Con vista 360° y cuanto más alto, mejor: la moda de los bares en terraza en Buenos Aires

Fuente: Clarín ~ Más allá de lo que diga el diccionario, para los argentinos la palabra “terraza” es sinónimo de altura.  Sin embargo, en vistas del uso que se le da en gastronomía​, hoy el término abraza el sentido completo que le da la Real Academia Española y se refiere a los espacios al aire libre que se encuentran delante de bares, restaurantes y cafés.

La proliferación de terrazas trasciende lo semántico: cada vez hay más opciones en el mapa gastronómico de la ciudad. Desde lujosas en hoteles cinco estrellas hasta otras descontracturadas en bares y cervecerías.

Las aperturas empezaron hace ya una década, pero el último invierno pasado marcó un antes y un después en la materia, ya que abrió sus puertas -y su cielo- Trade, el rooftop bar descubierto más alto de la ciudad.

Desde su majestuoso piso 21 se disfruta de una panorámica única, que resume, como un collage, puntos emblemáticos de la ciudad: el Río de La Plata, la zona bancaria con sus rascacielos iluminados, Puerto Madero, la Torre de Los Ingleses, el Obelisco y más. Además, está en un edificio histórico: el Comega, uno de los símbolos locales de la arquitectura racionalista.

Todos los atardeceres se forma fila en la puerta del edificio. Hay que sortear esa espera para llegar al ascensor, subir 19 pisos -87 metros- sin escalas y en pocos segundos desembocar en un bar donde los ventanales son protagonistas. Para la terraza todavía faltan dos pisos por escalera.

Tras el hitazo de Trade está Andrés Rolando junto a otros socios. La terraza siempre había sido un espacio intransitable, pero ellos sabían que ese lugar abandonado iba a convertirse en una estrella de la ciudad. “Cuando lo fuimos a ver pusimos como condición que se pudiera instalar un rooftop, así que antes de firmar hicimos todas las averiguaciones para asegurarnos que se podía entrar en obra. La gente que nos alquila ni siquiera sabía que desde ahí se veía el Obelisco, nadie subía a esa terraza”, cuenta Rolando.

La propuesta gastronómica está, valga el juego de palabras, a la altura. Los cócteles -con carta diseñada por Lucas López Dávalos- son impecables, algo que sorprende en un bar donde se despachan unos 900 por noche. Y, encima, no están a precio turista, todos a $ 320.

Terrazas de hotel

Allí cerca se encuentra otra terraza que propone un mood bien diferente: Cielo Sky Bar, ubicado en el Hotel Grand Brizo. A pasitos del Obelisco, ofrece una postal única de este ícono porteño. El bar es bastante angosto y tiene una barra sobre la avenida Cerrito que lo circunda por completo. Se recomienda visitarlo en pareja o en plan charla, ya que el ambiente es muy tranquilo.

A 15 cuadras de ahí, a cien metros de Plaza San Martín y también en otro hotel, está el primer rooftop de la ciudad. El Sky Bar del Pulitzer Hotel –elegido hace un par de años por el diario británico The Guardian como uno de los bares porteños para conocer– abrió sus puertas 2010, cuando el concepto era desconocido por estos pagos.

Demasiado tarde si se lo compara con lo que sucedió en Nueva York, donde los rooftops son parte del ADN de esa metrópoli. El primero abrió en 1890, en la terraza del Casino Theater, en 39th Street y Broadway, e incluso el antiguo Madison Square Garden –inaugurado en 1890 y demolido en 1925– contaba con una monumental terraza que podía albergar hasta 1.200 personas.

El Pulitzer, perteneciente a la cadena española Regina Hoteles, importó esta idea del exterior hace una década, y todavía hoy es uno de los favoritos de la ciudad. “Todos los veranos, al menos dos o tres veces venimos a tomar algo. Nos encanta porque queda cerca de la oficina, podemos ver el atardecer y viene gente de nuestra edad”, cuenta Delfina Llorente, de 29 años. Ayudan su onda playera y sus precios amigables: los cócteles arrancan en $ 270 y las cervezas en $ 170.

Los hoteles fueron los que consolidaron el concepto. El grupo de los hoteles Alvear tiene dos en sus propiedades. Uno es el Roof Bar abierto en 2016 en el el piso 11 del Alvear Palace, en un espacio que supo ser parte del exclusivo salón de fiestas Roof Garden (donde Susana Giménez se casó con Huberto Roviralta). Al año siguiente, la inauguración del Alvear Icon, en Puerto Madero, sumó otra terraza que da que hablar: el Crystal Bar.

En realidad, sólo un pequeño sector está al descubierto, por eso es más un mirador que una terraza. Como sea, la vista desde el piso 32 es impactante: se trata del punto más alto desde el cual se puede observar la ciudad cóctel en mano. La Reserva Ecológica, los edificios de Puerto Madero y también los que están del otro lado del dique son algunos de los lugares que aparecen en escena.

Pero la altura no es todo. Un rooftop puede estar tanto en el piso 32 como en el 7: lo que lo define como tal es que ofrezca una vista panorámica. Por eso, desde el noveno piso, el Hotel Madero suma otra opción, ya que también despliega una postal del barrio más caro de la ciudad, pero abre sólo en ocasiones especiales, por lo que es necesario chequear la agenda. La próxima fecha es el 13 de febrero, cuando realizarán su ya clásica fiesta anti San Valentín.

