes.

Otro destacado de esta costa: Rada Beach, comandado por Pedro Demuru -responsable del clásico que lleva el mismo nombre en Cariló-, tiene una carta corta, pero interesante, ¡y muy buenas críticas! También está lleno mediodía y noche.

Más hacia el sur y en Quequén, el verano trajo aparejado una serie de renovaciones gastronómicas. Esta temporada, el hilo de oferta gastronómica frente al mar sumó unas seis nuevas propuestas variadas. Más allá de las novedades, se destaca Quequén Chico Resto, en el clubhouse del barrio homónimo, en Bahía de los Vientos. Es el único restaurante con menú de pasos de esa localidad (y de su vecina Necochea). «No tenemos carta, trabajamos con bodegas boutique de Mendoza y ofrecemos cuatro pasos de comida maridando tintos y blancos, y luego el postre con champagne», explica Leo López, sushiman y cogerente. Hay carnes braseadas, pesca, mariscos y menús que cambian hasta tres veces por semana, según el producto que encuentren cada día. «No queremos carta. ¡Le damos ritmo!», resume.

La gastronomía «feliz»

«Creo que tenemos una clientela que busca calidad y frescura en el producto, y que valora la pesca de anzuelo por sobre nuestra carta», reconocen los responsables de platos que suelen variar según las capturas del día que logran pescadores que se embarcan y les traen variedad de especies cada jornada. «La gente no se ata a lo escrito y prefiere que Patricio les cocine, que le elija el mejor pescado que haya y le arme la guarnición adecuada», explica Fernanda.

Probar estos sabores junto al mar, siempre con recetas muy elaboradas y un ambiente que acompaña, se instaló como tendencia entre los turistas de buen paladar. Se siguen sumando espacios a esta ruta donde hoy son escalas obligadas en Lo de Brodo, para probar sus pastas; Corte y Confección, con sus mesas entre anaqueles con libros, y Lo de Tata, con aires de barrio, pero siempre delicado en los sabores.

En menos de un mes, La Feliz ampliará transitoriamente su oferta gastronómica con el desembarco de la primera edición extra porteña de la feria Masticar (ver aparte). «Vamos a encontrar a todos los que están haciendo las cosas bien y aprender de ellos», explica Narda Lepes, y enseguida empieza a nombrar a toda velocidad todas las cosas buenas que están haciendo los productores de la zona: el agua de Mar del Plata, los kiwis escondidos, las anchoas de exportación, los chacinados y los alfajores «como se hacían antes».

«Está bueno que tratamos de levantar la vara general, que usemos productos locales y comida equilibrada: que no sea todo carne, harina y papas fritas. O que si sos vegetariano, haya solo ensalada o pastas para comer -comentó Narda, al respecto de la actual gastronomía de la costa-. Hay pequeños detalles que en los menús de la costa empiezan a cambiar, como tal vez un pan de masa madre. Es un esfuerzo de todos que vale la pena rescatar. Que la gente venga, coma y la pase bien. Ahora, están los clásicos de siempre, y después Sarasanegro o Lo del Tata, que ya son nuevos clásicos de Mar del Plata».

El chef argentino que les cocinó a una reina, 14 presidentes y varias celebridades

Lucas Trigos trabajó en una cumbre de la Unasur, tuvo de comensales a los príncipes de Holanda y la reina de Inglaterra adora su budín.

Fuente: Clarín ~ La cultura gastronómica y las raíces francesas son parte de su esencia. Desde chico, Lucas Trigos (45) se pasaba horas en la cocina y preparaba platos para su mamá y sus hermanos con una naturalidad digna de quien encuentra pronto su vocación. «A los 11 años ya tenía el mando de la cocina, siempre había algo preparado. En mi familia la gastronomía fue algo serio, y yo no paré más», apunta el vecino de Nordelta.

Quería dedicarse a otra cosa, pero todo lo hacía volver a la cocina, como una amante que no lo dejaba olvidar. «El día que me criticaron un plato me di cuenta de que era mi pasión, porque su devolución me dolió muchísimo. No podía dormir y, 15 años después, aún me acuerdo cómo estaba vestida la persona que se quejó y en qué mesa estaba sentada», explica.

El chef de Nordelta Lcas Trigos, haciendo carne “a las brasas” en la televisión.

El chef de Nordelta Lcas Trigos, haciendo carne “a las brasas” en la televisión.

Su extensa carrera incluye hoteles de lujo, restaurantes de primer nivel, cocinas de países como Francia, España, Inglaterra, Canadá y Mexico. Y, claro está, emprendimientos personales exitosos. Les cocinó a 14 presidentes en la cumbre de Unasur en Bariloche, allá por 2009, a los príncipes de Holanda y hasta a la reina de Inglaterra. “Elogió un budin que ahora llamo ‘el budín de la reina’”, cuenta.

Sin embargo, sigue prefiriendo el aire libre. “Me encanta asar, el contacto directo con el fuego, la leña”, sostiene y recuerda una anécdota muy particular.

“Estaba en Chile y me cuentan que Andrónico Luksić Abaroa -empresario de renombre- estaba pescando, si le podía armar algo para comer. En 15 minutos improvisé una parrilla con cortezas de sauces y mimbres que había cerca del agua. Él no lo podía creer, me decía que estaba loco. En una vara clavé un costillar de cordero que había faenado yo mismo y en una hora y media estaba comiendo”.

A la hora de elegir un ingrediente fundamental para sus creaciones, el vecino de Nordelta está convencido de que no puede faltar el amor. “Esto es una verdad, no es un decir. Aunque esté enojado, si empiezo a cocinar, se terminó el problema -asegura-. Se apaga el cerebro y se activa el alma. Mi corazón está arriba de cada plato hecho por mí”.

Lucas Trigos es, además de cocinero, un sommelier reconocido en el país y en el mundo.

Lucas Trigos es, además de cocinero, un sommelier reconocido en el país y en el mundo.

El año pasado, Lucas decidió largar la cocina de un importante restaurante de la Bahía Grande de Nordelta y trabajar de manera más independiente.

“Cada tanto los cocineros necesitan saber contrastar. En esta industria hay muchos que se quejan de lo difícil y sufrido que es el trabajo. Yo la paso bárbaro, vibro cuando lo hago y disfruto», dice.

Y continúa: «Lo que sí es cierto es que el ritmo te agrega muchas responsabilidades y líos por minuto. Si bien no lo paso mal, es destructivo para la familia y la claridad mental. Cada dos años, más o menos, hay que frenar con el ritmo de las 16 ó 18 horas en la cocina porque tomar malas decisiones puede costar hasta el cierre de un restaurante”, explica quien hoy se dedica a dar cursos, organizar comidas de forma privada y diseña una línea de productos envasados.

