Fuente: La Nación by @acido_ba – El barrio lindero al cementerio más grande de la ciudad sigue siendo epicentro de la movida gastronómica. Un bodegón contemporáneo que sorprende con ñoquis coreanos, keppe crudo con labne o alitas de pato fritas con masala.
“No nos tomen tan en serio”, advierte el Instagram de Ácido, el nuevo restaurante sensación de Chacarita. Con una baja inversión y sin agencias de marketing ni de prensa involucradas, entre sus comensales contaron con la presencia de la famosa actriz española Úrsula Corberó, protagonista de La casa de papel, y muchos días hay que esperar para entrar.
Pero ¿de dónde salió Ácido? Su chef y dueño tiene solo 25 años, empezó a cocinar a los 14, estudió en Europa en Le Cordon Bleu y pasó por los fogones de lugares como Aramburu, Tickets y Gresca (Barcelona), además de algunos meses en Dinamarca. En sociedad con su padre, Gabriel, el 7 de marzo Nicolás Tykocki abrió las puertas de su primer restaurante y la gente comenzó a llegar.
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Tykocki le escapa a una definición de su cocina, concede simplemente un “rica”. La cantidad de entradas y principales se cuenta con los dedos de una mano, pero siempre hay algún fuera de carta –codillo de cerdo para compartir, morcilla con chimichurri y huevo frito, alitas de pato fritas con masala–, más un par de postres. Es inevitable pedir todos los platos y ponerlos al medio tipo family style.
El plato estrella son los ñoquis coreanos –conocidos como tteokbokki–, preparados con una masa de arroz glutinoso y con una salsa que lleva ssamjang y que no es tan picante como en su versión original. Es muy bueno también el pollo frito para comer con la mano, que viene acompañado con ensalada de pepino smash, arroz fortuna y huevo revuelto. A veces sale estilo Buffalo, otras Nashville o coreano. Otra opción es el keppe crudo con labneh, bazlama y ensalada de hinojo. La carta de vinos también es corta, pero tiene un precio de arranque bajo como para que todos puedan elegir.
La cocina abierta está conectada al salón –recuerda un poco a la de Proper– y el ambiente emana vibras de bodegón contemporáneo. En lugar de banderines cuelgan pósters de la Fórmula 1 y de Ayrton Senna, que conviven con vajilla y algunos elementos decorativos de casa de abuela de los años 70 (sobre todo, en el baño). Es una mezcla rara. ¿Ecléctica?
El staff se completa con cocineros y camareros muy jóvenes (para algunos es su primera experiencia en restaurantes). Sin temor a contar que algunos ítems los tercerizan –como el pan brioche de las torrijas o la misma masa de los tteokbokki–, el plan no es engrosar mucho el menú, sino ser creativos con los fuera de carta.
“La estamos pasando muy bien, buscamos productos en el mercado de Haedo, donde hay unas hierbas increíbles. Estamos obsesionados con el sabor, pero, por lo demás, queremos que comer en Ácido sea una experiencia relajada. Que se diviertan los que vienen y que nos divirtamos nosotros, que sea algo lúdico”.
Más allá de las cenas, algunos mediodías de fin de semana, el plan es hacer pop-ups con abuelas, ya que, como dice Nico, ellas son su “ins-po”. Un retrato de su propia abuela, Beba, en el medio del salón, parece darle la razón.
Fuente: iProfesional – Entre los «clásicos» y algunos «tapados», en el mundo gastronómico ya se especula qué restaurantes serán los seleccionados por la Guía Michelin
A fines de julio se oficializó la llegada de la prestigiosa Guía Michelin a la Argentina. Y el próximo 24 de noviembre, se presentará su primera selección de restaurantespara la Ciudad de Buenos Aires y Mendoza. En esa fecha, podrían conocerse quiénes son los chefs distinguidos con sus mundialmente famosas estrellas.
Lo cierto es que la llegada de la Guía Michelin al país se trata -coinciden especialistas y referentes del sector- de una gran noticia para la gastronomía y el turismo argentino. Es que por un lado puede ayudar a elevar aún más el nivel culinario de las ciudades seleccionadas; mientras que, una vez publicada, impulsa la llegada de visitantes tanto locales como extranjeros.
En ese escenario, desde hace un año unos 300 «inspectores» de la guía ya recorren los distintos restaurantes «de incógnito«, con el objetivo de elegir a los mejores e incluirlos en sus reseñas. Cuáles serán los primeros en recibir una estrella Michelin, es la gran incógnita entre los especialistas y los amantes de la gastronomía.
Guía Michelin: cómo se eligen los mejores restaurantes
Según se informó durante la presentación oficial, la selección de restaurantes de la Guía Michelin en Buenos Aires y Mendoza será realizada independientemente por los inspectores anónimos, siguiendo la metodología histórica y global de la firma.
Así, la calidad de la cocina ofrecida por los restaurantes es evaluada de acuerdo a los cinco criterios internacionales de la Guía:
La calidad de los productos
El dominio de las técnicas de cocina
La armonía de los sabores
La personalidad del chef representada en la cocina
La consistencia tanto a lo largo del tiempo como en todo el menú
Inspectores de la Guía Michelin recorren restaurantes para elegir a los mejores
A partir de estos ítems, la Guía publica sus reseñas y otorga distinciones: las estrellas son, lógicamente, las más famosas. Según se publicó en el anuncio oficial, una estrella Michelin se entrega a los restaurantes por «cocina de alta calidad que vale la pena detenerse», dos estrellas por «excelente cocina que vale la pena desviarse» y tres estrellas Michelin por «cocina excepcional que vale la pena un viaje especial». Además, la selección incluye la categoría Bib Gourmand, una distinción otorgada a los restaurantes que ofrecen comida de buena calidad a un precio moderado.
En ese sentido, al analizar qué debe tener un restaurante para recibir este galardón, Mauro Colagreco, el primer argentino en obtener las tres estrellas Michelin, señaló a iProfesional: «Primero, la calidad del producto que se utiliza. Después, la precisión en la cocción de esos productos y cómo se lo trata técnicamente, sin desvirtuarlo. Luego, pienso que es el carácter del chef en el plato, en el menú que presenta. Pero son cosas que yo creo que son así, no sé cuáles son los esquemas en los que se basan los inspectores».
«El sistema en el que se basa la Guía es muy efectivo, porque son inspectores anónimos. No sabés nunca si fue un inspector o un cliente normal el que pasó por el restaurante. Esto lleva a tener un nivel más constante: porque a veces, cuando viene un periodista o alguien reconocido, uno sabe y hace el esfuerzo de hacer mejor las cosas. Acá tenés que hacer mejor las cosas todo el tiempo. Y eso es lo que lleva el nivel a ser cada vez más alto», resaltó Colagreco.
Por su parte, Silvina Reusmann, periodista gastronómica, explicó que «lo que busca la Guía es muy puntual». «De las bases, la más determinante es que se pueda reconocer la propuesta del cocinero en el plato. Después, para tener una o dos estrellas, hay ciertos requerimientos que necesitás tener. En las tres estrellas se mira el servicio, el espacio, la vajilla. Se ponen a hilar muy fino. Pero en otras ciudades del mundo hay restaurantes que tienen una estrella y no son de alta gastronomía. Son restaurantes donde se come bien, que es básicamente el espíritu de la guía», detalló.
En tanto, según señaló Carlos Yanelli, presidente de la Cámara de Restaurantes y propietario de Estilo Campo, «la Guía tiene contratado para hacer las inspecciones a 300 inspectores, que están hace un año trabajando». «Y no sabemos en qué restaurantes estuvieron. Lo que más entusiasma es que en la evaluación vamos a entrar todos los establecimientos gastronómicos. Desde un restaurante de comida al paso, casas de tapeo, comida fusión, van a entrar todos», remarcó.
Restaurantes argentinos «candidatos» a tener una estrella Michelin
Aramburu es uno de los «favoritos» a obtener una estrella Michelin
Cuando el 24 de noviembre se publique la Guía para las ciudades de Buenos Aires y Mendoza, es probable que se conozcan también los primeros restaurantes argentinos en obtener estrellas Michelin. Y, si bien se trata sólo de suposiciones, saber cuáles serán los galardonados es uno de los interrogantes entre los amantes de la gastronomía.
«Creo que la Guía llega a Buenos Aires porque ha hecho varias visitas y vieron que hay un nivel donde puede tener algunos restaurantes con estrella», señaló Colagreco que, a la hora de nombrar algunos posibles candidatos, aclaró: «Si bien he ido a visitar a la familia, no voy hace bastante a comer a Buenos Aires, desde antes de la pandemia. Entonces no me atrevo a decir lugares. Pero seguramente Don Julio, Aramburu o Crizia, sin querer dejar a nadie afuera, creo que pueden llegar a ser restaurantes que puedan tener una estrella. Son candidatos fuertes».
«Si tengo que adivinar, haciendo futurología de alguna manera, me parece que no puede estar afuera Aramburu. De hecho, si hay algún restaurante en Buenos Aires que puede recibir dos estrellas, es Aramburu. Otro que puede recibir una estrella es Trescha, pese a que abrió hace poco. Elena, en el Four Seasons, es otro restaurante que podría recibir. Después, otros que podrían aparecer en la lista, ya sea con estrella o en el Bib Gourmand, para mi tiene que estar Crizia; me parece que un restaurante como Santa Inés debería estar; Don Julio también podría estar», señaló por su parte Reusmann, quien en cuanto a los establecimientos que podrían ser galardonados en Mendoza destacó: «Angelica, el restaurante de Catena Zapata, aunque es un restaurante muy nuevo. 5 Suelos podría recibir también y Azafrán también lo merecería».