Las cúpulas del centro

En esa propuesta de mirar la ciudad de una manera diferente, no pueden faltar las terrazas históricas. Una de ellas es la de la Galería Güemes, donde se encuentra Florida 165 Rooftop Bar. Es una de las más nuevas de la lista, habilitada a fines del año pasado.

Desde un sexto piso, a 87 metros del suelo, se pueden apreciar las cúpulas del edificio Bencich -inspiradas en el academicismo francés- la del ex Banco de Boston, con sus tejas coloniales de color ladrillo, y la del ex edificio Gath & Chaves, entre otras.

“Se nos ocurrió abrir el bar en la Galería Güemes porque siempre veíamos a la gente fotografiando esos edificios desde abajo, y queríamos encontrar una terraza donde poder ver las cúpulas desde otro lugar”, contó a este diario cuando se inauguró uno de sus responsables, Hernán de la Colina.

El recorrido de historia en las alturas sigue por la emblemática Avenida de Mayo, que no podía dejar de tener terraza propia: la del mítico Palacio Barolo. En el piso 16 se emplaza Salón 1923, un bar que apela a los aperitivos, la cerveza, el vino y los platos simples. Al caer la tarde, la gente se agolpa para sacar fotos que irán directo al feed de Instagram. La más buscada es la del famoso farol.

​La estrategia de las marcas

La fascinación por las terrazas hizo que abrieran opciones fuera del epicentro porteño. Una de ellas es Enero y su bar Aguaviva, lugar que plasma a la perfección la idea de terraza al ras del suelo, un concepto que también tomó el recientemente inaugurado local de Dandy frente al Parque Saavedra.

“Teníamos un predio con 90 metros de frente y enseguida pensamos en armar una terraza sobre el nivel del río. Es el único lugar gastronómico al que el río le da completamente de frente. En el medio había un eucaliptus centenario, así que armamos todo en torno a ese árbol”, cuenta Toto Lafiandra, uno de los dueños de Enero.

“Me encanta porque es un poco como estar de vacaciones, es obvio que no da igual tomarme un gin tonic mirando el río que encerrada en un bar”, cuenta Melina Grukov, quien se apura para llegar antes de que ese espejo de agua se esconda en la oscuridad de la noche.

En Enero suele haber DJ sets y los cócteles conviven con una propuesta de tragos más cercana a la de una disco de categoría; así, por ejemplo, en carta figuran botellas de destilados (a partir de $ 2.100) para combinar con cuatro latas de gaseosa, dos litros de jugo y tres latas de bebida energizante.

Es que la ocasión de consumo también influye a la hora de degustar un producto. Las marcas de bebidas alcohólicas lo saben, y por eso cada vez más arman ciclos al aire libre potenciando justamente el concepto terraza y asociándose a él.

Un ejemplo es Martini y su Terrazza Martini. En Argentina se realiza de forma itinerante, pero su inspiración viene de Milano, donde, desde 1958, la marca tiene incluso terraza propia, que se eleva sobre el centro histórico de la ciudad.

Aperol también se suma a la movida con sus Atardeceres Spritz, una invitación a combinar el color de su trago insignia, el Aperol Spritz, con el del cielo anaranjado que preludia la llegada de la noche. A ese mix le agregan música en vivo y comida. “Es una iniciativa local que toma como referencia algunas características de lo que está sucediendo a nivel global con Aperol en ciudades como Milán, Barcelona o Nueva York”, cuenta Willy Cicciari, Grouper de Marcas del grupo Campari.

Entre croissants y choripanes

Lo que abunda no daña, dice el refrán, y permite que haya opciones para todos los gustos. Así el público de espíritu más artístico encontrará su terraza favorita en el hostel Selina, de Palermo Soho. La vista es despejada y la vibra del ambiente imbatible: hay muchos turistas jóvenes, más una programación de actividades interesante y bien nutrida, que incluye DJ sets varias veces por semana y asado los martes a la noche. Los precios son accesibles: cócteles desde $ 260 y platos a partir de $ 195.

El barrio de Palermo también demuestra que no sólo los bares de coctelería eligen las terrazas. En la boulangerie Gontran Cherrier, frente a Plaza Armenia, basta cerrar apenas los ojos y dejarse llevar por los sabores y aromas para sentirse en París. Un dato: traen la manteca (Elle et vire) y la harina (Foricher) directo desde Francia para que los productos sean idénticos a los de la sucursal original que está en el país galo. Y para el horario del after suman tapas y coctelería, todo con un toque french.

Dentro del rubro, las cervecerías entendieron, desde sus comienzos, que debían apostar al aire libre en lo alto. La del primer local de Buller, sobre la calle Junín, es muy famosa, ya que da un spot turístico por excelencia: el cementerio de Recoleta.

La de Desarmadero viene con sorpresa: tiene un simpático beer truck, una vieja camionetita equipada con canillas de cerveza. Bonus track: cuando el atardecer es muy caluroso, encienden rociadores de agua para refrescar el ambiente.

Y en el barrio de Núñez hay al menos dos terrazas cerveceras que vale la pena conocer. La de 7030, un monumental espacio para 100 personas sentadas y el doble paradas, y la del Bar Sucre de cerveza Patagonia, que balconea a un patio donde suelen tocar bandas en vivo.

También en este estilo bien descontracturado se suma la de Chori Colegiales, con una amplia vista sobre el Mercado de Pulgas y la nueva Plaza Clemente. Bien versátil, una mesa de ping pong la convierte en un buen plan familiar, pero tiene la onda suficiente para ser una alternativa a la hora de salir con amigos. El bolsillo la pasa genial: hay vermut por $ 110, cerveza por $ 120 y jarras de gin tonics para compartir a $ 500, además de variedad de sándwiches que le rinden culto al choripán en versión gourmet.

