Nuevo restaurante del “Mono” Cicero en Quilmes

Fuente: Clarín Gourmet by Gimena Pepe Arias – El cocinero Damián Cicero, más conocido como “Mono”, vuelve a apostar por su amado barrio, Quilmes. Después de un año de obra, abrió las puertas de Comedor Azcuénaga, un restaurante ubicado en su propia casa. La elección de la locación no fue al azar, el barrio era inamovible y su deseo de recibir a los comensales en su hogar para que se sintieran cómodos, fue determinante.

Cicero, Personalidad Destacada del Partido de Quilmes, ya había probado suerte con el Bodegón del Mono y el éxito lo acompañó. Pero aprovechó el vencimiento del contrato de alquiler para dar un paso más en su carrera y crear un restaurante con una dinámica diferente.

El restó es atendido por sus dueños. Literal. El Mono cocina y Cecilia, su pareja, recibe a los clientes, los ubica y les recomienda platos de la carta y vinos, según el gusto, el hambre y el presupuesto de cada uno. Ofrecen cocina catalana casera, con toques italianos, por las recetas heredadas de sus abuelos sicilianos.

La historia de Comedor Azcuénaga

Cuando vos querés que las cosas se hagan bien, hacelas vos”, es el lema de Cicero, quien comenzó a los 18 años como lavacopas en un restaurante de Puerto Madero. Luego, se probó como ayudante en una parrilla donde descubrió su amor por las brasas. Sus grandes maestros fueron Joaquín Alberdi y Joan Coll, quienes lo contrataron en el Casal de Catalunya. Allí pasó por todos los puestos: cafetero, comis (ayudante de camareros), mozo, maitre, ayudante de cocina, cocinero y terminó siendo Director del restaurante cuando se va Joan Coll ya que era el único que tenía el knowhow del negocio de la cocina catalana.

Con su crecimiento profesional llegó su primera aparición en la televisión, en un programa de Roberto Funes Ugarte por la pantalla de C5N y las participaciones en radio. Y alcanzó la fama cuando Guillermo Calabrese lo convocó para participar en los programas dominicales de Cocineros Argentinos, por la Televisión Pública.Damián Cicero y Cecilia Martin, en su cocina. Guillermo Rodriguez AdamiDamián Cicero y Cecilia Martin, en su cocina. Guillermo Rodriguez Adami

Su carisma, su humildad y sus conocimientos sobre la gastronomía y su historia hicieron que el público lo adorara y lo siguiera en redes sociales.

Así llegó la apertura de El Bodegón del Mono, en su Quilmes natal, obviamente. Un bodegón donde la cocina estaba únicamente en sus manos. Por sugerencia de su madre, y con mucho temor, sumó a los clásicos platos de cantina los platos característicos de su cocina: el cochinillo, el pan con jamón crudo, pulpo, boquerones, ranas. “¿A quién le voy a vender esto?”, se preguntaba Cicero, a lo que su madre le respondió: “ vos ponelo en la carta y esperá”. Mono Cicero muestra con orgullo su nueva cocina. 
Foto Guillermo Rodriguez AdamiMono Cicero muestra con orgullo su nueva cocina. Foto Guillermo Rodriguez Adami

Así fue que los quilmeños paraban frente al pizarrón que ofrecía ranas y otras excentricidades para el barrio. Fue lento, pero la gente fue pidiendo especialidades españolas y el bodegón logró tener la esencia de su dueño. Cuando el contrato de alquiler estaba por finalizar el “mono” sintió que era el momento de cumplir su sueño: vivir en su restaurante.

Doce meses de obra después nace Comedor Azcuénaga. “No es mi trabajo, es mi vida. Estoy disfrutando el momento. Este es el resumen de mi vida gastronómica donde aplico todo lo que aprendí en estos 28 años”, se sincera y agrega: “Desde pelear papa, hacer la bacha, cocinar, el trato con el cliente, los proveedores… Creo que este es un presente que puede durar cuatro o cinco años. Cuando no me de más el físico vuelvo a hacer un boliche grande y a la dirección”.La tortilla, un clásico de la cocina de Cicero. Foto Guillermo Rodriguez AdamiLa tortilla, un clásico de la cocina de Cicero. Foto Guillermo Rodriguez Adami

El concepto de Comedor Azcuénaga es diferente a otros restaurantes. No tiene vidriera, solo un pequeño cartel que indica que allí funciona el restó. “La experiencia es distinta, esto es una casa, la privacidad y la seguridad es distinta”, señala el cocinero.

Para lograr el concepto hogareño una vez que se atraviesa la puerta azul se accede a un jardín pequeño que te recibe con una mesa con diversas botellas de vermú, jugos y cubos de hielo para que cada uno se haga su cóctel. En la mesa contigua un cartel indica cómo hacer pa´amb tomaquet, un pan con tomate típico de la cocina catalana y todos los insumos para realizarlo y disfrutarlo al aire libre. Esta es la primera cortesía que ofrecen.Cocina a la vista y productos artesanales. 
Foto Guillermo Rodriguez AdamiCocina a la vista y productos artesanales. Foto Guillermo Rodriguez Adami

Una vez dentro del salón comedor Cecilia ubica a los comensales, muestra la carta y con la llegada de la bebida aparece la segunda cortesía de la casa, el copetín. Olivas marinadas, pasta de berenjena ahumada, sobrasada (embutido mallorquín) traído desde San Pedro, oliva especiado y tomatitos cherry.

La premisa es ir relajado. Tomar la “salida a cenar” como una pausa, donde nadie mira el reloj, solo se dispone a disfrutar del momento.Mono en acción. Foto Guillermo Rodriguez AdamiMono en acción. Foto Guillermo Rodriguez Adami

No cobran servicio de mesa y no sirven gaseosas. En realidad, quienes realmente quieran consumir gaseosa pueden hacerlo ya que en la carta de bebidas, al final, figura una opción, pero destacan que “desalientan su consumo”. “Me da pena que coman pescados y mariscos con gaseosa, este es un lugar que lo hice para que sea de pleno placer”, explica su postura Cicero.

La cocina es a la vista y se puede ver al mono cocinando como si fuera un pulpo, en los fuegos, en el kamado, metiendo mano en el horno Rational (el horno fetiche de los cocineros) mientras que charla con los clientes curiosos que le hacen preguntas mientras sacan fotos o filman la situación.Gambas al ajillo. Foto Guillermo Rodriguez AdamiGambas al ajillo. Foto Guillermo Rodriguez Adami

Pese a que hay freidoras y una parrilla japonesa a carbón en la cocina el salón está libre de humo. Cicero cuenta entre risas que no tiene auto pero que se dio el lujo de invertir en lo mejor de la tecnología para su nuevo emprendimiento.

“Para mí, lo que estamos haciendo es de vanguardia, al margen de hacer cocina tradicional. Todos los barrios deberían tener un buen restaurante, no hay por qué tener que viajar a los polo gastronómicos para comer bien”, asegura Cicero.

Qué comer en Comedor Azcuénaga

La carta evoca a la cocina catalana, la italiana y “la de barrio”. “Me crié en Quilmes cazando ranas y caracoles que luego se transformaban en un platazo de la abuela”, recuerda el cocinero.Mix de tapeito ibérico. Foto Guillermo Rodriguez AdamiMix de tapeito ibérico. Foto Guillermo Rodriguez Adami

Todo está elaborado con los mejores insumos que se consiguen en el mercado. Y si es posible, comprado a productores Quilmeños.

De las seis entradas propuestas se destacan el mix tapeito ibérico, que trae boquerones con alioli y piquillos, pan con tomate y jamón serrano español, una porción de tortilla y rabas fritas ($18.000) y las gambas al ajillo cocidas en cazuela de barro con 100 cc. de aceite de oliva extra virgen y ajo crujiente ($ 11.000).Paella de Comedor Azcuénaga. Foto: Guillermo Rodriguez AdamiPaella de Comedor Azcuénaga. Foto: Guillermo Rodriguez Adami

La carta sigue con dos opciones de pasta seca italiana con hongos o mariscos ($ 14.000) y con la arrocería especial: paella socarrat ($ 16.000) o risotto al vino tinto con langostinos ($ 18.000). Quienes gusten del ahumado el kamado pueden elegir entre chuletón madurado 45 días ( $ 18.000), pesca ($ 18.000) y pulpo español asado ($ 52.000).