Es decir que, de acuerdo a las especulaciones de los expertos en la materia y en base a otros rankings elaborados por distintas publicaciones, podría considerarse que los «candidatos» a ganar una estrella o entrar en las reseñas de la Guía Michelin, son los siguientes restaurantes:
Aramburu
Es, quizá, uno de los grandes candidatos a quedarse con una (o más) estrella en la primera edición de la Guía en el país. De la mano del chef Gonzalo Aramburu, en 2022 se ubicó en el puesto 36 en los Latins America’s Best 50. También fue elegido para formar parte de Relais & Châteaux, una élite internacional de establecimientos de lujo.
Trescha
Trescha es otro de los que podrían aparecer en la Guía Michelin
Si bien se trata de un restaurante relativamente «nuevo», que lleva sólo unos meses abierto, se lo considera como uno de los más «exclusivos» de la Ciudad y podría ser uno de los «tapados» premiados con una estrella. Su chef, Tomás Treschanski, de 26 años, abrió en Villa Crespo este lugar con una propuesta de fine dinning para diez comensales por turno con un menú de 14 pasos.
Crizia
Ubicado en Palermo, Crizia propone una experiencia donde conviven la cocina de autor y el producto argentino de temporada expresado a través de la tierra, el mar y el fuego, combinados con la arquitectura de diseño. Su chef Gabriel Oggero apuesta por una cocina de productos de estación, fresca y contemporánea.
Don Julio
Fue el único restaurante argentino en ingresar al The World’s 50 Best Restaurants 2023, donde ocupó el puesto 19. Considerada por la publicación como una «catedral para los amantes de la carne«, el local de Pablo Rivero es el elegido por distintas personalidades que visitan el país: entre las que se destacó, por ejemplo, la de Lionel Messi.
Mishiguene
En Mishiguene, el restaurante que en 2022 se ubicó en el puesto 15 en los Latins America’s 50 Best, el chef Tomás Kalika «honra su herencia de inmigrante judío modernizando las recetas de su abuela», asegura la publicación. «Nos propusimos traer a la actualidad esas recetas olvidadas, esas que nuestras abuelas hacían cuando éramos niños y también las recetas que jamás prepararon», destacan desde el restaurante, donde hacen «cocina de inmigrantes«.
Elena
Este sofisticado restaurante ubicado en el hotel Four Seasons «envejece su carne y prepara embutidos en la casa», destaca la publicación 50 Best Restaurants, que la ubicó en el puesto 40 de su lista para América Latina en 2022. «La luminosa cocina abierta de Elena está dirigida por el chef ejecutivo Juan Gaffuri y el jefe de cocina Nicolás Díaz Rosáenz, quienes evocan la cocina tradicional porteña popular entre los lugareños y visitantes de la ciudad por igual», destaca la publicación.
Elena, en el Four Seasons, puede ser otro de los restaurantes distinguidos
Otros restaurantes que se mencionan en el sector como candidatos, al menos para entrar en la lista de Bib Gourmand, son Santa Inés, Niño Gordo, Gran Dabbang y Anafe, entre otros.
Guía Michelin: por qué es una «gran noticia» para el país
«La llegada de la Guía al país es una gran noticia porque está comprobado que tracciona el turismo«, explicó Reusmann, quien señaló que actualmente «la gastronomía tiene un espacio muy preponderante en la decisión de viaje».
«Va a impulsar mucho al turismo, tanto el local como el extranjero. Así ocurre en todos los países del mundo donde está. Es un gran logro que va a ser muy importante para la gastronomía argentina», coincidió Yanelli.
Por su parte, Colagreco aseguró que «la Guía puede posicionar fácilmente a Argentina como uno de los destinos gastronómicos en el mundo. Y eso es súper importante. Ser, después de Brasil, el primer país en toda Sudamérica en contar con la presencia de la Guía Michelin, sin lugar a dudas, es un evento muy importante».
«Y puede darle un impulso muy grande, aún mayor, a la gastronomía argentina. Por el momento, estará en Buenos Aires y Mendoza, pero eso va a llevar también al resto del país a levantar el nivel. Como ha sucedido en países donde la Guía está desde hace poco tiempo, se ve cómo ha podido contribuir en que el nivel suba de año a año. Por una especie de competitividad sana, que surge con el lanzamiento de cada Guía. Porque, efectivamente, a un restaurante le da muchísima visibilidad estar en la Guía y más aún, tener una premiación de estrellas», detalló el reconocido chef argentino.
Mauro Colagreco contó cómo ganar su primera estrella Michelin le permitió a Mirazur «sobrevivir»
Al respecto, Colagreco contó su experiencia personal cuando ganó su primera estrella Michelin con Mirazur, ubicado en la Costa Azul francesa y que ahora cuenta con tres estrellas: «La primera estrella la ganamos muy rápido. Abrimos en abril de 2006 y nos dieron la estrella a la salida de la Guía de 2007, en febrero. Unos meses después de haber abierto. Y eso nos dio mucha visibilidad, mucho impulso. En un lugar donde no era fácil, porque es de mucha temporada, y diría que nos permitió sobrevivir, en un lugar que era bastante difícil para que un restaurante del nivel que queríamos darle y las expectativas que teníamos sobreviva. No era un destino gastronómico, es un pueblito en un lugar muy lindo, pero que tiene una temporada muy grande. Y las estrellas, nos permitieron hacer muchas cosas que no podríamos haber hecho sin ese reconocimiento de la Guía».
Fuente: Cronista – ¿Cómo viven los chefs argentinos la cuenta regresiva para conocer cuáles serán los restós de Buenos Aires y Mendoza que obtendrán las codiciadas estrellas Michelin? / ¿Qué significa que la guía de origen francés desembarque en nuestro país, y dónde queda parado el otro gran ranking internacional que ya nos distinguía, el 50 Best? / Y además: ¿con qué sueñan más allá del 24 de noviembre?
Lo admitan algo o muy entusiasmados, abiertamente expectantes o reconociendo su ansiedad a regañadientes, todos los chefs y restaurateurs locales marcaron a fuego en su calendario 2023 la fecha clave de la gastronomía argentina: viernes 24 de noviembre.
No es para menos, ya que ese es el día que, al fin, se darán a conocer los elegidos de la primera edición de la Guía Michelin made in Argentina, con la Ciudad de Buenos Aires y Mendoza como protagonistas.
Con el anuncio de su llegada a nuestros pagos (realizado a toda pompa en la magnífica mansión del Four Seasons, y para el cual viajó especialmente desde Francia Elisabeth Boucher-Anselin, directora global de Comunicaciones de la Guía Michelin), esta legendaria «biblia» gastronómica de tapas rojas y más de 120 años de trayectoria, cuyas codiciadas estrellas tienen el poder de propulsar o destruir restaurantes a lo largo y ancho del planeta (New York Times dixit), pisa por primera vez territorio latinoamericano hispanohablante.
En las últimas semanas, el rumor venía corriéndose fuerte. Pero lo que probablemente nadie vio venir fue que el desembarco por estas latitudes estuviese tan avanzado: «La guía nació para explorar los mejores destinos culinarios del mundo. Hoy, está en más de 40 destinos. Ahora, se suman Buenos Aires y Mendoza. Nuestros inspectores saben de la calidad, madurez y excelencia de la cocina de estos lugares: hace meses que están yendo a sus restaurantes», reveló Boucher-Anselin, ante cientos de invitados, entre periodistas, críticos gastronómicos, personalidades del star-system foodie local y hasta corresponsales de medios extranjeros.
No hizo falta decir mucho más: desde entonces, cocineros, empresarios, connoisseurs, sibaritas y opinólogos de la gastronomía argentina por igual empezaron a celebrar, debatir, cuestionar, especular o polemizar sobre la noticia, cada quien según su propia interpretación (para entender de qué van los «pros y contras», imperdible la columna de opinión de Rodolfo Reich en MALEVA). Incluso, hubo quienes postearon en las redes el supuesto paso a paso básico para reconocer a los míticos inspectores de Michelin, esos que aseguran trabajar en absoluto anonimato y comportarse como cualquier otro cliente (lo que incluye, claro, pagar la cuenta): «Como en las pelis. Reservan dos a último momento. Vino y agua. Menú degustación y un plato a la carta. Tenedor en el piso. ¡Son ellos!».
Pero, más allá de cualquier teoría conspirativa, discrepancia o resquemor, lo que unió a la comunidad de chefs argentinos fue, indefectiblemente, la ilusión. Así lo manifiestan todos y cada uno de los consultados por MALEVA para esta nota, desde los consagrados hasta los más jóvenes y emergentes. Una ilusión que, para algunos, está más cerca de concretarse en estrellas que para otros, pero que, en cualquier caso, es compartida en su nivel más esencial y trascendental: que Michelin llegue a la Argentina habla, sí o sí, de un logro colectivo y compartido, que implica haber construido una escena gastronómica en donde pasan cosas increíbles e interesantes todo el tiempo, y cuya potencia es mucho más que la mera suma de sus partes individuales.
