Fuente: Buenos Aires ~ El Día Internacional de la Mujer, originalmente denominado Día Internacional de la Mujer Trabajadora, es un buen momento para reflexionar acerca de los avances logrados dentro de la sociedad y conmemorar la lucha de la mujer en favor de la igualdad de los derechos laborales, profesionales y personales. También de pedir más cambios y celebrar la valentía y la determinación de las mujeres que han jugado un papel clave en la historia de sus países y comunidades.
Programación
Lunes 8 de marzo, 18:30 h LA BIELA, Avda. Quintana 600 MARINO – FAUAZ (música popular argentina)
La actriz y cantante Coni Marino junto al cantautor Pablo Fauaz, proponen un viaje musical íntimo y sensible en el que los arreglos musicales, las voces y las palabras, tejen un mundo propio a través de un variado repertorio.
Lunes 8 de marzo, 19:00 h BÁRBARO BAR, Tres Sargentos 415 MARILÍ MACHADO (folklore y música latinoamericana)
Marilí Machado homenajea a las autoras y compositoras que dejaron huella y un enorme legado musical. Estará acompañada por el guitarrista Samy Mielgo, con quien realizó varias giras internacionales. Interpretará temas de María E. Walsh, Teresa Parodi, Eladia Blázquez, Bebe, Chabuca Granda, Jenny Nager, Violeta Parra y de su autoría.
Lunes 8 de marzo, 19:30 h BAR DE CAO, Avda. Independencia 2400 FLORENCIA DÁVALOS (folklore)
Florencia nos invita a la «Celebración» un entramado donde se van tejiendo canciones, poesías y textos de diversas mujeres: Violeta Parra, Idea Vilariño, Leda Valladares, Clarice Lispector, Mercedes Sosa, Cecilia Todd, Chabuca Granda. Se presenta en formato de dúo, acompañada por Nahuel Quipildor en guitarra.
Lunes 8 de marzo, 20:00 h OCHO ESQUINAS, Avda. Forest 1186 VIVI VERRI (boleros, tangos y música latinoamericana)
Un repertorio de tangos y boleros, creados en letra y/o música por mujeres (en su mayoría, argentinas). Las autoras son: Eladia Blázquez, María Elena Walsh, Marta Pizzo, María José Demare y María Grever. Voz: Vivi Verri Piano: Amalia Escobar Saxo y percusión: José Luis Lopetegui
Fuente: La Nación ~ Aunque para muchos su fin estaba cerca, el histórico bar-bodegón demuestra que está dispuesto a dar pelea. En la esquina de Suárez y Arcamendia, La Flor de Barracas tiene la particularidad de no haber cerrado nunca en sus 115 años de vida. Abrió como fonda y desde ese entonces, todos los días dio de comer hasta que bajó sus persianas cuando se dispuso la cuarentena social obligatoria por el Covid-19. Pero La Flor no se dejó amedrentar por los sinsabores de la pandemia y unos meses después, se puso en marcha nuevamente. Esta vez con tres de sus empleados al frente, Sixto “Pupi” Portillo, su cocinero; Ramón Agüero, maestro de pastas; y Gastón De Villa, ayudante de cocina, todos del barrio, para quienes hace más de una década La Flor es su vida.
“Hoy vinieron casi cuarenta personas, los sentamos a todos bien separados, cumplimos con los protocolos, y mantenemos todo bien limpio”, dice “Pupi” Portillo. “Abrimos a primera hora, yo llego a las cinco porque vienen muchos camioneros, vienen las maestras, mucha gente de las oficinas de la zona a desayunar. También les llevamos café con facturas a los empleados de las fábricas de acá enfrente, y vienen muchos vecinos, ellos son los que nos ayudaron mucho al comprarnos pastas y lo que podíamos vender durante la cuarentena”, cuenta Portillo. Al igual que para el resto del rubro gastronómico, el período de aislamiento fue difícil. “Al principio vendíamos pastas congeladas, la dueña de La Flor, sus amigas y los vecinos, nos compraban para darnos una mano. Después empezamos a vender café con leche y medialunas para llevar, pusimos una mesa afuera y despachábamos, hasta que se habilitaron los sectores al aire libre y pudimos usar el patio. Desde que anunciamos la vuelta de La Flor, en mayo del año pasado, no paramos de trabajar”, señala.
Victoria Oyhanarte compró La Flor de Barracas en 2009 como inversión, el inmueble incluía además del antiguo bar, una propiedad en el piso de arriba, más tarde adquirió también el terreno de al lado. “Estaba muy venido abajo, pero se mantenía como un bar y llevaba más de 100 años abierto. Es un edificio antiguo, del 1800, arriba hay una casa con muchas habitaciones, nunca dejó de funcionar como bar y después de comprarlo me di cuenta de lo que significaba porque había gente que venía de toda la vida. Ahí me di cuenta de que no podía venderlo y entonces lo empezamos a poner lindo. Nos fuimos enamorando de La Flor, arreglamos abajo y arriba también porque teníamos la ilusión de hacer una pensión”, cuenta Oyhanarte.
“Nunca había querido tener un bar, pero hicimos un equipazo. La carta la hizo Ofelia, la cocinera de toda la vida de la casa de mamá, que era como una madre para mí. Ella hizo el menú que es el que se mantiene hasta el día de hoy y tres de sus recetas salieron en el libro de Recetas de los bodegones de Pietro Sorba que incluye más de 45 platos. Declarado Bar Notable de la Ciudad de Buenos Aires, La Flor propone sabores conocidos con buena calidad, desde pastas caseras, carnes y cocina típica criolla, al mejor estilo bodegón, donde se come como en casa. “Se come espectacular, es comida como la de mamá, pero con calidad, la gente lo ama”, sostiene Oyhanarte quien dejó el bar cinco años después de adquirirlo, cuando se lo alquiló a la familia Cantini, quienes tomaron a su personal. En mayo pasado, después de otros cinco años los Cantini se fueron y despidieron a los empleados. “Ellos se iban a quedar sin trabajo, sin su vida que es La Flor y además yo no quería que el lugar quedara vacío”, cuenta Oyhanarte que les dio el manejo de La Flor a quienes habían trabajado en el lugar por una década. “Me pareció que era lo mejor. Yo se las presto, no son mis empleados, no tengo ninguna ganancia”, aclara Oyhanarte.
“Cuando se fueron quienes la manejaban, la dueña me llamó para que nos hiciéramos cargo con mis compañeros con quienes que estamos hace diez años. Nos dijo que la trabajáramos, que si podíamos pagáramos los impuestos, sino ella nos ayudaba”, recuerda “Pupi” Portillo, que armó junto con sus colegas una cooperativa para llevar adelante el lugar. “Hoy tenemos mucha concurrencia, viene gente de todos lados, gracias a Dios. Los viernes hay más trabajo y nos quedamos hasta las 12 de la noche, los sábados también suelen ser de corrido, y los domingos de 9 a 17. Nosotros abrimos siempre, todos los días del año, los feriados también, para el 24 y el 25 de diciembre”, cuenta.
