Fuente: La Nación – Radicado en Punta del Este hace cuarenta años, asegura que su pasión por las mujeres jóvenes es lo que lo une a Francis Mallmann. Dice que en gastronomía hay que trabajar con honestidad y disciplina.
“Lo pensé en cinco segundos”, dice Jean Paul Bondoux y le quita solemnidad al aparente motivo de la convocatoria. Estamos en el Gourmand Food Hall del Patio Bullrich para desentrañar cómo diseñó el menú que servirá en una comida por su 60 aniversario con la cocina. La propuesta dice, entre otras cosas, “ostras al vapor en tartare de salmón con crema de caviar”, “taboulé de langostinos tropical con leche de coco, lima y perlas de mango” y “parfait de pistacho y durazno, con coulis de frutos rojos”. Sin embargo, Jean Paul se corre de todo ceremonial para contar –a borbotones y en un castellano entreverado– qué piensa de esto y qué piensa de aquello. “No dedico varios días a probar y elegir. Todo está en mi cerebro”, desliza para cumplir con el aparente motivo de la convocatoria. Y luego se lanza: “Me gusta ser galante. Busco tu felicidad. Por eso un menú me sale en cinco segundos. De eso se trata la gastronomía. Tiene que ver con la creatividad. A mi nunca me preocupó la plata. Por eso hoy no tengo un peso. ¡Tengo menos plata que todos ustedes! No conozco un chef bueno y rico. ¡Decime uno! Bueno, pero bueno eh… Chantas… ¡Hay chantas! Hoy con las redes sociales todos se copian de todos”.
Padre de tres hijos Aurelien, Clément y Amandine, Jean Paul nació en la región de la Borgoña, Francia, hace 73 años. Se formó en París y hace 40 años llegó a Sudamérica. Desde fines de los años 70 vive en Uruguay donde tiene el exclusivísimo La Bourgogne de Punta del Este. Además, desde principios de los 90 hasta 2018 tuvo el restaurante homónimo en el Hotel Alvear de Buenos Aires. Y tiene muchos otros emprendimientos gastronómicos que llevan su sello. “Estoy al tanto de lo que pasa en Buenos Aires. Me gustan Crizia. También Roux, Aramburu y Don Julio. Creo en la cocina que es honesta y transparente. Porque hay mucho marketing y no me gusta. La parrilla se puso de moda en el mundo. Y la cocina con lo que hay cerca existe hace mucho: es la cocina de la región que en Francia siempre estuvo.
–¿El comensal nota la diferencia entre la cocina honesta y el marketing?
–En mi cocina lo ven. Mi nombre es Jean Paul y mi apellido, Bondoux, que en español quiere decir bueno y dulce. Esta profesión es muy femenina. La decoración de la mesa, saber preguntar… Yo abrí muchos restaurantes: en el Alvear, en el Costa Galana de Mar del Plata, uno de Río de Janeiro que me gusta mucho…
–¿El desafío?
–Es difícil ser simple. Muchos de los que atienden el salón llegan con el pelo rojo o violeta, con tatuajes… El personal del salón no puede tener tatuajes. No me gusta. En la cocina sí, pero en el salón no. No en La Bourgogne. Nunca me gustó. Tampoco me gusta lo virtual y no poder mirar a los ojos al hablar. Me gusta el contacto.
–¿Qué celebrás de estos 60 años de trayectoria?
–Es toda una vida con la gastronomía. Nunca hice otra cosa. Al principio estaba con la peluquería, pero mi padre era carnicero y fiambrero. Por eso me puse con la cocina. Siempre fue mi vocación. Son 60 años y pasaron muy rápido. Pero no creo en el año que tengo, sino en el de la mujer con la que estoy. Igual estoy cansado… Me gusta lo espiritual. Vivimos en una sociedad muy materialista… Quiero crear un monasterio de gastronomía, con meditación. Todo sale de los monasterios: el vino y el queso. Ese es el mundo que va a venir. En 30 o 40 años el país más top del mundo ¿cuál va a ser? Uruguay. Tiene todo.
–¿Cómo somos los porteños?
–Muy sentimentales. Hay muchos psicólogos. Yo nunca fui a uno y tengo muchos amigos psicólogos. El porteño es muy fino. Me fascina más Argentina que Uruguay, pero me gusta más vivir en Uruguay por la tranquilidad. Buenos Aires es un pulpo. Mi casa principal siempre estuvo en Punta del Este.
–¿Qué balance y deseos tenés en este aniversario?
–Salud, primero que nada. Después cocinar… Mi primer amor no es una mujer, es la cocina.
–El dinero no te importa…
–No. Sólo poder pagar las cuentas. Tengo un millón de deudas. Pierdo todo. Cuarenta años atrás un amigo me dijo que viniera a Sudamérica y que al final no me iba a quedar nada. ¡Perdí todo! Las separaciones… ¡perdí todo! Pero lo sabía. ¿Necesitamos más? Si puedo vivir en una casa, ya está. La plata no me lleva al Cielo. Cuando era chico tenía la papa y era lo que necesitaba. ¿Sabés cómo se guarda la papa? A oscuras. Si está a la luz se pone verde. Se guarda en el suelo, entre la tierra y con cenizas que absorben humedad. Así puede pasar un año. Acá veo como a la verdura le tiran agua y se fermenta. El pollo ahora es una basura. El señor Christophe (Krywonis) habla muy mal de salmón, pero en ese caso todo es una basura. Acá hay muy buen pescado, pero en Uruguay es todo congelado. La brótola no me gusta porque es un pescado de fondo que come desechos. Me gusta la corvina negra.
–Sos de la misma generación que Francis Mallmann, ¿hablan cada tanto?
–Hasta ahí. Él es muy solo. Dice que es timidez… Para mí no… Tenemos en común ¡que nos gustan las chicas jóvenes! Puso un restaurante muy lindo. Siempre fue un visionario. Te gusta o no te gusta lo que hace. Habla muy bien el español y por eso hizo bien televisión. Es un personaje. Es muy duro con el personal que trabaja para él.
–¿Vos no sosestricto en la cocina?
–Hay que ser disciplinado y transparente. Hacer las cosas bien, con honestidad. Al cliente que viene a La Bourgogne le gusta comer bien. Pero no me gusta la disciplina militar, sino la disciplina con amor.
–¿Qué te gustaría hacer que no hiciste todavía?
–Lo que dije antes.Una cocina más espiritual. Ecológica y orgánica está bien, pero voy más por lo elevado. Cocina en un ambiente tranquilo, con meditación, para encontrar equilibrio mental. Es un objetivo.
Fuente: Cronista – ¿Quiénes son los chefs sub30 que están emprendiendo y marcando tendencia?/ Desde casonas centenarias renovadas con cocina a la vista, hasta wine bars con cocina de autor en platitos/ También: un bodegón plant-based/ Los pequeños platitos, los protagonistas indiscutidos.
Son jóvenes, emprendedores, innovadores y capaces de adaptarse rápidamente a los desafíos y nuevas tendencias. Algunos se capacitaron en prestigiosos restaurantes del país o en el exterior y luego, con toda su experiencia, se animaron a apostar en un proyecto propio. Aunque la pandemia, dejó a todo el rubro «sillas para arriba», como dice un popular refrán «cada desafío es una oportunidad para crecer»; la gastronomía de la ecléctica Buenos Aires, hoy vive un impresionante florecimiento. En los últimos meses han surgido varios emprendimientos con una nueva generación de chefs y cocineros -la mayoría sub 30– que a paso firme (y sin pausa) marcan nuevos rumbos con sus propuestas culinarias.
Para Tomás Treschanski, chef de 25 años: «Creo que hay una nueva generación de cocineros que se animan a apostar y revolucionar desde adentro, con creatividad, investigación y desarrollo. Argentina está globalizando mucho su oferta gastronómica, sale un poco de lo que acá se ofrecía, que era más cocina española o italiana. Hoy, la oferta es muy amplia; la cultura asiática, por ejemplo, está marcando tendencia en Buenos Aires, ampliando las experiencias. Por su parte, el chef Tomás Couriel, de 29 años, creador de Piedra Pasillo, también afirma que hay una nueva generación de cocineros y emprendedores que tiran para adelante y aconseja: «Si tienen una idea clara, anímense. Si sale bien, joya, si sale mal, se aprende». Sin dudas, todo es aprendizaje en este largo camino.
Con la mirada MALEVA que nos caracteriza, salimos en busca de la nueva escena gastronómica de Buenos Aires. Nos sorprendieron siete coordenadas ubicadas en distintos barrios (casi todos alejados de los circuitos tradicionales). Desde casonas centenarias renovadas con cocina a la vista, wine bars con cocina de autor en platitos, un bodegón plant based, y hasta incluso sabores de Medio Oriente con sello de alta gastronomía. Son un secreto a voces. Todos la están rompiendo. Cada uno desde su lugar hace «ruido» con una mirada fresca y juvenil. Su talento está en plena expansión. ¿Ya los conocías?