«No creo que haya nadie que no esté contento y que no esté vivenciando un momento de energización. Claramente, que Michelin desembarque acá está hablando de que ven que hay restaurantes de nivel mundial. Y eso es una gran noticia para la autoestima de los que hacen cocina argentina», sintetiza Pablo Rivero, dueño de la parrilla Don Julio, el restaurante más premiado de la Argentina. Y agrega: «La gran noticia es que hay un motivo más también para que la gente pueda charlar, discutir, debatir sobre restaurantes, sobre cocina. Eso nos pone a nosotros en una mejor posición en la competencia con otros entretenimientos, porque la gastronomía no deja de ser eso. Es genial que la gente decida ir a vivir una experiencia en un restaurante en vez de quedarse en casa a ver una serie o un partido».
Del lado de las jóvenes promesas, Marina Lis Ra, al frente de Nanum («cocina coreana poco convencional», como la define ella), celebra: «Hace rato que siento mucho orgullo por la gastronomía argentina. Año tras año, estamos creciendo más y más, hay mucha gente que realmente le pone el corazón y cuerpo, y que desembarque Michelin, de cierta forma, significa que estamos haciendo las cosas bien. Para mí, esto es un pequeño aplauso para todos nosotros. Tengo varios colegas que para mí se merecen este reconocimiento y quiero que el mundo conozca las cosas increíbles que hacen. ¡Orgullo argentino!».
Manuela Donnet, otra chef de la nueva generación que no para de sorprender (en su caso, con sus platos a base de hongos), dispara: «Si sos gastro y no te hace sentir nada que Michelin llegue a la Argentina, es porque no tenés corazón o estás demasiado outside. La guía transformará la escena y calculo que, de cierta manera, hace valorar el oficio de la restauración. Me entusiasma porque hay muchos colegas con ganas de competir, entonces todos se ponen a sacar platos piolas y sube la vara. Se mueve el avispero, se muestra la hilacha y se descontrolan las expectativas».
¿Avisperos sacudidos, hilachas al sol, y un poco descontrol? Ah, sí, eso también. Una cuestión más que interesante es qué espacio viene a ocupar la Guía Michelin frente al otro gran ranking internacional en el que nuestro país ya participa, el 50 Best. Una lista elaborada (desde 2002 a nivel mundial y desde 2013 en su versión exclusivamente latinoamericana) por la empresa William Reed Business Media a partir de una encuesta a la que responden cocineros, periodistas y turistas gourmets.
Es sabido, por la misma dinámica del 50 Best, que poder aparecer en esta lista implica casi sin excepciones una buena cuota de lobby, incluso en el mejor sentido de la palabra, pero lobby al fin. Fiel a su esencia, Dante Liporace (quien fue jurado del 50 Best por dos años, hasta que decidió dar un paso al costado) se anima a decir a viva voz eso sobre lo que otros prefieren no opinar: «Creo que la Guía Michelin, hasta ahora, ha demostrado ser super seria. Sobre todo, si la comparo con la otra guía importante, 50 Best, que está totalmente devaluada: ya todo el mundo sabe quién vota, se votan entre amigos… Obviamente, no quiere decir que los restaurantes que aparecen ahí no sean increíbles, pero el sistema de votación es muy mentiroso. Dicho esto, voy a ser sincero: después de todos los runrunes que se corrieron estos días (de que había gente que conocía a los inspectores de Michelin, que ya sabe quiénes son los ganadores, etc.), tengo un poco de miedo. Me encantaría que no se corrompa, ojalá así sea».
Cayetana Vidal Buzzi, una de las grandes críticas gastronómicas argentinas (hija de Fernando Vidal Buzzi, creador de la mítica Guía de Buenos Aires, lo más cercano a una Michelin «industria nacional» que supimos tener), coincide en la lectura sobre el 50 Best, pero mantiene intacta su esperanza con respecto a Michelin: «mi viejo hizo la guía de restaurantes de Buenos Aires durante 20 años con el sistema de inspectores anónimos. Yo fui una de ellos y estaba buenísimo, porque podía escribir lo que quería. Pero, hoy, al menos en Argentina, los periodistas gastronómicos no podemos pagar las cuentas de los restaurantes ni los medios nos las pagan, entonces, siempre que vamos a comer, los cocineros y el restaurante lo saben, y la experiencia pierde toda objetividad. Por eso, que Michelin vuelva a instaurar las evaluaciones anónimas me parece muy copado. Además, entre los cinco criterios que tienen en cuenta, incluyen la capacidad del cocinero de expresar su personalidad a través de su cocina. Eso me parece super lindo, porque capaz que lo que uno hace es una cocina re simple, pero, si está bien ejecutada, si usa bien los productos, si se nota que hay una cabeza creativa detrás, puede llegar a una distinción. En definitiva, creo que es una guía seria, con principios, y no creo que se convierta en una cadena de favores, tal como sucede hoy con los 50 Best: un ranking que, a mi entender, sirvió en su momento y sigue sirviendo, pero hoy es más un negocio, se le ven demasiado los hilos a lo comercial y a la gente que vota. Es una especie de acuerdo dentro de ese mundillo, con anunciantes y demás, para hablar de determinados restaurantes».
¿Podrá entonces la Guía Michelin hacer lo que supuestamente sabe hacer mejor: «dar un sello de prestigio único en el mundo», como apunta el chef Gonzalo Aramburu? Él ciertamente cree que sí: «Para mí, la guía Michelin significa todo a nivel profesional, y estoy seguro de que, gracias a su llegada, la escena local irá mejorando y seremos punto indiscutible de destino. Yo personalmente sé todo el esfuerzo que implica aparecer y voy a hacer todo lo posible por estar. Me gusta jugar ese juego, que consiste, en definitiva, en cocinar rico, seleccionar el mejor producto, tener un gran equipo de cocina y de sala, ser muy serio al respecto de todos estos puntos, y repetirlos todos los días», confiesa el dueño del restaurante que lleva su apellido y que ya dio que hablar el año pasado, al ser seleccionado para ingresar a la exclusivísima red de lujo Relais & Châteaux (un reconocimiento que habrá llamado la atención de los enviados de Michelin).
¿Pero qué juego exactamente jugará Michelin en Argentina? Habrá que esperar al 24 de noviembre para sacar conclusiones. Porque, a pesar de su histórica impronta marcadamente francófona (no por nada Francia es, desde siempre, el país con más estrellas: en 2023, ostenta más de 750, seguido por Japón, con casi 550, e Italia, con unas 430), la experiencia de la guía en Asia podría ser un indicio de que, acá también, podría haber lugar para varias sorpresas.
Así se lo explica Narda Lepes a MALEVA: «En la Michelin, puede haber cierto sesgo europeo porque es lo que los consumidores de la guía buscan en los restaurantes elegidos. Eso hay que tenerlo en cuenta: la guía no es solo para los chefs, sino para los clientes que siguen sus recomendaciones. Por eso, en general, premia un mismo tipo de servicio, un mismo tipo de lugar; hay un estándar que se parece mucho y que se traslada a la mayoría de los lugares en donde reseña. La excepción es Asia, en donde hicieron algo distinto, porque hay hasta puestos de la calle con estrellas, lugares súper distintos en los que no todo pasa por tener copas marca Riedel y 40 personas haciendo una coreografía impecable para el comensal».
De ahí que cocineros como Mariano Ramón, alma mater de Gran Dabbang, también se permita ilusionarse. «Personalmente, paso por momentos en que pienso que nuestro restaurante podría llegar a tener alguna mención en la guía pero, después, me doy un baño de realidad y sé que, por nuestra infraestructura y ciertas limitaciones de espacio, quizás no seamos para una guía como la Michelin – razona transparente para MALEVA -, a nosotros nos encanta estar mencionados en todo, desde el ranking más chiquitito hasta el más grande, pero eso no cambia nuestro espíritu ni nos hace ni mejores ni peores, ni tampoco pensamos que lo que se diga de nosotros es real. Al final, trabajamos todos los días para dar lo mejor de nosotros, porque nuestro desafío diario es conquistar a las personas que entran a nuestro restaurante».
Ramón se permite agregar una ilusión más: que este desembarco en Buenos Aires y Mendoza no sea más que la punta de lanza para que, eventualmente, Michelin llegue a reconocer a «los grandes cocineros que tenemos en todo el país». Así también lo siente Lepes, y sugiere: «Yo creo que hay, por lo menos, dos o tres lugares más en donde, con el tiempo, podría llegar la guía, porque hay ganas».
Que la llegada de Michelin a la Argentina sea un motivo para soñar en grande, a partir de ahora y por muchos años más, y que su particular selectividad no vaya en detrimento de la creatividad y la comunidad de los cocineros locales. Esos mismos que, paso a paso, y con un esfuerzo descomunal, dieron vida a una gastronomía digna de ser disfrutada por gente de todo el mundo. Ese sería, al fin y al cabo, el quid de la cuestión.