A pesar de haber transitado los meses de aislamiento y salir a flote, La Flor de Barracas está en una situación endeble. Durante la etapa que manejó el bar, Oyhanarte decidió alquilar la propiedad del primer piso, una casa con muchas habitaciones, que fueron subalquiladas y que tiempo después junto con el terreno lindero fueron usurpados. Hoy está en juicio de desalojo con quienes la ocupan ilegalmente y esta situación repercute directamente sobre el futuro de La Flor, dado que quiere alquilarla nuevamente, pero se le hace imposible al tener ocupantes ilegales. Por el momento, decidió dársela para manejar a sus empleados.
“Al irse quienes me alquilaban el bar, los Cantini, en mayo pasado, un amigo me hizo dar cuenta de que, si no quedaba nadie en La Flor, en dos segundos iba a bajar la gente de arriba y me quedaba sin nada, además de ser un edificio antiguo que si no se mantiene se viene abajo. La idea de Oyhanarte es volver a alquilar La Flor con la condición que contraten a sus empleados. “Nosotros lo que más queremos es que se solucione lo de arriba, porque la dueña busca alquilarlo, pero nadie lo quiere porque está tomado”, dice Portillo.
“Fui premiada por poner a La Flor en valor y hoy no tengo ningún derecho. La Flor es un sitio histórico, que esté pasando esta falta de estado de derecho es un desastre porque este bar es un símbolo”, asegura Oyhanarte, que espera una solución pronta a su reclamo para poder seguir adelante. “Estoy esperando que se sanee, que se haga justicia, una vez que se logre veremos qué pasa, por ahí la retomo. Si nada prospera, la otra es cerrarla definitivamente, lo que implica demolerla”, finaliza.
Fuente: La Nación 4 ~ Agustín Camps: «Sin dudas estamos atravesando la peor crisis de la historia. Desde el inicio de la pandemia presentimos que la situación iba a ser muy compleja y extensa, y con eso en mente decidimos dar las batallas necesarias para sobrepasar la crisis» Fuente: LA NACION
«Nuestro bar fue ideado, desde un comienzo, para ser ‘a prueba’ de crisis porque tenemos un lugar chico, abierto todos los días y se hacen cocktails con productos locales. Por supuesto que nunca imaginamos tener que afrontar una pandemia a menos de un año de existencia. Desde la primera semana de cuarentena obligatoria empezamos a hacer cocktails embotellados para seguir en movimiento y tuvimos gran apoyo del público», cuenta aún con cierto asombro Carlo Aguinsky, socio Tres Monos Bar y el espacio Estudio, que funciona como un centro de capacitación para la industria gastronómica.
En pleno distanciamiento social cuando se habilitó el take away, Tres Monos sumó cafetería a su carta. «Yo ya tenía la máquina de café y llamamos a Fernando Lozano de Café Negro para poder trabajar en conjunto. Nos fue muy bien desde el comienzo y hoy es una parte importante del negocio que llegó para quedarse. Además, contamos con el Estudio que es y fue fundamental para sobrevivir. Ahí damos talleres online para consumidores y empresas. Y, por último, lanzamos nuestro e-commerce: 3monos.com.ar», enumera Aguinsky.
Tres Monos es producto de una sociedad realizada entre Sebastián Atienza y Aguinsky, en marzo de 2019. «El bar abrió en junio de ese año, y demandó una inversión inicial de 20.000 dólares. Luego, en septiembre, sumamos a Gustavo Vocke para armar el Estudio, donde damos los cursos», cuenta Aguinsky.
Cuando llega el momento de hablar de la situación del sector Martín Blanco, dueño del Bar de carnes y director de Moebius Marketing, una consultora especializada en gastronomía y alimentos, es contundente: «El contexto Covid no hizo más que ‘tensar’ una situación del mercado de la gastronomía, en donde cerca del 40% ya venía por debajo de la línea de flotación como negocio. Es decir, sobrevivían esos emprendedores con ‘la caja diaria’. El otro 40% de los locales, ‘zafaban’ y podían vivir o ‘sobrevivir’ del negocio. Sólo el 20% eran exitosos en volumen de cubiertos o servicios».
Al mismo tiempo Blanco aclara que tres de cada cuatro proyectos gastronómicos nuevos no sobreviven el año y medio de vida. «Debido al coronavirus, ese 40% que no flotaba, terminó cerrando. Dejaron de pagar sus deudas y sus alquileres en marzo, o renegociaron. Muchos se endeudaron previsionalmente y otros desaparecieron por el alto endeudamiento asumido. El resto, como pudo, endeudados volvieron a operar».
Lo que destaca Blanco es que la situación la industria gastronómica ya era complicada antes de la pandemia. «Cuando llegó la cuarentena obligatoria el sector hacía años que estaba siendo golpeado. El 2019 no fue un bueno, por eso esperaban una recuperación hacia fines de ese año y, después, esperaron el posverano 2020. Fue justo en ese momento cuando apareció la pandemia, que terminó siendo un tiro en la cabeza para muchos actores de este sector», recuerda.
Volver a empezar
Agustín Camps, codirector de Nuevos Clásicos y cofundador de La Fuerza Vermú, habla sin medias tintas sobre la situación del sector: «Sin dudas estamos atravesando la peor crisis de la historia. Desde el inicio de la pandemia presentimos que la situación iba a ser muy compleja y extensa, y con eso en mente decidimos dar las batallas necesarias para sobrepasar la crisis y salir mejores, manteniendo la identidad de los bares y los puestos de trabajo».
Con esa convicción en mente Camps realizó un comité de crisis con el equipo de dirección y los encargados de los locales. «Ese comité, más el soporte de nuestro equipo de asesores externos fue clave para poder navegar en la incertidumbre. Buscamos ser muy transparentes en la comunicación con empleados, proveedores y clientes, aceptando que era una situación extraordinaria y desconocida. Algunas charlas fueron difíciles, pero fuimos resolviendo los problemas que surgían por una operación detenida por meses», reconoce. Según relata, luego de tres meses donde el foco estuvo puesto en la capacitación del personal, la implementación de estrictos protocolos de higiene y la renegociación y búsqueda de alternativas de financiamiento, pudieron comenzar a desarrollar nuevos productos y canales que compensaran, en parte, la caída de facturación del negocio tradicional. «Siempre buscamos que cada semana supere en facturación a la anterior. Fue algo parecido a abrir por primera vez», reflexiona.
Nuevos Clásicos es un grupo de administración de proyectos gastronómicos en Buenos Aires conformado por los bares: 878, Los Galgos, Roma del Abasto y La Fuerza. Nació en 2004 con la creación de 878, fundado por Julián Díaz y Florencia Capella. La última apertura fue Roma del Abasto en marzo 2020, diez días antes de que comenzara la cuarentena. «Si bien las propuestas son distintas, la gestión es compartida», explica Camps.
