Fuente: Clarín – Viernes, 18.45, restaurante Mishiguene, Palermo Chico. En una helada tarde invernal, el clima dentro del local es cálido. Luces tenues, música ambiente, mesas y sillas prolijamente dispuestas. Las paredes rebosan de fotografías. La colorida barra reluce; la cava con las etiquetas de vinos, también. Al fondo, la cocina a la vista espera la orden de largada.
Faltan unos minutos para dar comienzo a la función y hay reunión de personal. Se repasan las listas de reservas, los platos destacados, los vinos y los tragos a ofrecer. Al final, sobresale la voz del chef Tomás Kalika cuando dice “buen servicio”. Cada uno regresa a sus puestos y a las 19 en punto se abren las puertas para los primeros comensales.
En una mesa sobre la ventana de la calle Lafinur, Tomás se sienta. Ofrece agua, café y se predispone a la charla, con un ojo puesto en lo que sucede alrededor. Atento, concentrado en las respuestas, pero sin perder detalle de los clientes y el personal.
Sus comienzos como cocinero se dieron, podría decirse, por casualidad o necesidad. “A diferencia de lo que otros cocineros pueden llegar a decir, que fue por la cocina de la abuela, no fue mi caso.
A los 16 años me fui a vivir a Israel y a los 18, buscando trabajo en Jerusalén, entro como lavacopas a un restaurante de una estrella de la cocina israelí. Y tuve la fortuna de enamorarme del oficio. Ahí me dieron el lugar de aprendiz, pude ir incorporando conceptos y me fui haciendo con el oficio.
Creo que esto sucede en la gran mayoría de las profesiones: la repetición hace al experto; cuanto más repetís el proceso, vas encontrando la perfección. Yo me convertí en cocinero como resultado de esa repetición.”Tomás Kalika en su restaurante Mishiguene. / Juano Tessone
Cuando regresó al país, probó suerte con algunos emprendimientos gastronómicos hasta que surgió la idea de crear un restaurante de cocina judía de alta gastronomía. Así nació Mishiguene, que significa “loco” en idish y que en octubre cumple diez años.
“Con mi socio Javier Ickowicz nos dijimos que era llamativo que en una ciudad como Buenos Aires, en un país como la Argentina, donde está una de las colectividades judías más grandes del mundo, no hubiera un restaurante de cocina judía.
Antes de Mishiguene tenías que ir a una casa judía para probar la cocina judía. No había un restaurante y fue la oportunidad comercial de hacerlo de un modo nuevo, distinto. Y Mishiguene nos terminó sorprendiendo.”
Mano a mano con Tomás Kalika
-¿Cómo definirías a la cocina judía?
-Es una pregunta interesante, porque yo viajo, participo de congresos y empiezo mis presentaciones diciendo que la cocina judía es el mapa culinario más grande del mundo. Eso a oídos de un italiano, un mexicano, un japonés, un francés, un chino, que tienen grandes cocinas, puede ser un sacrilegio.
La cocina japonesa, de la cual soy admirador, habla de lo que sucede en Japón, en su territorio. Es una cultura milenaria. En la cocina judía no estás hablando de un territorio, estás hablando de lo que fue migrando a lo largo y ancho del mundo desde los comienzos de los tiempos, llevando consigo ingredientes y tradiciones. Pastrón, uno de los platos clásicos de Mishiguene. / Gentileza
Los judíos escapamos de España de la Inquisición y uno de los principales lugares a los que fuimos fue al sur de Italia; la región de la Puglia italiana tiene una base de cocina judía sefaradí.
Ahí llevamos la berenjena, que a su vez la habíamos recibido de los árabes en la época del Califato. Y la berenjena es uno de los ingredientes de la cocina italiana.
La cocina judía de Etiopía no tiene nada que ver con la de Dinamarca o la de Polonia. Por eso digo que la cocina judía es el mapa culinario más grande del mundo. No habla de un territorio sino de un pueblo. Es impactante el título pero es así.
-Entonces Mishiguene es una cocina de inmigrantes que apela a lo emocional.
-Considero a la cocina un arte, y cómo separar el arte de la emoción. Con el cocinar vamos hasta lo más profundo. Lo que sucede desde el momento de sacrificar un animal, transformarlo en alimento. Cuando llega a una mesa es artístico. Hay una puesta en escena y no se puede separar de lo que genera en nosotros a través de nuestra memoria emotiva.
Cada uno de los seres humanos que componemos este planeta tenemos alimentos vinculados a nuestras emociones: cuando tu mamá te preparaba tal plato, aromas relacionados a lugares, cuestiones específicas de tu infancia. La cocina es un mundo de emociones, si no tiene emoción pasa a ser algo mecánico, animal.Muhammara, uno de los platos de Mishiguene. / Gentileza
-Después de diez años de estar al frente de un restaurante reconocido y premiado, que integra la lista de los 50 Best Restaurants de América latina y tiene mención de la Guía Michelin, se podría decir que sos una persona exitosa, pero ¿qué es el éxito para vos?