Fuente: Infobae – Pablo Castillo es empresario y el precursor de la celebración “La ensaimada está de fiesta”. En 2003 batió este récord con la elaboración de este producto típico mallorquín que pesaba 1350 kilos. “Fue una semana amasando 400 kilos de harina más todos los ingredientes”, recuerda su hazaña, quien tuvo muchos contratiempos, entre ellos, el veranito de San Juan. Hoy se celebra el día del panadero
Dicen que hay una única manera de saber cuándo una ensaimada es la mallorquina: al degustarla, hay que apretarla contra el paladar y debe deshacerse en la boca sin necesidad de masticarla. Así lo asegura Pablo Castillo y compara: “Si la tenemos que masticar es una factura con crema o pan de leche”.
En 2003, Castillo llevó al histórico producto de repostería, llegado con los primeros inmigrantes en 1868, y a la ciudad de San Pedro al libro Guiness de los Récords: con 400 kilos de harina, 140 de azúcar y 2.000 huevos en mano, logró registrar la ensaimada más grande del mundo. Medía 10 metros de diámetro, pesaba 1.350 kilos y fue degustada por más de 10 mil personas.
Ensaimada de crema pastelera (La Ensaimada)
“Su sabor, su aroma me traslada a mi infancia. Cuando con 5 u 8 años, todas las tardes había ensaimada después de jugar, o cuando íbamos de visita a la casa de los parientes”, recuerda el hombre que desde 1998 tiene en San Pedro el local obligado para probar la famosa delicia artesanal, en una concurrida esquina del Boulevard Mariano Moreno.
Pablo cuenta que la ensaimada llegó a San Pedro con los primeros inmigrantes y que no hay cómo certificar su origen, ya que Mallorca es una tierra donde se asentaron fenicios, griegos, romanos, cartaginenses, bizantinos y moros. “La palabra ensaimada proviene de saim, en catalán, y significa ‘manteca de cerdo’”, define sobre el producto de repostería que lleva dos días de elaboración y que arma de manera artesanal, una por una. Gracias a la pasión de la ciudad, San Pedro fue declarada la Capital Nacional de la Ensaimada en Argentina.Paso a paso: elaboración de la ensaimada con receta incluida de Pablo Castillo, de San Pedro (La Ensaimada)
“La mejor es la que a uno le gusta, pero para saber si es buena está lo que pasa en el paladar. Si no se deshace es una medialuna con crema”, compara y cuenta que tienen tres tamaños: individuales, medianas y grandes; que pueden ser sin relleno, rellenas de crema pastelera, rellenas de dulce de leche o mixtas (mitad rellena de crema pastelera y mitad rellena de dulce de leche, sin mezclar).
Para él, la mejor manera de comer la rellena de crema pastelera es fría. “Las ensaimadas de crema pastelera casera duran 12 horas fuera de la heladera (a 20ºC) y tres días en la heladera desde el momento que la adquiere (sabemos que duran más, pero no podemos garantizar un producto del cual no conocemos el trato ni el recorrido que tendrá); las de dulce de leche duran hasta que la masa se ponga seca, dependiendo del cuidado que se le de: si queda destapada se secará más rápido, por el contacto con el aire”, explica sobre el producto que se hace con harina, huevo, azúcar, levadura y manteca de cerdo.
“Me engancho en ese proyecto y en julio del ‘92 inauguramos La Ensaimada, en Rafaela. Previamente, habíamos aprendido a hacer la ensaimada con una amiga de la familia, mallorquina, la señora Elena Barceló, que ya falleció y siempre la nombro porque fue quien me enseñó a hacer la ensaimada, en su casa. Después comencé a practicar en mi casa materna”, recuerda.
Pablo Castillo comenzó a hacer sus primeras ensaimadas en Rafaela
Aunque ya la hacía y muy bien, decidió perfeccionarla con las enseñanzas de un referente. “En ese momento, la ensaimada se había popularizado como postre en San Pedro (a donde llego en 1998) y golpeo la puerta de Juan Puig, un maestro pastelero, y le pregunto si podía perfeccionar la receta. Durante dos meses, le llevé todas las tardes una para que la probara y me dijera cuál era la mejor para el paladar. Al tiempo, el 7 de abril de 1998, abro el local, La Ensaimada de San Pedro, aún vigente”, detalla.
Enamorado del sabor que lo une directamente con su infancia, en 1991, Pablo hace un curso de panadería con una famosa marca de levaduras que tiene una escuela de panadería. Así empezó a incursionar en el tema y al año siguiente su padre le propone abrir una panadería en la ciudad de Rafaela, donde entonces vivía con su familia.
La ensaimada pasó a ser un sabor típico de San Pedro (La Ensaimada)
En 1993, cuando ya era más que conocido en al ciudad de Rafaela y luego de varios maestros llegó a José Palermo, que buscaba hacer la pastafrola más grande del mundo. Y Pablo le preguntó si él podría hacer la ensaimada más grande del mundo, para tener una opinión, y la cosa quedó ahí.
“Diez años después la hago, el 23 de junio de 2003. Lógicamente, en el momento que la hice, se podía dar porque había poquísimo trabajo, una recepción impresionante y como soy bastante inquieto y esa idea seguía en mi cabeza, le digo a mi amigo y mi primer maestro, todavía hoy trabajamos juntos y tiene 81 año, Heber: ‘¿Hacemos la ensaimada más grande del mundo?, y me dice que bueno… Y ¡éramos él y yo! Y la hicimos, fue una locura: estuvimos una semana amasando, haciendo crema pasteleray la armamos en 15 horas. Éramos nosotros dos y un muchacho que nos alcanzaba las cosas. Así fue como hicimos la ensaimada más grande del mundo. No imaginábamos que iba a repercutir de la manera que sucedió”, asegura.
La ensaimada más grande del mundo se sirvió a unas 10 mil personas, en San Pedro (La Ensaimada)
La perlita de la anécdota es que unos días antes, cuando tenían todo para empezar a trabajar la masa, llegó a San Pedro “el veranito de San Juan” y las temperaturas se elevaron más de los 10 grados que la época invernal tenía.
“Lo viví con mucho estrés porque no dejaba de pensar qué pasaba si no bajaba la temperatura… ¡Tenía miedo de que la crema pastelera no aguantara, pero por suerte la noche anterior al armado, cuando sacamos todo de las heladeras, la temperatura bajó a 0 grado y ese frío nos salvó”, recuerda.
Pesaba 1350 kilos y llevó una semana de elaboración (La Ensaimada)
La celebración superó todas las expectativas y luego de la foto, comenzaron a cortarla en pequeños trozos y unas 10 mil almas la disfrutaron.
“La ensaimada está de fiesta”
Para celebrar los tres años del ingreso al libro de los récords, Pablo pidió permiso al municipio y organizó una celebración para volver a reunir a la ciudad:la ensaimada está de fiesta.
“Volví a hacer una ensaimada gigante aunque no tan grande como la primera porque en aquella oportunidad las cosas se salieron un poco de control. Hubo más de 10 mil personas y se desorganizó todo. En esta segunda vez, hubo personas que nos ayudaron a organizar la seguridad y todo para que sea una verdadera celebración”, cuenta.
Emocionado con los recuerdos, finaliza: “Me dediqué a esto y no a otra cosa dentro de la repostería porque me remonta a esa épocas en la mesa de mi familia, a los domingos en los siempre había una ensaimada y si íbamos a la quinta, a jugar, al salir de la pileta había una porción esperándonos… Era era mi postre, el mis amigos, y quiero que lo siga siendo el postre de todas las familias”.
Fuente: Infobae – El «Prix Baron B – Édition Cuisine» selecciona proyectos gastronómicos integrales que abogan por la sustentabilidad y la visión transformador
Baron B acaba de anunciar a los tres proyectos finalistas que competirán en la 5ta edición del prestigioso «Prix Baron B – Édition Cuisine».
Desde 2018, este premio ha buscado destacar y reconocer a los mejores proyectos gastronómicos de Argentina, premiando a aquellos que transforman su entorno mediante una mirada innovadora, respetuosa con el medioambiente y con un valioso aporte a la gastronomía regional. Y todo esto, además, con una mirada definitivamente federal.
Entre los más de 100 proyectos inscriptos (cifra récord desde que se inició el certamen), el jurado de excelencia conformado por Mauro Colagreco, Manoella Buffara, Pablo Rivero y Martin Molteni, ha seleccionado a los tres finalistas:
«Ánima», de Río Negro
«Amasijo», de Santiago del Estero
«Bajo Llave 929», de Entre Ríos.
El esperado anuncio del ganador del «Prix Baron B – Édition Cuisine» se realizará el próximo viernes 8 de septiembre en el Alvear Palace Hotel.
Ánima: cocina patagónica con foco en el medioambiente
«Ánima«, liderado por Emanuel Yañez Garcia y Florencia Lafalla, es un pequeño y encantador restaurante ubicado en la reserva El Trébol en el Circuito Chico de Bariloche, provincia de Río Negro.
Emanuel y Florencia conocieron en el año 2007 en Mendoza y el proyecto se terminó materializando hace 5 años, en el 2018, cuando regresaron al país luego de vivir varios años en Barcelona y decidieron abrir su propio restaurante. Su nombre significa Alma y refleja su manera de sentir, pensar, hacer y vivir la gastronomía.
La propuesta se basa en respetar la naturaleza y trabajar en armonía con ella, abasteciéndose de pequeños productores comprometidos con el medio ambiente y preservando los ciclos naturales de los ingredientes. Su cocina, enraizada en la Patagonia, se nutre también de sabores de otras regiones, ofreciendo una experiencia gastronómica única y sostenible.