Desafíos entre trago y trago
«El primer reto fue adaptar la experiencia de consumo en un bar, a las casas. Y creo que lo hicimos bien y rápido porque fuimos uno de los primeros en salir con los cocktails embotellados. Ofrecemos la posibilidad de tomar los tragos que tomaban en la barra pero desde su casa, y con el grado de dilución perfecto para que solo hubiese que agregarle hielo. Brindamos también, la opción de los cocktails box, un kit para poder preparar tragos en los hogares. Esto nos permitió abarcar también el público que le gusta interactuar con los ingredientes y que busca una experiencia a la hora de beber», reconoce el cofundador de Tres Monos.
Aguinski recuerda que entre marzo y junio las ventas llegaron a bajar un 80%. Pero a partir de julio, con el take away, subieron cerca de un 40%, incluso comparándolas con las que tenían antes de cuarentena. «Fue muy duro porque durante esos primeros meses tuvimos que afrontar los gastos fijos del negocio como el alquiler y los sueldos, sin ninguna ayuda del Estado. Gracias al esfuerzo y trabajo de todo el equipo pudimos hacerlo. Después ya en septiembre pudimos volver a los números del verano anterior aunque sin ajuste por inflación. Los premios que ganamos (Top Four Best New Bar del Tales of the Cocktail Foundation y #85 del Mundo del 50 Best Bars) nos ayudaron a que las personas vinieran desde el primer día. Para noviembre pudimos acomodarnos con la facturación y diciembre fue un muy buen mes. En este 2021 esperamos tener un buen año, pero si nos toca volver para atrás estamos más preparados y con más fuerza que el año pasado», anticipa.
Valor de marca
El grupo Nuevos Clásicos tuvo en 2020 una caída de facturación del 65 por ciento, comparada con el año anterior. Lograron mantenerse con fondos propios, créditos bancarios y ayuda estatal. «Inicialmente el parate fue total, luego hubo una muy lenta activación con los take away y delivery; y más tarde un lento despertar con la habilitación de veredas y salones reducidos. Eso impactó de diferente manera, según particularidades edilicias de cada local y de los barrios donde se encuentran», sostiene Camps.
Para el cofundador de La Fuerza el mayor desafío fue mantener, sin facturación o muy baja, sus pilares: el valor de las marcas, los equipos y la búsqueda de calidad. «En 2020 se aceleró la transformación digital en la gastronomía, pero el principal desafío no fue adoptar las tecnologías sino adaptar los procesos y nuevos roles. Por ejemplo, de bartender a responsable de canales digitales; y de camarera a responsable de diseño. Fue muy duro y aún seguimos aprendiendo, pero logramos cambios importantes», resume.
Otra área que fue fundamental para sostener el negocio de este grupo fue la de desarrollo de productos propios y experiencias para replicar en casa el consumo de un restaurante.
«La respuesta de los clientes fue muy positiva. La pandemia aceleró la tendencia al consumo en comercios de proximidad y la gastronomía fue parte de eso», destaca Camps.
Proyectos
El cofundador de Tres Monos anticipa que en este año lanzarán cocktails embotellados carbonatados y abrirán un segundo bar. «Los embotellados hechos en fábrica es un proyecto que teníamos desde principio del año pasado, que por la cuarentena no pudimos concretar. Hoy ya tenemos el producto desarrollado y en el mercado. A una semana del lanzamiento tuvimos pedidos de más de 30 comercios», señala. Con respecto al bar nuevo, esta empresa consiguió un socio inversor y pudo desarrollar una nueva idea. «Va a ser una rotisería porteña ambientada en los ’70 y los ’80, con el bar atrás. El bar busca recrear la noche porteña de los ’80, tanto desde la estética como desde la propuesta de cocktails. Tendremos muchos tragos largos y coloridos», adelanta.
Al mismo tiempo, Aguinsky cuenta que continuarán enfocándose en la sustentabilidad del negocio, trabajando con insumos locales y, si se puede, viajar por el país para conectarse con productores y mostrarle al público los productos que tiene la Argentina.
«El Bar de Carnes estuvo cerrado desde comienzo de la cuarentena hasta fines de este año, cuando se reabrió la gastronomía volvimos a abrir. Ahora estamos bien pero ya no abrimos al mediodía, sólo a la noche y con una estructura más limitada de gente. Estamos trabajamos cada vez más, aunque tenemos una vereda pequeña y por eso no podemos llevar todo nuestro salón a la calle. Pero, más allá de eso, nos está yendo bien», aclara Blanco.
Sobre el panorama actual del sector, el director de Moebius destaca que están volviendo a facturar los que eran exitosos antes de la llegada del coronavirus. «Aquellos que pudieron cruzar el charco seguirán. Eso sí, hay mucho miedo a un rebrote y un nuevo cierre, que sería mortal para muchos emprendimientos más. Reabrir requiere más inversiones y deudas que se acumulan a las que ya tenían. Todos estamos aprendiendo a convivir con el coronavirus, las calles están llenas de mesas para darles más espacio a los clientes y reemplazar los salones, que están limitados por protocolos», sostiene.
Por último, Camps adelanta que para este año el objetivo de su empresa es consolidar los bares actuales y, espera un 2022 positivo. «Hemos vivido muchas crisis, aunque ninguna como esta. Eso hace que tengamos una gimnasia para adaptarnos rápidamente a los cambios, quizás por eso la creatividad es un rasgo distintivo de los emprendedores en general y los gastronómicos, en particular. De todas maneras, somos optimistas en el mediano plazo. Creemos que ya pasamos la peor parte y que la reactivación será muy buena en 2022. Tenemos que ser pacientes y cumplir con los cuidados para que la gastronomía sea un actor positivo en la comunidad», finaliza.
Fuente: La Nación ~ Nunca hay apuestas cien por ciento seguras, mucho menos en el mundo de la gastronomía y menos aún en pandemia. El golpe más duro que la industria recibió en décadas no tiene ganadores, sólo sobrevivientes. Y los que tuvieron la buena fortuna de permanecer en ese lote se vieron obligados a una plasticidad extrema, a la finta y el esquive constante.
En el caso de Naranjo, bar de vinos en Chacarita, esta necesidad de adecuación estuvo estampada en la esencia misma del proyecto desde su nacimiento, en pleno huracán de coronavirus.
Su genésis, sin embargo, tampoco se adecuaba del todo a la convencionalidad de un restaurante: la semilla se plantó en el cerebro de Nahuel Carbajo mientras trabajaba en el actualmente -aunque no definitivamente- cerrado Proper y comenzó a rodar lentamente con la ayuda de uno de los propietarios de ese espacio, Augusto Mayer.