Pero como el listado es interminable y el espacio para escribir tirano, se recomienda abandonar la mirada gacha al salir a la calle. Basta con enfocarla hacia arriba para encontrar la terraza gastronómica más cercana.

Reabrirán dos clásicos porteños: el bar La Giralda y la confitería La Ideal

Fuente: Nueva Ciudad ~ La Ideal y La Giralda están siendo renovadas por un mismo estudio de arquitectos, que ya recuperó otros clásicos porteños como el Petit Colón, el bar Iberia y el café La Paz. Los bares notables siguen siendo una pieza clave del ritual del café porteño.

La Giralda volverá en febrero, y la obra de La Ideal estiman que terminará en agosto, tras cuatro años de puesta en valor. Cuando el equipo del estudio Pereiro, Cerrotti & Asociados tomó el proyecto en la confitería de Suipacha al 300, se dio cuenta de que el trabajo por delante era monumental.

“Todo estaba oscurecido por el paso del tiempo y el humo. Las columnas y la boiserie estaban completamente negras. Los perfiles de los pisos, carcomidos. Para hacer espacio a la milonga, habían cerrado la apertura del techo de planta baja, que permitía que pasara la luz natural que entraba por la cúpula”, explica a Clarín el arquitecto Adrián Brudner.

Más de un siglo de historia y poco y nada de restauración se habían apilado en esta confitería de 1912. Es por eso que hubo que reforzar estructuras, rehacer pisos y baños, cambiar la cabina del ascensor, aplicar estuco en paredes y techos, instalar equipos de aire acondicionado, dorar a la hoja y restaurar arañas, madera y vitral. Muchas de esas tareas aún están en proceso.

Una de las más complicadas fue reabrir el hueco central entre la planta baja y la alta, que, suponen los arquitectos, “fue cerrado en los setenta para hacer pista de baile en el primer piso. Le pondremos una baranda vidriada, de poco menos de dos metros de alto”. Sobre esa claraboya colocaron un techo de vidrio de control solar, para que pase la luz pero no el calor.

La barra de la planta baja se adelantó un metro y se sumaron entrepisos en la parte trasera para dar espacio al nuevo equipamiento de producción. De los 2.000 metros cuadrados que ocupa la confitería, la mitad serán para servicios: mucho de lo que se servirá en las mesas se elaborará allí mismo. Al área para hornos a gas y eléctricos se están sumando entonces salas para pastelería y repostería, e incluso para cocinar al vacío. Los clientes podrán elegir entre un área de cafetería al paso y otra más señorial.

Los vitrales de La Ideal están siendo restaurados por un equipo comandado por Paula Farina Ruiz, también encargada de poner a punto los vidrios de las confiterías del Molino y Las Violetas. “Lo que tienen de raro los vitrales de la cúpula es que, desde abajo, parecía que estaban todos los paños, pero en realidad en algunos había un acrílico con un vinilo que seguía el dibujo. Se ve que alguien los había sacado para restaurarlos, y quedó así”, explica a Clarín Farina Ruiz.

Según el estado de cada vitral, su tarea puede ser desde limpiar in situ hasta desmontar, remasillar, consolidar piezas rotas o rehacer faltantes. “Hubo que hacer de cero 11 paños de la cúpula. Otra cosa que nos dio trabajo fue el bombonero: tenía mucho hollín, laca que no era original, paños combados. Si hasta había gente que se metía adentro para bailar en fiestas que se hacían”, resalta.

El frente fue otro reto. Alejandro Pereiro, el arquitecto que dirige la obra, cuenta que debieron “retirar más de diez capas de pintura y tirar la capa de hongos y bacterias que había dejado a la fachada casi negra, para pulir la piedra París y que ese revoque aparezca en todo su esplendor, con las tonalidades originales. Queremos que quede como en 1912”.

En La Giralda, ubicada en Corrientes 1453, ocurrió algo similar: el deterioro del lugar y el trabajo por delante eran más grandes de lo que podían imaginar. “El local estaba muy abandonado, apenas tenía cocina. Muchos azulejos estaban rotos y los zócalos de madera, podridos”, describe a Clarín Gabriel García que junto a su primo Nicolás Marques son los dueños de La Ópera y se pusieron al hombro lo que definen como “un gran desafío: reabrir un café que fue marca registrada de la avenida Corrientes por casi nueve décadas”.

Prometen conservar esa marca, “pero con una vuelta: el chocolate con churros, el café y los sándwiches, pero también platos más elaborados para almuerzos y cenas”, explica Marques. García agrega: “Queremos aportarle a este café lo que La Ópera ya tiene: la cocina. Y, de paso, sumarle el conocimiento que tenemos del público de la avenida Corrientes”.

Ambos firmaron el contrato de alquiler en abril, comenzaron la obra en agosto y ahora esperan abrir en febrero. La obra incluyó los pisos de mármol y granito, la barra de madera con pasamanos de bronce y un gran vitral iluminado por detrás con el motivo de “La Giralda”, que “recordará a los clientes el cuadro antiguo que estuvo colgado allí durante años”, detalla el arquitecto Gustavo Cerrotti.