La especialidad de la casa es sin dudas el cochinillo a la segoviana de cocción lenta que se ofrece de a cuartos, medio o entero (desde $19.000). En el cierre dulce, imperdible la crema catalana ($ 4.000).Crema catalana, la reina de los postres. Foto Guillermo Rodriguez AdamiCrema catalana, la reina de los postres. Foto Guillermo Rodriguez Adami

Si bien los domingos el Comedor no abre, sí lo hace Brasa Atrás, una propuesta diferente que se va a realizar algunos domingos del mes en el fondo de la casa del Mono. El quincho, para los asados de los domingos.
Foto: Guillermo Rodriguez AdamiEl quincho, para los asados de los domingos. Foto: Guillermo Rodriguez Adami

El quincho prenderá su parrilla y recibirá a quienes gusten un asadito con carne y pescados a las brasas. La experiencia incluye chapuzón en la piscina y, si hay partido de fútbol, se puede ver en las grandes televisiones preparadas exclusivamente para estos eventos deportivos.

Es necesario hacer reserva ya que el salón tiene solo 7 mesas.

Comedor Azcuénaga: Abre jueves, viernes y sábado de 20.30 a cierre. Reservas por whatsapp mediante mensaje escrito: 1150439078. Instagram: @comedorazcuenaga

El hijo del ministro. Rompió con el legado familiar, abandonó el Derecho y se convirtió en chef: “Me encantaría cocinar para Milei”

Fuente: La Nación – Felipe Cuneo Libarona, el hijo del ministro de Justicia de la Nación, habla de su pasión por la cocina y cómo su familia llegó a aceptar su vocación.

Cuando egresó del Colegio del Salvador decidió seguir la tradición familiar y estudiar Derecho. Felipe Cuneo Libarona (32) al igual que su abuelo y su padre pensó que estaba destinado a convertirse en abogado. Pertenece a una tradicional familia de letrados penalistas: es el segundo hijo del ministro de Justicia de la Nación, Mariano Cúneo Libarona. Sin embargo, un pálpito lo llevó a cambiar su rumbo. Viajó a España, participó de un reality de cocina y hoy, dueño de un estilo singular, asesora a los hoteles y sorprende con sus platos a los turistas de Chapadmalal, el destino moda de la Costa Atlántica y, en la temporada invernal, en San Martín de los Andes.

Para elaborar sus platos, Felipe apuesta a los productos de temporada y de cercanías.
Para elaborar sus platos, Felipe apuesta a los productos de temporada y de cercanías.

-Felipe, imagino que viniendo de una familia de abogados no debe haber sido fácil dejar el Derecho para convertirte en chef.

-Nada fácil. Estudié Derecho un año y medio y, al mismo tiempo, trabajé en Tribunales. Pero tenía dudas… Al primero que le conté de que iba a seguir mi vocación, que era la gastronomía, fue a mi viejo. Él fue políticamente correcto con su respuesta, no sé si le gustó pero me dio su apoyo. El más difícil fue mi abuelo, que me contestó: “¿Y qué vas a hacer ahora? ¿Bife de chorizo con papas fritas?”

-¿Qué le respondiste?

-Fue muy severo, pero yo ya lo tenía decidido. Así que le respondí que sí, que iba a hacer bife de chorizo con papas fritas, pero que iba a hacer el mejor bife de chorizo con papas fritas del mundo. Mi decisión lo molestó mucho. Con los años, mi abuelo terminó por entenderme y aceptarme. Se puso muy contento cuando vio que me estaba yendo bien y que le ponía mucha pasión a lo que hacía. Yo era muy cercano a él, se llamaba Mariano, como mi papá, era de Concordia, Entre Ríos, y vino a Buenos Aires a los 30 y pico. Tuvo una vida de mucho esfuerzo. Falleció en la pandemia, a los 103 años. Era un fenómeno.

Una postal de la infancia, tomada durante las vacaciones: Felipe y su hermano Mariano disfrutan de la compañía de sus abuelos paternos, Mariano y Ana María "Popy" Davél.
Una postal de la infancia, tomada durante las vacaciones: Felipe y su hermano Mariano disfrutan de la compañía de sus abuelos paternos, Mariano y Ana María «Popy» Davél.Gentileza
Retrato familiar: María Gloria Marolda, Felipe, Agustina, Mariano (hijo), Victoria y Mariano (padre) y Mariano (abuelo) Cuneo Libarona
Retrato familiar: María Gloria Marolda, Felipe, Agustina, Mariano (hijo), Victoria y Mariano (padre) y Mariano (abuelo) Cuneo LibaronaGentileza

-Decís que tu padre fue “políticamente correcto”. ¿Cuál fue su reacción?

-Siempre fue muy exigente conmigo, pero me dijo que haga mi camino y que lo haga lo mejor que pueda. Él me inculcó valores importantes como la constancia, el esfuerzo, el sacrificio y estoy agradecido.

-¿Siempre te gustó la gastronomía?

-Desde chico me encantaba, pero siempre lo veía más como un hobbie, más que nada por el legado familiar que tenía. En la Facultad y en el trabajo me iba bien, pero cuando empecé a cursar las materias más importantes, como Derecho Penal, me di cuenta que no era lo que quería para mí. Comencé a estudiar en el Instituto Argentino de Gastronomía y entré a trabajar en Croque Madame, un restaurante de comida francesa y después viajé a España.

Hace cuatro veranos que Felipe trabaja en Chapadmalal durante la temporada
Hace cuatro veranos que Felipe trabaja en Chapadmalal durante la temporada
Además de la cocina, Felipe tiene otra pasión: el surf
Además de la cocina, Felipe tiene otra pasión: el surf

En España, Felipe fue chef de Ganbara, un restaurante que se encuentra en San Sebastián. “Allá tuve el honor le preparé un plato a Juan María Arzak, uno de los mejores chef del mundo, que tiene tres estrellas Michelin. Fue increíble, no lo podía creer”, cuenta. Luego, Felipe regresó al país y trabajó en Bariloche y en San Martín de los Andes. También hizo su paso por Costa Rica y Uruguay. “En Punta del Este, trabajé en ‘No me olvides’, un restaurante de Nicolás Palacios, el hijastro de Franco Macri, donde siempre venían políticos y famosos como Claudio Caniggia, Karina Jelinek… Era muy divertido. Cada vez que iba a hacer temporada allá volvía con una historia”, dice.

-Tuviste también un paso fugaz por la televisión.

-(ríe) Después de haber estudiado gastronomía durante 10 años, participé en un reality, El gran premio de la cocina, en Canal 13. Fue una experiencia muy buena, porque entiendo que el cocinero tiene que saber salir de la cocina y ponerse frente a una cámara.

A finales de 2020, Felipe participó en "El gran premio de la cocina" el primer reality culinario en tiempo real del país, emitido por Canal 13
A finales de 2020, Felipe participó en «El gran premio de la cocina» el primer reality culinario en tiempo real del país, emitido por Canal 13

-En tus redes usás el concepto “cocina nómada”, ¿de qué se trata?

-Trato de usar productos de temporada y de cercanías. Con productores conocidos en cada lugar. Se trata de eso, de saber captar los mejores productos de todo el país.

-¿Cuál es tu especialidad?

-Las paellas y también hago una hamburguesa con pan de medialuna que es furor. Yo la hice en Cocineros Argentinos el año pasado y al día siguiente vendimos como 200 hamburguesas. Lleva queso, panceta, doble carne y una una masa de medialuna que es agridulce.

Felipe y sus "burger luna", hamburguesa en pan de media luna
Felipe y sus «burger luna», hamburguesa en pan de media luna
Felipe junto a su abuelo, Mariano Cuneo Libarona, a quien le costó hacerse la idea de que su nieto se convirtiera en chef
Felipe junto a su abuelo, Mariano Cuneo Libarona, a quien le costó hacerse la idea de que su nieto se convirtiera en chefGentileza

-¿Cómo es trabajar en una cocina? Las películas lo reflejan como un mundo difícil, muy competitivo, de mucha exigencia.

-Creo que el rigor de la cocina lo aprendés trabajando. Claro que muchas veces a niveles de locura y de trabajo muy intenso, pero hoy es un esfuerzo que la gente valora, el disfrutar de un buen plato.

Desde hace cuatro años, Felipe Cúneo Libarona pasa las temporadas de verano en Chapadmalal, en la cocina de en un alojamiento al que van los amantes del surf. “Ahí se cocina mucho pescado: besugo, palometa, pescadilla, abadejo…”, resume.