“Nahuel me dijo que quería hacer algo propio y empezamos a ‘pingponear’ un poco el proyecto. Él tenía una idea, yo lo ayudé a profesionalizarla, y luego me di cuenta de que estaba metido hasta acá”, cuenta Augusto antes de enumerar cuáles eran las primeras líneas de aquel boceto: un lugar donde se pudieran comer cosas sencillas, con elaboración a la vista, y un salón con un espacio de recepción donde se sirvieran vinos y tapas.
Con la obra en marcha, Mayer partió hacia Barcelona el primer día de marzo del 2020 para supervisar la puesta a punto de la sede española de Proper. Poco más de dos semanas después Argentina cerró sus fronteras pero Nahuel siguió adelante junto al resto del equipo. La recepción, sus vinos y tapas, se convirtieron en la propuesta única de Naranjo, y el salón quedó para después.
“Planeamos abrir con esa idea más adelante pero creo que irá de la mano con la vacuna, aún no pudimos finalizar algunas cosas de obra tampoco”, advierte Augusto. “Estamos conociendo al público y tomando decisiones sobre la marcha en relación a lo que se pueda seguir haciendo. Abrir el salón sería como encarar otra apertura”.
Con una propuesta gastronómica diseñada en función de lo estacional y lo que la compra diaria tenga para ofrecer, la brújula de Naranjo dicta poner sobre la mesa del comensal lo mismo que los creadores del lugar comerían en casa. “Acá no vendemos nada que no consumimos nosotros, es la única manera de ser más genuinos, explica Augusto.
“Es más cómodo, más fácil de ejecutar, menos caro”, agrega Nahuel. “No siempre todo es orgánico o agroecológico, pero siempre es lo mejor que podemos ofrecer dentro del precio que cobramos. No concibo otra manera de darle de comer a la gente porque es la manera en la que como yo, la que me hizo sentir mejor físicamente, mentalmente y emocionalmente”.
Esa filosofía de trabajo, desde ya, hace imposible que exista un menú fijo aunque hay favoritos del público, como las berenjenas escabechadas o las caballas en conserva casera, que forman parte de un elenco casi estable. Las bases de la oferta se apoyan en vegetales, pescados grasos, aceite de oliva, carne de cerdo alimentado sin soja y carne vacuna de pastura natural. Todo es libre de gluten excepto el pan, y el uso de azúcar está reducido al mínimo indispensable. Hay también varias opciones veganas.
“No somos ortodoxos: la idea es que puedas comer sano y fresco sin importar el paradigma de alimentación que tengas. Es un concepto más de alimentación que gastronómico”, explica Nahuel.
Naranjo también ofrece en formato mercado varias de las materias primas que utiliza en sus platos. Pensado originalmente como un soporte por si el devenir pandémico obligaba a cerrar el resto del espacio, al mismo tiempo sirve de despensa para la cocina. “En un momento así, empezás a pensar todas las variables, no solo una. Es algo de 360 grados”, ilustra Augusto.
El vino, que es parte del concepto de Naranjo tanto como el foco en la alimentación consciente, también se apoya en el doble plan de consumo en el lugar, y mercado para comprar y llevar a casa. Las etiquetas tienen un rango amplio de precios, siguen escrupulosamente el mapa de las bodegas boutique y privilegian el vino elaborado de manera natural, con la menor intervención humana y química posible.
“No ponemos al vino en un pedestal”, advierte Nahuel, quien prefiere darle al cliente la información justa y necesaria para que elija de manera informada sin saturarlo de datos. La pandemia, según explica, tuvo la virtud de crear un amante del vino menos constreñido por las reglas.
“Mucha gente joven empezó a tomar vino en casa sin nadie que le hable de notas de cata. Compraban vino por internet y probaban. Y ahora vienen sin miedo: la experiencia pasa más por la vivencia y por encontrarse. Hay que darles el mejor momento posible bajando un poco el copete, dando un paso al costado”, resume.
Siempre quisimos hacer adelante una recepción con venta de vino y tapas. Yo estaba en BCN, Nahuel abrió solo acá. En ese momento no se podía abrir. Lo dejamos así, así mutó y así estamos trabajando.
Me fui a Barcelona, abrí Proper allá, me comí la cuarentena. Viajé el 1° de marzo, tenía fecha de apertura para abril, obviamente se postergó, seguí con la obra como se pudo. Terminé la obra con el electricista y abrí el 14 de julio. Estuve trabajando dos meses y medio con restrucción de aforo. Y ene l medio, acá estuve haciendo delivery con Dabbang, se empezaron a complicar las cosas, el dueño me tiró a matar con el alquiler así que erramos el restaurante acá. Luego cuando esté todo más acomodado y haya vacuna tal vez lo volvamos a abrir.
Un lugar donde se puedan comer cosas sencillas, con elaboración a la vista. Siempre quisimos hacer adelante una recepción con venta de vino y tapas. Yo estaba en BCN, Nahuel abrió solo acá. En ese momento no se podía abrir. Lo dejamos así, así mutó y así estamos trabajando.
Hoy a las 17 ya tenemos gente tomando vino y tapeando y no son turistas. Es algo que está pasando, todo empieza más temprano y termina más temprnao. A las 22 es el pico y a las 23 ya empezamos a bajar cuenta. Creo que la experiencia pasa más por la vivencia y por encontrarse. Hay que darles la mejor experiencia posible bajando un poco el copete, dando un paso al costado.
Fuente: La Nación – Tras varios días de lluvia el atardecer del miércoles da un breve respiro soleado. La vereda de Naranjo en Chacarita se llena rápidamente con amigos compartiendo vinos y platitos para picar. En una mesa están Sol, Maeve y Kate, de 22 y 23 años, disfrutando una botella de Kung Fu, el nuevo espumante pet nat elaborado por Matías Riccitelli, mientras comen una tapenade de higos secos con rúcula, almendras e higos frescos. “El plan es ir a tomar un rosado a las seis de la tarde en una vereda. Antes tal vez íbamos más cervecerías artesanales y si queríamos tomar un vino nos encontrábamos en una casa. Pero Naranjo nos encantó, el barrio es super tranquilo y el lugar es muy lindo”, explica Sol, dando cuenta de un fenómeno gastronómico que está en franco crecimiento: una nueva generación de bares de vino para una nueva generación de consumidores.
Naranjo es tal vez el caso paradigmático: un bar de vino difícil de encasillar, tanto que a simple vista no parece un bar de vino. Al menos, no según lo que dicta el prejuicio: puertas adentro, oscuros, íntimos. Lejos de esos requisitos, Naranjo es parte de una camada de bares, restaurantes e incluso cafeterías que aprovecharon lo poco bueno que trajo la pandemia para abrir calles y veredas recibiendo a consumidores con ganas de comer y beber rico.