También se colgarán artefactos de iluminación que recuerden a los primeros tiempos del local y se reconstruirá una vitrina lateral para pequeñas botellas, que siempre fueron un clásico de la decoración de esta cafetería. Las mesas seguirán teniendo las recordadas tapas de mármol blanco, y habrá un separador entre ellas con detalles en bronce para ordenar el salón.

Los elementos que se mantendrán, restauración mediante, son la fachada con sus vitrinas y su carpintería de roble, el cielorraso de yeso con moldura escalonada, la media boiserie y los espejos con grabados al ácido que se van a replatear.

Ofrecen diez fondos de comercio de bares en el barrio de Palermo

Fuente: BAE ~ El recambio de bares en el barrio de Palermo no da tregua. Con sólo darle un simple vistazo a sitios que ofertan fondos de comercio se puede encontrar diez bares palermitanos a la venta en Mercado Libre. Algunos con una historia casi de una década abiertos, otros son cervecerías recientemente cerradas. Las inversiones necesarias para acceder a los fondos de comercio van de los US$20.000 a los US$150.000.

En el corazón de Palermo Hollywood, en Niceto Vega 5642, se oferta el fondo de comercio de «Lolita BA Oficial«. Se trata de un bar, boliche, karaoke y centro cultural con contrato de locación por tres años o más por $57.800 y el fondo de estos 200 metros cuadrados se ofrece a US$68.000.

«Paseo Inmoral Social Club» ubicado en Cabrera esquina Thames es un resto bar de 170 metros cuadrados que busca dueño y su fondo de comercio cotiza a US$60.000. Cuenta con entrepiso y planta alta y tres baños. «Vandal» es otro bar de Borges 2475 en Palermo Soho que vende o alquila el fondo de comercio y aclara bajo alquiler y gastos, por $350.000.

«Casa Malta» es una cervecería que cerró sus puertas hace unos días y ofrece todo su equipamiento, excepto la fábrica de cerveza por US$30.000. Se trata de 290 metros cuadrados con llave en mano, lista para reabrir y facturar. Los propietarios aseguran que tienen muchos interesados y están en negociaciones para su reapertura.

Gustavo Moyano de Remax es responsable de vender el fondo de comercio de «Touch Bar«, que durante más de seis años fue «Kibbo«, justo en Honduras al 5200. «Tiene habilitada las tres plantas para bar, restaurante o lugar de esparcimiento y se vende funcionando. Hay que fijarse muy bien en la rentabilidad antes de hacer esta clase de operaciones. Cotiza a US$149.000″, aseguró a BAE Negocios.

«Barthez«, en Angel Carranza 1875, es otro de los bares que oferta su fondo de comercio a $350.000 (estimado US$44.800). Otro de los más económicos es «Yonki Monkey«, en Cabrera 5065, por un total de US$20.000 se puede entrar a este negocio.

En la esquina de Cabrera y Lavalleja se ofrece «La Perinola«, un bar de tapas que tiene seis años y que trabaja de martes a sábado a la tarde. Se puede conseguir la llave por US50.000. El total de la superficie es de 174 metros cuadrados.

Las últimas dos propuestas son de Palermo Hollywood. «Otro gato«, en Gorriti 5675, con parrilla de tres metros de largo con campana y tiraje a los cuatro vientos, barra de material, cámara de frío y 12 canillas doble acción para cerveza, entre otros detalles se oferta por $1.300.000 (unos US$16.600).

Otra alternativa es «Costello«, ubicado en Nicaragua 5600. Piden por el fondo de comercio $850.000 (estimado US$10.900). Se trata de un café-bar, el lugar esta abierto y ubicado frente a tres teatros, a un colegio y productoras. Cuenta con permiso municipal para mesas en la calle. «No tenemos cocina ni gas, sólo electricidad», aclara.

Algunas recomiendaciones son tener en cuenta la facturación del lugar, si está abierto o cerrado, el tiempo de duración de los contratos de alquiler y que incluye exactamente el fondo de comercio, si es todo el equipamiento o en algunos casos, sólo el nombre con muy poco mobiliario.

Santa Fe reglamentó la denominada ley de jarra

Fuente: La Capital ~ La ley 13.935, de derecho de jarra, fue promulgada por el Poder Ejecutivo provincial y publicada ayer en el Boletín Oficial. Es decir que ya está en plena vigencia.

La iniciativa de la Cátedra del Agua de la UNR es inédita para la Argentina y para América latina y, de este modo, Santa Fe es pionera para sus 365 localidades: en sus bares y restaurantes, donde tengan agua potable, están obligados a entregar jarras de agua a los consumidores.

Además, la cuestión tiene su correlato en las escuelas públicas. “Es decir, agua potable, libre y gratuita para ciudadanas y ciudadanos. Para niñas y niños”, dijo el titular de la Cátedra del Agua, Aníbal Faccendini.

“Pensemos que en Argentina sólo el 5 por ciento de los 60.000 establecimientos educativos, según la Encuesta Mundial de Educación vinculada con la Unesco, tiene bebederos públicos. Lograr que la infancia acceda al agua potable y gratuita es lograr que evitemos los casi 15 chupetines diarios que consumen con aguas saborizadas, lo cual, de suyo, son muchísimas y excesivas calorías”, añadió.

“Otra cuestión para hacer notar de la ley es que se trata de la primera vez que la autoridad de aplicación es ámbito de la salud, es decir, el Ministerio de Salud de la provincia de Santa Fe. Algo que venimos bregando desde hace mucho desde la Cátedra del Agua y el Centro Interdisciplinario del Agua de la UNR”, siguió Faccendini.