El resto del año, en la ciudad de Buenos Aires, asesora hoteles y cocina en eventos privados. “Armé la carta, formé el equipo y desarrollé el concepto del restaurante del hotel SLS de Puerto Madero. También trabajé en los costos de la cocina. Fue un desafío enorme. En junio voy a armar la propuesta gastronómica de otro hotel, del mismo dueño, un francés, que va a abrir en La Boca. Como chef privado cocino en eventos de empresas y para particulares. Muchas veces me toca viajar. Dentro de poco me voy a instalar durante dos semanas en San Martín de los Andes para cocinarle a unos norteamericanos que están haciendo turismo. Después voy a viajar a los Estados Unidos para enseñarle al chef personal de una argentina cómo cocinamos acá… a ella no le gusta como su cocinero le prepara los platos locales”, cuenta.

Felipe cocinando en Bariloche
Felipe cocinando en Bariloche

-Una argentina que vive en los Estados Unidos… ¿Es conocida?

-(risas) Sí, pero no puedo decir su nombre.

-Como tu padre, ¿tenés también esa parte mediática?

-Un poco sí. Siempre que cocino lo hago con cámaras. Me gusta. En eventos privados cocino para jugadores de fútbol y también políticos como Horacio Rodríguez Larreta.

Felipe como chef en eventos privados cocina para personalidades del mundo del espectáculo, deporte y la política. En la imagen, junto a exjefe de gobierno de la Ciudad, Horacio Rodríguez Larreta
Felipe como chef en eventos privados cocina para personalidades del mundo del espectáculo, deporte y la política. En la imagen, junto a exjefe de gobierno de la Ciudad, Horacio Rodríguez Larreta

-Al presidente Javier Milei, ¿ya le cocinaste?

-Todavía no, pero me encantaría. Ya va a llegar. Le haría una paella.

-En tu casa sos “el cocinero designado” o en casa de herrero…

-Siempre alguna cosita les hago. Mi viejo me pide mucho que le haga risotto.

-Ahora que pasó el tiempo, ¿sentís que tu padre está orgulloso del camino que elegiste?

-Sí, yo creo que sí. Y yo también estoy orgulloso de él. Muchos familiares se sorprendieron de la decisión que tomó, de integrar el gabinete de Javier Milei como ministro de Justicia de la Nación, pero yo no. Conociendo a mi padre como lo conozco, sabía que en algún momento se iba a meter en política. Conozco el motor que tiene para ir hacia adelante y encarar nuevos desafíos. ¿Si me afecta? Nooo… para nada, creo que hay que aprovecharlo.

Felipe Cuneo Libarona. Chef personal.
Felipe Cuneo Libarona. Chef personal.

Creó una de las cocinas más originales de Buenos Aires y ahora se dedica a abrir restaurantes para otros

Fuente: Clarín – Leo Lanussol (40) fue uno de los dueños de Proper, que impulsó los platitos y la propuesta de autor con fuegos. Ex coequiper y amigo de Narda Lepes, cuenta cómo gestó un negocio gastronómico nuevo.

Un restaurante como un hijo. Que nace, crece y luego tiene que seguir su camino. Leo Lanussol habla de los restaurantes que abrió en el último tiempo, y la analogía suena obvia. El, que creó uno de los lugares más originales y disruptivos de Buenos Aires, uno de esos que estarán en los libros que se escriban en el futuro de la gastronomía porteña, se dedica ahora a inaugurar para otros. Un experto en aperturas.

Lanussol no es es una de esas caras conocidas de la tele, pero sí estuvo muchos años en ella: durante ocho años trabajó junto a Narda Lepes, a quien define como su amiga, de quien era su asistente en El Gourmet y con quien hizo infinidad de proyectos y viajes. Y es un nombre que tiene peso propio: fue uno de los creadores de Proper, el ya mítico restaurante que supo estar en un taller mecánico en Palermo y que cerró en pandemia, pero que antes innovó con una cocina de autor basada en los fuegos y en los platitos, concepto que ahora se expandió por todas partes.

“No puedo más de los platitos, traeme un plato de tres kilos de ñoquis con cinco albóndigas grandes”, bromea sobre la tendencia que impusieron con su ex socio, Augusto Mayer.

Ahora, el chef se reinventó con una empresa que, asegura, no tiene otra similar en Argentina: lo contratan para armar restaurantes. Hizo aperturas en el interior de nuestro país, pero también en Europa, Estados Unidos y Sudáfrica y acaba de inaugurar hace unos meses Nika Club Omakase, un nuevo restaurante de cocina japonesa premium en Palermo.

El amigo de Narda

Lanussol era un adolescente al que le gustaba la música. El punk, especialmente. Tenía una banda. Y su padre siempre le reclamaba que había que estudiar o estudiar. Que tuviera un título. “Lo voy a joder”, dice que se dijo, antes de anotarse en la escuela de gastronomía de Gato Dumas para buscar ese título. Pero la carrera era “carísima”. A Leo no le alcanzaba para la cuota. Así que vio uno de los papelitos pegados en la cartelera del instituto, y se fue a El Preferido de Palermo. El viejo Preferido, no el que ahora es cool y recomendado Michelin.

“Buscaban bachero y ayudante de cocina. Me presenté con el Gallego Arturo. Me dio trabajo y en dos años aprendí las bases de la cocina. Cómo hacer una buena tortilla, un buen apanado de pescado… Mis compañeros trabajaban uno en el Four Seasons, otro en Olsen, me decían ‘Con Germán Martitegui estamos haciendo una galletita de jengibre’, y yo no salía del ajo, perejil y huevo duro”, recuerda.

El entusiasta Leo quería aprender otra cosa y empezó a tirar currículums. Llegó a Dashi, uno de los restaurantes referentes del sushi en la Argentina. “Me ponen un pescado y me piden que lo corte. ‘No lo sé cortar, pero quiero aprender’, les dije. ‘Me encanta tu sinceridad’”, fue la respuesta. Lo tomaron. Con Pablo Nohara y Edgardo Kuda, aprendió la disciplina japonesa. “Ah, ¿querés aprender? ¿Y encima sos guachín, caradura? Vení para acá”, recuerda sobre esa formación que agradece. Trabajaba los siete días: de lunes a viernes en Dashi y los domingos sacando el servicio en el Gran Bar Danzón, otro bar mítico porteño.

Un mediodía estaba en la barra preparando sushi, cuando un cliente habitual se le puso a hablar. “Le acabo de traer unos cuchillos a mi hija”, le dijo.

“Debe ser la hija de un millo que tiene unos cuchillos espectaculares y ni los usa”, pensó.

Pero la hija era Narda Lepes, que ya era una figura de El Gourmet. “Llamala”, le insistió el cliente.

Se fue a un teléfono público y marcó el número de la cocinera.Colegas y amigos. Lanussol trabajó durante ocho años con Narda Lepes. Foto Gentileza NessColegas y amigos. Lanussol trabajó durante ocho años con Narda Lepes. Foto Gentileza Ness

Ella le ofreció trabajar en eventos. El le dijo que no, porque necesitaba un sueldo fijo. “Cuando vaya a comer te conozco”, lo animó Narda.

Al mes, una noche, Lepes apareció en el Danzón. “Che, estás en todos lados”, bromeó. Intercambiaron mails. “Con los japoneses nos fuimos a abrir un restaurante de sushi en Costa Rica –recapitula Lanussol de lo que podría ser el germen de lo que hace hoy–. Estuve un año. Cuando volví tenía 22 y dije ‘Yo quiero esto, quiero seguir viajando’, y la llamé a Narda”.

La cocinera hizo el puente con uno de los grandes chefs de la cocina latinoamericana, el brasileño Alex Atala.

Estuvo un año trabajando con él en San Pablo. A la vuelta, Narda lo recomendó “con un pibe que la está rompiendo toda”. Era Lele Cristóbal, creador del Café San Juan. “Matcheé. Somos del palo del skate, del rock”, apunta.Lanussol con Alex Atala, uno de los mejores chefs brasileños. Foto Gentileza NessLanussol con Alex Atala, uno de los mejores chefs brasileños. Foto Gentileza Ness

Trabajó dos años en con Lele mientras Narda lo llamaba para hacer eventos. Viajó a Perú, a Estados Unidos. Hasta que la chef le propuso ser su asistente. Juntos desarrollaron infinidad de proyectos: eventos, programas de TV, viajes, libros… Hizo pasantías en grandes lugares, como el neoyorquino Frankies Spuntino y el catalán El Celler de Can Roca. No paró. Hasta que Mariano Dabbang, otro de los cocineros que trabajaba con Lepes, abrió su Gran Dabbang y Lanussol se dio cuenta de que tener un restaurante propio no era imposible.