Aunque lo tientan desde restaurantes del mundo, él decide quedarse en Argentina, aunque las condiciones de trabajo no sean las mejores. “Es el único país de Sudamérica que no valora a sus cocineros. No pagan el precio internacional y no diferencian roles básicos. Acá los proyectos gastronómicos no existen y si te contratan a vos, te pueden cambiar en cualquier momento por alguien que les trabaje por menos plata”.

​Seguramente en unos años volverá a estar al frente de un proyecto gastronómico importante, participando de programas de televisión, dando cursos o cocinando para alguna ocasión especial. Lo que es seguro es que Lucas Trigos seguirá brindando su corazón para que aquel que pruebe sus platos nunca lo olvide.

Pablo Soto: la Patagonia en un bocado

Fuente: Crónica ~  Referente gastronómico regional, lleva los sabores de La Patagonia al mundo. De norte a sur, de este a oeste. Hace más de 10 años predica la nueva tendencia mundial: volver al origen.

Pablo honra a La Patagonia desde la cocina y en cada bocado. Quiere que todos pasen, prueben y cuenten. Destacado a nivel internacional, prendió su fuego en la Plaza Mayor de Madrid en la Feria Internacional de Turismo. Desde Comodoro Invita, La Gran Gourmet de La Patagonia, CHUCARO (Chubut Cocina Argentina de Origen) y donde sea, el objetivo es claro. Hoy dirige
la gastronomía de Ele Multiespacio, nos sentamos en el restó y charlamos con él. La cocina es química, es alquimia, algunos dicen que también es magia

¿Cómo llegaste a ella?

En realidad me costó mucho tiempo denir mi vocación. Pasé por varias carreras, estudié medicina, abogacía, ingeniería, después radiología y me recibí -risas-.Siempre vi la gastronomía como un hobby pero al volver, empecé a estudiar en el ISGH. Al mes, comencé a trabajar en el Hotel Austral donde desarrollé prácticamente mi carrera. Me capacité en Buenos Aires en cuanto a técnicas trata el producto de la región. En el 2007 íbamos a buscar mejillones de cultivo a Camarones o truchas al Río Senguer. En ese momento ya trabajábamos con lo que ahora está de moda. Si no partimos de un buen producto es muy difícil llegar a un buen resultado en la mesa. En eso se basa mi gastronomía, obtener el mejor producto con técnicas y herramientas de primera tecnología. Trabajé 12 años en el Hotel Austral, pasé por todas las etapas. De a poco fui escalando hasta convertirme en Chef Ejecutivo. Participamos de varios torneos a nivel nacional y obtuvimos diferentes premios. Siempre midiéndonos con restaurantes de Buenos Aires como el del Four Seasons o del Hyatt.

¿Cómo se crea una receta?

Respetando y resaltando el producto. Yo creo que una receta no debe tener más de 4 o 5 ingredientes, si no estamos generando una confusión. Te doy un ejemplo, la receta del mejillón al vino blanco es mejillón, ajo, perejil y vino blanco. Lo que sobresale es el mejillón. Primero tenemos en cuenta la estacionalidad, productos de temporada en su mejor momento. No podemos pretender utilizar
palta todo el año cuando básicamente Argentina no produce nada, viene de afuera y no va a ser lo mejor. Así con todo. La cultura cuenta la historia de los pueblos, cultura también es gastronomía

¿Qué nos dice de La Patagonia?
Yo creo que es una gastronomía que se está formando pero que tiene bases muy sólidas. Si bien en Patagonia tenemos una diversidad de familias muy importante, ingleses, alemanes, galeses, españoles, pero todo eso ha dado una gastronomía que también está enfocado el producto. Mis abuelos tenían una huerta y de eso vivían. Patagonia en general tiene una impronta muy importante, lo salvaje. Hoy
hablamos del guanaco, de la liebre, de la trucha, son animales silvestres. El cordero si bien es introducido, sea cría al aire libre. Vamos a cualquier cosa, fruta Comodoro no es una ciudad turística entonces no le damos importancia. Estamos medio ojitos con ese tema.

Cocinaste en la Plaza Mayor de Madrid ¿Cómo fue representar a La Patagonia en la Feria Internacional de Turismo?

En principio no caíamos. Veníamos haciendo eventos con la Cámara Argentina de Turismo, con FEHGRA, representando a Chubut y de repente llegó esta convocatoria. Cocinamos en la embajada, en un teatro hicimos la recepción, nos tocó estar parados en el medio de la Plaza Mayor de España prendiendo fuego. Fue muy lindo. Siempre conociendo y aprendiendo, de eso se trata cualquier profesión. Fue una experiencia única y hemos llevado trucha del Lago Musters, langostinos, morillas, centollas, vieiras del Canal de Beagle, cordero, envasamos todo al vacío y guardamos. Por Patagonia no solo fui yo, fue Federico Fontán, el chef del Llao Llao, Lino Adillon de Ushuaia. En general estaban todos muy asombrados de lo silvestre, de la calidad. La mayoría de los langostinos que se comercializan en España son argentinos. Uno dice: “las gambas, las gambas”, las gambas son argentinas -risas-. Es el problema que tenemos, cuando queremos comprar, no hay porque la mayoría se va afuera y las pesqueras venden a precio dólar.

Las tendencias gastronómicas globales proponen volver al origen:
Ingredientes naturales, productores locales, mercados tradicionales, platos simples pero bien hechos ¿Qué cambió en el mundo?

Yo creo que se está más el tema de alimentarse mejor. Si consumo carne, quiero saber cómo está alimentada, si me va a hacer bien. Hoy se está criando ganado nuevamente en Argentina a pasto, como antes, la gente lo está viendo. Hoy estamos intentando volver a los orígenes a favor de una alimentación más sana. Generalmente en las recetas que hago no utilizo crema, productos que son
alimentarse mejor y buscar los vegetales de estación y segundo, con el costo de la mercadería. Ha mutado todo. Comodoro todavía cuesta, es la ciudad de: “Quiero un bife de chorizo gigante con un kg. de papas fritas al lado y si le pones huevos mejor” pero de a poco la gente lo va entendiendo y va buscando cosas nuevas. Se están animando, siempre con equilibrio. Ya uno no busca venir a un restaurant y darse una panzada, come más selecto, quiere pasarla bien, compartir con amigos.