1) Reliquia: Una casona antiquísima de Palermo renovada/Ángel Justiniano Carranza 1601, Palermo.
Julia Bottaro de 26 años y María José Testa de 34 años se conocieron trabajando en la panadería de Atelier Fuerza y, enseguida, se hicieron amigas. Tiempo después a principios del 2021 se entusiasmaron con la idea de armar un proyecto en conjunto con sus respectivas parejas: Branko Vaccaro, de 31 años, ex sous chef de Chila y Santiago, quien se ocuparía de la parte administrativa. El local indicado apareció en la pintoresca esquina de Gorriti y Carranza. «Nos gustó mucho la fachada antigua, las ventanas y puertas de madera, la impronta que tenía. Tratamos de generar un espacio abierto, con la cocina a la vista, con la idea de crear un espacio orgánico donde los clientes puedan ver la cocina y el despacho, y nosotros a ellos», rememora Bottaro a MALEVA, quien además, junto a Branko tienen un emprendimiento de conservas y fermentos llamado Traza.
La cocina a la vista, es sin dudas, la gran protagonista de esta casona antigua con toques modernos, luz tenue y velas. La idea es que uno se sienta cómodo, «como en casa».«Una conjunción entre lo clásico, lo atemporal, y lo nuevo. Al tener pocas mesas y un salón pequeño Intentamos ofrecer un servicio personalizado, dedicado. Todas las preparaciones las hacemos acá, desde el pan hasta los vinagres con los que hacemos conservas, cosa que también es característica de nuestra propuesta. Nos interesa la idea de comprar un producto en su mejor momento y conservarlo para poder utilizarlo durante meses», cuenta Julia.
En Reliquia realizan una cocina de «producto». «Para nosotros es fundamental conocer a los proveedores con los que trabajamos, y vamos todas las semanas al mercado Central a elegir nosotros mismos los vegetales. La carta cambia indefectiblemente cuando termina la temporada de algún producto y eso la hace mucho más dinámica pero también supone un desafío a la hora de prever los menús», detalla.
Cada plato tiene una gran cantidad de ingredientes, técnica y búsqueda detrás. Para comenzar la experiencia les recomendamos probar su pan brioche. Es suave y esponjoso como una nube. La idea es pedir varios platos para compartir (según la cantidad de comensales). El paté, el tartare de bife y la tarta de cebollas al rescoldo, son algunos de sus clásicos. Para el momento dulce, la gran estrella indiscutida es el parfait de café. «Cada vez más los clientes buscan platos para compartir y así poder probar más cantidad de cosas y salen de la lógica de entrada, plato y postre individual. La mayoría de la gente viene predispuesta a probar sabores nuevos o sabores más clásicos pero con técnicas o con una combinación de ingredientes que quizás no esperaban», asegura. Julia reconoce que hay cada vez más proyectos independientes de gente joven. «Las personas detrás de estos son fundamentales», concluye.
2) Piedra Pasillo: Una casona con cocina moderna (y a la vista) incrustada entre paredes de piedra/Campos Salles 2145, Nuñez.
El barrio de Núñez florece como la primavera: en los últimos meses aparecieron nuevos protagonistas en la escena gastronómica local. Poco a poco se arma un flamante polo. Uno de ellos y que está en boca de todos, es «Piedra Pasillo» con el sello gastronómico del chef Tomás Couriel (Mauer bar), Lucas Canga (ex Sacro y Alo’s) y Matías Senia (ex Mugaritz). La magia sucede en una antigua casona de principios del siglo XX con cocina a la vista.
Según explican su propuesta se basa en la materialidad: «Desde la arquitectura, hasta la parte del producto que ofrecemos. No queremos ser nada que no sea, queremos ser lo más natural posible. Todo esto se ve reflejado en los platos, en las mesas, en los baños, y en el servicio. Gente natural, suelta, contenta de estar donde está».
En la carta, la estrella son los platitos o pequeñas raciones para compartir y degustar un poco de todo. «Vamos variando mucho según la estacionalidad», dice Tomás. Se han transformado en un hit indiscutido la palta, servida sobre una salsa huancaína de coco con mojo de almendras, cebolla y cilantro. También las croquetas de edamame servidas sobre un caldo de hongos o las mollejas con coliflor y pack choi. De los principales carnívoros, se lleva todos los aplausos el «Flat Iron». «El concepto de platitos, nos llama mucho la atención, más que nada por esas ganas de que prueben muchas cosas de las que estamos haciendo», agrega.
Tomás nos anticipa una novedad: a principios de noviembre también abrirán un pintoresco bar escondido al fondo del local, «Al Fondo». Para llegar habrá que atravesar el patio. La propuesta de cócteles estará a la altura de la gastronomía. «Es otro desafío muy hermoso», adelanta el joven emprendedor.
3) Lardito: platitos de streetfood de todo el mundo y vinitos/ Jorge Newbery 3655, Chacarita.
Su apertura fue esperada con ansias por los fanáticos del ya considerado clásico, Lardo & Rosemary, en La Lucila, y desde que llegó al barrio de Chacarita causó sensación. Lardito en poco meses se transformó en el preferido de los jóvenes para disfrutar de ricos vinos acompañados de platitos sabrosos y con mucha impronta.
«Me gusta inspirarme en vivencias y momentos, charlas de comidas, cenas, comidas de la infancia, inquietudes de los chicos con los que trabajo. Creo que algo lindo que sucede en mi cocina es que todos tienen voz a la hora de crear un plato y si la idea es buena se trabaja hasta que sea un plato. Creo que la cocina es más un ciclo didáctico donde todos participan», dice el joven chef Pedro Silva, de 30 años.
En Lardito la propuesta es sencilla: pedir diferentes platitos, disponerlos en el centro y compartir entre todos. La gracia está en probar distintos sabores y maridarlos con los vinos. Algunos de sus hits son el «Beef Tataki», un bife curado en koji con dressing de ostras, espuma de coliflor y yema curada como corona; el «Risotto crispy» con brócoli, espinacas crocantes, mascarpone y polvo de hongos, y las deliciosas papas fritas de triple cocción con jalapeño verde. «Los platos chicos están muy de moda. Cada uno por más sencillos que puedan verse, pueden tener varios pasos previos hasta la ejecución. Además me gusta la idea de cambiar de carta bimestralmente, de manera de que sea divertido y no cause cansancio: genera una dinámica divertida en la cual todos tienen la oportunidad de aportar», agrega.
El patio es bellísimo y también tiene un salón con vinoteca para llevarse la botella que más te guste para disfrutarla en casa. Es ideal para ir con amigos o una primera cita.
4) Buyón: un bistró con variedad de etiquetas de vino y cocina de autor/ Av. Monroe 3958, Coghlan
El barrio de Coghlan también luce renovado con nuevos emprendimientos gastronómicos. Una de las flamantes aperturas es el winebar «Buyón». Detrás del proyecto están tres jóvenes amigos: Francisco di Campello, Ramiro Suarez Plata y el chef Tomás Treschanski. «Surgió la idea de armar un lugar al que nos guste ir a nosotros: un bar de vino con una cocina bistró. También queríamos hacerlo en una zona diferente a la sobre oferta de bares de vino y fuera de lo tradicional que sería Palermo, Villa Crespo y Colegiales; y poder ofrecer una alternativa distinta en un barrio donde generalmente no abren muchas cosas, aunque se va manifestando un circuito de cositas interesantes», cuenta Treschanski, de 25 años.
Buyón tiene una amplia oferta de etiquetas de vino desde pequeños productores, orgánicos e incluso de Italia. Las mesas están ubicadas al lado de una amplia vinoteca repleta de botellas de diferentes varietales que uno puede acercarse a elegir a su gusto. Se puede pedir por copa o por botella. La propuesta gastronómica se centra en los platitos para compartir en el medio. «Es una cocina diferente, con otro tipo de complejidad y donde atienden sommeliers en la mesa con una oferta de vinos muy interesante. Tenemos una amplia variedad de copas, dentro de las cuales muchas de ellas se sirven por Coravin, lo que nos permite ofrecer etiquetas de alta gama. Son vinos por copa que a nosotros nos gustaría ir a beber para pasarla bien», detalla Tomás, quien estudió en Cordon Bleu Londres y Nitro School Barcelona.