Le avisó a Narda con un año de anticipación. El día que se despidieron, lloraron juntos. Hoy son amigos íntimos.

Lanussol tenía 32 años y “abrí con dos pesos un restaurante», cuenta. Fue Proper. No quiere repasar los detalles de su cierre: sólo habla de desavenencias con su socio, de un propietario que en plena pandemia quiso cobrarles un alquiler leonino por ese lugar que cinco años antes era un taller mecánico, y de una experiencia que le costó un divorcio.En Barcelona, haciendo la apertura de Florería Atlántico. Foto Gentileza NessEn Barcelona, haciendo la apertura de Florería Atlántico. Foto Gentileza Ness

Se encontró, el que siempre había tenido un montón de trabajo, con “la primera vez que no tenía nada”.

Lo tomó con calma. Hasta que recibió un mail de alguien que quería poner un restaurante. “Ah, seguro debe ser un cheto que iba a Proper”, volvió a pensar mal. Era uno de los socios de Tartine Bakery, la panadería de Chad Robertson en San Francisco que puso de moda la masa madre: buscaban abrir un restaurante de fuegos con una impronta argentina.

Fue el inicio del cambio.

Las cocinas de los otros

Se fue a Estados Unidos con una visa de trabajo. Se tiró a la pileta y vio que “no estaba tan mal” y que había “un montón de cosas para hacer”. Las hubo: lo llamaron para hacer un cambio de carta en una reserva cerca de Johannesburgo, en Sudáfrica, otro en el restaurante italiano Carboni’s en París…

“Me empecé a dar cuenta de que había muchos empresarios con ganas de tener su restaurante que conquistan a un chico joven para que sea su jefe de cocina. Pero entre los dos no tienen mucha idea de cómo hacer un restaurante, definir su estética, su identidad. Me dije ‘Che, hay un vacío acá’”, analiza.

Así nació Ness, su empresa, un homenaje fonético a bandas que ama como los Ramones y Madness.

Lo llamó Tato Giovannoni para hacer la carta de Brasero Atlántico en Río de Janeiro y de Florería Atlántico en Barcelona, Alex Atala para hacer un evento en Italia, abrió la cocina de Sony en Madrid, acá se hizo cargo de la cocina del lodge Explora en El Chaltén (que tiene en otras locaciones como asesores a chefs del renombre de Virgilio Martínez y Rodolfo Guzman), abrió Vini, el bar de vinos de Lucky Sosto, y aggiornó la carta de Casa del Visitante de la bodega de Santa Julia, fue armando un equipo de casi diez personas en el que hay cocineros, pasteleros, sommeliers.

“Fui a la escuela técnica. Sé soldar, sé de arquitectura, Proper lo hice yo. Así que cuando me junto con un arquitecto, sé de alturas, de planos, de qué estamos hablando”, describe su trabajo integral hoy.Lanussol, supervisando la obra del espacio de Núñez donde próximamente abrirá su propio restaurante. Foto Gentileza idea-fija.comLanussol, supervisando la obra del espacio de Núñez donde próximamente abrirá su propio restaurante. Foto Gentileza idea-fija.com

El proyecto que lo trajo ahora a Buenos Aires llegó de la mano de los Babasónicos, de quienes es amigo. Roberto Costas, el dueño de Pop Art, estaba queriendo abrir un restaurante japonés en el primer piso de su productora. “Me volví loco”, dice Lanussol, y resalta lo importante que fue para él volver a lo japonés, a las técnicas que había aprendido casi en sus comienzos en la cocina.

En Nika pensó un restaurante sustentable, zero waste, con una cocina baja en sodio y en azúcar, donde Fabián Masuda es el sushiman, y para el que pudieron conseguir directamente desde Japón el mejor equipamiento: desde las tablas de sushi hasta unos cestos de basura especiales nipones.

Vuelta a sus inicios. La cocina japonesa, ahora con el sushiman Fabián Masuda en Nika Club Omakase. Foto Gentileza NikaVuelta a sus inicios. La cocina japonesa, ahora con el sushiman Fabián Masuda en Nika Club Omakase. Foto Gentileza Nika

“Siempre me engancho con los lugares. Soy medio exigente, pero muy motivador, y eso se transmite a los equipos. Te demanda mucho tiempo, pero yo me comprometo, voy a tomar una birra con los pibes después para generar ambiente. Creo que soy como un sesionista –compara con la música, su otra pasión–. Me llaman para hacer Nika, pum, me pongo el chip japonés. Casa del Visitante, todo regional. Tengo esa cintura para cambiar de chip”.

En Nika se quedará trabajando en principio seis meses más. Entiende que los proyectos “son hijos que van creciendo y van mutando” y afirma que “siempre quiero estar en un lugar para sumar”. Mientras, está delineando también su propia apertura, que se llamará Ness, como su empresa. “Encontré un local en Núñez. Sin ser egocéntrico, quiero cambiar la forma de comer”, desliza. Y promete: “Va a ser primitivo: leña, carbón. Disruptivo”. Una vez más.

Reconocimiento de la AEHG a ocho cocineros de Mar del Plata

Fuente: Bacap – La Asociación Empresaria Hotelera Gastronómica distinguirá como socios honorarios, en la continuidad de los festejos por el 150 Aniversario de Mar del Plata.

La Asociación Empresaria Hotelera Gastronómica de Mar del Plata continúa con la celebración del 150 aniversario de la ciudad y, en ese sentido, decidió otorgar una distinción de «socio honorífico» a ocho cocineros, en una ceremonia a realizarse el próximo 12 de marzo.

En sus considerandos, la AEHG decidió «resaltar la labor de aquellos emprendedores que otorgan un plus a la ciudad y generan que miles turistas elijan Mar del Plata» y calificó a los cocineros – empresarios como «motor del turismo nacional».

Los cocineros – empresarios que serán distinguidos son:

Patricio Negro, chef propietario de Sarasanegro y chef ejecutivo de Furia Rooftop.

Leandro Ciarlotti, chef propietario de Lo de Tata y Caldo.

Francisco Rosat, chef propietario de Lo de Fran y Vermutería Sin Nombre.

Esteban Borione, chef propietario de Corte y Confección.

Antonino ‘Nino’ Pollio, chef propietario de Dei Fiori.

Esteban Usai, chef propietario de El Rey del Calzone.

Hernán Domínguez, chef propietario de Caldo.

Gabriel Dellepiane, chef propietario Hiei y Asia.

Los chefs con estrellas Michelin harán una cena en Mendoza

Fuente: MDZ – Los reconocidos creadores ofrecerán un menú de pasos, que permitirá probar las especialidades que caracterizan a sus respectivas cocinas. Será el domingo 25 de febrero,

Mendocina Cocina y Criolla, dos de los espacios gastronómicos de Planta Uno, serán anfitriones de un evento sin precedentes: los cuatro chefs que están al frente de restaurantes locales que fueron galardonados con Estrellas Michelin cocinarán juntos. Los reconocidos creadores ofrecerán un menú de pasos, que permitirá probar las especialidades que caracterizan a sus respectivas cocinas. Será el domingo 25 de febrero, en Planta Uno.

Sebastián Weigandt (Azafrán); Mariano Gallego (Brindillas); Iván Azar (Casa Vigil) y Augusto García (Zonda, Cocina de Paisaje) comandan los restaurantes que fueron reconocidos en noviembre con una Estrella por la prestigiosa Guía Michelín. Ahora, cocinarán juntos como parte del ciclo Experiencia de Chef, que viene realizando Mendocina Cocina, el espacio gastronómico itinerante que Bodega Lagarde tiene en el mercado y paseo de compras de Godoy Cruz.

La cena contará con ingredientes típicos de la estación, como tomates y melón, pero también incluirá otros que aportan frescura y sabor, como cilantro, calabaza y hongos. El maridaje de los platos será con vinos de Lagarde y El Enemigo.Te podría interesar

Criolla en Planta Uno será el lugar de la cena. 

“Esto es posible gracias a la generosidad de Sebastián, Mariano, Iván y Augusto, quienes no dudaron en sumarse cuando se los propusimos. Armamos esto para darle la posibilidad a los mendocinos de que prueben algunos de los platos que nos llevaron a obtener tan importante reconocimiento. Las Estrellas Michelin nos pusieron a la par de las ciudades más importantes del mundo en materia de turismo”, aseguró Sofía Pescarmona, responsable de Planta Uno.