Formás parte de CHUCARO (Chubut Cocina Argentina de Origen), una agrupación de chefs de la provincia que busca desarrollar una gastronomía especial…

Lo hicimos con Gustavo Rapetti, un chef de Puerto Madryn, y Daniel Ferrada, un chef de Mendoza pero que justamente estaba trabajando en Rada Tilly. Juntándonos con las mismas ideas, amigos en común, y un día dijimos: “¿Por qué no armamos una agrupación? Eso nos va a dar más peso, nos van a escuchar”.

Ahí nació CHUCHARO, nuestro símbolo es el guanaco. El guanaco es rebelde, si vos te acercás te escupe, se escapa, lo vimos por ese lado -risas-. Pudimos hacer un montón de actividades. Llevamos la gastronomía a Mar del Plata, a Buenos Aires, de a poquito se fueron sumando un montón de cocineros colegas. También hicimos una especie de CHUCHARO Patagonia con Mauricio Couly de Neuquén
que es uno de los maestros queseros, de los mejores del país. Federico Dominguez, Pablo Buzzo, cocineros que fuimos conociendo, todos alineados con trabaja con el pulpo colorado, con langostinos, hace sus patés. Hay cosas que no están bien, los productores necesitan apoyo.

¿Qué le falta a la gastronomía patagónica? ¿Qué le sobra?

El producto está, los cocineros están. Yo creo que le falta gente que venga, que aprecie y que transmita de boca en boca lo que se está haciendo. De a poco se va logrando, pero es un proceso lento. Todo el turista que viene queda encantado, en Bariloche, Puerto Madryn, Lago Puelo. Hay un montón de chefs que están enfocados en un objetivo: mostrar La Patagonia y sus productos de la mejor
manera. Lo importante es transmitir el valor de lo que hacemos, nuestra identidad. Nos falta mostrar, que nos vean y que entiendan lo que estamos haciendo. Falta el apoyo de los gobernantes para que esto suceda. Todos los que vivimos en Patagonia y conocemos sabemos que vivimos en el paraíso. Pablo sabe que hizo mucho pero que igual le queda mucho por hacer. Hace foco, está orgulloso y continúa su labor. Si querés pasar y probar, ya sabés dónde encontrarlo.

MINI BIO: Pablo Soto nació el 20 de agosto de 1973 en Comodoro Rivadavia. Cursó la Tecnicatura Superior en Gastronomía en el ISGH. Se especializó con Iwao Komiyama, Mauro Colagreco, Pablo Leiva, Alex Aguiló Muñoz, Antos Yaskowiak, Roberto Goñi y muchos más. Trabajó como Chef Ejecutivo en Austral Hotel, desarrolló la línea de sandwichería saludable en Del Viento. Se desempeñó como Asesor Gastronómico de la Asociación Hotelero Gastronómica de la Patagonia Central, del Festival Comodoro Invita, de La Gran Gourmet de La Patagonia. Capacitador Nacional de FEHGRA y propietario de
Molle Verde Gastronomía. Participó en numerosas ediciones del Torneo Nacional de Chefs, como jurado referente de Chubut en el concurso de Cocineros Argentinos y en el Torneo Federal de Chefs. Cofundador de CHUCARO (Chubut Cocina Argentina de Origen), representó a La Patagonia en el libro de cocina argentina de FEHGRA, en el Aniversario de la Cámara Argentina de Turismo en la
Casa Rosada y en la Feria Internacional de Turismo.

PING PON CON SARTÉN
Un plato para…
Preparar en 15 minutos: Penne rigate con salsa mediterránea.
Llevar a la playa: Sandwich de bondiola con barbacoa.
No cocinar: Pido pizza -risas-.
Tener siempre a mano: Arroz con huevos fritos.
Disfrutar un domingo en familia: Asado.
Mirar Netix: Papitas fritas.
Picnic: Hamburguesas, de una
Probar algo nuevo: Codornices.
Celebrar Patagonia: Curanto.

Los productos de nuestra tierra, de los grandes chefs a la mesa diaria

Fuente: Clarin ~ El ciclo Chefs & Foodies revalorizó la gastronomía patagónica. Los cocineros Christian Petersen y Pablo Buzzo insistieron en la importancia de conocer, probar y cocinar.

La diversidad de la cocina patagónica va desde la dulzura de una frambuesa al fino aroma de la lavanda, pasando por la provocadora textura del guanaco. Esos alimentos tan diferentes conforman una gastronomía regional, pero también pueden utilizarse en la cocina cotidiana.

Mostrarlos, presentarlos y enseñar a usarlos es uno de los objetivos de Chefs & Foodies, un ciclo de cocina gourmet que cumplió su segunda edición en San Martín de los Andes. En él, los chefs Christian Petersen y Pablo Buzzo dieron una clase de cocina para explicar cómo llevar a la mesa algunos de estos ingredientes que pueden sonar sofisticados, pero que son en realidad productos de nuestra tierra.

Cocineros. Petersen, Buzzo y el equipo de cocinero en Chefs & Foodies (Gentileza Chefs & Foodies / Sabor Natural)

Cocineros. Petersen, Buzzo y el equipo de cocinero en Chefs & Foodies (Gentileza Chefs & Foodies / Sabor Natural)

“Cuando compramos una manzana en la verdulería, sepamos que es del Valle”, planteó Buzzo. El cocinero, nacido en San Martín de los Andes, dueño en esa ciudad del restaurante Torino y con emprendimientos gastronómicos también en Buenos Aires, es un referente de la cocina patagónica y fue uno de los participantes de la última Feria Masticar. Y trae un tema que todos los chefs remarcan: la importancia en el consumidor de ser conciente de qué comemos y de dónde viene eso que comemos.

El público escucha la clase de los cocineros (Gentileza Chefs & Foodies / Sabor Natural)

El público escucha la clase de los cocineros (Gentileza Chefs & Foodies / Sabor Natural)

Comer bien y rico no implica usar cosas caras ni exoticas. Petersen cocinó un lomo de ciervo con dos salsas: una clásica humita del norte y una salsa romesco, una preparación hecha con pimientos y tomate que aseguró es un imbatible que combina con mil preparaciones. “Valoren todo lo que tienen cerca y tómense un rato para cocinar, aunque sea unos fideos con oliva y limón”, propuso el chef de “Los Petersen” al auditorio que escuchó la clase en el hotel Loi Suites de Chapelco.