Los platitos para compartir van rotando según la temporada y los productos frescos del mercado. La premisa fundamental es la estacionalidad de la materia prima. «La idea es jugar un poco, la cocina también es bastante global. No hay un destino de cocina en particular sino que vamos creando platos de distintas culturas y sabores para armonizar y complementar con el set de vinos que definimos para nuestro bar», reconoce. Para comenzar hay deliciosos boquerones con emulsión de chorizo colorado sobre un brioche. También se destacan los llamados «falsos canelones» con rellenos de pollo, bechamel de coco y lemongrass, espuma de panceta y crocante de pollo frito; y las remolachas en texturas: una ensalada tibia con emulsión de albahaca y yogur. Todos los patés que realizan son artesanales y cuentan con varios quesos y charcutería de los mejores productores del país. Para el momento dulce, nuestro favorito es el «Eton Mess» con frutillas, limón y sumac. Súper fresco.
Tomás le anticipa a Maleva una gran noticia: pronto va a inaugurar su propio restaurante llamado Trescha en el barrio de Villa Crespo, inspirado en la arquitectura modernista de Gaudí, que será una gran apuesta para el fine dining local. «Es un restaurante de cocina a la vista y una barra de 15 lugares en un único espacio. Es un lugar caliente, transitado, repleto de circuitos. No es un lugar como otros. Es un espacio para tomar cocktails entre ideas, probar bocados entre pensamientos, fumar habanos entre reflexiones. Una cava de tintos en el subsuelo con alrededor de dos mil quinientas botellas y una cava de blancos encuadrando la entrada al salón con otras con mil trescientas botellas aproximadamente», anticipa.
5) Mess cocina: platos de Medio Oriente con alto vuelo y una terraza sensacional para el verano/ Los Crisantemos 392, Pilar.
El nombre «Mess» es, sin dudas, significativo. Se trata de un juego entre las palabras: «Mezzé», que en Medio Oriente significa «picada» y «mess», que en inglés se refiere al lío o desorden. «El objetivo de esto es que justamente nosotros podamos comer de manera desordenada los platos. Buscamos enaltecer, pulir, y sobre todo mostrar una impronta nueva y vanguardista de los sabores de Medio Oriente«, anticipa el chef Guido Casalinuovo de 26 años, sobre su nueva propuesta en Pilar. Guido, quien trabajó en Alo’s, junto a su pareja Celeste Rizian, de 30 años, descendiente de armenios y griegos, son el álma mater de este restaurante que abrió hace menos de un mes y ya revolucionó Zona Norte.
Su menú es amplio. Hay opciones para desayuno, almuerzo, merienda y cena. Dentro de los platos salados es un éxito el Sarmá con hojas de acelga rellenas de cordero y arroz, con una emulsión de yemas y limón. «Reinterpreta a los clásicos niños envueltos sumando tecnicismo para lograr un gran producto», explican. También pica en punta el manté, una pasta rellena de carne, ajo, ají molido, menta seca, manteca y un aceite de menta, coronado con yogur filtrado (labneh) y un caldo de pollo como el que hacían las madres o abuelas en la casa. Otro imprescindible es el keppe crudo. «Viene pegando muy bien, lo trabajamos particularmente con una selección de especias, el trigo burgol y el aliño para que sea un plato que tenga contraste de texturas y que sobre todo sea fresco y rico de comer en esta época del año», reconoce Celeste. Para coronar la velada un delicioso baklava de nueces. Su reversión viene en forma de roll con manteca, canela, nueces, masa filo y almíbar. Acompañado de un helado artesanal de vainilla de Madagascar. La cocina es abierta y es la gran protagonista del salón. Incluso el comensal puede sentarse en la barra y conversar con los cocineros mientras preparan sus especialidades.
Los jóvenes emprendedores también consideran que hay una nueva generación de gastronómicos que pisa cada vez más fuerte. «Es una generación creativa, y de alguna manera también busca su propio camino, su propia autoría», rematan.
6) Lupa: un local minimalista con una dupla creativa explosiva/ O’Higgins 3424, Núñez.
Lupa fue primero un restaurante a puertas cerradas, en una terraza. Como la fórmula de los jóvenes cocineros Victoria Rabinovich y Paul Feldstein funcionó (y muy bien) inauguraron su flamante local en Núñez en el que los protagonistas son los platitos. «El nombre es un anagrama de Paul, que al llamarse Lupa invitaba al cliente a buscar y adentrarse en el juego propuesto. Lo que se quería, era poder transmitir en un lugar lo que considerábamos nuestra cocina, basándonos en el juego y los cambios constantes, ya sea de productos o cartas», le cuenta Vicky a Maleva.
El foco está en los platos chicos y en constante rotación. «Pudiendo expresar lo mejor de cada estación y momento en los distintos platos que van saliendo, siempre fieles a la idea de la cocina genuina y rotativa», reconoce. Algunos de sus hits son la fainá con portobellos y ají; viene frita con ají amarillo, portobellos a las brasas, puré de arvejas y humita. Otro imperdible es el tartare de bife de chorizo, granada, vinagreta de tomate y crema de chía ahumada. Además, hay opciones de platitos con bondiola, pesca blanca, solomillo y morcilla, entre otras combinaciones. De postre, se recomienda probar el de chocolate, sabayón y tahini.
«Desde nuestra perspectiva estamos viendo a una nueva generación muy motivada y con ganas de crecer y ver absolutamente todo lo que se pueda. Cuando nosotros arrancamos la información que se podía obtener era mucho más limitada y es increíble ver ahora a las nuevas generaciones cómo consiguen y se informan y vuelcan todo eso en el trabajo. Sobre todo después de la pandemia, vimos un crecimiento muy grande de propuestas de gente joven animándome y abriendo cosas y nos encanta», afirma la emprendedora.
7) Amador, una cantina vegana moderna que no olvida las tradiciones/ José A. Cabrera 5991, Palermo.
«Queríamos un equilibrio entre lo tradicional, que en lo porteño es el bodegón o la cantina, y hacer un encuentro con las nuevas corrientes de la comida y de los sabores. Esto es un bodegón, pero vegano», afirma la curadora de arte contemporáneo Larisa Zmud, quien junto a estudio Ries y la empresa Koko, están detrás de Amador. A su lado, se encuentra el talentosísimo chef Maximiliano Rossi, conocido como Maxi Kuk, quien la acompaña en el desarrollo del concepto gastronómico.
En Amador lo tradicional está en sintonía con la modernidad. El salón es amplio y elegante. De día es súper luminoso y de noche las grandes protagonistas son las velas con su luz tenue y romántica. El sitio es ideal para una cita. Las plantas y el arte también están presentes en cada rincón. Toda la propuesta de la carta es plant based. Los platos, fiel al estilo de «cantina» son abundantes y sabrosos; la idea es pedir varios y compartir en el centro de la mesa. De los llamados para comer «con la mano» es un éxito la focaccia con pera. Y de los «Abrebocas», uno de los preferidos es la mil hojas de papas con creme fraiche. Tampoco se quedan atrás el papillote de hongos con crema de espinacas indias. En el momento del plato fuerte, recomiendan probar los Conchiglioni, vienen rellenos con espinaca, girasol, ricota de almendras y una sutil salsa de tomate. Para coronar el viaje culinario, el infalible es el cremoso de chocolate amargo con sal.
Maxi Kuk asegura que hay una marcada tendencia de novedosos emprendimientos de la mano de las nuevas generaciones. «Pospandemia los chicos jóvenes se han tirado un poco a la pileta y tienen sus propios emprendimientos con propuestas más personales. Buenos Aires está explotando con todas estas propuestas de la gente joven que ha viajado, que se animan a no atarse y proponen ofrecer sabores no convencionales. Por su parte, Larisa agrega: «La gastronomía está en un momento de explosión alucinante y cada vez hay más propuestas de calidad. Es un momento de expansión».
Fuente: Ámbito ~ Este viernes, más de 40 bares notables abrirán sus puertas hasta las 00 y ofrecerán distintas actividades y beneficios. Entérate quiénes serán los chefs participantes.
Este viernes 28 de octubre se llevará a cabo por primera vez La Noche de los Bares Notables, un evento en la Ciudad de Buenos Aires que contará con más de 40 bares notables abiertos que ofrecerán distintos tipos de actividades gastronómicas y culturales. La propuesta llega luego del gran evento cultural de la semana pasada que fue La Noche de los Museos.
Este finde llega la 1era edición de La Noche de los Bares Notables Circuitos barriales con bares abiertos hasta la medianoche, espectáculos, gastronomía, cafetería, bicicleteadas y recorridos en buses turístos.