“Somos es una sumatoria de muchas cosas. La cocina es el uno por ciento, los vinos son otro uno por ciento, lo mismo la música, el servicio… así hasta llegar al 100%”, dice Nahuel Carbajo, creador junto a Augusto Mayer (ambos se conocieron en Proper) de Naranjo. “Quisimos bajar el vino de ese protocolo que a veces parece tener. Lograr que muchos de los no iban nunca a un bar de vinos, tal vez porque sentían que les faltaba información o conocimiento, se animen a hacerlo. No es necesario saber para venir y disfrutar de una botella. Elegimos vinos según nuestro gusto personal. Intentamos conocer a los productores, entender lo que quieren hacer. Son vinos gastronómicos, que se beben fácil, que suelen tener buena acidez y menos alcohol. Y nos encontramos con la sorpresa de que muchos chicos de veintipico de años son a veces los más abiertos para probar cosas nuevas. Se entregan al disfrute. Yo crecí y trabajé en el mundo de la conceptualización del vino, de la importancia de cada etiqueta, del maridaje correcto. Como camarero veía el stress de algunos clientes a la hora de enfrentarse a una carta de vinos. La verdad es que hay que relajarse. Queremos tener consumidores lo más libres posible”, afirma. Y advierte: “Es nuestra manera de encarar esta búsqueda, nuestra curaduría, hay muchas más posibles que también están buenísimas. Hay espacio para todos”.
Desde hace ya largo tiempo que el vino entiende la necesidad de rejuvenecerse. Con el auge de las cervecerías artesanales, con los cócteles, vermús, sidras tiradas ganando protagonismo, la gran bebida nacional –la única en la que Argentina compite en los primeros puestos mundiales– debía dar su respuesta. Y si bien esa respuesta lleva años escribiéndose, parece haber encontrado ahora un cauce posible. Por un lado, la pandemia logró que el consumo de vinos en la Argentina sea el más alto de los últimos cinco años, revirtiendo una tendencia en baja. Por el otro, la necesidad de abrir veredas les permitió a los bares de vino mostrar una escena callejera cercana a los consumidores, discutiendo ese espacio simbólico con las cervecerías. Por último, y a tono con los nuevos wine bars y los nuevos consumidores, en los últimos años surgieron decenas de vinos distintos, con una heterogeneidad de estilos, regiones, técnicas de elaboración y perfiles como nunca antes hubo en el país. Siguen allí las grandes etiquetas nacionales, los Malbec de renombre y desarrollo en botella, pero surgen también varios productores apostando fuerte a los vinos llamados de baja intervención o naturales, con poco (o nada) de paso por barrica, utilizando levaduras autóctonas y minimizando (o evitando) el agregado de sulfitos como conservante.
Con varios años de vida, en la pandemia el bar de vinos Pain et Vin debió reinventarse. “Teníamos 99% de consumidores extranjeros, que de un día para el otro dejaron de estar. Empezamos a trabajar más sobre nuestras redes sociales, a repartir vinos por delivery y cuando pudimos abrir la vereda, cambiamos la carta de comidas”, explica Eleonora, creadora junto a su pareja y cocinero Ohad de este lugar. Aquí cada noche abren ocho, diez o más vinos, un poco al azar o por pedido de algún cliente, que son los que luego van saliendo por copa. Bodegas como Altar Uco, De Ángeles, o Pintom, la innovadora marca de Gabriel Dvoskin. “Hay un consumidor joven curioso, que le alcanza para gastar en vino y quiere probar cosas nuevas. Están saliendo muchos vinos menos intervenidos, pero yo tengo de todo, etiquetas tradicionales y otras muy nuevas, con precios de $500 a $10.000. Estoy convencida de que existe un roto para cada descosido”. Según Eleonora, estos nuevos consumidores que cada tarde llenan su vereda, vestidos con bermudas y remeras, comiendo una pesca curada con crema ácida o una berenjena con miso, quieren saber de vino, pero “no como el típico pretencioso de las ferias. No preguntan qué barrica usó o si tiene maloláctica. En cambio, consultan de dónde es el vino o por qué hay malbecs tan distintos… son preguntas ligadas a la experiencia. Estamos recuperando lo más lindo del vino, ese ritual de abrirse un vinito y pasarla bien”.
Tras el permiso en 2018 del Instituto Nacional de Vitivinicultura (INV) para que las bodegas puedan vender vinos en barriles, durante los meses finales de 2020 se consolidaron los wine bars con canillas de vino tirado. Desde Mar del Plata llegó The Wine Bar, con un salón muy amplio, mesas comunales, estética callejera, vinos propios (elaborados junto a bodegas de renombre, como Finca Suárez o Traslapiedra) y platos que van desde remolachas fritas a las hamburguesas pasando por unos langostinos al ajillo. “Vino sin tabú” es el lema de la casa. Otro ejemplo es Amores Tintos, el primer wine bar de Argentina con nada menos que 16 vinos tirados en su pizarra. “Somos un wine bar con una impronta de cervecería artesanal”, dice su propietario Carlos Fuchs. “Quería un bar donde puedas probar el vino antes de pedirlo, eso no existía”. Ocupando una privilegiada esquina, las mesas de Amores Tintos se llenan desde las 19 horas con un público heterogéneo en edades y conocimientos del vino. “Lo único que tenés que saber es si te gusta. Tenemos vinos de Salta, Mendoza, Río Negro, San Juan. Somos los únicos en sumar vinos de Héctor Durigutti en canillas, como los Aguijón de Abeja y los Carasucia. Están los Pala Corazón de Niven Wines, el Tintillo de Santa Julila, el Pinot Noir de Consentido (del Valle del Pedernal). El vino tirado tiene grandes ventajas: sin los costos asociados a la botella, ofrecemos copas de 170 ml por apenas $140 pesos”, culmina.
La diversidad de bares de vinos que hay hoy en Buenos Aires es inmensa. Están los grandes clásicos como Gran Bar Danzón, que revolucionó la categoría hace ya dos décadas. Está Aldo’s con la curaduría y servicio del gran Aldo Graciani, y también Vico con sus fantásticos dispensers, pero también como hay espacios muy pequeños como Doc en Palermo o Nilson en San Telmo, con su hermosa propuesta de vino al paso. Pronto estará abriendo Vina, con una ventanita a la calle ofreciendo empanadas y vinos de la mano de Sebastián Lahera (el mismo de las pizzas de Pony) junto a sus socios Gustavo y Luciana. Hay incluso lugares secretos –sin siquiera redes sociales– como Las Divinas, del francés Nicolás Ronceray, uno de los promotores pioneros de los vinos llamados naturales. “Decir vino natural es un pleonasmo, por definición el vino es jugo de uva fermentado. Pero el 98% de las bodegas agrega levaduras industriales, sulfitos, chips de madera. Para mí natural es hacer el vino lo más puro posible. Son vinos ricos, muchas veces de bajo alcohol, perfectos para un aperitivo, que revelan su lugar de origen, su cosecha, el tipo de uva, la sensibilidad del viñatero. Los jóvenes hoy buscan esto, quieren vinos con tomabilidad, que se puedan terminar una botella sin dolor de cabeza. Antes el vino era más un producto de los padres y los jóvenes se fueron para la cerveza artesanal. Para mí eso fue un buen paso, ya que comenzaron a hacerse preguntas, de dónde son, con qué lúpulo se hacen… Fue un avance cultural grande”.