Antes de la promulgación en la provincia, el “derecho de jarra” estaba vigente en la ciudad por medio de una ordenanza municipal de 2015, que obliga a bares y restaurantes a ofrecer sin cargo a sus clientes un jarra de agua apta para el consumo.

Un año después, la propuesta se amplió a lugares bailables y espectáculos públicos; y el año pasado llegó a las áreas comerciales de más de 1.200 metros cuadrados.

En octubre de este año ingresó al Consejo Superior de la Universidad Nacional de Rosario una propuesta para que el “derecho de jarra” se haga efectivo también en las casas de altos estudios.

“Vamos por una cultura ambiental que nos permita ver no sólo que el otro existe, sino que también importa. Necesitamos que lo distinto y lo igual puedan convivir y también potenciarse. Se necesita de todas las personas; hay que participar, no mirando sino actuando.

El histórico bar San Martín y los camperos que todos quieren probar

Fuente: La Nación ~ «Pida camperos», dice un letrero amarillo gastado (por el paso de los años) en una ventana del bar San Martín. Los habitués saben que se trata de un consejo de los que más saben. Quien visite este clásico porteño, con más de 4 décadas, sabe que tiene que probar estos famosos sándwiches. El de cantimpalo es el preferido y le sigue el de jamón y queso.

En la esquina de Paraguay y Azcuénaga, desde antes de 1975 siempre hubo un bar. Por su ubicación estratégica: a metros del Hospital de Clínicas, la Facultad de Medicina y otros sanatorios, a toda hora en sus mesas se pueden encontrar estudiantes, médicos y otros clientes que están de paso mientras se realizan algún estudio de rutina. No importa la hora del día que sea, todos van en busca de los preciados «Camperos», un sándwich que según afirman tiene ese nombre «por su generoso relleno y porque es bien de campo». El pan es bien finito (tipo árabe) y prácticamente no tiene miga. El chico mide unos 10 centímetros de diámetro mientras que el grande supera los 15.

José Antonio Barros, un gallego con casi 80 años (muy bien llevados), es quien se encarga de que este bar conserve su espíritu y mística desde 1975. Todos los días llega al local antes de las seis y media de la mañana y varias tardes se queda hasta el cierre. Nació en un pequeño pueblo de Pontevedra, en Galicia, y aún conserva el acento. Su primer trabajo fue en una cantera en donde se encargaba de cargar piedras y a los 17 años emprendió rumbo hacia Argentina. En 1957 en Buenos Aires comenzó su relación con los «boliches». Primero arrancó en la pizzería «El palacio de la pizza», en la calle Corrientes, donde se encargaba de limpiar los moldes y después a los tres meses como se daba maña con la masa se convirtió en maestro pizzero. Desde entonces, no se alejó de la gastronomía. Luego con otros socios instaló una pizzería propia y en 1968 abrieron el bar «La Fe» sobre Av. Córdoba. Fue en 1975 cuando vio que el bar San Martín estaba en venta y junto a otro socio decidieron comprarlo. Desde entonces se encarga de que el templo de los «Camperos» se mantenga intacto al paso de los años: sin cambiar la mercadería ni la atención. «Mi preferido es el de cantimpalo (tipo de chorizo español), porque es el más gustoso y me hace acordar a mi país», admite Barros. Su hijo Guillermo, que comenzó a trabajar en el bar cuando tenía dieciocho años, también es fanático de ese sándwich.

En el salón alargado con sus tradicionales mesas de fórmica, sillas de madera estilo Thonet y ventiladores de techo, parece que el tiempo pasa más lento. Desde sus grandes ventanales se pueden observar a todos los transeúntes que van y vienen con sus respectivas obligaciones, y a un costado se encuentra la pequeña cocina a la vista con la gran estrella de la casa: la tostadora de sándwiches.

Eduardo Jaimez, al que todos le dicen cariñosamente «Santiago», ya que es de la provincia de Santiago del Estero, desde 1988 es el maestro sándwichero. Él se encarga de preparar cada uno de los sándwiches, controlar que la temperatura del tostador sea la correcta y que no se quemen (el tiempo de cocción varía entre los 5 a los 10 minutos). «El cliente puede elegir el pan que más le guste: pebete, miga (blanco o negro), francés o el del campero. Y nos dicen si lo prefieren tostado o sin tostar», cuenta Jaimez a LA NACIÓN, mientras coloca en la tostadora un campero completo (queso, jamón, tomate y huevo). Y sin dudarlo asegura que uno de los que más sale es el de cantimpalo y queso. «Es el más icónico. Todos vienen a buscarlo y cuando piden el grande muchos lo suelen compartir», agrega, quien suele comerse un campero todos los días.

Un médico acaba de ingresar y se ubica en su lugar preferido: la barra. Él viene todos los días, tanto a la mañana como a la tarde, por eso, el mozo sin siquiera consultarle le sirve un espresso con dos medialunas. A su lado, hay otro habitué que conoció el bar cuando era estudiante de Medicina y ahora lo suele frecuentar en sus ratos de descanso. «El campero de aceitunas es el que más me gusta. Trae jamón, queso, tomate y aceitunas. Siempre lo pido calentito. Venir al bar me despeja, me siento cómodo», expresa Eduardo, quien afirma que el local siempre está lleno de habitués con ambo blanco.