El evento está organizado por el área de Patrimonio del Ministerio de Cultura de la Ciudad con el apoyo de la Cámara de Cafés y Bares, la Asociación de Hoteles, Restaurantes, Confiterías y Cafés (AHRCC), la Comisión de Cafés, Bares, Confiterías y Billares Notables de la Ciudad de Buenos Aires, BA Capital Gastronómica, y además cuenta con la coproducción artística de la Dirección General de Enseñanza Artística de la Ciudad de Buenos Aires.
La Noche de los Bares Notables busca darle un reconocimiento a estos espacios, impulsar su desarrollo y otorgarles visibilidad, en un contexto en el cual muchos tuvieron que cerrar sus puertas después de la pandemia y muchos otros atraviesan una situación económica complicada.
Durante este evento, se ofrecerá a los vecinos de todas las edades promociones y propuestas para disfrutar de lo mejor de la cultura y la gastronomía porteña. Los descuentos y platos especiales para la ocasión estarán vigentes durante desde el 26 hasta el 30 de octubre.
Cuáles serán las propuestas gastronómicas
Este evento tendrá una oferta gastronómica exclusiva. Será llevada a cabo por una nueva generación de cocineros -convocados por NardaLepes– que van a intervenir el menú de siete bares, abriendo diálogos entre la cocina tradicional y propuestas nuevas e innovadoras.
Los chefs son Maxi Van Oyen, que estará en Café Margot; Olivia Saal en el Gato Negro; Ana Irie en Los Laureles; Caro Ferpozzi en Las Violetas; Mecha Solís en Miramar; Julio Martín Báez en Brighton; y Lepes en Paulín. Cada uno deberá incorporar un plato único en la carta, que se podrá probar del 26 al 30 de octubre.
Dónde serán las actividades
El núcleo de este evento estará en el microcentro porteño donde habrá dos escenarios, uno en Florida y Lavalle, y el otro en Av. Presidente Roque Sáenz Peña y Rivadavia. Sin embargo, las actividades estarán distribuidas a lo largo de toda la Ciudad. Habrá circuitos en Recoleta, Caballito, Palermo, Chacarita, Belgrano, Almagro, La Boca, Boedo, en la zona Abasto y San Telmo.
Fuente: Rio Negro, @ailinfogwil – Es panadera y pastelera profesional y encontró en la alimentación una herramienta para dar a conocer un lugar y su gente.
¿Qué significa para vos la alimentación? “La gastronomía, ha sido y es un encuentro con mi identidad cultural y las identidades culturales de los territorios que cada día transito. La cocina me ha permitido descubrir la relación simbiótica que existe en toda cultura regional, entre las formas y maneras en que nos alimentamos y nuestro ambiente y sus entornos”, así comienza Ailín Fogwill a compartir su biografía.
Ailín Fogwill nació en provincia de Buenos Aires aunque todos sus veranos fueron, en compañía de sus abuelos en la costa del mar, en Las Grutas provincia de Río Negro. Ailín es pastelera y panadera profesional,estudió en la escuela el Gourmet de Marcos De Laurentis. Actualmente se encuentra cursando periodismo gastronómico en Tea, chef, sommelier de vino y café en escuela El Gourmet. Tanto amor por el ambiente marino, Ailín hace diez años que vive en la costa patagónica. Encontró en la alimentación una herramienta para dar a conocer un lugar y su gente, quizá por eso recrea todas las formas posibles para comunicarlo.
“La cocina ha logrado despertar los sentidos, emociones diversas y me permite disfrutar de momentos que logran trascender y transformarse en historias que nutren la vida familiar y comunitaria. La gastronomía me invita a maridar las vivencias, experiencias que junto a otros y otras vamos desarrollando. A través de la comunicación en redes sociales se logra ampliar el impacto de dichas experiencias abriendo nuevos horizontes, poniendo en valor y generando interés en nuestra propuesta gastronómica local y regional”, explica la chef.
Actualmente da clases de gastronomía en Las Grutas y fue seleccionada para participar de la quinta edición del Encuentro Bioceánico Hispano Latino de Gastronomía (ENBHIGA) que se realizó días atrás en Perú. Mediante estos eventos se pretende dar a conocer productos, productores, su vinculación con la gastronomía y el turismo de diferentes regiones. En colaboración con productores, emprendedores rurales y turísticos, cocineros y cocineras, periodistas, estudiantes, organismos de gobiernos e instituciones públicas y privadas se alcanza una sinergia que potencia cada región cultural.
Si bien Ailín comenzó con la panadería y la pastelería, su búsqueda fue dando un cambio hacia la cocina salada. La generosidad de reconocidos chefs fue uno de los principales motivos que alimentaron su constante inquietud. Recuerda el contacto fraterno a través del ketchup de frambuesa con Nacho Trota o las empanadas de remolacha con Danilo Ferraz, vínculos que le confirmaron que estaba transitando por el camino correcto.
“Mi desafío en ENBIGHA y de todos los días es mostrar todo lo que hay detrás de un plato de comidas. La gastronomía no comienza cuando está servido el plato, por ejemplo, en el caso de la actividad principal que es la pesca acá en este Golfo, es impresionante el trabajo que significa. La cosecha de almejas, la recolección de pulpos, son formas tradicionales de producción que deben ponerse en valor. Tener en cuenta el clima, los vientos, las mareas, saber si es pesca manual o con red, madrugar para meterse al agua todo eso debe saberse que se incluye en una conserva de mariscos, por ejemplo”.
La diversidad de paisajes culturales que existe en esta región latinoamericana es considerable. Cada ambiente geográfico que se combina con los procesos históricos de crecimiento poblacional, con las tecnologías adaptadas, con los saberes heredados dibuja identidades únicas en cada zona. Los cocineros y cocineras tienen una gran responsabilidad en valorar estas riquezas culturales. Comunicar a través de los alimentos es una tarea fabulosa que promociona la perdurabilidad de las semillas, que son cultivos, alimentos, trabajo, nutrición para el pueblo.
Ailín Fogwil asumió esta responsabilidad en la elección de su profesión. A través de su blog y redes sociales la cocinera va registrando y contando su experiencia sobre los secretos en las recetas, clases, notas periodísticas, haciendo una hermosa mixtura entre la alimentación y el turismo.
Para seguir las experiencias de Ailín, visitar los siguientes sitios: https://ailinfogwill.blogspot.com/ @ailinfogwil
Fuente: Ambito – La fecha apunta a festejar a aquellos divulgadores de costumbres y tradiciones, que enseñan y transmiten a través de su arte. Sin dudas, el mejor obsequio para un chef es degustar su creación.
Cada 20 de octubre se celebra el Día Internacional del Chef, una fecha instaurada por la Asociación Mundial Culinaria, con el fin de rendir homenaje a todos los encargados de elaborar los platos más exquisitos con los sabores y aromas propios de cada región.
El día -según Cucinare- fue creado además para educar a los niños de todo el mundo sobre la alimentación saludable. También, resulta una fecha para que los chefs transmitan sus conocimientos y habilidades a la próxima generación de cocineros.
La palabra chef significa jefe de cocina, pero ese es solamente uno de sus atributos. Además, son verdaderos divulgadores de costumbres y tradiciones. Enseñan y transmiten a través de su arte, condimentan el sabor de cada reunión, cada salida y agasajo. Sin dudas, el mejor obsequio para un chef es degustar su creación.
Si bien se cocinó a lo largo de toda la historia, el oficio nació a partir de 1792, cuando se produjo la Revolución Francesa. En ese período, muchos cocineros quedaron ociosos debido a que la guillotina los dejó desempleados. Ya que la mayoría trabajaba para los nobles, que eran casi los únicos que podían costearse un cocinero.
Esa mano de obra sin trabajo se volvió cuentapropista, dio inicio a la multiplicación derestaurantes y -finalmente- de cocineros profesionales. Y así nació la profesión.
Fuente: Cronista ~ ¿Cómo se vive «Gastronomika», San Sebastián, tierras vascas, el evento que desde hace casi 25 años expande los horizontes de la escena gastronómica global y supo desafiar al statu quo francés?/La defensa del territorio, la fraternidad pos-brexit, la representación argentina, txuletones y atún rojo, la preciosa ciudad anfitriona y un recorrido en busca de pintxos.
Acompáñenme en este viaje en el tiempo: vayamos al año 1999, a ese atardecer del siglo XX, con las temidas amenazas de apagón digital y las dulces esperanza que susurraba el incipiente nuevo milenio. En la radio – aún faltaban diez años para que se invente Spotify – sonaba Cuéntame al oído, una balada de La Oreja de Van Gogh, banda nacida en las costas vascas de San Sebastián. La canción decía así: «Cuéntame al oído a qué sabe ese momento, donde quedan hoy los días en que aquello era un sueño». A qué sabe ese momento, cantaban a viva voz los muchos fans de La Oreja de Van Gogh.