La demostración, seguida por una degustación de platos, fue también la oportunidad para difundir los productos que produce en San Martín de los Andes Sabor Natural, el emprendimiento productivo de la ONG Puentes de Luz. Esta empresa social emplea a jóvenes con discapacidad, quienes cultivan de manera orgánica hierbas y frutas finas. Después, preparan artesanalmente blends de aromáticas, dulces y mermeladas, que comercializan para generar más recursos con los cuales brindar asistencia a chicos con discapacidades severas.

El trabajo artesanal con las aromáticas en la ONG (Gentileza Chefs & Foodies / Sabor Natural)

El trabajo artesanal con las aromáticas en la ONG (Gentileza Chefs & Foodies / Sabor Natural)

Petersen y Buzzo usaron estos condimentos para sus preparaciones. El chef de Torino eligió un lomo de guanaco, acompañado por un pesto de hierbas, láminas de zucchini y un toque de frutas rojas en puré de manzanas. La carne de guanaco asoma como una de las nuevas tendencias foodies. Este año, por primera vez, el Senasa autorizó la exportación de este producto de la Patagonia. Este animal, que antes estaba relegado, está llegando a las mesas de los restaurantes con una carne muy particular, de textura fibrosa, y versátil a la vez para su cocción.

La carne de guanaco, una de las nuevas tendencias foodies (Gentileza Chefs & Foodies / Sabor Natural)

La carne de guanaco, una de las nuevas tendencias foodies (Gentileza Chefs & Foodies / Sabor Natural)

Pero Buzzo insistió en que no hay que quedarse en productos o recetas rebuscadas: los cocineros buscaron ser una inspiración para cambiar la cocina de todos los días. “La cocina no tiene porque ser complicada. Cocinen, diviértanse al cocinar, usen todo lo que tengan a mano en su heladera, den vía libre a su imaginación”, exhortó el cocinero. Y, en esta misma línea, también sugirió emplear todo lo que tenemos en la alacena. “Las hierbas y condimentos hay que usarlos”, recordó.

Chefs a cuatro manos, una tendencia que va de restaurantes top al fast food

Fuente: Clarín ~ Cada vez más cocineros invitan a otros a combinar sus platos en un menú especial. En algunos casos hasta vienen del exterior

Es como un concierto de rock. El público va a ver al rockstar. No a uno, sino a dos. El espectáculo pasa, justamente, por ese dueto que no se hace sobre el escenario, sino entre los fuegos. Las comidas a cuatro manos ya son parte de la movida gastronómica local. La agenda se pauta, en algunos casos, con meses de anticipación e invitados del exterior, estrellas entre las estrellas.

La tendencia, global, se consolidó en el último tiempo. La impulsaron restaurantes de altísima gama, pero hoy hasta se arman pop ups en hamburgueserías.

Este es el caso de Williamsburg, que recibió entre otros a Narda Lepes para cocinar hamburguesas. “Tenemos un producto gourmet, pero la idea es probarnos en un nivel superior para nosotros. Y es interesante para nuestros clientes, el evento en sí es una experiencia distinta”, dice su dueño, Alejo Pérez Zarlenga. Otro local del formato fast food que también se sumó es Diggs. En este caso, el modelo que eligieron es el un “duelo” entre cocineros invitados. “Como nuestro concepto es comida callejera, nació medio en serio, medio en broma el Street Food Fighter: dos cocineros se enfrentan creando un plato”, explica el chef Dante Franco. Así, “batallaron”, entre otros, Ximena Sáenz y Julieta Caruso, y Cook Van Oyen y Alejandro Feraud. ¿Las armas? Desde un meatball sandwich a un takoyaki, bocaditos de pulpo japoneses.

En el centro Dante Franco, chef de Diggs. A la derecha Cook Van Oyen y a la izquierda Alejandro Feraud, protagonistas de un Street Food Fighter (Gentileza Diggs)

En el centro Dante Franco, chef de Diggs. A la derecha Cook Van Oyen y a la izquierda Alejandro Feraud, protagonistas de un Street Food Fighter (Gentileza Diggs)

Narda Lepes, invitada a la hamburguesería Williamsburg (Gentileza Williamsburg)

Narda Lepes, invitada a la hamburguesería Williamsburg (Gentileza Williamsburg)

Justamente Feraud es uno de los que más invita a cocinar a su restaurante Alo’s, de La Horqueta, y a Bestia, el que tiene en San Isidro con Nacho Trotta y Alex Luchetti. En los encuentros en ambos pasaron Mariana Muller desde Bariloche, Javier Rodríguez del cordobés El Papagayo y Dante Liporace. “Es un espacio para el crecimiento profesional de cada integrante y un lugar donde se exige la motivación y se aplica el profesionalismo. Cuando convocamos a otros cocineros, abrimos la puerta al crecimiento de todo el equipo”, analiza Feraud.

Alejandro Feraud (derecha) en su restaurante, también él con un invitado, Gonzalo Aramburu (Gentileza Alo's)

Alejandro Feraud (derecha) en su restaurante, también él con un invitado, Gonzalo Aramburu (Gentileza Alo’s)

Detalles. Los menús a cuatro manos contemplan platos de los dos chefs (Gentileza Alo's)

Detalles. Los menús a cuatro manos contemplan platos de los dos chefs (Gentileza Alo’s)

Germán Martitegui coincide. Para su brigada, estos encuentros “son como un viaje y un mimo” porque “admiran al cocinero y invitado y tenerlo presente en la cocina, escucharlo y verlo en acción, es un sueño hecho realidad”. En Tegui cocinaron, por ejemplo, Gastón Acurio, considerado el cocinero más influyente de Latinoamérica, y el indio Gaggan Anand, que tiene el 8° mejor restaurante de todo el mundo.

Gastón Acurio y German Martitegui, en Chila (Germán García Adrasti)

Gastón Acurio y German Martitegui, en Chila (Germán García Adrasti)

Uno de los platos de la cena de Germán Martitegui y Gastón Acurio en Tegui (José Pereyra Lucena / Gentileza Tegui)

Uno de los platos de la cena de Germán Martitegui y Gastón Acurio en Tegui (José Pereyra Lucena / Gentileza Tegui)

En estos casos, para el comensal estos intercambios son también la posibilidad de probar una cocina diferente. “Tenemos muchos habitués que están atentos. Estas ocasiones son ideales para volver a sorprenderlos con una nueva apuesta”, dice Diego Irato de Sofitel La Reserva Cardales, que recibió entre otros a Osvaldo Gross y Liporace. Porque hay cruces de cocineros: el cordobés Rodríguez también estuvo cocinando en los restaurantes de Gonzalo Aramburu, otro chef que suele llevar adelante estas propuestas, al igual que Pablo Massey en su Panadería de Olivos y Rodrigo Castilla en Las Pizarras.