Wild Corner ocupa una esquina de Palermo. Sus creadores son Miranda Moyano y Agustín, también responsables de Ser y Tiempo, un wine bar con siete años de vida. Dos lugares bien distintos que ejemplifican la diversidad. Ser y Tiempo es íntimo, con música en vivo todas las noches y una lista de etiquetas completa, desde las grandes bodegas a las más pequeñas. “Con Wild Corner quisimos hacer otra cosa, abrir de tarde en un local luminoso. Yo misma tengo 23 años, es otra cabeza de consumidor. Buscamos llevar al productor al frente, en la comida y en los vinos. Todo es orgánico o con poca intervención, tenemos kombucha tirada casera, ofrecemos vinos como los que hace Santiago Vignoni en los viñedos de su tatarabuelo, y que nos los manda sin etiqueta. De tarde quiero implementar la idea de tomar un pet nat con una carrot cake. El vino debe ser algo relajado. Ese es el mensaje”.
Fuente: Clarin Gourmet by Gimena Pepe Areas ~ Hace tiempo que las redes sociales reflejan tendencias de consumo. Si un producto tiene millones de likes o visualizaciones, es muy probable que aumente sus ventas. Sucedió con el pan nube, el café Dalgona y ahora es el momento del bubble tea. Una bebida a base de té con leche dulce, muy vistosa e ideal para ser fotografiada y compartida con los seguidores.
Pero, a diferencia de otras bebidas a base de té, los largos vasos tienen algo distintivo, unas bolitas oscuras que se bambolean en la base. Son las llamadas «perlas» de tapioca, la fécula granulada que se extrae de la raíz de lamandioca. Se mezclan con azúcar y tienen una consistencia gelatinosa.
Lejos del ritual british del emblemático five o’clock tea, esta infusión se toma de parado y con aire descontracturado. Es por eso que atrapó tanto a los jóvenes argentinos, que, con tal de probarlo, hacen colas de una cuadra bajo el implacable sol del verano para conseguirlo.
El bubble tea (literalmente «té de burbujas», aunque no tiene burbujas) surgió en Taiwán hace unos cuarenta años, pero fue gracias a las redes sociales que se volvió un fenómeno global. En TikTok hace rato que es un boom, pero en Buenos Aires, la apertura de un local en el Barrio Chino (en Juramento al 1600, Belgrano) en diciembre pasado desató un nueva moda.
En el final de 2020, pese a las dificultades de un año atravesado por la pandemia del Covid 19, Lucas Lu y su novia Jennie Lam (respaldados por un grupo empresario argentino que prefiere el anonimato), apostaron a esta bebida al inaugurar Oh! Tea. Hicieron diversas pruebas asesorados por una experta en el tema, Fernanda Chan, para que el producto saliera perfecto. La apuesta resultó un éxito rotundo que revolucionó al barrio.
Desde el primer día que abrieron las puertas notaron que su pálpito empresarial no había fallado. Tuvieron que cerrar dos horas más tarde por no tener suficiente stock para la demanda. Ahora, apenas un mes después de la inauguración, ya superaron la proyección que esperaban.
El local abre de martes a domingo durante 10 horas (de 9.30 a 19.30 hasta el viernes y de 10 a 20 los fines de semana) y vende un promedio de 1.000 unidades por día, a razón de 100 por hora, despachadas ágilmente por un equipo de cuatro empleados por cada turno.
Además del bubble tea clásico, en Oh! Tea tienen variantes con chocolate, distintos tipos de té y coberturas o «toppings» de crema, que se venden en vasos de 500 y 700 cc a un precio entre $ 230 y $ 270.
Lucas señala que la mayor parte de los clientes tiene entre 16 y 35 años. En las filas en la vereda se destacan los adolescentes, pero algunos van en familia. Guadalupe Saborido (18) fue acompañada de su mamá y su hermano. “Me lo mandó una amiga de Tik Tok y ahí lo conocí. Hoy los traje a ellos para que lo prueben. Yo pido el clásico de las bolitas de mandioca, mi hermano el de las perlas de coco y mi mamá el frutal”, cuenta, antes de sacarse foto con su bebida para publicar en Instagram.
Por su parte, Lina Coronel (17), llegó desde Monte Grande atraída por las recomendaciones de sus amigos y, claro, por las redes. «Lo veo por todos lados… ¡lo tenía que tomar!”, comenta. Es tanto el furor que, para cumplir con las recomendaciones vigentes en la pandemia, Lucas debe salir a la calle a cada rato para que los clientes no se agolpen y respeten la distancia social. Dentro del local solo se permiten 5 personas.
Cómo se hace el bubble tea
Como señalamos, la base del bubble tea es el té negro con leche, al que se le agregan las famosas «bolitas», que se obtienen a partir de la cocción de la fécula de mandioca con azúcar negra.
Por el boom de la bebida, hoy basta googlear «perlas de tapioca» para encontrar puntos de venta de los paquetes de marcas importadas (a razón de $ 500 los 250 gramos). También abundan los tutoriales en video explicando cómo preparar el bubble tea en casa, aunque el procedimiento no es sencillo y no siempre se logra la consistencia deseada.
En Oh! Tea sirven la bebida en vasos plásticos con sorbetes de papel con un diámetro superior al habitual. Sin embargo, muchos prefieren quitarle la tapa al vaso y tomarlo sin sorbete, porque las perlitas pueden atascarse ahí.
Afortunadamente, en Argentina no se registraron hasta el momento casos con este tipo de consecuencias y la tendencia de consumo está en pleno crecimiento. Tanto, que Lucas y Jennie ya preparan la apertura de nuevas sucursales en el centro de la ciudad, Palermo y zona norte de Gran Buenos Aires.
Consultado sobre la posibilidad de incursionar con el mate, Lucas sonríe y dice que “por supuesto, ya está en marcha”. Habrá que esperar unos meses para probar la nueva bebida fusión entre Taiwán y Argentina.
Fuente: Clarín – El dueño del local adaptó una tendencia que conoció en Nueva York a las restricciones que impone la cuarentena. “Gustó mucho”, dice.
No es novedad que con la pandemia llegaron nuevas palabras al diccionario colectivo. «Burbuja» y «distanciamiento» son las que definen la innovadora propuesta que, para enfrentar la crisis que generó el coronavirus, idearon en un bar de San Miguel.
El gastronómico fue uno de los sectores económicos más golpeados por la pandemia y la cuarentena. Y en el local que abrió hace siete años en la calle Italia, se reinventaron creando un auténtico bar de burbujas, donde se puede comer y beber a distancia. Básicamente, instalaron en la terraza tres grandes esferas con una mesa en el centro, donde cada grupo puede mantenerse aislado de los otros.