Pues bien, en lo que respecta a gastronomía, el sabor que dominaba ese momento era francés. Así es: Francia ocupaba los primeros puestos de los rankings de la cocina mundial, tal como lo había hecho en los últimos 150 años. Las recetas emblemáticas, las escuelas de chefs, los banquetes elegantes, las técnicas de cocción e incluso el vocabulario culinario de Occidente remitía siempre a esa aristocracia francesa, que se vanagloriaba de tener la mejor cocina del planeta. Pero en ese año de 1999, en San Sebastián, la misma ciudad que vio nacer a La Oreja de Van Gogh, nació Gastronomika, el primer congreso gastronómico de alcance y repercusión globales. Un evento que no solo congregó a muchos de los mejores cocineros del momento, sino que terminó de definir un cambio de época: la «alta gastronomía» dejaba de ser exclusividad francesa para mover los focos de atención a la península ibérica.
Organizado por El Diario Vasco, Gastronomika se posición como parte de un movimiento español que desafió el status quo culinario europeo: apenas dos años antes de este congreso, en 1997, El Bulli recibió su tercera estrella Michelín y comenzó a mostrarse como el restaurante más revolucionario del planeta: tan solo entre el 2003 y 2004 su mentor Ferran Adria fue tapa de The New York Times, Le Monde y Time, siendo la primera vez en la historia que un cocinero llegaba a las primeras planas de diarios y revistas de ese calibre. Ya nada fue igual.
Primero, porque toda España comenzó a escalar en los rankings globales con restaurantes del prestigio como Arzak, Mugaritz, el Akelarre de Pedro Subijana o los muchos que maneja el todopoderoso Martín Berasategui. Pero más interesante aún, al menos en lo que respecta a nosotros, es que este corrimiento geopolítico de Francia a España no fue tan sólo un enroque intraeuropeo, sino que sirvió para que muchos otros países del planeta logren desmarcarse del dominio francés, entendiendo que podían levantar su propia voz en el TEG culinario de los cinco continentes.
En apenas dos décadas, lugares tan disímiles como Perú, Japón, los países nórdicos, Inglaterra, México, Brasil, Colombia e incluso Argentina, entre tantos otros, se lanzaron a competir – con más o menos suerte y calidad -, diseñando un nuevo tablero colmado de sabor, tradición y productos locales. Gastronomika fue uno de los puntapiés necesarios para esto; luego surgieron más festivales y encuentros, en distintos países y con variados alcances, pero este congreso pionero siguió y sigue siempre allí, marcando caminos.
En 1999 surgió Gastronomika y hoy es un evento masivo y de enorme relevancia para el mundo gastro, incluso también en esta orilla. Foto: gentileza para prensa, Sara Santos.
«Desde la primera edición de Gastronomika, en 1999, toda España comenzó a escalar en los rankings globales con restaurantes del prestigio como Arzak, Mugaritz, el Akelarre de Pedro Subijana o los muchos que maneja el todopoderoso Martín Berasategui. Pero más interesante aún es que este corrimiento geopolítico de Francia a España no fue tan sólo un enroque intraeuropeo, sino que sirvió para que muchos otros países del planeta logren desmarcarse del dominio francés…»
Esta larga introducción es necesaria para que entiendan la felicidad que sentí al ser invitado a Gastronomika 2022, el primer encuentro presencial tras la ausencia física impuesta por la pandemia. Durante tres días – del lunes 3 al miércoles 5 de octubre – asistí a la edición XXIV del congreso, que como siempre ocupó las salas y auditorios del Kursaal, el centro de convenciones de San Sebastián ubicado a los pies del Atlántico. Un poco de contexto: San Sebastián es una ciudad preciosa, un balneario arrojado a sus playas, entre el glamour de las galas europeas y jóvenes surfers enfundados en sus trajes de neoprene. Esta ciudad es también uno de los grandes destinos culinarios del mundo, contando con más estrellas Michelin per cápita que cualquier otro lugar del planeta.
Gastronomika 2022 ocupó así tres jornadas en las que expusieron más de 70 cocineros y dueños de restaurantes (32 de ellos con estrellas Michelin a sus espaldas), sumando además decenas de talleres, degustaciones de vinos de distintas denominaciones de origen, rondas de negocio y presentaciones de productos que fueron desde el formidable atún rojo de almadraba, pescado de manera tradicional por Gadira (producto de una calidad alucinante; en el congreso fue posible entender los distintos cortes, texturas y diferencias que pueden tener estos pescados que llegan a los 400 kilos cada uno) a los maravillosos jamones ibéricos de bellota de Carrasco pasando por las carnes maduradas de vacas y bueyes gallegos de Discarlux, con sus vetas de grasa intramuscular y sabor intenso.
«Bajo el lema de «United Kulinary», la temática de este año tuvo que ver con la fraternidad entre cocineros, cocinas y culturas, en medio de la desazón política que provocó el Brexit, esa estocada a la romántica idea de una Europa unida. Fue así que muchos de los cocineros invitados vinieron desde el Reino Unido…»
La columna vertebral de Gastronomika es el auditorio principal del Kursaal, donde los distintos cocineros invitados dan cuenta de sus obsesiones, búsquedas culinarias, filosofías de trabajo y técnicas novedosas, mientras los asistentes pueden probar pequeñas porciones de lo que sucede arriba del escenario. «Esta edición supone, en primer lugar, la consolidación total de la normalidad. Y lo digo porque este año, San Sebastián Gastronomika vuelve a recuperar una de sus grandes señas de identidad: la degustación en el auditorio de las elaboraciones que se realizan sobre el escenario en cada una de las ponencias. Y esto es una magnífica noticia», dijo Roser Torras, directora del congreso.
Bajo el lema de «United Kulinary», la temática de este año tuvo que ver con la fraternidad entre cocineros, cocinas y culturas, en medio de la desazón política que provocó el Brexit, esa estocada a la romántica idea de una Europa unida. Fue así que muchos de los cocineros invitados vinieron desde el Reino Unido, entre ellos nombres de prestigio (aunque dsconocidos en Argentina, por la lejanía de esas cocinas) como Isaac McHale de The Clove Club, Simon Rogan de L’Enclume, Roberta Hall-McCarron de The Little Chatroom o Merlin Labron-Johnson de Osip.
Pero además se presentaron los grandes nombres de España (Andoni Luis Aduriz, Quique Dacosta, Ricard Camarena, Dani Garcia, Albert Adria y muchos más). De Latinoamérica hubo dos expositores, dos nombres propios que son parte de la escena local: Gastón Acurio habló de la evolución del ceviche («fue tradicional, luego se modernizó y ahora, como respuesta a esa modernización, vuelve a sus orígenes», dijo) y también nuestro Pablo Rivero, propietario de la parrilla porteña Don Julio, que subió al escenario junto al cocinero Guiso Tassi para hablar de cómo una ganadería regenerativa no sólo no significa una amenaza al ambiente, sino que además puede ser parte de su necesaria recomposición.
«Pero no sólo se trata de restaurantes en San Sebastián: en la ciudad vieja, esa punta de San Sebastián que se arroja al mar, están los bares de pintxos, tan famosos y queridos, considerados entre los mejores de toda España (y eso que la competencia es feroz). Anoten esta hoja de ruta: Gambarra para un pintxo de setas, Txepetxa para una anchoa con centolla, Borda Berri para una oreja de cerdo crocante o una carrillera de ternera…»
Cada exposición dibujó un mundo propio, con similitudes y diversidad de opiniones y caminos. Elena Arzak – del mítico restaurante Arzak – confesó que su palabra clave hoy es flexibilidad: «Ante la exigencia de los comensales, estamos repensando los menús por pasos», afirmó la dueña de uno de los lugares donde los comensales reservan con meses de anticipación más allá de que comer allí cuesta unos 250 euros (sin contar el vino).
En cambio, Albert Adria mostró la otra cara de la moneda con Enigma, su restaurante que hace del capricho y de la exclusividad su gran arma. Hubo posiciones políticas como la de Lucía Freitas, cocinera de Santiago de Compostela, poniendo en primer plano a las mujeres que están detrás de cada cocina, de cada producto: las marisqueras gallegas que recuperan herencias familiares hundiendo sus botas en el mar para juntar los berberechos que luego irán a los mejores restaurantes; y las que manejan las huertas de donde salen sus verduras, frutas y hortalizas. Fue emocionante cuando hizo subir a todas esas mujeres llegadas del campo y de los márgenes de la economía al escenario para recibir su aplauso.