El pastelero Osvaldo Gross cocinó con Diego Irato, chef de Sofitel La Reserva Cardales (Gentileza Sofitel)

El pastelero Osvaldo Gross cocinó con Diego Irato, chef de Sofitel La Reserva Cardales (Gentileza Sofitel)

Los invitados por lo general no cobran. Y, en estos menús por pasos, la afinidad entre los cocineros se traduce, de un modo más o menos sutil, en lo que llega a la mesa. Por lo general, desde el primer contacto, se genera un ida y vuelta de mails que puede llevar varios meses para terminar de definir el menú, pero, coinciden todos, el “residente” deja elegir al “visitante” para que se luzca. Cuando vienen chefs del exterior, se trata de conseguir aquí los productos frescos que más se asemejen a los que ellos utilizan y muchas veces traen ellos sus condimentos y alguna que otra cosita. Ha pasado alguna vez que la Aduana le decomisó la valija a un prestigiosísimo chef extranjero y hubo que rearmar el menú de la noche en menos de 12 horas.

Para el restaurante estos intercambios son también una acción de marketing, y hay quienes dicen se tienen en cuenta por los rankings internacionales a la hora de puntuar. Desde la visión del empresario gastronómico, Andrés Porcel, dueño de Chila –que reunió a su chef ejecutivo, Pedro Bargero, con pesos pesados como Mauro Colagreco y “Micha” Tsumura– dice que él no lo hace por ningún ranking sino por otras tres razones.

El chef peruano Mitsuharu "Micha" Tsumura (adelante) con Pedro Bargero (izquierda) y Andrés Porcel (derecha) (Gentileza Chila)

El chef peruano Mitsuharu «Micha» Tsumura (adelante) con Pedro Bargero (izquierda) y Andrés Porcel (derecha) (Gentileza Chila)

“Primero, que venga un chef de afuera es enriquecedor porque trae ideas y productos. Segundo, parte de la experiencia es compartirla con periodistas, cocineros y clientes. Tercero, hay cosas que hago yo, asumiendo costos y que ni pasan por los auspiciantes, porque es un mimo que me hago para mí y mi restaurante”. Porcel concede que es una tendencia ya consolidada. Y que, por eso, está viendo qué vuelta le dan a su ciclo Encuentros el nuevo año. Porque la gastronomía está siempre en acción, y quizás en breve las cuatro manos sean otra cosa.

Murió Choly Berreteaga, una de las pioneras de la cocina en la TV

Fuente: Clarín ~ Fue una de las cocineras más emblemáticas de la Argentina. Editó más de 50 libros y trabajó en televisión desde la década del 60. Fue una de las cocineras más emblemáticas de la Argentina.

Editó más de 50 libros y trabajó en televisión desde la década del 60. Choly Berreteaga llegó con sus recetas fáciles a miles de hogares. Falleció este miércoles a los 91 años.

Su documento decía María Esther Brañeiro, pero todo el mundo la conocía como Choly. Nació en Galicia el 9 de octubre de 1927, pero vivió desde muy chica en Argentina, en Castelar, su lugar en el mundo.

Choly en la cocina de su casa en Castelar (EFE)

Choly tuvo tres hijos. Fue profesora de piano, francés y gastronomía, pero una participación en un segmento para cocineros no profesionales en «Buenas tardes, mucho gusto», uno de los programas míticos de la TV argentina, le cambió la vida. El ciclo tenía un segmento que se llamaba «Hoy colabora usted». Choly mandó una carta para participar: allí fue, cocinó y terminó incorporándose al staff del programa, al igual que ocurrió con el médico Alberto Cormillot.

Berreteaga también trabajó como cocinera en diversos emprendimientos gastronómicos, pero fue la TV el lugar donde hizo su carrera. Desde ese debut televisivo en 1963, no paró. En «Buenas tardes, mucho gusto» se volvió muy amiga de Doña Petrona, quien le heredó secretos e incluso algunos trabajos.

Choly, comprando en su barrio, en 2002 (Archivo)

En los 80, se convirtió en una de las figuras más destacadas de Utilísima. Siguió cocinando en cable, cuando se creó la señal Utilísima Satelital en los 90, y continuó en el canal cuando se reconvirtió en Fox Life. Cocinó frente las cámaras hasta los 86 años y se despidió en un ciclo que se llamó «50 años junto a Choly».

En medio siglo en la TV, el sello de Berreteaga fueron las recetas ricas y simples de resolver. Esa expresión que se convirtió en su marca, «Cocina fácil», fue el título de su programa en Utilísima y también el eje de su libro más popular: «Cocina fácil para la mujer moderna», que publicó en 1976. Fue un best seller: desde entonces, y con varias reediciones, lleva vendidos más de un millón y medio de ejemplares.

Tanto frente a las cámaras como frente a las teclas, Berreteaga era muy prolífica: escribió más de 50 libros. La mayoría de ellos los hizo junto con su nieta, la periodista Paulina Maldonado. «Cada vez que terminábamos un libro, dábamos una vuelta olímpica», recuerda Maldonado, que comenzó a colaborar con su abuela a los 16 años.

Berreteaga con tapas de revistas que la tuvieron como protagonistas (EFE)

Berreteaga con tapas de revistas que la tuvieron como protagonistas (EFE)

Ella remarca que Choly «fue una mujer muy moderna que trazó mucho para todas las que vinimos después». Súper activa y vital, su último libro, «Cocina antidelivery», lo publicó hace sólo tres años. Homenajeaba a los que quería con sus platos, pero también con otra de sus pasiones: el tejido. Adoraba tejer mantas de patchwork, que daba como un regalo especial.

También se vinculó con cocineros jóvenes, como Narda Lepes, con quien tenía, cuenta Maldonado, una muy buena relación. Y enseñó a cocinar a varias generaciones. «Estoy convencida de que la cocina es un verdadero acto de amor. Aunque sean unos fideos con aceite o una torta que sale medio torcida… Siempre es mejor que comprar algo hecho, porque está hecho con cariño», decía en julio de 2010 en una nota en Clarín.

Choly, en su casa de Castelar (Archivo)

Según su nieta, Choly vivió intensamente. El martes por la noche, en su casa, se descompensó y la trasladaron a la clínica Bazterrica, donde murió este miércoles. Tendrá un velatorio íntimo, en su Castelar. Y permanecerá en el recuerdo de todos aquellos a los que les enseñó una técnica, una receta, un plato, haciendo fácil la cocina.

