El feminismo cambia las reglas de etiqueta en la mesa

Fuente: La Nación ~ La escena todavía se repite en varios restós de Buenos Aires. Una pareja se sienta a la mesa y el mozo le acerca la carta de vinos al varón. Más tarde le dará de probar el vino elegido y tras su aprobación le servirá una copa a la mujer y luego otra a él. Por último, al final de la velada, le entregará al hombre la cuenta para pagar el almuerzo o la cena. A priori, nada parece llamar la atención. Pero en tiempos en que la mujer pelea por sus derechos, muchos empezaron a cuestionar estas reglas de etiqueta y a exigir un trato igualitario en la mesa.

Históricamente, el vino siempre fue un ámbito de hombres. Ellos eran los que «sabían» de vinos. Los que decidían cuál tomar. Y la mujer, en el mejor de los casos, acompañaba en silencio esa elección. Pero teniendo en cuenta que cada vez hay más mujeres que disfrutan y saben de vino o que directamente forman parte de la industria vitivinícola (las enólogas y sommeliers son cada vez más, según diversas asociaciones que las agrupa), parece ilógico que sigan perpetuándose estas tradiciones que para algunos no son más que coletazos de poder masculino. Natalí Di Meglio, coordinadora de marketing de la distribuidora Ley Seca de BodegaKaiken, afirma que a pesar de los avances en muchos lugares siguen asociando el vino a una cuestión más bien masculina.

«Hubo cambios, pero la carta de vinos, por default, se la siguen dando al varón -describe Di Meglio-. A mí todavía me pasa cuando voy a un restaurante con amigos. Aun después de haber elegido yo el vino el encargado del servicio le da de probar a algún varón. También me pasa que cuando alguien pide gaseosa y otro una copa de vino la gaseosa siempre se la dan a la mujer. Y ni hablar si se eligen un vino tinto y otro blanco o rosado. El tinto va directamente hacia el lugar del hombre y el blanco o rosado lo depositan del lado de la mujer como si no pudiera ser al revés», acota Di Meglio.

Pero no preguntar quién probará el vino y asumir que el responsable de hacerlo es el hombre es solo uno de los ítems en los que la desigualdad en la mesa persiste:. Di Meglio apunta unas cuantas más. «La ensalada te la traen a vos y el churrasco se lo dejan al hombre; lo mismo pasa con la cuenta. Y también hay restaurantes muy, muy tradicionales donde hay una carta sin precios que se la entregan a la mujer y la que tiene precio se la dan al hombre. Obviamente varios lugares se han ido aggiornando. Básicamente porque hoy hay muchas mujeres sommeliers y a cargo de cocinas que son las que están reeducando en usos y costumbres».

Tal como plantea Di Meglio, algunos restós tomaron nota de esta situación de desigualdad y decidieron romper con la tradición y cambiar los procedimientos en torno al servicio. «Cuando llega una pareja le preguntamos si van a tomar vino. Si es así, dejamos la carta en el medio de la mesa y a la hora de dar a probar preguntamos quién lo hará. Con la cuenta hacemos lo mismo: la dejamos en el centro para evitar este tipo de situaciones», cuenta Dangelo de la Cruz, manager de La Causa Nikkei, un restó con locales en Palermo y Recoleta que se distingue por sus platos de origen nipón.

El cambio dio sus frutos: según De la Cruz, en las reseñas que los clientes escriben en las redes agradecen que se hayan modificado estos hábitos. «Nos pareció bastante curioso que muchos de los comentarios que nos dejan vayan en esa dirección -reconoce-. Nuestra bartender, Dafne Toledo, sugirió que hiciéramos eso y a todos nos pareció que era lo correcto. Además, hoy hay muchas mujeres que saben de vinos. En los locales, cerca del 40% son las que se encargan de elegir y probarlo».

En la pareja de Soledad Chimienti y Matías López la que se encarga de elegir y después probar el vino cada vez que van a un restaurante es ella. «Muchas veces nos pasó que tuvimos que decirle al mozo que era Sole y no yo la encargada de catar el vino. A mí me gusta, pero no entiendo nada. En cambio ella es una experta», reconoce Matías, al que no le gusta para nada tener que corregir al mozo. «Me parece que con preguntar quién elegirá o probará el vino se evitan estas situaciones un tanto incómodas».