Además, está muy ligada al fuego y a las brasas, brindándole valor al ser parte de su identidad. Usan salazones, curados y conservas de elaboración propia. Hay una mirada local, pero también hacia otras regiones con calidad en la producción. Para concursar, presentaron trucha curada, velouté de trucha ahumada, huevas y pera y propusieron maridarlo con Baron B Brut Rosé.
Emanuel Yañez Garcia y Florencia Lafalla, de Ánima
Amasijo: cocina regenerativa de triple impacto
«Amasijo«, en tanto, el proyecto de Agustín Kuran, se emplaza en Santiago del Estero. Es un ejemplo de cocina regenerativa de triple impacto. La pasión de Kuran por la regionalidad e identidad se refleja en su cocina, donde se preocupa por la calidad y procedencia de los alimentos y promueve métodos de producción sostenibles.
Kuran es diseñador gráfico de profesión y cocinero autodidacta por elección. Obtuvo una maestría en diseño de sabores y actualmente cursa la carrera de Ingeniería en Alimentos. Abrió las puertas de su restaurante a finales de 2014, junto a su pareja Florencia Nieva. El proyecto surgió a partir de la investigación en el territorio acerca de las potencialidades en cuanto a materia prima, vajilla artesanal y productos del acervo patrimonial.
El plato que presentó para concursar tiene al cabrito como protagonista principal aprovechando de manera integral el producto en tres propuestas diferentes a través de técnicas de cocción y conservación: confitura de cabrito laqueada con mermelada de tuna de las mujeres de La Cañada, charqui de cabrito –técnica ancestral para la conservación de la carne-, y paté de cabrito – donde se aprovecha el resto de la res-. La guarnición es milhojas de zanahorias criollas perfumadas con hierbas frescas y flor de nopalito encurtida. La salsa es una crema y espuma de nopal, una cactácea autóctona. La etiqueta que eligieron para maridarlo es Baron B Brut Nature.
«Amasijo», el proyecto de Agustín Kuran en Santiago del Estero
Bajo Llave 929: tradiciones locales y biodiversidad
Por su parte, Enrique «Quique» Sobral lidera el proyecto «Bajo Llave 929» en Concepción del Uruguay, provincia de Entre Ríos. Aquí, la excelencia de los productores y la riqueza cultural de la región encuentran su lugar en una cocina que rinde homenaje a las tradiciones locales y a la biodiversidad de la zona. Sobral se inspira en el legado de las culturas chaná, charrúa y guaraní para crear platos auténticos y llenos de significado.
Enrique es profesional gastronómico del Instituto Argentino de Gastronomía, nacido en Gualeguaychú, que tuvo la oportunidad de perfeccionarse en El Bulli Hotel – Sanlúcar La Mayor en España y ha trabajado en la Costa Atlántica, la Patagonia y la Ciudad Autónoma de Buenos Aires. En 2017 abrió las puertas de «Bajo Llave 929», una experiencia gastronómica a puertas cerradas con la que busca expresar, a través de su cocina, la riqueza y la diversidad cultural de la región. En su espacio convergen todos los aspectos culturales de la región: la riqueza mesopotámica y la excelencia de sus productores se ve representada en su cocina, y la camaradería y calidez de los habitantes se reflejan en las historias de vida que comparten con sus comensales.
El plato que propusieron para el Prix fue Alquimia de Entre Ríos: una tararira al vapor perfumada con yerba mate y citrus, con aire de miel y marcela, salsa de maíz y espuma de boniato, sobre una tierra de pecán y yatay, con un huevo de codorniz ahumado en nogal. El maridaje sugerido para este plato fue Baron B Brut Rosé.
Enrique «Quique» Sobral lidera el proyecto «Bajo Llave 929»
Un jurado de excelencia
Como se mencionó, el jurado está conformado por reconocidas personalidades de la gastronomía y tuvo la difícil tarea de elegir a los finalistas entre una amplia variedad de proyectos innovadores y apasionados. Mauro Colagreco, presidente del jurado y ganador de seis estrellas Michelin, junto a la chef brasileña Manoella Buffara, el destacado empresario gastronómico y sommelier Pablo Rivero, y el pionero en gastronomía autóctona de alta gama, Martín Molteni, evaluaron detenidamente cada propuesta.
«Estamos muy contentos por la cantidad y la calidad de proyectos que pudimos conocer a través de esta nueva convocatoria de Baron B. Más de 100 proyectos de todo el país se postularon para concursar en esta nueva edición del «Prix Baron B – Édition Cuisine», marcando un nuevo récord de inscriptos en la historia de este premio que busca reconocer la excelencia de los mejores proyectos gastronómicos integrales de Argentina por su sustentabilidad y visión transformadora. Es un orgullo poder mostrar la diversidad que tiene la gastronomía argentina representada en estos tres finalistas que muestran la cocina y el trabajo en sintonía con el medio ambiente de sus regiones en Bariloche, Santiago del Estero y Concepción del Uruguay. Estos tres proyectos se suman a las historias que conocimos en ediciones anteriores con las propuestas de Corrientes, Córdoba, Puerto Madryn, Mar del Plata, Tilcara, Trevelin, Posadas, El Calafate, Salta y Ushuaia», destacó Mauro Colagreco, presidente del jurado del Prix de Baron B – Édition Cuisine.
Cuál es el premio que recibe el proyecto ganador
El día 8 de septiembre, en el Alvear Palace Hotel, los tres finalistas presentarán sus recetas en vivo frente al jurado y al público presente. La tensión estará en su punto máximo, ya que el ganador del «Prix Baron B – Édition Cuisine 2023» será premiado con un corcho bañado en oro tallado por el famoso orfebre argentino Juan Carlos Pallarols, además de recibir una pasantía de una semana en el afamado restaurante Mirazur, dirigido por el prestigioso chef Mauro Colagreco.
Cabe destacar que la iniciativa de Baron B ha logrado visibilizar nuevos y transformadores proyectos gastronómicos a lo largo y ancho del país, reforzando su compromiso con la alta gastronomía nacional y enalteciendo la riqueza y diversidad de cada región.
Desde la primera edición en 2018, este premio ha sido otorgado a proyectos como «Proyecto Iberá» en Corrientes; «Gapasai» de La Cumbre, Córdoba; «El Nuevo Progreso: cocina+arte» de Tilcara, Jujuy, y «Kalma Restó» de Ushuaia, Tierra del Fuego. Ahora, con la expectativa en aumento, el escenario está listo para conocer al próximo ganador que dejará su huella en la escena gastronómica argentina
Fuente: La Nación – Ocurrió en su primer viaje a París cuando tuvo la oportunidad de conocer y comer en uno de los clásicos y elegantes restaurantes de esa ciudad. “Qué glorioso sería poder hacerle sentir esa sensación a otros”, pensó en ese momento mientras se dejaba cautivar por cada bocado, cada registro visual y cada impresión que le brindaba aquella experiencia única. Tenía entonces tan solo diez años pero su temprano interés por el mundo de la cocina lo marcaría para siempre.
“Aquella vez también fuimos a comer y conocer la cocina de un gran cocinero español que era conocido de mi papá. Era la primera cocina de restorán a la que entraba. Todo me pareció maravilloso. Pensé que algún día querría cocinar ahí. El verano que terminé la secundaria fui a hacer una pasantía a ese restorán. Ahí aprendí más cosas que en los dos años de la tecnicatura. En la escuela de cocina aprendés técnicas y teoría, pero la realidad de las cocinas es bien distinta y solo se aprende el oficio trabajando en ellas. Hay que ser sistemático, metódico, ordenado y a la vez, rápido y un poco kamikaze”.
“Mi papá no me dejaba que algo no me gustara”
Criado entre Almagro y Palermo Botánico, Juan Caparrós recuerda una infancia de padres separados, con mucha presencia de su abuelo y una hermana ocho años mayor que él. “Era un rebelde entre nenes -me echaron en segundo grado del primario- y un niño ideal entre grandes. Solía estar rodeado de adultos y en ese ámbito me sentía mejor, grande, valorado. Lo mío no eran generalmente las películas de Disney o jugar con muñecos. Lo que sí, siempre estaba con una pelota. Tengo memoria de muchas cenas con amigos de mis papás, de pasar mucho tiempo en la librería de mi familia -Librería Norte- con mi mamá y mi abuelo que me llevaba a la plaza y a desayunar con sus amigos poetas. También mucha cancha de Boca, muchas cartas de mi papá desde algún lugar del otro lado del mundo y mucho peloteo con mis vecinos del edificio. Fue una infancia en una familia de libreros, poetas, escritores y psicoanalistas militantes; con dos familias que se conocían casi medio siglo antes de que yo las una”.
Disfrutaba desde principio a fin el momento de ir al supermercado o a hacer las compras; quería poder elegir lo que iba a haber en la heladera. También era amante de las salidas que incluían salir a comer como plan: cada vez que algo merecía un festejo, su papá -el periodista y escritor argentino Martín Caparrós- lo llevaba a comer a un restorán de verdad.