Esta cena marcará la primera vez que los cuatro se unan para ofrecer una preparación que represente idóneamente su cocina. De esta manera, cada uno propondrá un snack, mientras que Gallego (Brindillas) y Weigandt (Azafrán) unirán fuerzas para el principal y García (Zonda) se encargará del postre.

Esta exclusiva experiencia tendrá además un componente interactivo, ya que Mendocina Cocina promueve que los chefs interactúen con los comensales de manera más personal a lo largo del encuentro, pudiendo así aprender un poco más sobre su proceso. La propuesta tiene un valor de $25.000 por persona e incluye una copa de vino. Si se elige el upgrade de etiquetas, el costo es de $35.000. Lamentablemente, ya el evento se encuentra sold out… ¡la expectativa es altísima!

Cautivó a Suiza con sus empanadas, pero volvió al país para cumplir un sueño y la Guía Michelin lo sorprendió

Fuente: TN – Agustín Brañas nació en Buenos Aires, pero emigró a Gstaad para vivir “en un cuento de hadas” y cocinarles a magnates, aristócratas y miembros de la realeza que vacacionaban alrededor de las mejores pistas de esquí. Tras varios años, regresó para apostar a la Argentina y logró en menos de un año que su restaurante tenga un lugar en la lista de recomendaciones más importantes del mundo.

Gstaad es desde hace décadas una de las ciudades más lujosas de Europa. Magnates, aristócratas, miembros de la realeza y hasta las celebridades más top del mundo se refugian en sus encantadores refugios alpinos para disfrutar cada invierno de las mejores pistas de esquí de Suiza. Pero, además de sus cientos de kilómetros para esquiar, esta región cuenta, por supuesto, con hotelería y gastronomía imbatible.

Argentinos hay en todos lados y en los Alpes suizos no podían faltar. Agustín Brañas, es un chef que supo cómo deslumbrar durante años cocinando al asador y, sobre todo, las empanadas que enloquecían a los miles de turistas que hacían temporada en Suiza. Sin embargo, decidió junto a su esposa dar un giro de 180° para cumplir un sueño, volver a Buenos Aires y abrir las puertas de su propio restaurante.

Tras el éxito en Suiza, Agustín Brañas cumplió el sueño de abrir su propio restaurante y ser distinguido por la Guia Michelin. (Foto: Instagram/@agustinbranaschef)
Tras el éxito en Suiza, Agustín Brañas cumplió el sueño de abrir su propio restaurante y ser distinguido por la Guia Michelin. (Foto: Instagram/@agustinbranaschef)

La verdad que esta es mi Patria. Siempre fue un desafío abrir un restaurante en Buenos Aires al que le fui esquivando, pero llegó el momento en el que me parecía que había que hacerlo. Fue una cosa muy sentida, muy de corazón, muy… Una búsqueda, creo que Benedetta es una búsqueda de una mezcla de muchas gastronomías que venimos haciendo hace muchos años en diferentes lugares”, cuenta a TN el chef argentino sobre el nuevo camino que inició hace poco más de un año y que logró una distinción de la Guía Michelin.

Emprender el desafío de volver al país no fue fácil porque Agustín volvió no solo con su pareja sino también con -por entonces- sustres hijos. “Gstaad la verdad que es como un cuento de hadas, en invierno con sus 3, 4 o 5 metros de nieve que por las noches brilla a la luz de la luna, mientras que en verano está llena de flores y colores”, asegura.

Aunque reconoce que, fuera de temporada, se convierte en un “pueblo fantasma” con 15 grados bajo cero y dónde solo quedan abiertos un restaurante y un supermercado. Todo eso, sumado a que es una región con la mayoría de habitantes alemanes y, que comparado con los argentinos, son más cerrados y fríos. “Fueron tres años lindísimos, los chicos aprendieron mucho y la experiencia de ver cómo funciona todo como un reloj fue alucinante. Pero, también yo estaba todo el día trabajando y a ellos se les hacía duro”, menciona.

Durante su estadía en Suiza, Brañas estuvo al frente del Chubut Food and Fire y supo cautivar a sus clientes con un típico plato argentino: las empanadas. “Siempre desde el día uno fue lo más vendido y las vegetarianas de acelga con queso suizo eran el hit. La empanada argentina ha traspasado fronteras y reconocían que era de nuestro país como el asado, el vino o Messi y Maradona”, explicó y agregó que junto a su equipo de cocina hacían desde la masa con grasa hasta los distintos rellenos.

La disciplina, las recetas y la experiencia de cocinar con colegas de otras nacionalidades lo llevó a no solo lograr el éxito en Europa, sino también a traerlo a Buenos Aires. Después de más de un año y medio de trabajo puertas adentro, Agustín y su esposa, Violeta, decidieron cumplir el sueño de abrir su propio restaurante. Situado en la esquina de Demaria y Sinclair, ella ocupándose de la estética y él de las hornallas.

Desde el helado que los hace distintos al reconocimiento de la Guía Michelin

En su restaurante, Agustín Brañas ofrece pastas, pizzas, mariscos y carnes, pero también se destaca por los helados caseros que él hace desde hace 15 años y que distribuye en 27 lodges de pesca que van desde Argentina hasta las Bahamas.

A fines del año pasado, Benedetta se ganó un lugar en la lista de recomendaciones para Buenos Aires de la Guía Michelin y en tan solo dos meses, sus reservas se dispararon: “Estamos recibiendo muchísimo turismo. Yo creo que todo el que pasa por Buenos Aires debería pasar por acá y probar nuestra gastronomía que está inspirada en la cocina argentina”.

Además, Brañas reconoció la importancia de “apostar al país” y de tomar el riesgo de hacer lo que se proponga. “Fue una alegría, una palmada en la espalda. Un ‘es por acá’. Es una gran alegría y un lindo reconocimiento a los que venimos peleando y remando hace muchísimos años por nuestra gastronomía”, aseguró.

Finalmente, también destacó que, si bien lograron ganarse un reconocimiento deseado por muchos, son conscientes de que siempre hay trabajo por hacer: “Siempre digo que lo más difícil no es llegar. Generalmente, si se llega, lo complicado es mantenerse, con lo cual el plan de ahora es ese. Exigirnos e ir por más”.

Uno de los restaurantes que logró su primera estrella Michelin propone un nuevo menú por tiempos

Fuente: Ámbito – Azafrán, la estrella que brilla en Mendoza, apuesta por un nuevo menú por tiempos. Ya sea de cuatro u ochos, resulta ser una experiencia gastronómica innovadora y única. Conocé más.

Azafrán, el emblemático restaurante de la ciudad de Mendoza, recientemente distinguido con una estrella por la prestigiosa Guía Michelin, se renueva constantemente y apuesta por un cambio conceptual en su menú.

Al frente de su cocina, Sebastián Weigandt marca la diferencia por la manera original en la que resalta los productos regionales. Este restaurante, cuyo nombre es una declaración de principios, sorprende por su propuesta innovadora y su pasión por la gastronomía local.

El concepto de «nueva cocina» busca, a partir del respeto por el producto y técnicas innovadoras, reinterpretar lo que solía ser cotidiano en una propuesta desafiante. Cautiva e interpela al comensal en cada bocado utilizando cultivos ancestrales como la algarroba, el ajo negro y las betarragas, los cuales se fusionan con ingredientes típicos de la zona, como el tomate, la trucha y el chivo. El resultado es una única conjunción de aromas y sabores que despiertan los sentidos.

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La nueva propuesta ofrece dos opciones de menús por tiempos, concebidos como un viaje con distintas paradas en diversos paisajes:

  • El Paseo Azafrán, en cuatro tiempos, es un recorrido corto y menos arriesgado por diferentes rincones y productores de Mendoza y Argentina.
  • La Expedición Azafrán, en ocho tiempos, los llevará a un viaje de aventura en el que se proponen ingredientes, sabores y texturas que buscan desafiar algunos preconceptos, pero poniendo en valor las bases de la cocina mendocina. Cada tiempo está acompañado por alguno de los tantos vinos celosamente guardados en la cava del restaurante.

Más de 300 etiquetas de todos los rincones de Argentina fueron cuidadosamente seleccionadas por Matías Fraga, socio fundador del establecimiento, y utilizadas precisamente en los maridajes diseñados por el sommelier Adrián Yance, jefe de cava del restaurante.

Sebastian Weigandt.

Sebastian Weigandt.