Di Meglio insiste: «La inserción de la mujer en el mundo del vino es muy reciente, cuesta todavía. Durante mucho tiempo se prefirió el hombre. ‘¿Cómo vas a mover cajas de vino?’, me preguntaban. Hay avances, pero también queda mucho por desmitificar, como que el vino blanco o rosado lo prefieren ellas y el tinto, los hombres -plantea-. O que los vinos dulces son del agrado de las mujeres y los fuertes con cuerpo, de los varones. No hay vinos de género, sino distintos gustos. Es necesario deconstruir y concientizar», concluye

El sector privado destaca la inversión del Gobierno para promover a Entre Ríos

Fuente: APFDigital ~ El representante del sector hotelero y gastronómico de Paraná, Marcelo Barsuglia, rescató el plan de turismo provincial y la inversión que el Estado provincial viene realizando en materia publicitaria para posicionar a Entre Ríos como destino turístico

El gobierno de Entre Ríos viene trabajando junto con actores del sector público y los prestadores privados de turismo, en pos de incrementar la cantidad de turistas y visitantes que arriben a la provincia en el mes de febrero.

En ese marco, y con motivo del trabajo en conjunto con el mencionado organismo provincial, Marcelo Barsuglia, secretario general de Asociación Empresaria Hotelera Gastronómica de Paraná, destacó la importancia de implementar el plan provincial de turismo que “tiene como antecedente el plan estratégico del año 2007, donde la Asociación de Paraná participó junto con otras entidades, pero se dejó de instrumentar entre 2010 y 2011. Como el trabajo lamentablemente perdió continuidad, la experiencia no fue muy positiva, por eso creo que está muy bien que se retomen estas ideas mediante el plan provincial de turismo. Hay muchas cuestiones para trabajar en hotelería y  gastronomía, que representan gran parte del turismo”.

• Expectativas para febrero

En los encuentros de trabajo que se vienen desarrollando con el sector de prestadores privados y organismos públicos, se analizan diversas cuestiones en relación con la situación que la provincia atravesó en el inicio de temporada, y que pese a las incidencias climáticas fue un comienzo más que auspicioso, puesto que logró un 70 por ciento de ocupación en las principales ciudades.

Barsuglia se mostró positivo acerca de las expectativas para la ocupación de febrero y el cierre de la temporada de verano, “sobre la costa del río Uruguay,  hay ciudades como Colón o Concepción del Uruguay que no tenían playa y que hoy ya están funcionando. Sabemos que a Paraná le cuesta en verano, que es su temporada baja y hay mucho turismo de paso, gente que viene porque sigue camino a otros lugares y, como le gusta la ciudad se quedan a pasar unos días”. También remarcó que la influencia negativa de los medios nacionales sobre el posible visitante a nuestra provincia, subrayando que “lamentable todo el esfuerzo que se hizo, todo el dinero invertido en la promoción desde el gobierno provincial para que nos visiten” no tuvo los resultados esperados porque “la adversidad del clima nos ha jugado una mala pasada en enero, en febrero esperamos que esté mucho mejor”.

A la inversión publicitaria se suma un conjunto de acciones de promoción turística que el gobierno provincial viene desarrollando durante la temporada estival, que incluyen marketing directo, geofencing, publicidad rodante en colectivos y vallas móviles, como así también  distribución de folletería, realizadas estratégicamente en ciudades emisoras y puntos claves como Buenos Aires, Rosario y Córdoba.

• Cultura y gastronomía

El empresario del sector hotelero y gastronómico de Paraná evaluó como positivas las actividades culturales propuestas por el gobierno de Entre Ríos, con un enfoque marcado en la promoción de la gastronomía regional y que se extiende más allá de las ferias vinculadas al sector turístico. “Me parece excelente que haya mucha actividad cultural, creo que es una inversión que se hace en la sociedad. Estoy a favor de que la gastronomía se incluya en esta agenda, porque también es parte de la cultura y sin dudas ha re posicionado turísticamente a muchos destinos, no solamente aquí en Argentina sino en el mundo. En Latinoamérica,  Perú es un caso emblemático”, indicó.

Barsuglia destacó a su vez que “es una manera de poner en valor la actividad que nosotros desarrollamos, que en un ámbito cultural la gente pueda conocer las propuestas gastronómicas que normalmente tiene en su ciudad y,  que a veces no las ve o no están bien exhibidas. Me parece una buena iniciativa y espero que el Gobierno de Entre Ríos nos convoque para el desarrollo de estas propuestas en otras oportunidades”.