Hubo una época en la que por día salían más de 300 camperos. Actualmente el promedio ronda entre los 60 a 70 sándwiches. Hay mucha variedad en la carta (quince opciones) desde el clásico con jamón y queso, el de crudo y queso, milanesa, hasta uno con matambre casero, queso y tomate. «El de matambre también es muy solicitado. Lo hacemos con una receta de la casa que lleva queso, fetas de jamón crudo, ají molido, zanahoria rallada, morrón y huevo duro, entre otros condimentos», cuenta José, quien atentamente escucha las comandas que le cantan los mozos y cierra las mesas.

A través de los años el bar nunca tuvo modificaciones de estilo en su estética y decoración. De hecho, en el frente del local aún quedan rastros de una bomba que explotó en un auto en el 1976. «Todavía quedan marcas. La bomba no era para nosotros, iba dirigida al rector de la universidad que vivía en el edificio de arriba. Fue por la mañana, unas horas antes los Montoneros nos llamaron para avisarnos y evacuamos», recuerda José y señala el ventanal.

Abren a las 7 de la mañana hasta las 18.30 horas. En el horario del almuerzo (desde las 12 hasta las 15 horas) es cuando hay mayor cantidad de clientes. Marcelo Molina, «Chelo», para los conocidos, hace 26 años que trabaja de mozo en el bar y se sabe de memoria los gustos de sus clientes. «Vienen por el boca en boca. A los camperos algunos lo llaman «platillo volador» (por su gran tamaño) y también «tortuguita», cuenta y aconseja a los que vienen por primera vez probar el de jamón y queso y después encarar directamente el de cantimpalo. «Los clientes siempre remarcan que lo que más les gusta del sándwich es la cantidad de mercadería que lleva», agrega, quien en alguna que otra oportunidad en aquellas mesas atendió a Guillermo Francella, Horacio Guarany, Guillermo Andino, Florencia de la V y a Enzo Francescoli.

Los rayos del sol primaveral ya se están escondiendo, falta tan solo media hora para cerrar y José Antonio sigue atento a los pedidos. Entre aperitivos y sifón con soda salen los últimos sándwiches del día. No es una orden, es un consejo: «pida camperos», concluye Barros, entre risas.

Matías Merlo, el bartender y surfista que creó el primer tiki bar de la Argentina

Fuente: Cronista ~ A los 24 años, Matías Merlo abrió su primer bar. Una década después, Tiki Bar continúa siendo uno de los puntos más destacados de la noche marplatense. El espíritu hawaiano del concepto adaptado a la impronta indeleble de la Perla del Atlántico es sumamente seductor. Sin embargo, la coctelería es la verdadera estrella de esa esquinita de la calle Alem cuyo creador resume, simplemente, como “un bar de amigos”.

¿Cómo fueron tus inicios en el mundo de la coctelería?

Mi relación con la coctelería empezó como algo casual en Mar del Plata, la ciudad donde elegí establecerme. Estudiaba diseño de indumentaria en Buenos Aires, pero en el verano viajaba a la costa y trabajaba en distintas barras para poder ir a la playa de día. Desde un principio me gustó este mundo, porque también tiene que ver con el diseño y con el mar, y funciona como una continuidad de lo que pasa durante el día en la playa; me di cuenta rápido de que era una hermosa forma de mantener dos universos en paralelo.

En esta ciudad conocí el oficio, entendí que era una vida diferente a la que podría adaptarme y todo lo que significa trabajar en verano, mientras todos los demás están disfrutando. Desde ahí supe que el protagonista es siempre el que está del otro lado de la barra, él (o ella) es quien se tiene que divertir; si vos también lo hacés, entonces el premio es doble.

¿Cómo te formaste profesionalmente?

En Buenos Aires trabajé con Cepas Argentinas, estudié en el Centro Argentino de Vinos y Espirituosas y me formé con Inés de los Santos y Mariano Ramírez. Además, gané una beca en un torneo de coctelería organizado por Bols y me fui a estudiar a su academia en Holanda. Luego de mucho trabajo, estudio y lectura, volví a la Argentina con la idea de abrir un Tiki Bar, ya que ese concepto reunía todas las condiciones que a mí me gustaban.

¿Por qué Mar del Plata?

Mi conexión con la ciudad nació en la niñez, principalmente con la zona de Waikiki. Comparto la teoría de Daniel Gil –uno de los pioneros del surf en nuestro país- que una vez me dijo que en Waikiki existe una tela de araña invisible que te atrapa para siempre. Además, mi unión con la playa es muy fuerte ya que desde los 12 años practico surf; como todos mis amigos de Mar del Plata lo hacían, me convertí en un surfista más.

¿Siempre soñaste con un Tiki Bar?

Años atrás, en Mar del Plata había un bar que tenía una estética muy tiki, con reminiscencia hawaiana, llamado La Princesa. A mí me parecía hermosa la combinación de la decoración, el sonido, la música vintage de los ’60 y el reggae; sin embargo, no se destacaba especialmente la coctelería. Al viajar y encontrar otros bares tiki fui profundizando el conocimiento, ya que es un concepto que existe desde los años ’30 en el que conviven distintos estilos. Nosotros empezamos emulando esos salones pero terminamos creando nuestra propia identidad: un tiki que está influenciado por el Atlántico y por la cultura italiana que domina la ciudad.

¿Cuál es el secreto de la vigencia del Tiki Bar a lo largo de estos 10 años?