«La idea surgió después de viajar a Nueva York y ver que allá estas burbujas se usan y cuando surgió lo del Covid y el distanciamiento vi que era el momento ideal para traerlo acá«, cuenta Ignacio Spicuglia, el dueño del «Terraza Bar TRZ».
Dentro de cada burbuja hay una mesa central y asientos para 8 personas.
Concretar este proyecto no fue fácil en un principio, ya que ese tipo de estructuras no son «algo que se suela hacer» en la Argentina. La solución llegó de la mano del cuñado de Ignacio, quien encontró a una persona dispuesta a sumarse al proyecto y armarlas.
La estructura de caño estructural estaba resuelta, pero faltaba el desafío mayor: como cerrarlas con un cobertor, “Es como una pelota de fútbol y no resultaba nada sencillo que quedara todo bien unido, como quedó”, remarca el dueño del bar.
Fue un amigo el que se encargó de trabajar con lona acrílica transparente e idear una manera. Después, el armado se resolvió en relativamente poco tiempo. llevó tres días al montado de los caños y una semana más, la colocación de los cobertores.
Cada burbuja ocupan 16 metros cuadrados y están equipadas para que 8 personas puedan disfrutar de comodidades como aire acondicionado ycalefacción propios, conexión USB y hasta un sistema donde la luz central de cada una además de iluminar tienen un sistema de Bluetooth para que las personas puedan elegir que música escuchar.
Una vez lanzada, la idea tuvo gran repercusión. Desde que se había iniciado el confinamiento, el restobar no la estaba pasando nada bien. Como todos en el rubro, se dedicaron a hacer delivery pero las ventas cayeron de manera pronunciada. «Los primeros seis meses fueron duros», reconoce el dueño, como sin querer siquiera recordarlo.
Cuando llegó la flexibilización y la posibilidad de recibir clientes, las burbujas, que por su gran tamaño se pueden ver claramente desde la calle, tuvieron un efecto muy positivo. Pronto se hicieron conocida uy entre los vecinos de la zona y la suerte del negocio empezó a cambiar.
«Teníamos mucha expectativa ya de por si y cuando tomó dimensión en redes sociales y otros medios fue mucho mas. Se multiplicó el público que viene y superó nuestras expectativas”, se reconforta Ignacio.
Al principio solo podían ingresar en las burbujas 4 personas y tenían que ser si o si convivientes. Con las aperturas que se fueron dando después se pasó a un límite de 6 clientes por estructura, hasta que actualmente les permiten ocho, la capacidad máxima.
En el resto de las mesas, tanto de la planta baja como de la terraza, puede haber hasta 10 personas, como en cualquier bar tradicional. Los que prefieran la experiencia de estar dentro de estas burbujas, deben reservar con anterioridad.
Aunque se especializan en tragos, TRZ ofrece una varias opciones de comidas. Se pueden disfrutar de ricas hamburguesas, apetizers como bastones de muzzarella, pizzas, sandwiches y picadas para compartir en la mesa o la burbuja.
Fuente: La Nacion – Después de un par de anuncios fallidos, finalmente la marca de café colombiano Juan Valdez desembarcará en la Argentina. En dos semanas llegarán los primeros paquetes de la marca a las góndolas de los supermercados locales y para junio está confirmada la apertura de la primera tienda exclusiva en el shopping Unicenter.
La llegada a las góndolas se concretará con paquetes de un cuarto kilo de café molido y envasado en Colombia que se comercializarán en tres presentaciones: suave, medio y fuerte. «Vamos a posicionarnos en la franja más alta del mercado, para competir con otros cafés importados que se consiguen en los supermercados argentinos, básicamente de origen italiano», explicó a LA NACION Jorge García Allende, director general de Juan Valdez Argentina.
La llegada al país se realizará de la mano de la sociedad Reacsa, en la que participan el grupo argentino RE (dueño también de Almacén de Pizzas) y la firma paraguaya Acsa, que tiene la licencia de la marca en el país vecino desde fines de 2014.
La sociedad binacional obtuvo la licencia de la marca para la Argentina y Uruguay por un plazo de cinco años y para los tres canales que tiene Juan Valdez: cafetería, venta de productos y el mercado de «horeca» -hoteles, restaurantes y catering-, que ofrece la posibilidad de vender café y máquinas de café a gastronómicos y hoteleros.
El Grupo RE es uno de los principales jugadores en el mercado gastronómico local. Liderado por Sebastián Ríos, la empresa es dueña de la cadena Almacén de Pizzas, que hoy tiene 32 locales repartidos en la Argentina, Uruguay, Paraguay y Perú.
Idas y vueltas
El primer anuncio sobre la llegada al país de Juan Valdez data de julio de 2019 y prácticamente coincidió con la disparada del dólar que se concretó después de las PASO en las que Alberto Fernández se impuso a Mauricio Macri. La incertidumbre cambiaria le puso un freno de mano al desembarco de la marca colombiana que duró unos meses hasta que a principios de 2020 los socios locales retomaron el plan de expansión. Este segundo proyecto, a su vez, se vio demorado por la pandemia, aunque ahora las dos partes están convencidas que es el momento para poner un pie en el mercado argentino.
«La pandemia nos obligó no solo a retrasar todo, sino también a cambiar un poco la estrategia. De entrada, la idea era abrir primeros las tiendas y después avanzar con otras propuestas. Ahora, en cambio, vamos a lanzar de entrada el café en el canal retail y seguramente el plan para abrir 20 tiendas en cinco años se demore un poco», señaló García Allende.
Juan Valdez tiene 445 locales repartidos en 13 países y 10.500 millones de clientes al año. Si bien tiene tiendas en Estados Unidos, España y Malasia, su expansión más fuerte es en Latinoamérica, donde ya están presentes con 32 locales en Chile, 35 en Ecuador además de en Paraguay, Perú, Bolivia, Salvador, Costa Rica y Panamá. La llegada a la Argentina coincide con una expansión en Europa del Este, donde la firma empezó a comercializar su línea de café en los mercados de Rusia, Polonia y Rumania.
Campaña emblemática
Juan Valdez es seguramente una de las marcas colombianas más reconocidas en el mundo, aunque detrás del nombre no hay una persona real. La figura nació en 1959 a partir de una campaña publicitaria que encaró la Federación de Cafeteros de Colombia, la entidad que represente a las más de 540.000 familias productoras de café del país.
La idea era posicionar al café colombiano en el mercado internacional, para lo cual la agencia Doyle Dane Bernbach decidió inventar al personaje de Juan Valdez, que representaría a los cientos de miles de campesinos cafeteros.
Durante los primeros años, el papel de Juan Valdez estuvo a cargo de un actor cubano que vivía en Estados Unidos, pero después lo reemplazo un verdadero productor de café de la región de Antioquía.
En 2002 la Federación de Cafeteros de Colombia dió un paso más con la creación de la marca Juan Valdez, para tiendas de café, producto envasado y otros negocios de valor agregado.