Azafrán fue uno de los restaurantes de Mendoza que recibió una Estrella Michelin

La precisión en la cocina, una cuidada carta de vinos, la búsqueda constante de la excelencia en el servicio y un ambiente cálido, refinado y minimalista fueron la receta para obtener su primera Estrella Michelin, revolucionando la escena gastronómica de la ciudad.

La Guía Michelin describe a Azafrán con las siguientes palabras: «A pocas calles de Plaza Independencia… ¡puedes descubrir la esencia de la gastronomía mendocina! Aquí es donde el chef Sebastián Weigandt, después de muchas experiencias en distintos restaurantes y bodegas, ha encontrado la felicidad. Para él, el sabor de su cocina siempre radicará en la calidad del producto y, desde ese punto de vista, Mendoza es un auténtico paraíso. Anclado en la región, Weigandt trabaja con proveedores locales y forma parte de un proyecto llamado DOP, que estudia la antigua dieta de los primitivos pobladores. En su restaurante, de ambiente contemporáneo, ofrece tres menús degustación con un toque de creatividad actual. Por ejemplo, dos opciones que exaltan el recetario tradicional son Tomaticán mendocino y Arroz negro con trucha y manzana, ambas con una cuidada puesta en escena y gran protagonismo para el mundo vegetal. Por supuesto, el restaurante también ofrece una excelente selección de vinos».

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¿Cómo surgió Azafrán?

Azafrán nació en 1999, originalmente como una tienda de productos gourmet. Con la llegada de la crisis del 2001 se vio forzado a mutar a un concepto de restaurante, que año tras año fue mejorando su propuesta y posicionándose entre los mejores de la provincia, a partir de una cocina simple pero refinada servida en un ambiente casual y con un servicio siempre reconocido por lo cordial.

Poco antes de la pandemia, Fraga invita a Weigandt a sumarse al equipo para intentar lograr un objetivo que ambos consideraban posible: ofrecer en Mendoza una experiencia gastronómica memorable, y ser el mejor restaurant de alta cocina del interior del país.

Si bien la pandemia postergó los planes, llevando el restaurante casi a su cierre, lograron consolidar un increíble grupo de trabajo que sería la base fundamental de su refundación. Apostando todo a una remodelación integral del salon y a un nuevo enfoque en el servicio, en febrero del 2022 relanzaron Azafrán con la propuesta de Fine Dining basada en productos y sabores regionales.

Facundo Oliver: se formó con Donato De Santis y llevó la auténtica pasta italiana al Norte de nuestro país

Fuente: La Nación – Cuno Pastificcio es un enclave relajado que rescata técnicas artesanales y prepara platos con materia prima de primera calidad.

Las cintas se exponen en una bandeja que funciona como carta.
Las cintas se exponen en una bandeja que funciona como carta.Xavier Martín

Cuno Pastificcio sale de lo tradicional… al menos si hablamos de Salta. Queda en la costanera de San Lorenzo, a quince minutos de la capital de la provincia y es una apuesta interesante que rompe con paradigmas. “Fue toda una decisión poner este restaurante acá. Los salteños tenemos, en general, costumbres muy arraigadas: vamos siempre a los mismos lugares y le hacemos al mozo el mismo chiste de siempre”, ríe Facundo Oliver –Cuno, para todos– para referirse a la idiocicracia de su lugar de nacimiento. “Tenía miedo que no funcionara, pero me equivoqué. Tal vez fui demasiado prejuicioso”, rememora y cuenta que montó Cuno Pastificcio en octubre de 2022.

Con 36 años, Facundo dice “siempre fui gordito”, para explicar sus ganas de cocinar y comer. Estudió gastronomía en Córdoba y pasó varios años trabajando entre Villa La Angostura y Cipolletti, en el Sur de nuestro país. Luego vivió en Buenos Aires, donde se dedicó a un negocio que empezaba a explotar: viandas para empresas. Y en 2016 llegó a Cucina Paradisodel chef Donato De Santis. “Me reseteé. Tuve que hacerlo. Me di cuenta que no sabía nada de pastas. Descubrí que amaba ese mundo”, cuenta Cuno y define a Donato como un gran referente, “admirable, sensato y trabajador”.

Orecchiette con manteca, brócoli y salsa de tomate.
Orecchiette con manteca, brócoli y salsa de tomate.Xavier Martín

Cuando cumplió un ciclo en Cucina Paradiso, Cuno volvió a Salta y tuvo que sentarse a pensar qué haría. “De alguna manera lo vivía como un paso atrás. Pensaba que acá no iba a poder hacer esto que tanto me gustaba. Pero me hablaron de que estos locales en la costanera y presenté un proyecto para poner Cuno Pastificcio. La idea inicial era despachar pasta italiana y ver cómo me iba. Pronto se llenó de gente y abrimos como restaurante”, detalla sobre este pequeño local con mesas en la costanera y huerta sobre la vereda, que tiene cocina a la vista y, como toda despensa, está bien cargada. “Pastificcio significa despensa de pastas y está ambientada en base a lo que soy y acarreo”, señala Cuno mientras le da los últimos toques a una burrata que sale con rúcula, frutillas y flores de rúcula, que se ve por demás tentadora.

Facundo Oliver junto a Mauro Colagreco y Donato De Santis.
Facundo Oliver junto a Mauro Colagreco y Donato De Santis.Xavier Martín

Una vez en la mesa, presenta la carta de pastas que no está impresa, ni es un QR, sino que es tridimensional. Es una bandeja cuadrada y de madera que expone las distintas variedades ya secas, para que el cliente sepa bien qué tiene para elegir. “A esta altura, ¡logré que no me pidan sorrentinos! Que no son italianos, sino marplatenses”, explica sobre el origen de esta pasta que se vende en los restaurantes Persico y Vespoli de esa ciudad y no en Sorrento. “Me gustan y los puedo comer, pero yo ofrezco otra cosa. Además, acá los hace todo el mundo. Nuestra pasta está argentinizada, se come bañada en salsa o en crema. No tiene nada que ver con lo que servimos acá”, comenta el cocinero.

Cuno está en los detalles de todo lo que llega a la mesa.
Cuno está en los detalles de todo lo que llega a la mesa.Xavier Martín

La verdadera pasta italiana, según explica, usa sémola en muchos casos. Además, las cintas –que se orean para que queden al dente– llevan una masa, y las pastas rellenas otra. En la península, la pasta se sartenea con la salsa. “Ofrecemos toda una artesanía, que se hace con cuidado”, asegura Cuno mientras vemos cómo trabaja en la confección del dischi volanti –una especie de plato volador– que sale relleno de mozzarella. Además, ofrece para probar unos deliciosos agnolotti de osobuco, que salen con una salsa a base del jugo de la carne y salsa de tomate. Tiene también riquísimos orecchiette con manteca, brócoli y salsa de tomate, que son una especie de orejitas sumamente delicadas. El nino bergese, en tanto, es un raviolón de espinaca, ricota y parmesano, con yema de huevo y manteca de hongos. Y se destaca con un delicioso fettuccini que puede salir con boloñesa, salsa de tomate o pesto. Claro que también tiene un buen tiramisú.

Dischi volanti, que sale relleno de mozzarella.
Dischi volanti, que sale relleno de mozzarella.Xavier Martín

“Comprobé que la gente quería algo nuevo acá. Al principio era yo el que cocinaba, atendía y servía las mesas, pero hoy tengo un muy buen equipo con Fernando Perusina en la cocina, y Carla y Agustín Baeza, en el servicio. La gente se acerca por curiosidad y deja que le expliquemos cómo se come esta pasta verdaderamente italiana. El boca en boca fue efectivo y los sábados y domingos al mediodía el restaurante se pone. “La gente que ya nos conoce no pregunta precios, porque confía. Saben que uso harina, fiambres y burrata de excelente calidad”, resume Cuno, orgulloso del resultado de su apuesta.

Datos útiles

Cuno Pastificcio. Sirve verdadera pasta italiana en un local pequeño, con mesas al aire libre. El acceso es a través de un portón, por una calle lateral. Miércoles a viernes, noche. Sábado y domingo, mediodía y noche. Por orden de llegada; no toman reserva. Parque Costanera s/n, San Lorenzo. IG: @cunopastificcio

Pablo Ranea: el chef que lleva la gastronomía mendocina a lugares emblemáticos del mundo

Fuente: Diario Uno – Se define como «chef nómade».Es sommelier y pasa buena parte del año viajando para ofrecer sus «pop up dinners» a comensales asiáticos, europeos y americanos.