La única respuesta que encuentro es la honestidad. Es un bar que no pretende ser más de lo que es. La gente viene porque se siente cómoda, y esa comodidad es auténtica. El que está del otro lado de la barra es el protagonista, y los equipos que se fueron formando en el bar tienen esa premisa. A pesar de que la excusa sea la cultura tiki, el corazón del proyecto es que es un bar de amigos real, sin pose, que hace que todos se sientan bienvenidos.

¿Cuáles son tus proyectos 2020?

Por ser el décimo año de Tiki Bar queremos hacer una celebración especial a mitad de año y actualizarlo para que su trayectoria se vea reflejada. El bar se fue haciendo con gente que se fue acercando a nosotros, es un proyecto colectivo del que muchos formamos parte. Por otro lado, en Salitre (Leandro N. Alem 3728), que es un comedor de estilo californiano, continuamos con una propuesta del chef Martín De Gerónimo que tiene más que ver con la cafetería, el brunch y el post-playa. En televisión, es mi cuarto año en Cucinare, así que también estaré viajando constantemente a grabar el programa a Buenos Aires.

También sos Embajador de Marca de Rochas París. ¿Cómo fuiste elegido?

Tengo una relación de amor con la ciudad de Biarritz, se podría decir que engaño a Mar del Plata con ella cada vez que puedo, pero en el fondo creo que es porque hay una similitud en el lifestyle de ambas. Creo que la marca me eligió porque buscaba transmitir ese espíritu francés en la Argentina, y mi conexión con Francia también es fuerte a partir de ese enamoramiento con Biarritz.

Bares Notables: reducción de alícuota de ingresos brutos del 3% al 1,5%

Fuente: AHRCC ~ La ley tarifaria 6280 del GCBA, publicada en el Boletín oficial el 23 de diciembre pasado, dispone en su ANEXO I Art. 18 -punto 46- «que los Cafés, Bares, Billares y Confiterías Notables de nuestra ciudad» (reconocidos como tal por lo dispuesto en el régimen establecido por Ley 5213) «pagarán el 1.5% como alícuota del Impuesto sobre los Ingresos Brutos».

Se debe tener en cuenta que según la citada Ley 5213, en su Art. 6, «la tasa es del 0% hasta la suma de pesos ciento veinte mil ($120.000)» sobre la base imponible de cada anticipo mensual. Quedando así el excedente alcanzado con Ia alícuota, que prevé la Ley Tarifaria, para los ingresos obtenidos por los Cafés, Bares, Billares y Confiterías Notables de la Ciudad de Buenos Aires que se incorporen al régimen de la presente Ley.

Después de varios años de gestiones de la Cámara de Cafés y Bares de la AHRCC ante las autoridades competentes, se logró finalmente este importante beneficio para los Bares Notables de la ciudad.

Queremos destacar el impulso constante que le han dado a este reclamo las diferentes autoridades que ha tenido la Cámara durante estos últimos años, al igual que el papel desempeñado por las distintas subcomisiones de Bares Notables de la Cámara que se han comprometido para la obtención del beneficio.

El primer Bar de Argentina que sirve el vino ¨wine on tap¨

Fuente: El Intransigente ~ Nacido en Mar del Plata,  The Wine Bar es un bar de vinos pensado y desarrollado para quebrar los estigmas relacionados al universo de la bebida emblema de nuestro país. Esta consigna motivó a tres amigos a expandir su amor por el vino con la libertad con que ellos mismos lo disfrutan y, por este motivo, decidieron instalar su segundo local en el corazón de Palermo

¿Su particularidad? Es primer bar de Argentina que sirve el vino a través del sistema Wine On Tap o, bien, desde barriles. Bajo el lema “Vino sin tabú”, propone un acercamiento al vino desde su raigambre más sincera: sin poses, sin etiquetas y con la mente y el paladar abiertos para descubrir todo lo que el ritual de esta bebida atañe desde la concreción en boca hasta la experiencia de compartirlo.

La clave es única: no hay límites. Animarse a salir del Malbec y el Cabernet Sauvignon para explorar un Cabernet Franc, un Criolla o un Tannat, sin miedo a las reglas del más experimentado. Asimismo, el espacio resulta un refugio para los #WineLovers: en él descubrirán etiquetas ignotas de bodegas boutiques para continuar conociendo la industria nacional.

El arribo a Palermo propone una experiencia integral basada en la sustentabilidad, la gastronomía y el arte. La finalidad es que el público se vaya del lugar con un conocimiento nuevo respecto a este apasionante mundo de la uva:

Sustentabilidad:

El sistema Wine On Tap involucra un compromiso con la sustentabilidad. Minimiza los desperdicios, prolonga la conservación del vino por más tiempo, no requiere la producción de botellas y corchos para el envasado del producto, lo que contribuye, también, a la reducción del precio de cara al público.

Gastronomía:

Basada en tapas de autor y street food,  la gastronomía en TWB apunta al maridaje libre: los sabores los crea el cliente en su propio paladar. Además, cuenta con una completa carta en aperitivos, cocktails y cervezas.

Arte:

Siempre apoyando al talento local, el arte se marida a través de la experiencia tripartita entre la gastronomía y el vino. Murales, DJs o bandas en vivo completan el ritual que nació en TWB Mar del Plata y que luego maximizaron en lo que fue la creación de Wine Sounds,  el primer festival de música, vinos y gastronomía, que tuvo su primera edición en La Feliz durante el verano de 2019.

Los Reyes Magos recorrieron los bares emblemáticos de la Ciudad en una caravana solidaria

Fuente: Telam ~ El recorrido se inició cerca de las 16 en la esquina de Florida y Perón, un lugar emblemático donde las familias llegaban cada enero para ver a los Reyes Magos en la ex tienda Gath & Chaves.