Son mayoría los cocineros que defendieron el territorio, entendido como la cercanía que da origen de sus cocinas; pero también están los que se desmarcan apostando a sabores, ingredientes y mezclas globales, como lo hace Paulo Airaudo, cocinero argentino que hoy, con Amelia (dos estrellas Michelin y pronto por ganar la tercera) es considerado el más sobresaliente protagonista de la actual cocina del país vasco.
El último día del congreso estuvo dedicado a la parrilla y los fuegos, donde no sólo habló Pablo Rivero, sino también Andoni, quien para presentar su nuevo restaurante Muka invitó (por teleconferencia) al escritor argentino Martín Caparrós para reflexionar sobre la extinción del fuego en la modernidad: «ya no hay fuego en los hogares, ya nadie tiene un encendedor encima. Los custodios del fuego son ustedes, los cocineros», invitó Caparrós. Hubo charlas más interesantes y otras menos, como suele suceder en congresos tan grandes y ambiciosos. Algunos cocineros tan sólo se dedicaron a mostrar sus técnicas y recetas, en una suerte de programa de cocina para profesionales; los mejores intentaron ir más allá, mostrando el sustento y la filosofía a la que apuntan.
Claro que estar en San Sebastián es también recorrer sus ramblas y sus calles, su ciudad vieja y sus bares y restaurantes. Conocimos la sidrería de Usurbil, con sus sidras escanciadas, donde comimos un delicado bacalao y esas geniales txuletas tan propias del país vasco (como las que sirven en nuestro amado Sagardi, en San Telmo). La enorme capacidad de los asadores se notó en que, siendo doscientos comensales, todas las txuletas salieron perfectas, al estricto modo de la región, caramelizadas por fuera, rojas furiosas por dentro. Un punto alto fue la cena que nos ofreció el cocinero Gorka Txapartegui en Alameda (en Hondarribia, a la orilla del Bidaso): pequeños pasos repletos de sabor donde destacaron la papada de cerdo con garbanzos y una cucharada (no necesaria) de caviar por encima, así como la pechuga jugosa de paloma en sus jugos de cocción.
«Cada exposición dibujó un mundo propio, con similitudes y diversidad de opiniones y caminos. Elena Arzak – del mítico restaurante Arzak – confesó que su palabra clave hoy es flexibilidad: «Ante la exigencia de los comensales, estamos repensando los menús por pasos», afirmó la dueña de uno de los lugares donde los comensales reservan con meses de anticipación más allá de que comer allí cuesta unos 250 euros (sin contar el vino)…»
Pero no sólo se trata de restaurantes: en la ciudad vieja, esa punta de San Sebastián que se arroja al mar, están los bares de pintxos, tan famosos y queridos, considerados entre los mejores de toda España (y eso que la competencia es feroz). Anoten esta hoja de ruta: Gambarra para un pintxo de setas, Txepetxa para una anchoa con centolla, Borda Berri para una oreja de cerdo crocante o una carrillera de ternera. Hay más: delicioso el foie con jamón en Lasarte, también la anchoa con cebolla en La Espiga. Con precios que van de 2 a 3 euros por pintxo, es la mejor manera de recorrer la ciudad gastando poco (en términos europeos, claro), bebiendo cañas o, mejor, un vaso de txacoli, el popular, ácido y refrescante vino blanco de la región.
Gastronomika 2022 culminó con una cena exclusiva, donde, entre otros, cocinó Guido Tassi ofreciendo embutidos y un bife ancho argentino (que llevó -ejem- en su equipaje). Un final a puro fuego y felicidad por haber sido parte de un encuentro que es historia. Esa historia de la gastronomía mundial de los últimos 25 años, de la cual algunos capítulos se siguen escribiendo en San Sebastián.
Fuente: La NAción – Patricia Ramos tiene en su currículum a varios clientes famosos, entre los que se cuentan los Rolling Stones, Madonna y los Gun’s N’ Roses; al frente del fuego en uno de los hoteles más famosos de Buenos Aires, cuenta su historia a LA NACIÓN
Era una niña cuando, en su casa del populoso Monte Grande, su abuelo Enrique preparaba el asado para poder reunir a toda la familia. Entonces, ella se acercaba y escudriñaba con su mirada cada movimiento del afilado cuchillo ante carnes y achuras. Casi sin quererlo, comenzaba a aprender todo lo que se debe saber para llevar a la mesa el más sabroso costillar.
Pasaron más de tres décadas de aquellos añorados tiempos y hoy Patricia Ramos (Pato para quienes la quieren bien) es la Parrillera-Chef del restaurante Nuestro Secreto del Hotel Four Seasons, y cuenta a LA NACIÓN que entre tantos clientes de todos partes del mundo que recibió, tuvo el privilegio de que los Rolling Stones, los Guns N’ Roses y Madonna saborearan sus exquisiteces: “Los Stones eran más del asado, los Guns del vacío, pero a todos les fascinaron las achuras, y por supuesto el sándwich de chorizo (N de la R: aprendieron a decir Choripán con acento argentino)”.
Pato explica que la Reina del Pop prefería más las pescas a la parrilla: trucha, pesca blanca, mero, lisa. También pollo. “Siempre pedía todo con una sonrisa; fue un placer recibirlos y que se retiraran diciéndome que les había gustado mucho”, rememora.
Patricia cuenta que además su mamá y su abuela eran cocineras, y que seguramente eso también marcó su futuro: “Terminé la secundaria y siempre supe lo que quise ser. Fui a la Escuela de Gastronomía y estudié dos años. En el primero hice la pasantía en la planta de Buenos Aires Catering y el segundo quise ir a un hotel. Siempre me llamó la atención, me daba curiosidad, no tenía definido qué era lo que más me gustaba en la cocina. Me atraía la pastelería porque mi mamá me mandaba a hacer cursos con una profesora del barrio. Cuando entré acá tenía solo 21 años, por ese entonces era el Hyatt, no lo podía creer…”.
Luego, vinieron los primeros pedidos y clientes. “Pedí estar en el sector de pastelería, pero solo había vacantes en el área de banquetes. Participaba de eventos multitudinarios de hasta 500 personas, lo único que quería era aprender de todo en la cocina. Fueron dos meses a full. Después me ofrecieron quedarme como personal eventual, me llamaban cuando me necesitaban, así durante un año, hasta que me dijeron que pasaba a ser efectiva en el hotel. Estuve casi seis años en banquetes. Seguía viviendo en Monte Grande. Tomaba el colectivo hasta Constitución, luego tren, otro colectivo… Y si trabajaba hasta la madrugada tenía que hacer tiempo hasta que saliera el primer tren”, rememora Pato con nostalgia.
El tiempo pasó, nació su hija Milagros (que hoy ya tiene 20 años, es vegetariana y estudia ingeniería en sistemas) y aunque el camino se complicaba, siguió adelante: “Sentí que necesitaba un cambio. Y me fui a la cocina del restaurante que en esa época era ‘Le Mistral’. Empecé a vivir la cocina, más creativa, meticulosa, otro desafío. En Banquetes obtuve el puesto de Cheff de partie, y luego Juan Gaffuri, que es el Chef ejecutivo del hotel se fue de viaje y yo alcancé su puesto de Sous Chef. Ahí estuve varios años, cuando él volvió a los seis o siete años con toda la renovación, de cambiar el restaurante, se creó Elena y cambió el concepto. Participé de su apertura y a los diez meses se abrió Nuestro Secreto y Juan me dice que había pensado en mí. Fue un precursor de la mujer en la parrilla”. Así las cosas, el famoso “un aplauso para el asador” se convirtió en “aplauso para la asadora”. “En estos nueve años que llevamos funcionando, al principio era como que sorprendía, hoy nada. Hasta ahí yo solo había hecho asados en mi casa. Cuando él me comentó la idea me cerró por todos lados. Me llevó a mis recuerdos de la infancia, a mi abuelo Enrique y sus asados de los sábados a la noche en mi casa de Monte Grande. Por ese entonces, Alfredo, mi papá, se dedicaba a sembrar papa en el campo, en General Belgrano, donde el abu también tenía un asador y yo espiaba cómo lo hacía, jajaja”.
-¿Aceptaste de inmediato la propuesta de convertirte en parrillera-chef?
-Sííí. Sabía que una cosa era hacer asado para la familia y otra en un restaurante, pero me encantó el desafío. Nunca lo dudé y arranqué. Al principio tenía miedo pero lo superé muy rápido, con la práctica. Acá era parrilla, brasas y horno de barro, no tenía más hornallas, una experiencia hermosa. Recibo a gente que me dice: ‘Soy vegetariano o vegano’. Y me plantea otro desafío. Busco opciones: akusai, boniato, batatas, papas, bok choy, calabaza, espárragos, alcauciles, hay mucho, con una buena salsa son una exquisitez.