El vino, para Pablo Ranea, es la columna vertebral de la nueva gastronomía mendocina. Y es por lo que el turismo internacional se ve atraído ya que no lo encuentra en ningún otra parte del mundo. Lo dice él, voz autorizada que lleva la alta cocina mendocina a lugares icónicos del mundo a través de su original propuesta de «pop up dinners».

Este reconocido chef nómade de 50 años, tiene casi 30 de trayectoria en el ámbito gastronómico, ha estado al frente de las cocinas de Azafrán y hace 10 años se recibió de sommelier ya que en su arte gastronómico no puede faltar el vino, siempre lo marida con sus exclusivos platos que ofrece a comensales en cualquier rincón del planeta.

Fue durante su paso por Azafrán que Pablo Ranea comenzó a desarrollar un ciclo de cenas exclusivas abriendo las puertas de su hogar en Mendoza para un grupo selecto de comensales locales y turistas que visitaban la provincia. Con el correr de los viajes y los años, el chef robusteció esta innovadora propuesta y hoy es un modelo de negocio con el que recorre países como Estados Unidos, Canadá, República Dominicana y Perú, además de ciudades asiáticas y europeas.

Los «pop up dinners» de Pablo Ranea son un punto de encuentro para quienes disfrutan el vino argentino, la buena comida y están abiertos a descubrir nuevos sabores.

Para Ranea hay una nueva gastronomía mendocina cuya columna vertebral es el vino.

Para Ranea hay una nueva gastronomía mendocina cuya columna vertebral es el vino.

Gentileza Pablo Ranea

Nacido en San Juan pero criado en Mendoza, la mayor parte de su familia se encuentra en Mendoza, San Juan y Buenos Aires. «No es fácil estar viajando casi todo el año, uno extraña la familia, mis sobrinos que son como mis hijos», confiesa.

Sin embargo, este modo de vida como chef nómade lo enriquece y apasiona cada día más. «En cada experiencia que realizo por el mundo me voy nutriendo, aprendo constantemente, y eso es lo que me empuja a seguir cultivando esta comunidad gastronómica por el mundo. Es lo que más me gusta», reconoce quien se muestra como una persona inquieta ya que, además de gastronómico y sommelier, está a punto de terminar la carrera de maestro heladero en Buenos Aires.

El momento de la reinvención en la cocina local

Orgulloso de haber obtenido una visa especial que otorga Estados Unidos a personas excepcionales, con algún talento, que le permite trabajar y moverse libremente por ese país. «Estamos enfocados en el mercado americano, haciendo también acciones para muchas bodegas», revela Pablo Ranea.

Y cuenta que «este año me toca estar en Mendoza, asomando a la Vendimia que es una época que me encanta estar acá; cada estadía, sobre en vendimia, aprovecho no sólo para cocinar sino también para visitar enólogos, estar en contacto con las bodegas e ir armando la selección de las etiquetas que nos van a acompañar en nuestra gira pop up», cuenta quien el 1 de marzo comienza un nuevo tour que lo llevará casi todo el año a cocinar y maridar vinos para gente de todo Estados Unidos, de norte a sur y de este a oeste, Canadá, Perú, «y tenemos una gira por China para el segundo semestre», agrega.

A Ranea le sorprende la explosión gastronómica en Mendoza, «está a un nivel muy alto, sobre todo en el último año ha crecido muchísimo; es un sueño para uno como cocinero, es súper emocionante», expresa y asegura: «El producto mendocino en la gastronomía se está luciendo más que nunca». «El producto mendocino en la gastronomía se está luciendo más que nunca».

En este contexto, ve que aparecen reinterpretaciones de platos típicos de la región, como el tomaticán. «Por ejemplo, en uno de sus pasos, Sebastián Weigandt en su menú con una estrella Michelin en Azafrán hace lucir el tomaticán donde aplica todas las técnicas a los ingredientes y los reúne adentro de una cáscara de huevo», describe el chef que ve en esta «fantástica» iniciativa la posibilidad de que el público descubra de otro modo la historia de la gastronomía local.

Y en esa línea, el experto destaca que recetas ancestrales de nuestra tierra se aplican a platos del mundo, revitalizándolas, dándoles una nueva vida. Lo que sí advierte Pablo es «el desafío del servicio» porque «el mundo ya ha puesto el ojo en Mendoza, ahora hay que mantener la calidad, su consistencia, y que se siga trabajando por más estrellas Michelin, por ejemplo».

-¿Cuándo despertó en vos la pasión por la cocina, sobre todo la gastronomía de tu tierra? Viene de infancia?

-Desde chico siempre me gustó cocinar, me encantaba cocinar para amigos. Pero, a diferencia de la mayoría de los cocineros, no vengo de un modelo de mamá, papá o abuela que cocinaban increíble. Mi mamá hacía de mamá y papá a la vez, éramos tres hermanos, ella trabajaba todo el día y cocinaba rico pero muy poco. Así que no tenía de quién aprender en la familia. Cuando llegué a tomarme en serio la carrera de cocina, de grande, empecé a trabajar en un restorán de Palermo Hollywood, de la mano de Rodrigo Toso. Ahí descubrí, porque él me mostró, todo lo que es la nueva cocina argentina. Y me encantó.

Ser chef nómade, ¿se hace o se nace?

-¿En qué momento decidiste emprender el viaje de la cocina y convertirte en un chef nómade?

-No lo busqué. Siempre me gustó viajar y descubrí que la gastronomía, con algunas herramientas como saber idiomas, me abriría muchas puertas. Ser chef nómade se fue dando de manera espontánea. Se fue dando solo, un poco también por la carrera que hice, por mis primeros trabajos en el Caribe y en España. Luego, cuando estuve en Azafrán conocí mucha gente de afuera, sobre todo en nuestro restorán a puertas cerradas. Entonces, gente que había conocido o que había vivido la experiencia del restorán a puertas cerradas, después querían reproducir la misma experiencia en sus lugares de origen, para sus amigos. Se fue dando un «de boca en boca» que hace que cada año esta comunidad foodie que nos sigue vaya creciendo. Así es como ahora paso de 8 a 10 meses al año viajando.

Uno de los pop up dinners que Ranea brindó en la ciudad gastronómica de Asheville, Carolina del Norte, Estados Unidos.

Uno de los pop up dinners que Ranea brindó en la ciudad gastronómica de Asheville, Carolina del Norte, Estados Unidos.

Gentileza Pablo Ranea

-¿Cuáles ingredientes no deben faltar en tu cocina, trabajes en cualquier parte del mundo?

-Es difícil la respuesta porque hay tantos y tantos ingredientes con los que me gusta cocinar que es difícil seleccionar. Siempre trato de viajar con un poquito de los que voy descubriendo en todos los lugares que visito, como también de ingredientes propios de Argentina. Siempre viajo con algún dulce de leche o dulce de membrillo, o algún aceite de oliva; todo depende del menú que voy a realizar. También llevo alguna pasta de ají amarillo de Perú o de rocoto, por ejemplo, o ingredientes de otros lugares que me encanta compartir en donde no se pueden conseguir tan fácilmente. Quizás esto vaya en contra un poco de la huella de carbono, pero tiene que ver con trasladar experiencias y hacerles llegar sabores a personas de otras partes del mundo.

Del pop up dinner al «collabs» en la gastronomía mundial

-¿Podrías definirme el pop up dinners? ¿Cómo surgió esta idea?

-El concepto de pop up, de por sí, tiene una variable de tiempo y de espacio. Empecé con este concepto en el 2008 más o menos que inicié estas cenas nómades que eran una novedad en esa época. Se venían experimentando los restoranes a puertas cerradas que eran como una aventura para los comensales. Y después surgieron estas cenas nómades donde se comunica a último momento dónde se van a realizar. Siempre en un entorno justificado, con un por qué hacer la cena nómade allí, que ese lugar aporte algo a la experiencia. Hoy son cada vez más conocidos los pop up dinners, es un concepto que se ha instalado en la comunidad gastronómica. Dentro del pop up, se dan mucho los «collabs», que es cuando un chef visita a otro chef de otro restorán y por un día montan un menú único y particular, ya sea del chef visitante o lo crean entre los dos. Pertenece a una nueva generación joven de cocineros que se ha formado con mucha información pero a la vez parcial, y que entonces necesita cambios que se da a través de estas intervenciones de «collabs», que tienen lugar no sólo en restoranes de alta gama sino también en restoranes callejeros o de otros estándars.