-Podría dar vuelta la pregunta y decir, ¿qué hubiera pasado si me iba mal, era una mala idea? Me parece injusto considerarme exitoso desde mi óptica por haber creado Mishiguene; yo me considero exitoso más allá de Mishiguene porque supe crear una familia con tres hijos preciosos, rodearme de gente fantástica que me ayudó a convertirme en quien soy.
Mishiguene es una historia de trabajo, de fracasos y de constancia. Gracias a esa constancia de aciertos la gente ve de afuera un personaje exitoso, pero no ven las veces que nos fue mal, los golpes que tuvimos.
Tengo un equipo grande, con gente joven que está comenzado y es importante bajar a tierra las cuestiones volátiles como el éxito. El éxito en todo caso está en las veces que fracasás y volvés a intentarlo.Carciofi a la judía. / Gentileza
-Las cocinas de los restaurantes suelen ser lugares de mucho estrés. ¿Cómo manejás esas situaciones y cómo sos como líder de un equipo?
-Cuando llegaste presenciaste una reunión del equipo. Y si hubieses llegado más temprano todavía, estábamos hablando de la sonrisa y de lo importante que es sonreír. Imaginen entrar a Disney y encontrarse a Mickey triste, es impensable. Dentro de ese disfraz hay una persona, pero en el momento que se pone el disfraz es Mickey.
Tomamos conciencia de que todos estamos jugando ese rol y venimos a cumplir esa función. Yo lidero un equipo, pero es el mismo equipo quien me obliga. El que entra a trabajar a Mishiguene viene con un nivel de expectativa muy alto en cuanto a calidad, gusto, sabores, pretensiones personales.
Hicieron pasantías en Europa, trabajaron en restaurantes con estrellas Michelin y vienen acá. Eso nos desafía como equipo, no podemos defraudar; entonces se arma un círculo virtuoso donde nos vamos retroalimentando. Soy líder y también parte y nos nutrimos entre todos.
-¿Cómo es el concepto de Café Mishiguene, el hermanito de Mishiguene?
-Mishiguene es nocturno, cálido, para una experiencia de alta cocina. Café Mishiguene es diurno, informal, el ying y el yang, la cara opuesta. Abre a las ocho de la mañana y es súper goloso; me gusta ir a comer con mis hijos, amigos, ensuciarme las manos. Es rico y descontracturado.Tomás Kalika, a la luz del candelabro. / Juano Tessone
-También decidieron expandirse y abrir un restaurante en México.
-Estamos convencidos de que Mishiguene es una marca que desde Argentina demostró a la región el crisol cultural que somos. Nos invitaron a abrir nuestros proyectos en México, que para mí está entre las cocinas más importantes del mundo.
Nos animamos pero estábamos en un plan de crear una familia más amplia, con una especie de Café Mishiguene que se llama Porteño. Y el hilo conductor es la cocina de inmigrantes que llegó a México, no sólo judía sino española e italiana.
-¿Qué plato o alimento no dejarías nunca de comer?
-Huevo. Es el alimento más maravilloso y completo que tenemos en el mundo entero. Huevo en todas sus formas y presentaciones. Es indispensable.
-¿Cómo fue la experiencia de hacer un programa de televisión, que te permitía llegar a un público amplio para transmitir y dar a conocer tu cocina?
-Me encantó. El programa era fantástico por lo que podés generar y llegar a la intimidad de una casa. Me encantaría volver y hacerlo de un modo nuevo. La cocina que hacemos es súper realizable en un formato hogareño y transmitir conocimientos, secretos, técnica, es maravilloso.Babaganoush versión Tomás Kalika en Mishiguene. / Gentileza
-¿Cómo ves la gastronomía argentina hoy?
–Está en un momento increíble, con muchos buenos exponentes en Buenos Aires, Mar del Plata, Córdoba, Mendoza, Rosario. Hay expresiones gastronómicas sólidas, festejadas y rankeadas por la Guía Michelin y los 50 Best Restaurants. Hay calidad, diversidad y un nivel de propuesta de la que me siento orgulloso.
-¿Qué destino gastronómico elegirías para ir?
-Buenos Aires, sin dudas. Se lo digo a todo el mundo. Acá vas a comer, beber, tenés artes, moda. Es una ciudad increíble y la gente que nos visita se enamora. El mundo es precioso, pero una ciudad como ésta, con los porteños, que somos los que hacemos Buenos Aires, podés compararla sólo con Londres, Nueva York y no sé cuál más.