-¿Cuántas horas de fuego lleva el costillar?
–A las 15 pongo el costillar y a las 19 está para comer. Influye mucho si se hace a leña o carbón. Acá usamos madera. Dejamos de usar quebracho porque está en peligro de extinción, ahora lo hacemos con leñas sustentables de Santiago del Estero. El dueño del campo tiene un apicultor que dice qué árbol está para talar. Hay manzano, espinillo, quebracho blanco, colorado, mezcla de todo y sale perfecto. Nunca sé lo que va a llegar, es lo lindo de la cocina, aprender cosas nuevas. Además hacemos entraña, ojo de bife, lomo, pollo, pesca blanca, truchón, molleja, chorizo, chinchulín…
-Estamos ávidos de que nos aportes secretos para asar carnes y achuras.
–El chorizo lo hago con fuego no tan fuerte, lo voy girando cuando va tomando color, y así me aseguro que no esté crudo, no lo cocino mariposa y no lo pincho porque así tiene más sabor. El chinchulín, para que no salga seco, primero lo lavo bien con agua muy fría, le saco un poquito de grasa para que quede bien prolijo, le mando sal y a la parrilla. El asado se cocina del lado del hueso las tres cuartas partes al fuego, y el toque final del otro lado.
-¿Y la molleja? ¿El bife de chorizo?
La molleja entera también se lava bien bien, se sumerge en agua bien fría para que salgan todos los deshechos, sal y a la parrilla. T-bone es otro corte que se llama así porque tiene la T del hueso. Es la parte del bife de chorizo con el lomo. Es alto, el nuestro pesa 550 gramos. Hay que hacerlo con fuego más bien bajo para que la cocción sea pareja y no se arrebate. Otro dato: cuando se prende el fuego se debe sacar la carne de la heladera para que cuando vaya a la parrilla no esté tan fría, si no se contrae y se endurece.
-¿La gente pide choripán o chorizo al plato por delicadeza?
-Yo lo mando en una tablita con los pancitos, con opciones, de una salsita, y me sorprendo cómo enseguida se preparan el choripán. El camarero le explica al extranjero y ponen cara de satisfacción cuando lo prueban. Preguntan por qué el pan. Y le explicamos nuestra tradición. A los extranjeros es difícil explicarles en inglés qué es el chinchulín, entonces les mando para que prueben un pedacito de molleja como complemento y después piden más. Se sorprenden.
-¿Si vas a comer afuera pedís asado?
-Afuera o en casa elijo comer milanesas y pastas. Cuando voy a un restaurante aprendo de lo que no me gusta que pase. Miro eso, desde la atención hasta un plato manchado, la presentación. Cada plato debe ser único. La primera impresión pasa por los ojos. Desde la presentación hasta el sabor, siempre estoy observando cómo sale cada plato. Miro la cara de la gente cuando la comida llega a su mesa y disfruto si es de satisfacción. Me gusta que me miren para saludarme y aprobar con un gesto. Preparar el asado es mucho más que tirar carne a la parrilla, tiene una tradición, reúne a amigos, familia.
-No podés negar que sos una profesional pero a la vez también fan de la parrilla.
–Jajaja, siento que abrí un camino para la mujer hace muchos años, me da orgullo, tengo amor por lo que hago, trato de transmitir eso: esfuerzo, dedicación ganas, predisposición, tenía un objetivo claro y lo alcancé. Pero todos los días voy por más.
Fuente: Clarín Gourmet ~ Es de Bahía Blanca y se consagró en un campeonato de pizza napoletana. Los secretos de su fórmula ganadora.
Aunque apenas tiene la mayoría de edad, el bahiense Franco Monachesi conoce la anatomía de la “vera pizza napoletana” a la perfección. Su erudición sobre técnicas de amasado y levado lo catapultó como el mejor pizzero de Sudamérica entre 65 participantes de Argentina, Uruguay, Perú, Chile, Brasil, Bolivia, Colombia, Venezuela, Paraguay y Cuba.
El certamen en cuestión es el Campionato Pizzaioli que tuvo lugar este fin de semana en La Rural, en el marco del evento Mondo Pizza. Estuvo organizado por la Scuola Pizzaioli y el premio máximo era un viaje a Italia para participar del Campeonato Nazionale Pizza DOC.
La juventud de Franco no fue la única sorpresa. El flamante campeón es el hermano menor del ganador de la edición anterior de este concurso. Fernando Monachesi, de 36 años, es un chef profesional que el año pasado obtuvo el título sudamericano y que en la competencia internacional en Italia quedó en el cuarto puesto entre 360 participantes de todo el mundo.
Dónde probar la mejor pizza napoletana de Sudamérica
La pizza ganadora en el Campionato Pizzaioli.
Con tan sólo 15 años, mientras estudiaba en la escuela secundaria, Franco se inició en este oficio en Bizzo, la pizzería de la ciudad de Bahía Blanca (calle Parera 4506), que poco tiempo antes había instalado su hermano Fernando.
“Hacemos pizza napoletana contemporánea, algo muy diferente a lo que estaba acostumbrada la mayoría de la gente. Somos pioneros en este tipo de producto en la ciudad. Nos diferenciamos mucho del resto por las técnicas y los procesos que usamos. También por los productos que son importados”, detalla.
Fernando y Franco trabajan de lunes a lunes hasta doce horas diarias para sostener la producción artesanal de sus pizzas cuya elaboración demanda varias etapas desde el fermentado de la masa hasta el despacho del producto final. El flamante campeón confía que ese ejercicio cotidiano le permitió destacarse entre sus rivales.
En Bizzo ofrecen unas 15 variedades de pizzas. Desde las más clásicas y populares como la Margherita -según Franco, “es la más simple y apta para todos”- y otras más complejas como la Diábola que lleva base de pomodoro italiano, muzzarella, albahaca, oliva y peperoni. “También hay otras con mortadela con pistacho o con bocconcinos, por ejemplo”, enumera.
Cómo se hace la mejor pizza napoletana de Sudamérica
El primer punto para una buena pizza es la masa y el dilema suele ser: ¿levadura o masa madre? Franco explica que en la pizzería Bizzo se inclinan por la primera ya que “permite que sea más estable la producción”.
El joven pizzero también subraya que usan harinas importadas, con mucha proteína que permita procesos de fermentación, guarda y maduración extensos. En esa etapa está la clave de una buena pizza: “Lleva hasta tres días de trabajo. Las pizzas que despachamos un martes, las empezamos a producir un domingo”, detalla. Una buena masa, la clave de la pizza del mejor pizzero sudamericano.
La salsa es uno de los ingredientes principales. Los hermanos Monachesi usan pomodoro italiano que tamizan en un “pasatutto” para no dañar la semilla. “Solo le agregamos sal. No le agregamos especias ni lo cocinamos”, apunta Franco.
Con respecto al queso también son muy exigentes: “Usamos mozzarella fiordilatte que es neutra y muy blanca y no opaca el sabor de los demás ingredientes. Sino productos con la misma base como boconccinos o burratinas (mini burratas), enumera.
La ley fundamental de la vera pizza napoletana es “ menos es más”. Por lo cual nunca hay que exagerar con la cantidad de ingredientes. Según Franco, “Tanto topping hace que sea muy pesada y queremos un producto liviano, fácil de digerir y con pocos insumos de gran calidad que permitan sentir una explosión de sabores en boca”. La temperatura del horno es crucial para una buena pizza napoletana.
Claro que el punto definitorio de este tipo de pizza delgada, crocante y aireada pasa por la cocción. En Bizzio esos resultados están garantizados gracias a su horno italiano que alcanza los 450 grados de temperatura y permite sacar la pizza en tan solo un minuto.
Si la expectativa es hacer algo igual en casa, Franco asegura que no hay que rendirse: “Con la técnicas apropiadas se puede hacer un buen producto aun con un horno doméstico”.
Fuente: IProfesional ~ Nacido en Luján de Cuyo, apuesta por una cocina con base en la tradición pero con una mirada moderna y mucho énfasis en los productos de la zona.
«Me considero un cocinero mendocino creativo, con un estilo y una vanguardia que todos los días busca expresar en un plato y que aprende de las personas que lo rodean, de interactuar con sus comensales, de los viajes que inspiran. Soy muy autocrítico y me considero un afortunado por la profesión que elegí y que disfruto todos los días». Así se autodefine Santiago Maestre, flamante chef ejecutivo de «La Vid«, el restaurante que funciona en bodegaNorton desde el año 2009.
Cabe destacar que Santiago, que nació en Luján de Cuyo, obtuvo en 2012 la Medalla de Oro en el concurso internacional Cocinarte. Además, estuvo al frente de los fuegos durante seis años en Universo Vigil y también tuvo las riendas del restaurante de Bodegas Salentein durante un año.