“Mi papá no me dejaba que algo no me gustara. Me lo hacía comer hasta que entrara en razón y me diera cuenta de que en realidad sí me gustaba. Quizás el recuerdo que primero se me viene a la cabeza vinculado a la comida fue una noche cuando tenía algo así como siete años y le fui a preguntar a mi mamá qué íbamos a cenar. Ella me contestó: coliflor gratinada. ¿Solo eso’, le respondí. Sí. Furioso, le pegué una piña a una puerta de vidrio y me tuvieron que llevar corriendo al hospital para que me cosieran”.
“Yo quería ser Anthony Bourdain”
A los dieciocho, antes de emprender su viaje hacia París para trabajar por primera vez en aquella cocina que lo había cautivado de pequeño, supo que estaba de moda un libro llamado Confesiones de un chef. “Era de un tal Bourdain, alguien a quien nunca había escuchado nombrar. Fue el libro que me llevé para leer en el viaje y me encantó. Bourdain fue el primero que contó sin romanticismos ni tapujos cómo es realmente el laburo en una cocina, qué pasa detrás de escena. Después de eso empezó con sus shows televisivos, el primero de ellos fue No Reservations -Sin Reservas-. Se transformaron en mis programas favoritos: él era el primer cocinero estrella de rock viajando por el mundo, comiendo, seduciendo, haciendo chistes y contando buenas historias. Yo quería ser él, más que nadie”.
De la experiencia en el restorán con estrella Michelin y un chef que dentro de la cocina lo maltrataba y le enseñaba mucho a la vez -pero que lo trababa con mucho cariño fuera de ella- aprendió a cortar, a pelar, a limpiar, a entender cómo funciona una cocina, a ser metódico y ordenado; a ser un cocinero. “Puede que esa haya sido la experiencia más difícil: era muy chico, las jornadas eran de unas quince horas, hablaba mal el francés y estaba bastante solo. Era duro mantener el ritmo y era mi primer trabajo de verdad. Cuando había que lavar espinacas eran tres cajones y tenía que estar todo listo en quince minutos”.
Concluida la etapa secundaria y al regreso de su experiencia en la cocina del restorán parisino que había conocido a los diez años, empezó efectivamente a estudiar cocina y ciencia política a la vez. Terminó ambas carreras sin problema. Y mientras rendía exámenes, daba clases de cocina y se postulaba para trabajos también en ese ámbito, de medio tiempo.
“¿Qué mejor que arriesgarse?”
Entre la cocina, la escritura, los viajes, una carrera como politólogo y el fútbol como pasión que nunca abandona, hace algunos años Juan Caparrós quiso desempeñarse en un área que no tuviera nada que ver con la cocina. En esa búsqueda, comenzó a trabajar como productor en Radio Mitre para el programa de Jorge Lanata. Estuvo cerca de tres años en ese puesto, disfrutó del trabajo hasta que sintió que era momento de hacer un cambio nuevamente.
“Me gusta leer mucho sobre cocina, restoranes y demás y la verdad que no encontraba nada realmente bueno en Argentina. Así que pensé en intentar hacerlo, al menos arriesgarme”. Tenía la suerte de poder dedicar un tiempo para evaluar si su proyecto, un gastroblog al que llamó Sin Reservas en honor a su admiración hacia Bourdain remontaba vuelo o se terminaba rápido. “¿Qué mejor que arriesgarse a trabajar de algo que te gusta mucho?”.
La idea surgió del intercambio al que venía acostumbrado con la mayoría de sus amigos. “Muchos de ellos me preguntaban a cada rato: qué hago con tal producto, dónde puedo ir a comer comida peruana, qué pescado es mejor o cosas así. Yo ya estaba un poco cansado de contestarlas todas y a la vez, me daba cuenta de que algo como Sin Reservas les podía resultar útil. Por un lado, no tenía que responderle más a mis amigos y por otro, podía escribir de cosas que me apasionan”.
“Soy insoportable para comer”
Caparrós también se reconoce como una persona “insoportable para comer”. “Cuando voy a comer a un restorán me dejo llevar y valoro el trabajo que hacen, salvo que sea muy feo o me traten mal. Pero, cuando se cocina en una casa -en la mía o en cualquier otra-, me cuesta mucho ver a otra persona cocinando. Y lo termino haciendo siempre yo. Prefiero cocinar y comer mi comida que sentarme y esperar la del otro. Es por hincha pelotas, porque después mi comida no la puedo disfrutar realmente. Lo que disfruto es que me salga como yo creo que está bien. Si mi familia se junta cocino yo, si mis amigos -cualquiera de ellos- se juntan cocino yo y así, solo por no poder relajarme y aceptar las, para mí, fallas que pueden tener otros al cocinar”.
El pescado y la carne cruda están entre sus comidas preferidas. Asegura que es “por su sabor en su grado cero, delicado y perfecto. Por ejemplo, el tartar: una gran carne de vaca con yema bien aderezada, delicioso; o un buen sashimi, el pescado más rico solo con un poco de una buena salsa de soja y una punta de wasabi. Podría comer esas dos cosas cada día, son platos livianos, deliciosos y me generan mucho placer. Si hace falta cocinar un producto es porque necesitás sumarle un valor agregado, porque no es tan bueno como para comerlo sin cocinar”.
Actualmente Caparrós se encuentra de viaje en India y asegura que, a la distancia, puede apreciar aún más lo mejor de la cocina argentina: todos los buenos y accesibles productos que tenemos a disposición. “Tenemos de todo para cocinar y a veces, por prejuicios -como todas las cosas que nos dan un poco de asco o los puntos en que comemos las carnes- o incapacidades -desatenciones en las cocinas-, no los terminamos de hacer realmente bien. El nivel de la cocina argentina no es tan alto como a veces suponemos y las ideas o las preparaciones originales no abundan. Como comensales, nos conformamos con algo no perfecto. Creo que todavía nos faltan algunas décadas de buena cocina. Estamos empezando un gran camino hacia algo que se pueda llamar y definir como una cocina argentina, pero todavía falta. Se come rico pero a veces un poco parecido”.
Fuente: El Economista – El cineasta Alfred Oliveri devela los secretos del mundo de la cocina con su nuevo documental basado en el chef Virgilio Martínez.
En Ratatouille, la extraordinaria película de Pixar, la rata Rémy decía que los seres humanos tienen algo fascinante: no se limitan a sobrevivir porque experimentan, crean. También para el italiano Massimiano Bucchi la cocina podía ser el lugar para la ciencia, otra forma de experimentar y crear con diversos ingredientes.
Si cocinar es darse a la creación, entonces también puede ser una forma de expresión artística. Anthony Bourdain decía que, en cambio, un cocinero estaba más cerca de ser un artesano que un artista: «No hay nada de malo en eso. Las grandes catedrales de Europa fueron construidas por artesanos. Practicar un oficio es noble, honorable y satisfactorio».
Como otros, Bourdain creía que compartir una comida era una forma de conocer a los otros, equivalente a viajar o ponerse en los zapatos de otra persona. Virgilio, la película disponible en Netflix, sobre el cocinero peruano que creó Central (considerado el número 1 de toda América Latina) y Virgilio Martínez (el chef que fue reconocido como el mejor del mundo en los premios World’s 50 Best Restaurants) expresa algunas ideas similares donde la cocina es una forma de expresión para consolidar la diversidad y el triunfo de la belleza frente a las adversidades.
Es, a la vez, un documental sobre Virgilio Martínez, Perú, el restaurante Central y la gastronomía como arte. La producción es de House Of Chef, de Alfred Oliveri, que se especializa en el mundo de la cocina y los vinos.
El argentino Alfred Oliveri, que comenzó su carrera como uno de los noteros estrellas en la década de 1990, compartió los secretos detrás de su nuevo documental en una charla exclusiva con El Economista. «El principal objetivo para estar detrás de cámara era contar historias. Llegué a la gastronomía porque me permitía contar historias interesantes y profundamente humanas que reunían mucha pasión, sueños, obsesión por la excelencia. Tienen algo quijotesco las historias de los cocineros y su vinculación con el territorio. Son historias de gastronomía que transcurren en un territorio que los marca. Están muy vinculados al lugar. Están todos los condimentos adecuados para ser historias que tienen que ser contadas».
Virgilio, Ratatouille, Julie y Julia, son varias las películas (de ficción o no) que podrían trazar una analogía sutil entre el hacer cine y cocinar.
«Lo que define a los cocineros con los que trabajo no son los platos, que son una consecuencia final, sino un concepto y un contexto. Los ingredientes no son los gastronómicos, sino el contexto, los personajes que los rodean. Muchas veces hacer una película es como hacer un hotel, donde están todos los departamentos adentro. Hay que saber percibir los aromas», aclara Oliveri.
El documentalista tiene referencias cinematográficas que van más allá de lo gastronómico. En Siguiendo La Luna (su película 2022) había un pequeño pueblito dedicado a hacer vino durante cientos de años. «Eso me llevó a hacer un planteo estético visual mucho más estático, formal, más alejado, donde podíamos pensar en cuadros pictóricos. De ahí vino el planteo estético para esa película. Hay muchos clásicos que me gustan, como Big Night (la película sobre gastronomía con Stanley Tucci y Tony Shalhoub) o Chocolate (la película romántica protagonizada por Juliette Binoche y Johnny Depp)».
En los últimos meses The Bear, la serie multipremiada que se puede ver en Star+, también puso en primera plana al mundo gastronómico. Oliveri también la destaca como uno de los exponentes que disfruta en pantalla.