Fuente: BA Ciudad ~ Los locales más emblemáticos de la Ciudad se transforman en un espacio de discusión de diversos temas, como parte de las actividades de verano. Con los protocolos de seguridad, estos puntos de encuentro se abren para hablar sobre el patrimonio cultural de la Ciudad.
El objetivo de estos encuentros es ampliar la noción tradicional de patrimonio y crear un espacio para intercambiar conocimiento y debatir sobre los mismos, los especialistas hablarán de temas que son parte de nuestra cultura, darán una visión sobre el origen del fútbol y el impacto social; los sitios de numerosos descubrimientos paleontológicos; los mercados de abasto en Buenos Aires y también sobre el filete porteño y el tango.
Estos eventos son posibles luego de la aprobación del protocolo de artes escénicas y teatro con público en espacios cerrados, entre otras luego de la aprobación del protocolo de artes escénicas y teatro con público en espacios cerrados, entre otras actividades habilitadas como entrenamiento cultural, eventos culturales al aire libre y espacios culturales al aire libre.
Organiza Patrimonio BA Sin inscripción previa. La charla se realizará en el espacio del deck del bar Capacidad sujeta al bar y protocolos
Se suspende por lluvia.
Programación:
“Hallazgos prehistóricos en el mercado. Paleontología del Abasto” Horacio Padula Viernes 22 de enero a las 18h BAR ROMA. Dr. Tomás Manuel de Anchorena 806
Buenos Aires atravesó una serie de cambios en su fisonomía hacia la década del 30 del siglo pasado. Edificios que serán emblemáticos para nuestra ciudad, aparecen en este momento. Estas construcciones generaron excavaciones que sacaron a la luz gliptodontes, toxodontes, macrauquenias, mastodontes, componentes de una extraordinaria fauna que habitó nuestra región, desde cientos de miles de años hasta desaparecer unos 10.000 años atrás. La creación del Mercado de Abasto dará a conocer veintiún restos fósiles, constituyéndose en el sitio paleontológico más rico de nuestra ciudad. Todos estos hallazgos fueron realizados por el incansable Carlos Rusconi, naturalista autodidacta que pudo estar presente en las distintas etapas de construcción del mercado, y en las excavaciones para implantar el edificio COMEGA y Kavanagh, las obras instrumentadas por los subterráneos y el Zoológico Municipal, entre otras.
“Los mercados de abasto en Buenos Aires” Leonel Contreras Viernes 29 de enero a las 18 h BAR ROMA. Dr. Tomás Manuel de Anchorena 806
Los mercados de abasto han servido a través de la historia como espacio para el encuentro y las transacciones, sin limitarse a ser simples espacios comerciales. En Buenos Aires nacieron en la década de 1820 como nodos de intercambio, constituyéndose en referencias importantes de los diversos barrios porteños. Hacia 1960 había unos 210 establecimientos, incluyendo los importantes mercados mayoristas, entre los que se destacaba por sobre todo el Mercado de Abasto Proveedor. En la actualidad, los vaivenes de la actividad se han venido manifestando en los cambios económicos y sociales de los últimos tiempos, siendo pocos los mercados que se mantienen con sus funciones de abastecimiento inalteradas. No obstante, y aunque muchos edificios han sido reciclados y destinados a otras funciones acorde a los nuevos tiempos, aún quedan 16 establecimientos en funcionamiento en la ciudad.
“Fileteado porteño: surgimiento, apogeo, crisis y resistencias” Juan Manuel Amieva Viernes 5 de febrero a las 18 h BAR EL BANDERÍN. Guardia Vieja 3601
Abordaremos el devenir del fileteado porteño, como una singular manifestación pictórica popular de la Ciudad desde sus orígenes, buceando en los lugares de trabajo donde se desarrolló, sus elementos y características principales; su apogeo a partir de los años cuarenta y la crisis desatada en los setenta, situación que puso a este arte al borde de su extinción. Finalmente, repasaremos sus estrategias de supervivencia, con la diversificación de soportes y una inédita expansión en su enseñanza y transmisión.
“Canchas y estadios de fútbol en Buenos Aires” Leonel Contreras Viernes 12 de febrero a las 18 h BAR EL BANDERÍN. Guardia Vieja 3601
Cuando el fútbol apareció en la escena nacional, nuestro Estado-Nación todavía no se había terminado de conformar. Funcionó por lo tanto como operador de nacionalidad y eje de identidades locales, desarrollándose sus procesos antagónicos de manera muy diferente a la de otros países, con rivalidades interbarriales dentro del área metropolitana de Buenos Aires. El inicio de las mismas se vinculó con un fenómeno generado hacia 1920, cuando en la ciudad se construyeron los principales estadios de madera de los clubes criollos, dando origen a una relación sentimental sumamente particular entre estos y los barrios en los que dichas canchas fueron construidas. Hoy Buenos Aires cuenta con 18 estadios de fútbol (59 contando toda el AMBA), situación que probablemente la ubique como la metrópoli con más estadios en todo el mundo.
Fuente: AHRCC ~ Producto de las intensas gestiones realizadas a lo largo del año por la Cámara de Cafés y Bares de la Asociación de Hoteles, Restaurantes, Confiterías y Cafés (Subcomisión de Bares Notables), el Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires ha incluido a los Bares Notables dentro del listado de Centros Culturales. La medida implica que los 80 establecimientos inscriptos podrán organizar espectáculos.
Desde el comienzo de la pandemia, la entidad a través de sus directivos trabaja para gestionar medidas ante las autoridades de la Ciudad que alivien, aunque sea en parte, el perjuicio producido por las restricciones impuestas a causa del COVID-19. La Cámara de Cafés y Bares y su Subcomisión de Bares Notables junto a la AHRCC se han reunido a lo largo del año con el Jefe de Gobierno Porteño, Horacio Rodríguez Larreta; el Ministro de Cultura de la Ciudad, Enrique Avogadro; y el Director General de Patrimonio, Museos y Casco Histórico, Emiliano Cruz Michelena, con el objetivo concreto de proponer diversas acciones en beneficio del sector severamente afectado por la crisis. En respuesta a ello el GCBA ha implementado distintas propuestas elevadas por la Cámara que impactan directamente en favor de los Bares Notables porteños.
Entre los avances logrados se encuentra el acceso de casi 30 establecimientos de este tipo al subsidio del Fondo Metropolitano de las Artes, la Cultura y las Ciencias; la ampliación de zonas de atención de mesas al aire libre con protocolos y la implementación de áreas gastronómicas y decks especiales para ampliar el servicio en el espacio público. A todas ellas, ahora se agrega la mencionada inclusión de los Bares Notables al listado de Espacios Culturales registrados en el Ministerio de Cultura de la ciudad.
La organización de espectáculos en los establecimientos designados deberá atenerse al cumplimiento de los protocolos de eventos culturales al aire libre y de actividades escénicas con público difundidos por el GCBA.
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