La costa de Virginia, en San Francisco, Estados Unidos, también es un lugar habitual de Ranea para desplegar su maridaje del vino con la cocina.

La costa de Virginia, en San Francisco, Estados Unidos, también es un lugar habitual de Ranea para desplegar su maridaje del vino con la cocina.

-¿Alguna anécdota para contar acerca de cocinar para tantas culturas diferentes con identidad mendocina?

-Hago cenas nómades itinerantes, son experiencias únicas donde contamos historias sobre la gastronomía latinoamericana, sobre todo argentina y mendocina. Lo hacemos a través de una columna vertebral que son los vinos, presentamos distintos vinos argentinos, sobre todo mendocinos, claro. Hemos llevado esta propuesta a grandes capitales del mundo, como Hong Kong, Nueva York, San Francisco, París o Houston. Pero también nos ha tocado cocinar en algún pueblito perdido al norte de Canadá o en el interior de China, donde la barrera del idioma era importante, no había un inglés universal para comunicarse; prácticamente nos comunicábamos por un lenguaje de señas que era en sí un lenguaje de sabores, de ingredientes. Fue un desafío enorme enseñar de este modo las recetas y los sabores de Argentina y de mi tierra a culturas lejanas a la nuestra y que no están ancladas en las grandes capitales. Terminan siendo las más interesantes y exitosas experiencias que hemos tenido.

Las estrellas Michelin para Mendoza que desnudan una falencia

-¿Qué opinión te merecen las estrellas Michelin que obtuvieron restoranes locales?

-La llegada de las estrellas Michelin a Mendoza es un aporte enorme, que beneficia no sólo a los restoranes sino a toda la gente que trabaja en ellos de manera directa o indirecta. Transforma a Mendoza en un polo gastronómico que genera una atracción a distintos chef que quieran venir a abrir sus restoranes en Mendoza para estar en la mirada de esta guía. Ahora bien, también veo que Mendoza obtuvo cero Bib Gourmand, son una distinción que da la Guía Michelin a restoranes que se destacan por propuestas gastronómicas de calidad a precios razonables. En Buenos Aires sí destacaron a varios, pero en Mendoza a ninguno. Esto significa que tenemos que trabajar mucho más en la región para tener propuestas accesibles a la mayoría de la población.

-¿Cuánto hay aún para explotar en el enoturismo y esto de combinar la gastronomía con el mundo del vino?

-A diferencia de las otras capitales del vino, Mendoza ha desarrollado una gastronomía en bodegas que no lo vemos en ninguna otra parte del mundo. Hay lugares, como en California, donde por leyes comerciales las bodegas no pueden tener un restorán adentro, acá sí se puede. Y es más, acá desde principios de los años 2000 la mayoría se planifica con restoranes. Esto hace que se desarrolle una gastronomía especialmente diseñada para el maridaje, en función del vino. Dentro de la gastronomía argentina, Mendoza ha desarrollado una gastronomía particular que es la gastronomía del vino. Desde el principio que hoy los chef se forman aquí bajo ese concepto del maridaje, teniendo que diseñar menús para acompañar líneas de vino. Esto creo que también es lo que ha impactado a la gente de la Guía Michelin y lo que atrae al turismo internacional.

-¿El maridaje es para expertos o cómo volverlo popular?

-En Mendoza estamos inmersos en la cultura del vino y en la gastronomía del vino. Muchas veces no nos damos cuenta y el maridaje se va dando, no sólo de manera técnica sino también de forma espontánea. Muchas veces nos juntamos con amigos y alguien trae un vinito que le parece que es especial para esa cena o almuerzo, porque es un regalo especial o porque cree que será conveniente para tomarlo con esa comida. Ahí se va dando un maridaje social. Quizás no nos estamos dando cuenta pero somos afortunados como cultura donde todos conocemos a algún bodeguero, todos tenemos acceso a algún vino y no sólo por ir a comprar a una vinoteca. Estamos sumergidos en esta cultura, entonces no hace falta ser un experto. Uno va disfrutando de manera casi espontánea la combinación de la cocina con el vino. Esto no es fácil que se dé fuera de Mendoza. Por eso es que hay que desmistificar un poco y agradecer el privilegio que tenemos de vivir en una sociedad del vino.

En Palermo, un nuevo restaurante de sushi premium en que el chef decide el menú

Fuente: Clarín Gourmet by Pietro SorbaOmakase es una palabra japonesa que suena bien. Es fácil de recordar. La síntesis de su traducción (“lo dejo en tus manos”) deja entrever a que se refiere.

Un concepto en el que el comensal delega por completo al talento del sushiman la responsabilidad de crear las piezas (que dependen de la materia prima disponible en el mercado) objeto de la degustación y su secuencia de servicio.

Es una modalidad que se instaló en Japón en los restaurantes especializados en sushi a partir de los años 90 del siglo pasado. Hasta ese momento esa tipología de locales tenía un público muy segmentado. Conocedores, puristas y adinerados, que disfrutaban en profundidad de los secretos de la especialidad buscando intérpretes (los sushiman) refinados, habilidosos y creativos. Casi como si pertenecieran a un club exclusivo.

La historia del omakase en Japón

Entre 1986 y 1991 Japón transitaba por su gran burbuja económica. Nacía un ejército de nuevos ricos de billeteras abultadas, ansiosos por acceder al sushi de alta gama. La comida ideal para elevar su estatus a través de reuniones sociales y de negocios. Lo que antes era inaccesible, de repente, se transformó en algo posible.

Había un pequeño inconveniente. La mayoría de ellos desconocía las tipologías de pescados, técnicas, aderezos, sutilezas y secretos de este arte culinario. Quedar en falsa escuadra delante de los otros comensales a causa de esa ignorancia era un riesgo potencial contraproducente.En el omakase, el sushiman manda. En el omakase, el sushiman manda.

La solución fue hija del pragmatismo: delegar todas las decisiones al sushiman. Una gran ayuda para salvar las apariencias. Así nació el omakase. Una ceremonia en la que el comensal se sienta en una pequeña barra exclusiva. Del otro lado, el sushiman prepara y sirve las piezas mientras dialoga brevemente con los comensales, que disfrutan de la creación, delante de sus ojos.

La historia de Nika

La luna de miel entre los emprendimientos gastronómicos de Roberto Costa y el concepto de omakase ya tiene diez años. Su 2024 empezó con el lanzamiento de una nueva fórmula premium de la especialidad.Nika, auténticamente nipón. Nika, auténticamente nipón.

La puso en marcha un chef ejecutivo talentoso como Leo Lanussol cuyas convicciones, pasión y conocimientos sobre la cultura gastronómica japonesa son una garantía. Sumó a Fabian Masuda para crear sashimi, nigiri y gunkan sofisticados, precisos y golosos.

Los fuegos están a cargo de Agustín Arakaki. La pastelería es un asunto de Belén Higa. Natalia Roca es la gerente operativa. Es un equipo que, gracias a sus conocimientos, “certifica” la autenticidad del emprendimiento y que adhiere a un modelo de cocina circular con desperdicio cero, baja en sodio y azúcar.

Qué comer en Nika

Pesca fresquísima en Nika.Pesca fresquísima en Nika.

Fermentados, furikake, miso, nukazuke, shio koji, douchi, nattō y otros ingredientes típicos se producen en situ. Se respira la voluntad, a partir de materia prima noble, de crear recetas armónicas, sorprendentes, creativas y tentadoras que no pierdan nunca la conexión con los dogmas nipones.

Zaru soba (fideos soba fríos, servidos sobre una esterilla con cebolla de verdeo, alga nori y sabroso dashi frío), gunkan de centolla, sashimi de tataki de pez limón, nigiri de vieiras o de pato madurado (con criolla y chimichurri), okonomiaky (síntesis deliciosa de tortilla y panqueque que ensambla repollo, fideos yakisoba, brotes de soja, panceta, “hilos” de mayonesa, pescado seco y cebolla de verdeo) y un final dulce como el anmitsu (una selección de gelatinas kanten) son parte de este emocionante recorrido organoléptico.Los postres de Nika.Los postres de Nika.

Servicio cuidado y profesional. Carta de vinos descomunal (Leo Fernández Aquino) de muy alto impacto.

  • Teléfono 11 30215648
  • Horario Lunes a viernes, mediodía y noche. Sábados por la noche.
  • Instagram @nikaclubomakase
  • Precio del cubierto promedio $ 40.000 (sin bebida y con servicio incluido).