Ahora, Santiago acaba de presentar la nueva carta de «La Vid» que, asegura, está inspirada en las costumbres mendocinas, con ingredientes típicos de la montaña, los ríos y el terruño pero con una visión innovadora. Y todo esto apoyado en un maridaje pensado para acompañar los vinos de la bodega.
El chef diseñó diferentes propuestas para los dos espacios que funcionan en la bodega. En el caso de «La Vid Terraza«, consiste en un menú de 5 pasos e incluye vinos como Altura Pinot Noir o Gernot, el ícono de Norton; mientras que en «La Vid Cava«, inspirado en las tradicionales cavas con antiguos toneles, pisos de piedra y ventanas pequeñas, el menú es de 4 pasos y el maridaje se pensó con vinos de la línea Perdriel.
Cangrejo de río, manzana y apio; empanadas mendocinas con masa de olivas; tiradito de trucha curada; ojo de bife con salteado de hortalizas de estación; costillitas de cerdo con manzanas o rótolo con salsa chipotle son algunas de las opciones que pueden elegirse.
En «La Vid», el chef ofrece platos basados en productos típicos de la región de Luján de Cuyo
«En el menú, los ingredientes estrella que destacamos son 100% autóctonos de la región: queso de cabra, trucha curada, cerdo marinado, cangrejo de río o carne a la plancha. También rescatamos mucho las conservas, ya sea en un curado de una pesca o en pickles. La mezcla de una técnica bien cuidada, lograda, que en mi caso va pasando de generación en generación porque vengo de una cocina de familia. Por eso busco destacar cada ingrediente junto con una técnica que permita apreciarlo y no taparlo, sino exponerlo al máximo», explica Santiago.
Cuando se le pregunta cuál fue su principal objetivo a la hora de darle vida a este menú, el chef asegura que «lo que queremos representar con este nuevo menú son las tradiciones y la culturamendocina pero reversionadas desde una mirada moderna, haciendo mucho hincapié en los productos de Luján de Cuyo».
«En mi caso, como soy oriundo de la zona de Luján, tengo esa posibilidad de conocer lo mejor que esta región tiene para ofrecer y la verdad es que me enorgullece poder ser parte de esto. Por eso, quien visite el restaurante se va a encontrar con dos cartas con una fuerte impronta mendocina, y con una fuerte presencia de pequeños y grandes productores que hacen el día a día para que nosotros podamos obtener los ingredientes autóctonos más frescos en nuestros platos, acompañados por los mejores vinos de Norton.
Vinos y gastronomía: un menú pensado al mínimo detalle
A la hora de explicar cómo funcionó la dinámica entre su equipo y el área enológica a la hora de armonizar el menú con los vinos, el chef detalla que «la dinámica primero comenzó en el equipo de cocina, donde nacieron las propuestas. Luego pasamos por una etapa de prueba donde hicimos bastante prueba y error. Hay un lema que dice que si no te gusta lo que estás haciendo, tampoco le va a gustar a la persona. Posteriormente, trabajamos con el equipo de sommeliers y con el paladar de David Bonomi, nuestro enólogo, y junto también a Michael Halstrick, presidente y CEO de Norton, quien participa muy activamente en este tipo de procesos para asegurar la calidad y excelencia en cada detalle de las experiencias que se brindan en la bodega».
«Fue así que en conjunto y en equipo terminamos de diseñar y de darle forma al menú actual para que acompañen a la perfección nuestros vinos, reflejando este nuevo concepto que estamos trabajando en Bodega Norton», completa.
El chef trabajó junto al equipo enológico a la hora de diseñar el menú y seleccionar los vinos
«Como buen mendocino las cartas van a ir variando en base a las temporadas para poder mostrar lo que tiene Mendoza, principalmente Luján de Cuyo en cada cambio de estación. Es por eso que van variando en base a nuestros ingredientes y las materias primas que vamos teniendo en cada una de las temporadas», anticipa Santiago.
Consultado sobre qué fue lo que más le atrajo de la propuesta de Norton para convertirte en el chef ejecutivo de su restaurante, Santiago no duda al responder: «En primer lugar, sus grandes vinos y la historia que tiene Bodega Norton para con la provincia, con el país y hasta con el mundo, siendo una bodega con más de 127 años de experiencia, y que marcó precedentes icónicos en el patrimonio de la vitivinicultura Argentina. La posibilidad de poder formar parte de esta línea del tiempo que va hacia adelante, donde uno puede poner su granito de arena, su aporte, es un desafío único para mí. Donde la experiencia gastronómica es acompañada por grandes vinos elaborados por un gran equipo enológico, liderado por uno de los mejores enólogos del país».
Para luego agregar: «Desde mi caso, el poder ofrecer sabores de una gastronomía mendocina, llevando el estandarte y el diferencial de un lugar tan único como lo es Luján de Cuyo, son las cosas que me motivan para dar a conocer todo su potencial y que la gente pueda disfrutar lo mejor de la gastronomía mendocina».
Fuente: Río Negro ~ Ya se palpita «Bariloche a la Carta». Lo que no podés perderte si sos fans foodie.
Cocina simple, con espíritu italiano. Tal vez sea la mejor manera de definir a Julieta Oriolo.
Formada en el Instituto Gato Dumas, dejó su impronta en distintos restaurantes de Buenos Aires. Ampliamente conocida por sus programas de televisión, su fuerte presencia en redes sociales, y las recetas de su último libro, la cocinera participará en la próxima edición de Bariloche a la Carta.
«Empecé estudiando gastronomía, pero en mi casa siempre se cocinó. El tema es que cuando uno empieza a estudiar, todavía no tiene en claro qué tipo de cocina quiere hacer”.»Pero siempre busqué lo simple”, expresa.
“Ese camino me conectó con la cocina italiana que se hacía en mi casa. Me fui interiorizando; busqué bibliografía, y pronto me di cuenta que no me gustaban los platos muy cargados, sino buscar la simplicidad a partir de la utilización de productos de estación”, explica.
Toda esa pasión por la cultura italiana la plasmó en su restaurant «La Alacena, Trattoria Moderna”, presente en el barrio porteño de Palermo desde 2014. “El desafío diario es salir de lo que en general se ve como cocina de Italia, para ir a una más legítima donde, por ejemplo, en muchos casos a la pasta no se le pone queso”, dice.
Paladares
Julieta coincide con la idea de que el argentino actual va perfeccionando su paladar, «a medida que van emergiendo cocineros nuevos o gente que quiere hacer las cosas buscando una alimentación mejor. Surgen por ejemplo nuevos panes que no caen tan pesados, o pastas elaboradas con sémola de grano duro, y no con harina de trigo».
Un aspecto que destaca, es la posibilidad de volver a vincular de manera directa la oferta gastronómica con el productor, de intentar recuperar la identidad de cada lugar según lo que produce.
En este sentido reconoce que en una ciudad como Buenos Aires es fácil encontrar de todo, pero que vincularse con la gente, con lo que produce, tener ese producto para prepararlo, “es lo más lindo para un cocinero”.
Exposición
Dice “llevar con tranquilidad” las exigencias propias de ser una chef con gran exposición mediática. “Son cosas que se dieron de a poco sin buscarlas. La gente viene al restaurante y me agradece las recetas simples. Eso me llena de amor», subraya.
«Poder ayudar desde ese lugar está buenísimo. Hoy en día, con Internet y las redes sociales, tenemos a la mano todo”, agrega.
Cocina desde casa
La cocinera nos cuenta también sobre cómo vivió el tiempo de pandemia. “Fui una de esas personas que afortunadamente no la sufrió mucho porque me encanta estar en mi casa, y nunca puedo. Sabía que todos los míos estaban bien y eso me dejaba tranquila».
«Fueron algunos días los que pude descansar al principio; aproveché para cocinar, para «bajar un cambio”. Inmediatamente nos abocamos a reactivar con creatividad nuestro emprendimiento gastronómico porque el panorama ya se presentaba complejo”, recordó.
“Tuvimos que rediseñar la manera de ofrecer nuestros productos, con mucha presencia en las redes, con videos e interacción con el público cocinando desde casa”.
Bariloche a la Carta
“Estoy muy entusiasmada de participar en este gran evento gastronómico que es Bariloche a la Carta”, en donde ya proyecta encontrarse con sus colegas y amigas Julieta Caruso, la “China” Mariana Müller y Ximena Sáenz, entre otras.
En cuanto al menú que presentará en BALC, adelantó que «seguramente habrá alguna pasta, un antipasti, y otros platos con hongos. Será un hermoso tiempo para compartir e interactuar con quienes nos acompañen”.
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