La experiencia de comer en un pasillo de 1870 sin elegir menú

Fuente: La Nación ~  La tonada santiagueña lo sigue por el mundo. A los 36 años, Javier Rodríguez, abogado (con título sin uso) y chef, recorrió el mundo cocinando en los mejores restaurantes hasta que hace cuatro años regresó a Córdoba y abrió El Papagayo, un restaurante «distinto», no sólo porque funciona en un pasillo de 2,30 metros de ancho sino que el comensal no sabe qué comerá. El menú cambia a diario y es de degustación.

Rodríguez fue el único chef del interior convocado para cocinar para el G20; se prepara para empezar a grabar una serie de Netflix y en 2018 llevó sus platos a Islandia , Nueva York , España , Bangkok , México , Singapur y Punta del Este . Da clases, hace consultoría y, cada mañana -con su equipodiseña el menú del día.

Con espacio para 34 comensales (diez en una sola mesa en el primer piso), la propuesta es furor desde que comenzó en este edificio, un pasillo de servidumbres que data de 1870 y que todavía conserva una de las paredes originales. En 2010 funcionó por un año en un hotel; fue durante unas vacaciones de Rodríguez en Argentina pero cerró cuando se fue, por otros cinco años, a Asia.

En 2015 el restaurante fue elegido como uno de los 13 mejor diseñados del mundo por Dwell, portal de arquitectura y diseño de San Francisco (Estados Unidos). Un arquitecto cordobés, Ernesto Bedmar -radicado y muy valorado en Singapur; sin obras en Latinoamérica- le ofreció a Rodríguez el pasillo con la idea de que instalara allí su oficina, pero terminó habiendo mesas y fuegos.

El lugar tiene 2,30 metros de ancho por 37 metros de largo y su altura permitió jugar con un techo de vidrio y un colgante de 1500 piezas de cerámica, el más grande de la región, elaborado por el artista Santiago Leda, el mismo que hace la vajilla del restaurante. La idea era cambiar la obra cada año, pero terminó quedándose. Hay una tonelada de cerámicas que cae desde un cielo de cristal.

El 2018 fue el primero en 15 años que Rodríguez no hizo una pasantía en algunos de los mejores restaurantes del mundo; dice que todo el tiempo aprende. En su carrera -realizada por más de una década en el exteriorpasó, entre otros sitios, por Nómade, la propuesta top de Dinamarca y por el multi premiado Tetsuya’s en Sydney ( Australia ).

Asegura a LA NACION que el factor clave de El Papagayo es la toma de riesgo: «Tener sólo menú de degustación es apelar a la confianza, a la complicidad del cliente, a que tenga su mente abierta. Es muy complejo hacerlo porque todos los días se empieza de cero, viendo lo que tenemos y lo que nos ofrecen nuestros proveedores. Es difícil pero es divertido, hace que siempre estemos activos».

Además del menú, el riesgo es poner en marcha esta propuesta en Córdoba (sólo hay unos pocos restaurantes con este modelo en la Ciudad de Buenos Aires). «Los primeros años fueron muy arduos, ahora es más simple. Nos conocemos, convocamos a proveedores por las redes y nos llegan propuestas de quienes quieren trabajar con nosotros. Es un compromiso de las dos partes y con el cliente».

Sin papeles

Le propusieron hacer un libro de recetas de El Papagayo pero no puede «porque no existen; no hay nada escrito». Todo se trata de probar y de determinar cuán «delicioso» es un plato. «Tiene que serlo tanto como para servirlo; no alcanza con que sea rico. Nuestro menú se focaliza en el producto y en las combinaciones».

Rodríguez busca desafíos permanentes tanto en sus platos -«igual, apuntamos al equilibrio, no siempre estamos al borde»- como en la forma en que gestiona el restaurante. En 2018 trajo durante un mes al cordobés Mauro Giovannini, una estrella Michelin en España; llegó con su equipo completo y cocinó todos los días en Córdoba.

«Me pone mucha presión cuando los comensales son conocedores; es lo mejor. Disfruto de cocinar y no quiero relegar esa pasión por la consultoría». Hace un año, inauguró Standart 69 en barrio Guemes («el Soho cordobés»); el número es el de la dirección de El Papagayo, un giño a los habitués: «Ofrecemos la misma calidad pero con platos a elegir». El 30% de sus clientes es turismo y el 40% viene más de una vez al mes. «Las cosas bien hechas se eligen y resultan».

Cocina de precisión: platos diseñados con el propio ADN

Fuente: Clarín ~ El médico genetista Jorge Dotto y el chef Mauro Colagreco crearon el primer menú de la historia basado en el ADN humano. Es probable que desde marzo se pueda vivir esta increíble experiencia en el restaurante Mirazur, de la Costa Azul francesa.

Dos argentinos están haciendo historia. Aunque parezca la sinopsis de alguna serie de la plataforma Netflix o un cliché de frases rutinarias que se ven en los medios, está sucediendo en este momento. Los meticulosos estudios del director del Registro Nacional de datos genéticos en el Ministerio de Justicia de la Nación, Jorge Dotto, socio cofundador de The Gen Company, de Green Genetics, se cruzaron con el talento del cocinero Mauro Colagreco, ya condecorado con dos estrellas Michelin por su restaurante Mirazur en Mentón, Francia. La combinación de sus saberes resultó, digamos, explosiva: han dado un paso más allá de la gastronomía convencional. Una vuelta de página donde muestran que “no todo está dicho” en materia culinaria. Con tan sólo una muestra de ADN, obtenida por un hisopado bucal de treinta segundos, Dotto y Colagreco lograron crear un menú único, especial para la genética de cada persona. Ni a los grandes maestros de la ciencia ficción de les hubiese ocurrido. A ellos, sí.

Mauro Colagreco junto al Dr. Dotto, en el la presentación de "Cocina de precisión"

Mauro Colagreco junto al Dr. Dotto, en el la presentación de «Cocina de precisión»

La idea surgió cuando Mauro se hizo una serie de estudios genéticos focalizados en la medicina de precisión y advirtió que, tomando una muestra de ADN con un hisopado, se obtienen devoluciones de aspectos nutricionales, médicos, de prevención y demás. Así fue como, entre charla y charla, se fue gestando “Cocina de precisión”, un menú que toma como base ciertas características nutricionales del ADN; por ejemplo: si se es intolerante a la lactosa, si se tienen vitaminas bajas, cómo reacciona el organismo a las grasas buenas y tanta otra información calificada. A estas características se les puede agregar cuál es la predilección de los gustos y sabores de los futuros comensales. “Con el ADN se puede ver si a una persona es hipersensible a la sal, si le gusta más el sabor dulce, el amargo, el umami…” El genetista sale al paso de la curiosidad periodística y nos cuenta de qué se trata: al umami lo denominan “quinto sabor”, ya que reúne todos los sabores en un mismo producto.