• Otros encuentros con el sector privado

Además de un encuentro en Colón, donde el equipo de Turismo se reunión con actores del sector público y prestadores privados de turismo, se realizaron reuniones de similares características en Victoria y La Paz y con Hugo Permayú, secretario General del Sindicato de Hoteleros y Gastronómicos de Entre Ríos (UTHGRA). (APFDigital)

Gastronomía encabeza el ranking de barrios que cerraron más locales en enero

Fuente: Bae ~ El balance del mes de enero para el comercio fue lapidario, cerraron 2536 locales en la Ciudad de Buenos Aires y el Conurbano bonaerense. Un simple cálculo muestra que bajaron su persiana 82 locales por día. Los barrios más afectados en enero fueron: La Plata en el Conurbano con 77 locales menos y en CABA, Belgrano con 56 cierres (-38 en Las Cañitas).

El dato más contundente y doloroso es que 10.144 personas perdieron su trabajo, según la Encuesta Semestral Económica (E.M.E.) elaborada por los 120 colaboradores de la ONG Defendamos Buenos Aires y el estudio Miglino y abogados.

En CABA el ranking de barrios que cerró más negocios en enero, después de Belgrano, sigue con Puerto Madero (-36), zona muy afectada por las obras el Paseo del Bajo. Un dato lo refleja: la mayoría de los locales gastronómicos tuvo que pedir el Procedimiento Preventivo de Crisis. El tercer lugar del podio lo comparten Recoleta y Barrio Norte (-35) y el Centro porteño (-35).

En las Cañitas bajaron las persianas 38 locales, Recoleta 35 y en Palermo Soho 28

Retiro no se queda atrás con 34 locales menos en el primer mes del año. Esta vez, a diferencia de otras veces, los comercios sufren por igual, tanto en barrios de clase alta, como en barrios no tan pitucos. El quinto lugar lo comparten Palermo Soho y Liniers, dos barrios muy diferentes, que sufrieron el cierre de 28 locales cada uno en el arranque de 2019.

Tarifazos, falta de financiación, baja en ventas y suba en alquileres impactan a todos. El sexto puesto lo comparten San Telmo; Palermo Viejo y Nuñez/Colegiales, en cada una de estas tres zonas porteñas, nada menos que 26 locales, no pudieron resistir y tiraron la toalla.

“Los rubros más golpeados fueron indumentaria y calzado de mujer; gastronomía; indumentaria y calzado de hombre; ferreterías; gestoría; talleres de reparación de vehículos; bares y remiserías”, explica Javier Miglino, director de Defendamos Buenos Aires.

El cierre del histórico local de la heladería Saverio en la avenida San Juan fue uno de los que más impactó en estos días. En plena temporada, cerró, remató sus muebles y desvinculó a trabajadores, aunque aseguran que en un par de meses reabrirá enfrente, en un local más chico. Sólo dejó abierto el local de Caballito.

En las Cañitas bajaron las persianas 38 locales, Recoleta 35 y en Palermo Soho 28

En el conurbano, después de La Plata con 77 cierres en enero, le siguió Lomas de Zamora/ Banfield (-68); Moreno (-69); Quilmes (-67); Florencio Varela (-58); Morón (-50) y el sexto puesto lo comparten con 49 cierres: Merlo, Tigre, Tablada, Avellaneda y San Martín. Berazategui cerró 48 comercios, Pilar (-46), Ramos Mejia y Burzaco (-43) y San Justo(- 41).

Cuando baja el consumo y sube todo el resto, el impacto se siente tanto en el conurbano profundo como en los glamorosos barrios porteños.

Gastronomía costera y vinos de mar, el maridaje estrella del verano

Fuente: Infobae ~ En una cumbre de grandes chefs abundaron recetas, tips, consejos y propuestas de los que más saben, para sacarle provecho a cada comida de verano y lograr los mejores maridajes. Pescados y frutos de mar, y los mejores vinos para disfrutarlos

En verano, ya sea por las vacaciones o por las altas temperaturas, las costumbres en las mesas familiares se alteran y aparecen innumerables platos y preparaciones originales, más prácticas de hacer, sin tanto horno y generalmente más livianas.

Sin dudas, los pescados y frutos de mar dominan la escena en esta temporada, y su consumo se potencia, así como el de las ensaladas con productos frescos de estación; aunque las carnes rojas nunca se dejan de lado, porque los asados también se multiplican en esta época del año.