Pero a diferencia de The Bear, Chocolate, Ratatouille o Big Night, Virgilio es un documental. «No es fácil trabajar en el universo del documental junto con los protagonistas. Un actor está dispuesto profesionalmente a ser parte de un engranaje para contar una historia. Nosotros, como personas, no estamos listos para estar delante una cámara y contar nuestra propia historia. Más cuando una persona es pública, cocinera, y trabajó mucho para lograr un perfil público satisfactorio. Genera cierta inquietud que alguien venga de afuera para tratar de hurgar y mostrarlo, tal vez, de manera más profunda. Todos tratamos de mostrar nuestro mejor perfil y dejar afuera lo que consideramos no tan adecuado.
La literatura, el cine, necesita de esos aspectos para mostrar luces, sombras, distintos tempos, para hacerlo más atractivo y más real.
Siempre hay una pequeña lucha en mi intento por ahondar más en el universo de estas personalidades que están más acostumbrados a brindar una versión de sí mismos. En el proceso hay un cambio en el vínculo y lo que muestran de sí mismos. Eso es muy lindo porque cuando eso se logra se refleja en la película y crece en valor. Muchas veces también en el vínculo personal que tengo con ellos, que deviene en amistad, respeto y cariño».
¿Esa cercanía que se transforma en amistad con las personalidades, es una adversidad o una ventaja para hacer un documental? Para Oliveri es algo que «se transforma en el trabajo mismo. Genera un vínculo más íntimo, porque uno se convierte en receptor de sentimientos, sensaciones e intimidades. Se genera un pacto de confianza y después, con el tiempo, si las cosas van bien, hay respeto mutuo. Porque quien está delante de cámara percibe que estamos haciendo una buena película y fuimos muy cuidadosos con haber recibido lo que el protagonista nos brinda. Nosotros dependemos también de esa generosidad».
En Pig, una película independiente de 2021, Nicolas Cage interpreta a un chef que tiene una visión muy respetuosa por el mundo culinario. Cocinar, preparar un plato, en esa película es como un ritual que expresa la personalidad de cada uno.
«En Virgilio, el objetivo del chef es reflejar su país. Cada plato refleja una región de Perú. Ese es el concepto, más que reflejarse a sí mismo. En Don Julio, el objetivo era reflejar el aspecto de un país: la carne, y la idiosincrasia de un barrio, que es Palermo. En la película de Germán Martitegui era su saber contemporáneo de avanzada con los productos locales de Mendoza, que son ancestrales. Cocinar es un oficio vinculado con un punto de excelencia. Los artistas cuentan sus historias, su entorno, sus afectos, sus obsesiones y sueños. Con los cocineros no es tan distinto».
Fuente: TN – Los papines andinos son el nuevo hito en los restaurantes de lujo de la Argentina. Algunos se cosechan en Parques Nacionales y otros volvieron al mercado gracias a los experimentos del INTA.
Los papines andinos son tendencia en las cocinas argentinas, pero no sólo en el clásico salteado con hierbas y sal, sino que también se pueden degustar en helados, snacks y hasta vinos. Este producto ancestral busca volver a tomar valor en las mesas de los argentinos con el impulso de los restaurantes más lujosos y también a través del trabajo del INTA en las distintas regiones del país.
Tal como se demostró en el Festival de Cultivos Andinos que se llevó adelante en Mendoza en los primeros días de julio, existen miles de especies de papines con gustos, tamaños y colores, y se cosechan en Salta, Jujuy y Mendoza, entre otras provincias. Sin embargo, en la Argentina sólo se comercializan entre 3 y 5 variedades y los precios no son muy accesibles, pero en los últimos años están tomando cada vez más valor ya que se empezaron a recrear que estaban en “peligro de extinción” con el fin de incorporarlos al mercado.
A raíz de la “alerta” por la desaparición de aquellas especies que consumían los pueblos originarios, el Instituto Nacional de Tecnología Agropecuaria (INTA), el CONICET, la Universidad del Cuyo y la Administración de Parques Nacionales comenzaron en 2018 un proceso de investigación sobre las papas nativas silvestres que habitan hace millones de años en la cordillera de los Andes. Con la intención de poder conservarlas y volver a cosechar en diferentes puntos del país, iniciaron un programa donde los pequeños productores son protagonistas.
En ese marco, Carlos Marfil, quien lidera el proyecto hace cinco años, explicó: “El objetivo es expandir el cultivo de papas andinas hacia los valles andinos de Mendoza, para que las familias conozcan, consuman y disfruten un alimento excepcional. Esta estrategia de conservación in situ de los cultivos es perseguida alrededor del mundo y es conocida como conservación a través del uso: valorizar los recursos y fomentar su consumo para que los productores alcancen los beneficios que le permitan seguir cultivando estos alimentos”.
De esta manera, se busca expandir la cosecha de los productos que se cosechan principalmente en Jujuy y Salta, llegando el límite del cultivo hasta Catamarca, hasta Mendoza y así poder impulsar su consumo al resto del país a través de diferentes platos. “Si bien es indudable que la industria gastronómica es un aliado clave para dar a conocer este alimento y fomentar su consumo, la estrategia a mediano plazo es que las papas andinas trasciendan la comida gourmet y sea un deleite de la familia en el día a día”, destacó el investigador.
Una de las cosechas más importantes del país que realiza el INTA está ubicada en el Parque Nacional Los Cardones, en Salta. Allí trabajan 20 familias que son consideradas “Guardianas de los cultivos andinos” y se dedican a cuidar y producir los cultivos ancestrales que luego estarán en los platos de los restaurantes más exclusivos del país. “A diferencia de otras verduras, los papines llevan un trabajo muy específico porque se levanta con las manos, se riega cada plantita y se cuida, no existen máquinas”, detalló Elba Colque sobre el trabajo que realizan todos los días. A su vez, su deseo es que a través de la alta cocina puedan darse a conocer su trabajo y todos los beneficios de las miles de especies que existen en el país.
Helados, vinos y platos de lujo con los papines andinos que se cosechan en la Argentina
Si se viaja a Tilcara para visitar a “El Nuevo Progreso”, se puede comer helado de oca, que se hace con la típica especie de papines andinos que se cosechan en el norte argentino y es furor en Jujuy. Igualmente, combinado con pochoclo de quinoa, pétalos de flores y sobre una base de oblea, la cocinera Florencia Rodríguez cautivó a todos en el Festival de Cultivos Andinos que se realizó este mes en Casa Vigil.
Este mismo producto es el que a Camila Lechín la consagró como una de las mejores chefs del mundo con su restaurante en Bolivia, ya que supo combinarlo con distintos alimentos y cautivar el paladar de los jurados que componen la prestigiosa lista de “The World´s 50 Best Restaurants”. “Me sorprendí con la gran variedad que hay en la Argentina y mientras vivía en Buenos Aires no las vi. Pero, me sorprendí y me da mucha alegría que estemos hermanados en reivindicar algo que nos pertenece como Latinoamericanos”, dijo a TN.
Por su parte, Manuel Choque creó una bebida a base de papines que sorprendió hasta Alejandro Vigil, el enólogo apodado el “Messi del vino”, y que tiene como “padrino” a Virgilio Martínez, el chef que es el dueño del restaurante más importante del mundo y por ahora, el único que vende sus productos. “Yo nunca me imaginé hacer fermentaciones, pero en medio de la pandemia me dio curiosidad y empecé a probar. Después de investigar mucho, me di cuenta que los antioxidantes y las texturas eran parecidas a los de otras frutas”, explicó. Y agregó: “Cuando un turista viaja a Perú, Argentina o Japón quiere probar cosas de ese lugar y con este producto hay una nueva alternativa de maridaje y oportunidad de representar a nuestra tierra”.
Cabe mencionar que del Festival de Papines Andinos participaron ocho cocineras de la Argentina, Perú, Uruguay y Bolivia. Todas ellas, que están consagradas a nivel nacional e internacional, realizaron platos de lujo para impulsar el consumo de estos productos.
Fuente: La Nación by Silvina Pini – Los inspectores de las prestigiosas estrellas que distinguen la excelencia gastronómica están recorriendo el país. Los resultados se sabrán en noviembre.
Existen los premios Nobel, los Oscar, los Pulitzer y en gastronomía, las estrellas Michelin con las que sueña todo cocinero. Este premio, el más prestigioso del mundo, lleva más de un siglo y en su larga historia ha distinguido 16.000 restaurantes.
Después de largas gestiones –iniciadas en 2018 por el Ministro de Turismo de la Nación Matías Lammens–, el país firmó un contrato a tres años con la legendaria marca francesa. Si bien la inversión es muy alta, se espera que al incluir a la Argentina entre los países con restaurantes galardonados, el retorno atraerá no sólo turistas de alta gama, sino nuevos establecimientos. Una vez que una ciudad es visitada por los inspectores Michelin, un chef puede apostar a abrir su restaurante y aspirar a una estrella. Hacerlo en Buenos Aires puede salir hasta cuatro veces menos que hacerlo en Tokyo o Nueva York. Río de Janeiro y Sao Paulo son parte desde 2015.