Mauro cuenta a Clarín que nunca imaginó hacer lo que están haciendo: captar el ADN gustativo de cada persona y así construir un menú súper personalizado.

Desde mayo, trabajaron el cocinero y médico, codo a codo. Y el pasado 29 de noviembre se realizó el lanzamiento en el Pop up de Mirazur, en el Hotel Eurobuilding de Madrid, muy cerca del Estadio Santiago Bernabéu, donde River tocó el cielo de América con las manos frente a su histórico rival boquense. Allí, diez destacados periodistas gastronómicos de España y Europa se sometieron a un hisopado previo y Mauro, con los resultados de los ADN de cada participante, diseñó un menú de cinco pasos a medida de los gustos y necesidades acompañado por vinos de la empresa española González Byass. Cada participante comió platos con los productos que le hacían bien a su cuerpo y sintonizaban con sus apetitos. Todas las preparaciones eran diferentes. “Fue una experiencia súper enriquecedora, reveer nuestra manera de trabajo acorde a las necesidades de los resultados del ADN resultó algo totalmente nuevo para nosotros. Es una vía súper interesante, para seguir investigando. Una vía científica que nos puede ayudar a los cocineros a entender muchas cosas, y a tener una gastronomía personalizada, una cocina de precisión”, explicó en la presentación Colagreco y agregó: “Estamos en el 1.0 de este proyecto, como le gusta decir a Dotto. Espero que haya muchos más”.

Almuerzo ADN, presentación de Colagreco y Jorge Dotto en Madrid.

Almuerzo ADN, presentación de Colagreco y Jorge Dotto en Madrid.

“Los periodistas se asombraban de cómo podíamos saber si les gustaba más lo dulce que lo salado. Incluso a una participante le detectamos que era intolerante a la lactosa y ella no lo sabía. Por supuesto,Colagreco ideó un menú sin productos lácteos para ella. No sólo comió su menú a medida, sino que aparte la diagnosticamos”, comentó Dotto a Clarín y manifestó la alegría de haber sido dos argentinos contemporáneos los que hayan logrado este hito mundial en la gastronomía. “Vamos a un mundo personalizado, hasta la publicidad cuando uno navega en Internet está personalizada, en base a tus búsquedas. La medicina va hacia ese lado, la gastronomía ahora también”, afirma el genetista.

Para que la “Cocina de precisión” se pueda llevar a cabo trabajan al menos unas cincuenta personas, desde que traducen la información en un informe y éste llega a la cocina de Mirazur, donde todo el gran equipo de cocineros trabaja unos quince días hasta lograr la perfección del plato. El ADN es la información más sensible y profunda que tiene una persona, y los cocineros se lo toman muy en serio.

Uno de los platos basados en ADN humano. (Eduardo Torres)

Uno de los platos basados en ADN humano. (Eduardo Torres)

La idea es que Mirazur lo lance desde marzo, y se convierta en el primer restó en el mundo en comer un menú basado en el ADN de los clientes. Se están barajando los últimos detalles, y es probable, que en la etapa inicial sea sólo se sirva para grupos privados. Antes de ir al restaurante, a los participantes se les enviará el hisopo (se puede hacer la prueba uno mismo) y el único requisito es que se debe tener treinta minutos sin actividad en la boca. Esto es, sin comer ni tomar nada, ni siquiera masticar chicle. Luego de la experiencia, los clientes se llevan el informe y la panza llena.

“Este producto lo desarrollamos con Colagreco, mi objetivo es que Mauro lo lance en Mirazur. Hay un interés de democratizar este producto y expandirlo a otros lugares. Que la gente pueda ir al supermercado y comprar determinados productos que sabe que le gustan y le hacen bien. Que esto termine siendo algo estándar. Todavía se ve lejano, pero no, esto es hoy”, concluye Dotto.

¿Estaremos ante una incipiente tendencia, habremos empezado a transitar una gastronomía basada en la demanda antes que en la oferta? ¿Los artistas de la cocina deberán someterse de a poco a la biología de sus comensales? Y algo no menos importante: con este hallazgo, ¿se viene la tercera estrella Michelin para Mirazur, el restó del consagrado Colagreco?

Narda Lepes: «No me gustan los nichos de emprendedores»

Fuente: Cronista ~ Después de 17 años, volvió a abrir su propio restaurante, que con sólo un año de vida fue incluido en los Latin America’s 50 Best 2018. Segundo capítulo de Clase Foodie, el ciclo de entrevistas audiovisuales de Clase Ejecutiva.

Es una de las referentes de la nueva era de la cocina argentina. Forjó una carrera basada en programas de televisión y asesoría de empresas gastronómicas. Hace un año abrió Narda Comedor, que fue incluido en los Latin America’s 50 Best 2018. Ahora, su militancia por la alimentación saludable apunta contra el lobby de la industria de comida para niños. Por eso, fue la elegida para protagonizar este segundo capítulo de Clase Foodie, el ciclo de entrevistas audiovisuales a grandes referentes y talentos emergentes de la gastronomía, la enología, la coctelería y expresiones afines del universo sibarita.

Lejos de ser un restaurante sofisticado, el espacio que la cocinera Narda Lepes abrió en el Bajo Belgrano -diseñado por el arquitecto Horacio Gallo-, es un refugio de las distracciones. El objetivo aquí es uno solo: enfocarse en la comida. “Comé bien”. “Comé en estación”.

“Tomá agua”. “Probá cosas nuevas”, se puede ver escrito en el local, conceptos alrededor de los cuales gira la propuesta que desembarcó hace solo un año en la calle Sucre. “Con la apertura en 2017, la chef Narda Lepes quiso mostrar a sus compatriotas cómo se ve una dieta saludable, al mismo tiempo que demuestra que puede deleitar al paladar tanto como al estómago”, resumieron los jueces del Latin America’s 50 Best a la hora de rankearla en el puesto 46°.