En la cumbre de grandes chefs, realizada en la bodega Trapiche Costa & Pampa durante la previa de la feria Masticar Mar y Sierra, abundaron recetas, tips, consejos y propuestas de los que más saben, para sacarle provecho a cada comida de verano y lograr los mejores maridajes.

Una cuestión de lugar

Hay una antigua máxima gastronómica que promueve carnes blancas con vinos blancos y carnes rojas con vinos tintos, como si los colores pudieran saborearse. En realidad, es una generalidad que en algunos casos funciona, pero en muchos otros no. Sobre todo en esta era donde la gastronomía y los vinos han evolucionado considerablemente, proponiendo verdaderas experiencias sensoriales si se complementan bien.

Pero el maridaje regional puede destacarse mucho más que los acuerdos de vinos y comidas por armonía, complemento o contraste, ya que la unión cultural que existe entre lo que se come y se bebe en un lugar determinado resulta una propuesta natural, que moviliza más la memoria emotiva y sensorial de los comensales. Con el tiempo, estos maridajes se vuelven tradicionales, empiezan a formar parte de la historia regional y del paisaje, los habitantes se los apropian y los visitantes los disfrutan al pasar y, en muchos casos, terminan adoptándolos en sus casas.

Lo cierto es que la comida y el vino siempre viajan de la mano. En este sentido, hay una historia que está comenzando a escribirse. Hoy, Costa & Pampa ha dejado de ser experimental, rodeada de más de 30 hectáreas de viñedos, plantados sobre suaves lomadas, ya se ha convertido en uno de los puntos turísticos más atractivos de Mar del Plata (queda en Chapadmalal a solo 6 km del mar).

Ya han pasado varias cosechas y mucho aprendizaje de Daniel Pi (head winemaker) y su equipo, con cepajes que quedaron en el camino; fundamentalmente por falta de madurez; y varietales que parecen haber encontrado su lugar en la Argentina. No es casualidad que la mayoría de los vinos producidos allí sean blancos, aunque también el Pinot Noir se da muy bien. A diferencia del clima de montaña que se da en Mendoza, San Juan y Salta, cuenta con un intenso régimen pluvial, un clima frío y húmedo, y una menor amplitud térmica. La cercanía del mar atempera el clima, las constantes brisas mantienen los viñedos más sanos, y el ciclo de madurez de la vid es más corto, posibilitando vinos más frescos y delicados, de gran complejidad aromática y buen volumen, ideal para la elaboración de blancos y espumosos.

Ezequiel Ortego, el enólogo residente desde el inicio, está empezando a lograr vinos con personalidad, de texturas vivaces y una acidez sostenida, con uvas como Albariño, Gewurztraminer, Pinot Gris, Sauvignon Blanc, Chardonnay y Pinot Noir. ¿Y con qué se lucen más todos estos vinos? Por supuesto, con pescados y frutos de mar.

Tips y consejos para lograr maridajes de verano memorables

Patricio Negro es uno de los mejores cocineros de la Costa Atlántica argentina. Dueño del restaurante Sarasanegro (Mar del Plata), fue el responsable del menú de bienvenida a los chefs protagonistas de la feria Masticar que brindó la bodega.

Si bien había figuras internacionales, de la talla del vasco Aitor Arregui (restaurante Elkano, una Estrella Michelin) experto en asar pescados a la parrilla; y nacionales como Narda Lepes, Gabriel Oggero (Crizia), Pedro Bargero (Chila), Lelé Cristóbal (Café San Juan), y Pablo Jesús Rivero (Don Julio), entre otros; los verdaderos protagonistas llegaban a manos de los invitados en platos y copas.

Algunas de las preparaciones servidas en el cóctel debajo de los árboles y asadas en tachos al aire libre fueron langostinos, sardinas con brandada de pescado y costrón de pan, ceviche de besugo, tiradito de corvina, anchoa ahumada con burrata, trufa y limón, y una piada de pez limón con crema ácida (la propuesta de Sarasanegro en Masticar). Una vez en las mesas llegó el principal, anchoa de banco (pesca del día) con ajoarriero y papa cremosa. Todo acompañado con los vinos 2018, que saldrán de la bodega la semana próxima y comenzarán a llegar al mercado.

(istock)

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Los invitados, el lugar, la comida y los vinos conformaron una oportunidad inmejorable para comprobar que la gastronomía de costa y los vinos de mar son grandes compañeros en nuestro país, al tiempo que abundaron tips y consejos para disfrutar más en casa.