Un centenar de niños recibió hoy el saludo de los Reyes Magos a quienes les entregaron su carta con pedidos de regalos en la denominada «caravana mágica», realizada con un fin solidario por los bares notables de la Ciudad de Buenos Aires.

Organizada por la Asociación de Hoteles, Restaurantes, Confiterías y Cafés, a través de la Cámara de Cafés y Bares (Subcomisión de Bares Notables), Melchor, Gaspar y Baltasar recorrieron los principales bares porteños juntando los juguetes que las personas donaron durante la semana para entregar mañana al mediodía en el Hospital de Niños Pedro de Elizalde (Ex Casa Cuna).

El recorrido se inició cerca de las 16 en la esquina de Florida y Perón, un lugar emblemático donde las familias llegaban cada enero para ver a los Reyes Magos en la ex tienda Gath & Chaves.

«Nos enteramos esta mañana por Télam y vinimos que para los nenes puedan sacarse una foto con los reyes y dejarles las cartitas», aseguró a esta agencia Soledad, mamá de Agustina y Nicolás

Destacó que este año los pedidos de regalos fueron pocos: «Le pidieron a los reyes un perrito», indicó.

Por su parte, Verónica, mamá de Isabella, dijo que vinieron especialmente para entregarle la carta a los reyes y a sacarse fotos con ellos.

«Está súper emocionada y contenta. Ella quería venir a verlos desde temprano», expresó la madre.

Desde la organización aseguraron que esta caravana mágica, se originó en la década de 1960 y tenía como punto de encuentro cada bar emblemático de Capital Federal.

La recorrida contará con la visita a la Confitería London City, en Av. de Mayo 591; luego se dirigirá al Bar Iberia (Av. de Mayo 1196); El Gato Negro (Av. Corrientes 1669); Los Galgos (Av. Callao 501); Bar de Cao (Av. Independencia 2400); Las Violetas (Av. Rivadavia 3899), y finalizara cerca de las 20 en El Viejo Buzón (Neuquén 1100, Caballito).

La gastronomía del ex BA Design sigue abierta, cerró el shopping

Fuente: BAE ~ Termina el año y todavía no se conoce quien será el nuevo concesionario del ex Buenos Aires Design. Después de 25 años, el lunes 23 cerró sus puertas el shopping de diseño del barrio de Recoleta conocido en el último año, como Mall de Diseño y Decoración. Sin embargo, permanecerá abierta Terrazas Recoleta, el área gastronómica del primer piso, hasta que se entreguen las llaves al nuevo locatario.

Si bien el permiso de uso precario y gratuito que se había otorgado a las Cámaras de Empresarios Madereros y Afines (CEMA) y la Asociación de Hoteles, Restaurantes, Confiterías y Cafés (AHRCC) para que administren el predio finalizaba el 31 de diciembre, hubo cambios.

El Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires resolvió hacer un acuerdo para mantener abierto unos días más el área gastronómica. El 10 de enero esperan abrir el segundo sobre que define cuál de las cuatro propuestas presentadas será la ganadora. 

Desde el Ministerio de Desarrollo Económico, informaron a BAE Negocios: «Si bien el shopping de diseño cerró, hicimos un acuerdo para que las Terrazas de Recoleta sigan abiertas hasta que se entregue el predio a los nuevos operadores. Estimamos que será unos 15 días despúes de la apertura de los sobres. Por lo menos, funcionará hasta fin de enero«.

En el área gastronómica, ubicada en el piso superior al shopping de diseño, conviven marcas de la talla de Hard Rock Café, Down Town Matías, Almacén de Pizza, MostazaAribau, Maldini y Starbucks, entre otras. Incluso más de una de las propuestas, exigía que la marca Hard Rock Café continué en el predio, por eso se mantiene el permiso.

En cambio, los locales del shopping de diseño, tal cual se acordó inicialmente, cerraron sus puertas al público y el próximo lunes 30 entregarán las llaves a la Ciudad. Gabriel Campins, director de la cámara y a cargo de la administración de los locales señaló a BAE Negocios: «La mayoría de los trabajadores pudieron ser reubicados, varias marcas abrieron locales en la zona del circuito Arenales. Fue una experiencia gratificante que nos anima a pensar en un nuevo proyecto».

El Buenos Aires Design fue inaugurado en 1993 desde ese momento hasta el 2018 la concesión estuvo a cargo de Emprendimmientos Recoleta (ERSA), perteneciente al grupo IRSA. En noviembre de 2018, finalizó la concesión y para preservar los puestos de trabajo, la Ciudad decidió otorgar una prórroga con un permiso de uso precario a las cámaras gastronómicas y de empresarios madereros.

Durante un año, no pagaron alquiler ni ABL, a cambio de se hicieron cargo de la administración del predio. La experiencia de trabajo conjunto de ambas cámaras y los locatarios fue exitosa y demostró que con el acuerdo de todas las partes se pudo llevar adelante un shopping durante un año.

La nueva concesión será elegida entre cuatro propuestas presentadas por IRSA, Fideicomiso Nuevo BAD, Hatzlajá S.A. que opera el shopping OH! La Barra de Punta del Este y las sociedades de Ingeniería y Arquitectura. El segundo sobre que falta abrir contempla la propuesta económica, el canin base era de $2 millones mensuales. En la primera etapa, se evaluaron las propuesta técnicas.