Emprendedora precoz, a fines de los ‘90 estuvo al frente de la cocina en los restaurantes La Corte, Ono y Club Zen, que cerraron en 2001. Pero 17 años después decidió volver a apostar por abrir un lugar propio. «Ahora sentía que tengo un mejor mapa de cómo armar un restaurante para que sea un lugar al que yo iría, que me guste mostrar y que sea comercialmente viable. Porque podés poner un lugar divino, pero si no es comercialmente viable tenés que hacer otra cosa para vivir. Y prefiero hacer que las cosas que hago funcionen comercialmente para, en el tiempo que me queda, hacer otras que me gustan y que no son comerciales», explica Lepes.

Inquieta y multifacética, se resiste a definirse con el concepto de emprendedor que circula hoy. «No me gustan mucho los nichos de emprendedores porque muchas veces vas, los escuchás… Y son personas que ya eran millonarias. Te cuentan que empezaron a hacer algo en el garage del edificio, que resulta que fue construido por su papá y les dio la planta baja. ¡Gordi, eso no es empezar en un garage y eso no es ser emprendedor!», explica. «Sí me identifico con el término emprendedora en cuanto a que siempre me gustó hacer y probar cosas nuevas, y tengo una cabeza que piensa los negocios desde otro lugar. Creo que en lo que más me especializo es en solucionar problemas, de empresas sobre todo. Tengo una forma creativa de solucionar problemas: a la larga, después de trabajar mucho en eso, es a lo que me dedico porque me fui haciendo buena», agrega.

Militancia por la buena alimentación

Referente de su generación, Narda Lepes construyó su identidad combinando lo popular y lo sofisticado. Su estilo directo, informal y con humor la volvió una figura cercana, que habla sin cassette, primero con los gestos y después con palabras que no mide demasiado pero que se vuelven firmes cuando se trata de temas que domina. Mujer de opiniones fuertes, no suele pasar desapercibida, así sea por su postura a favor de la legalización del aborto en la mesa de Mirtha Legrand o por sus consejos de cocina saludable en las redes sociales. “Tengo que dar mensajes a prueba de balas. No mensajes de Miss Mundo, que es lo que trato de no hacer nunca”, afirma. Y deja en claro que la comunicación es uno de los temas que más la ocupan

El chef “cordobés” del G20: “Con Juliana Awada trabajamos en todos los detalles”

Fuente: LV ~ Desde hace unos tres meses, Javier Rodríguez sumó a la habitual labor de gestionar sus dos restaurantes en Córdoba y su estudio de asesoría gastronómica tareas atípicas: viajes a la Quinta de Olivos para trabajar, con Juliana Awada, en la organización de uno de los almuerzos de la cumbre del G-20.

Es el único de los cinco chefs convocados para la cumbre –todos grandes nombres, como Francis Mallamann- que tiene base en el interior del país. Y al almuerzo “atípico” que le toca servir para los 20 cónyuges de los jefes de Estado que llegarán al país lo preparará con dos colegas que son sus amigos: Fernando Trocca y Guido Tassi.

Este santiagueño radicado en Córdoba es, para muchos, el mejor chef local y uno de los más talentosos del país. Creó aquí El Papagayo, un restaurante de 32 cubiertos que elevó el estándar de la plaza gastronómica y mereció reseñas en medios internacionales de primer nivel.

Más tarde sumó Standar 69, una segunda propuesta con 100 cubiertos que, en sintonía con su actitud nada elitista, propuso acercar a un público más amplio una experiencia gastronómica única. Ambos funcionan con éxito.

Con su experiencia internacional, Javier ya ha cocinado para personalidades y resuelto comidas de alta complejidad. Sin embargo, asegura que la experiencia del G20 es única:

“He cocinado mucho en otros países para gente importante, pero hacerlo para los conyuges de las 20 personas más poderosas del mundo es algo único. La comida que vamos a preparar no es nada compleja, porque así se nos solicitó, pero toda la organización y el operativo de seguridad son impresionantes. Esto viene siendo una gran experiencia.”

–Entraste un grupo selectísimo, ¿cómo te convocaron?  

–La primera dama, Juliana Awada, llamó a Fernando Trocca. Y él propuso preparar el almuerzo conmigo y Guido. Eso hace la experiencia aún más agradable: cocinar con amigos.

– ¿Qué tienen que hacer?

– Vamos a preparar un almuerzo para los 20 acompañantes de los jefes de Estado del G20, los cónyuges. Será el sábado, en el Museo Malba, y Juliana Awada es la anfitriona. El espíritu es distendido, muy relajado, al término de una recorrida por el museo. Ella nos pidió comida simple, con ingredientes de estación, porque para entonces ya habrán tenido cenas y almuerzos más fuertes. El día anterior comen un asado preparado por Mallmann.

– ¿Trabajaste con Juliana Awada en la organización?

– Sí, nos reunimos los tres chef con ella varias veces a charlar el menú, y luego también entre nosotros. Ella es una persona muy amable y muy simple, tomábamos un café y hablábamos de los platos, de lo que quería. Con ella hice además la vajilla del almuerzo.

– ¿Vos diseñaste la vajilla?

– La hice diseñar con el artista Santiago Lena, otro cordobés por adopción como yo (autor de la vajilla de El Papagayo). Fue hecha a mano. En el proceso, yo le llevaba muestras a la primera dama y ella supervisó todos los detalles, me indicada si el esmalte debía ser más opaco, etcétera.

– Sé que hay muchísimas restricciones de seguridad, ¿pero qué podés contar del almuerzo? 

– Puedo decir que es un menú liviano, en base a pescado y vegetales orgánicos de estación. Muchos vienen de la huerta de la Quinta de Olivos y otros son productos regionales de distintas partes del país, como los vinos; que proceden de tres provincias. Todos los alimentos serán probados antes de que lleguen a los comensales.

– ¿Tuviste muchas exigencias relacionadas a cada comensal? 

– Para nada, ninguna exigencia extraña. Sólo, por supuesto, indicaciones relacionadas a las distintas dietas determinadas por temas de religión, culturales, alergias, etcétera.

– ¿Cocinan en el museo?

– El Malba tiene un restaurante muy lindo, Ninina (foto de arriba), con una cocina espectacular que vamos a usar. También tenemos que cocinar para la gente involucrada en el operativo de seguridad, mucho más de una centena de personas.

– ¿Ustedes como chefs hablarán a los comensales sobre el menú? 

– No está previsto aún, pero es probable que en algún momento tengamos alguna participación. Veremos.

– Más allá del aprendizaje, ¿creés que esta experiencia puede abrirte nuevas oportunidades? 

– No se si puede abrir otras oportunidades, difícilmente se repita. Seguramente sí me dará más visibilidad, por la cobertura. Y va a ser una experiencia lindísima la del sábado.

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