Para Fernanda Sarasa, la mejor opción del verano es el pez limón, pesca de anzuelo (llega de Brasil por las corrientes cálidas), al que dejan reposar 24 hs. «También utilizamos mucho en temporada la chernía (sellada del lado de la piel) y el besugo; si es chico para tiradito. La anchoa de banco se consigue todo el año, también la corvina y el lenguado. Ahora hay muchos langostinos, algo de caballa y un poco de bonito, pero es el atún de mejor calidad que tenemos», afirma la dueña de Sarasanegro, y sostiene que en verano hay mucha calidad, pero poca variedad. A la hora de los vinos, asegura que en su restaurante salen más los «vinos raros», como el Riesling y el Albariño.

Todos los chefs recomiendan comprar siempre el pescado entero en las pescaderías (pedirlo descamado y desvicerado), eligiéndolo tal como se hace con los cortes de carne en la carnicería amiga, y proponen decirle adiós al filet.

Lisandro Ciarlotti Collivadino (Lo de Tata) es uno de los jóvenes chefs locales que más sabe de pescados, y en sus restaurantes (también es copropietario de Brodo) siempre sirve pescado fresco y local, «para salir un poco del lenguado, la chernia y el salmón», cuenta. Sus preferidos son la anchoa de banco, la palometa ($70 el kg, muy buena por grasa y textura), la sardina, la caballa, y el mero, entre otros. A la hora de cocinarlos advierte que varían por el tenor graso.

«Si el mero o la chernia son grandes se vuelven muy fibrosos y no conviene servirlos crudos», dice. Pero su pescado favorito es el pez limón en todas sus variedades. «Si es crudo, lo acompaño con un buen Sauvignon Blanc, pero si es asado, entero y abierto, prefiero un buen Chardonnay y hasta un Cabernet Sauvignon se banca». Además, aconseja al comprar pescados elegir los de valla roja y ojos brillosos, de carne firme (el dedo no debe hundirse) y las escamas deben ser duras. «No existe el olor a pescado cuando es fresco», asegura.

Emilio Garip (Oviedo), quizás el restauranteur más experimentado con pescados y frutos de mar de la Argentina, mostró su costado gallego y debilidad por el Albariño 2018, «ideal para unos chipirones fritos, o incluso un besugo, porque es un pescado maravilloso, fresco, de sabores delicados y carne firme», y asegura que el gusto fuerte está en la piel. Otra de sus combinaciones preferidas es róbalo (la lubina de España) con Chardonnay, porque no es tan graso, pero si blanco y firme, con «sabor sexy». Aparece en esta época, aunque muy poco, y prefiere los de 1,5kg, «a la plancha vuelta y vuelta, primero del lado de la piel, con una simple ensalada mixta de radicheta marplatense y cebolla, curada con hielo para que no sea tan fuerte».

El chef Gabriel Oggero no duda, pez limón crudo (tipo sashimi) con un Viognier o un Gewurztraminer. «La chernia está muy buena en esta temporada, la saco al horno, con manteca y limón, y recomiendo acompañarla con un Chardonnay, joven y vibrante».

Sin dudas, su sándwich de ostras fritas y lechugas de la zona, en pan brioche enriquecido con calabaza, es de las propuestas más originales de la feria, ideales para acompañar con un espumoso o un Sauvignon Blanc delicado. El experto asegura que el grillado realza mucho el sabor, y sugiere animarse más a cocinar los pescados enteros, al horno o a la parrilla (como hacen los que saben): «El pescado es tan argentino como la carne, hay que dejar de darle la espalda al mar».

Por su parte, Pablo Jesús Rivero (Don Julio) muestra su costado sommelier: «Prefiero la anchoa asada con un Sauvignon Blanc, que tenga más boca que nariz, o también con un Chardonnay, porque es muy rica de sabor, y la acidez del vino levanta los aromas de boca». Recomienda para la parrilla dejar los pescados de carne firme y esqueleto grande, y también se reconoce fanático del sashimi de pez limón con un blend blanco, y asegura que es imperdible el menú de crudos (5 o 6 pasos) de Sarasanegro con un buen blanco de mar. Para Hernán de Brodo, su carpaccio de langostinos, con ricota de búfala y polenta frita, van genial con un Riesling joven.