De incógnito
Los inspectores ya están entre nosotros visitando anónimamente restaurantes y darán su veredicto antes de fin de año. La clásica guía roja, esta vez dedicada a la Argentina, saldrá en 2024 con un listado de entre 50 y 60 restaurantes de los que, posiblemente, muy pocos accedan a la codiciada estrella. La guía distingue restaurantes con otras dos calificaciones menos conocidas, el Bib Gourmand y el Plato Michelin. El Bib Gourmand distingue restaurantes de “buena cocina a precios razonables”. Desde 1997 se usa la imagen del Bibendum (el típico muñequito blanco), relamiéndose como forma de identificar a los merecedores de esta calificación.
Muchos restaurantes de Europa pegan este sticker en la puerta cuando ofrecen un menú con entrante, plato principal y postre a menos de 35 euros. El Plato Michelin apareció por primera vez en la guía de España & Portugal 2017 e identifica restaurantes con “una cocina de calidad” por lo que merecen ser incluidos en el listado. Veremos cómo resulta esto en la Argentina.
Una larga historia
Sus orígenes se remontan a principios del siglo XX y se inspiraron en un acontecimiento que no tiene nada que ver con la cocina. Su aparición coincide con la invención del automóvil. La primera Guía Michelin fue compilada en 1900 por los fundadores de los neumáticos Michelin, los hermanos André y Edouard Michelin. El objetivo de la guía era fomentar la demanda de autos, y por lo tanto, de neumáticos.
La primera Guía Michelin imprimió 35.000 copias e incluyó mapas, junto con instrucciones sobre cómo reparar y cambiar neumáticos. También traía una lista de restaurantes, hoteles, mecánicos y estaciones de servicio a lo largo de las rutas más populares de Francia. En ese momento, la cantidad de autos en Francia era muy baja por lo que la guía se regalaba. Diez años más tarde la guía se distribuía en toda Europa y en el norte de África. Aunque contenía información sobre restaurantes, el objetivo final para los hermanos Michelin seguía siendo que su guía generara deseos de viajar en auto y aumentara la venta de neumáticos.
El estallido de la Primera Guerra interrumpió la producción de la guía entre 1914 y 1920. Cuando la retomaron, los hermanos decidieron aumentar la calidad y empezar a cobrarla. Las primeras clasificaciones con estrellas comenzaron en 1926 y todos los restaurantes galardonados con una estrella por ser considerados como un “establecimiento de alta cocina”, estaban en Francia.
En 1931 el sistema de calificación se expandió para convertirse en el de una, dos y tres estrellas que continúa hasta hoy. A diferencia de la mayoría de los sistemas de clasificación con estrellas, una estrella no es algo negativo o inferior. Siempre con el criterio de guía para un viajero en auto, una estrella significa “un muy buen restaurante en su categoría”, dos estrellas “excelente cocina, vale la pena un desvío” y tres estrellas “cocina excepcional, vale la pena un viaje especial”.
La guía volvió a interrumpirse durante la Segunda Guerra Mundial, pero en 1944, los Aliados pidieron que se reimprimiera la última ediciónde 1939 porque contenía mapas que eran útiles para la estrategia bélica. La calificación se redujo temporariamente a un sistema de dos estrellas debido a la escasez de alimentos.
En 1955, Michelin creó un segundo sistema de calificación que reconocía a los restaurantes que servían comida de alta calidad a precios moderados, llamado Bib Gourmand. Las clasificaciones se personalizaban por región y país en función del costo de la vida.
La guía Michelin, conocida también como “la guía roja” –por el color de su portada–, abarca hoy 37 países de Europa, Asia, América del Norte y América del Sur. Recién llegó a los Estados Unidos en 2005, pero se concentró únicamente en Nueva York. Sólo más tarde sumó restaurantes de Chicago, Los Ángeles, Las Vegas y San Francisco. El año pasado, los cinco países con mayor cantidad de restaurantes con estrella fueron Francia con 758, Japón con 554, Italia con 432, Alemania con 384 y Estados Unidos con 276.
¿Cómo se obtiene una estrella Michelin?
En primer lugar, el equipo de la Guía Michelin seleccionará un número de restaurantes en lugares específicos para ser visitados por sus inspectores anónimos. Estos deben escribir un informe exhaustivo sobre su experiencia culinaria, detallando la calidad y presentación de los platos. Tienen en cuenta la calidad de los productos, el manejo de los sabores y técnicas, la personalidad del chef representada en la experiencia gastronómica y la relación calidad-precio.
Un mismo restaurante es visitado por distintos inspectores que luego se reúnen y comparan experiencias para ver saltos o coherencia en la calidad. Analizan los informes y discuten en profundidad qué establecimientos son dignos de una, dos o tres estrellas. La ambientación, decoración y calidad del servicio no son considerados en el informe, pero admiten off the record que de alguna manera inciden en la experiencia final.
Obviamente que esta distinción genera un gran impacto y asegura el aumento en las reservas que muchas veces deben hacerse con meses de anticipación. Vale la pena aclarar que las estrellas Michelin se otorgan a restaurantes, no a chefs. Es la operación de un restaurante la que gana el premio y se considera al cocinero una persona más dentro de esta.
Estrellas y estrellados
Sin dudas, los restaurantes que reciben una calificación de Michelin ganan prestigio y aumentan la exposición y las ganancias. Sin embargo, debido a las expectativas extremadamente altas en el sistema de calificación, ha habido algunas figuras que las han rechazado, o incluso devuelto.
Creen que las estrellas generan expectativas excesivas en los comensales, una gran presión en el equipo y restringen la creatividad del chef. Uno de los que las devolvió fue Alain Senderens, que en 2005 renunció a sus tres estrellas, porque buscaba darle a su restaurante un enfoque más sencillo y menos formal. Otro fue Olivier Douet que en 2011, por razones similares, quería transformar a su restaurante de Niza en una brasserie. Uno de los últimos fue el gran Michel Bras, que después de diez años continuados de ser galardonado al frente de Le Suquet, renunció en 2017 por “la gran presión que inevitablemente provoca la distinción de las tres estrellas”. Incluso el chef con más estrellas ganadas, Joël Robuchon abdicó de sus tres estrellas para ensayar fórmulas menos costosas y más informales.
La mayoría sigue avalando este icónico sistema de clasificación y algunos restaurateurs la defienden porque es la única calificación auténtica en la que sus inspectores permanecen completamente anónimos.
Los inspectores son empleados de Michelin y no tienen permitido trabajar para ninguna otra empresa. Son expertos en los sectores de alimentos, restaurantes y hoteles con muchos años de experiencia. La mayoría ha trabajado en las industrias de la hospitalidad y la restauración. Siempre pagan la cuenta para garantizar independencia y la clasificación nunca es el resultado de la evaluación de un solo inspector. Cualquier restaurante puede ser visitado por los inspectores siempre y cuando cuente con un piso de alta calidad.
Entre los diez chefs que han ganado más cantidad de estrellas por su paso en distintos restaurantes, la mitad son franceses. Ellos son: Joël Robuchon que ganó 31 estrellas, Alain Ducasse, 21; Pierre Gagnaire, 14; Yannick Alléno, 12 y Anne-Sophie Pic –la única mujer–, con 10 estrellas. Los otros cinco top ten son el escocés Gordon Ramsay, que ganó 17 estrellas, el vasco Martín Berasategui, ganó 12; el suizo Andreas Caminada, 9; Thomas Keller de Estados Unidos, 9 y el italiano Enrico Bartolini con 8 estrellas.
Fuente: Ln: @fehgra IG: @fehgra_ok – En el marco de Caminos y Sabores, se desarrolló la Ronda Clasificatoria ASEN, Asociación Empresaria del Noreste de la Provincia de Buenos Aires. El jurado de expertos seleccionó como ganador al equipo del Restaurante Las Juanas.
Durante dos días, en el stand de FEHGRA de Caminos y Sabores, se desarrolló la Ronda Clasificatoria ASEN, frente al gran público que convocó la feria organizada del 6 al 9 de julio en La Rural.
Durante la última jornada, en el escenario principal denominado “Cocina FEHGRA”, se llevó a cabo la entrega de premios. El acto fue encabezado por el presidente de la Federación, Fernando Desbots; el vicepresidente Rodrigo Verde, a cargo del certamen; y el presidente de ASEN, Alejandro Papasidero. Participaron el vicepresidente Claudio N. Aguilar, los ex presidentes de FEHGRA Oscar Ghezzi y Mario Zavaleta; la secretaria de Actas Fabiana Sadir; y el dirigente Gabino Escribano.
• Primero Puesto: Restaurante Las Juanas. Equipo integrado por el chef Imanol Laburu y la ayudante Corina Galván.
• Segundo Puesto: Restaurante On Fire. Equipo integrado por el chef Javier Gómez y el ayudante: Lautaro Mesa
El equipo ganador cocino en vivo: Bondiola precocida en leche de coco, ananá y cítricos con una salsa de ananá, ciruelas y vino tinto. Tartar de atún rojo con crema de palta. Soufflé de verduras. Choclo al chimichurri.
El Jurado estuvo integrado por los chefs Luciano Nanni, Pablo Quiven, María Virginia García y Santiago Maestre.
El equipo ganador integrará el certamen nacional organizado por FEHGRA y que tiene la prioridad de mostrar la diversidad de la gastronomía argentina, a partir de los productos regionales, y el trabajo y técnica de los cocineros de todo el país.
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