Ezequiel Ortego (enólogo de la casa) también se anima en los fuegos. Sus combinaciones preferidas son Chardonnay y chernia (de pescadería La Victoria; la misma que va Patricio Negro), al horno, con manteca y mucha pimienta, «porque es un pescado que tiene bastante grasa y este blanco posee alta acidez y buena estructura»

Menú de verano

Los frutos de mar (mariscos) y pescados son las estrellas del verano, sobre todo para que aprovechen los que veranean en la costa. En este caso la textura en general es la misma, suave, tierna y a veces algo gomosa, aunque también pueden ser crocantes si se los hace grillados o fritos. Otro tema para tener en cuenta son las salsas y las guarniciones, ya que los sabores de los frutos de mar suelen ser sutiles.

Si van como entrada, seguramente será una preparación más liviana y fresca, y por lo tanto el vino debe ser de la misma manera. Los langostinos, en pinchos asados, grillados, apenas cocidos o apanados, van a combinar muy bien con un Sauvignon Blanc 2018 joven y refrescante, como el de Costa & Pampa; el blanco más tenso de la cosecha, con buen equilibrio entre lo herbal y lo cítrico.

Está claro que las rabas, cornalitos y calamaretis fritos son de los más elegidos durante la temporada, y que muchos prefieren no complicarse y disfrutarlos con una buena cerveza helada. Pero mejor con el Chardonnay 2018 de la casa, con su carácter frutal y joven, con algo mordiente, buen cuerpo y paso vivaz; el vino mejor logrado de esta cosecha. Con su buena acidez y expresión moderada puede brindar más placer porque limpia mejor el paladar y no deja sensación de amargor final.

Con un pescado ahumado como la sardina la mejor opción es el Riesling 2018, bien expresivo, con notas de frutas blancas y algo floral, con buena acidez y suaves dejos vegetales, de final bien equilibrado.

(Getty)

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Muchas veces, sobre todo al mediodía, se sirve una gran ensalada como único plato, de preparación rápida y sin necesidad de cocción alguna. Puede ser de arroz avinagrado (previamente elaborado) con salmón rosado, palta, palmitos, crocante de batata y salsa maracuyá, o una de arroz avinagrado con langostinos apanados, palta, salsa teriyaki, hojas verdes y crocante de batata, por ejemplo. Ambas precisan de un vino con tanta personalidad como frescura, como suelen ser muchos rosados, los blend blancos, y también un buen Gewurztraminer. Un varietal joven y expresivo, con sus perfumes (a veces florales) que aportan gracia a todo tipo de ensaladas.

Se sabe que de noche el calor afloja y la distención aumenta, es por eso que muchos amantes de la gastronomía eligen cocinar platos elaborados, de esos que durante el año no se hacen en casa. Si es pasta, seca o rellena, proponer algo liviano y de estación, con el agregado de unos langostinos grillados o mejillones cocidos. Pueden ser raviolones de burrata y albahaca, con crema de limón y lemongrass, o simplemente penne rigatti con tomate, salsa de albahaca, ajo y aceite de oliva. Es cierto que el Sauvignon Blanc es de los varietales más herbales, pero aquí se lucirá más un blanco frutado, pero más austero, con algo de flores blancas, vivaz y con cierta estructura, como el Albariño 2018 Costa & Pampa, la última novedad de la casa.

Otro plato que muchos cocineros amateurs reviven en verano, cuando el calor no los agobia, es el risotto. Puede ser con albahaca, o también mantecado con azafrán y chipirones, o un risotto de langostinos. Aquí la consistencia cremosa del plato precisará de un vino con más fuerza, aunque sin tanto cuerpo. El Pinot Noir 2017, con breve paso por madera (12 meses en barricas usadas), buen carácter entre frutal y especiado, también algo mordiente, con buen volumen, paladar franco y fresco, y más potencial que sus antecesores.

Y para los que se animan a preparar una paella de mar o simplemente un arroz con mariscos, una buena opción es el Brut Rosé de la bodega, perfumado con un toque de Sauvignon Blanc que lo hace más refrescante.
Pero más allá de las propuestas gastronómicas inspiradas en la costa, se sabe que el rey (incluso en verano) argentino de las comidas es el asado.

(Getty)

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Para los chefs hay que dejar un poco de lado las carnes (vaca, cerdo, cordero y pollo) y animarse con los pescados a la parrilla. Una buena idea para acompañarlos es aprovechar los pimientos de temporada para tirar a la parrilla; con huevo son un hit. Se caracterizan por tener gran heterogeneidad de formas, sabores, colores y tamaños, y hay dos grandes categorías varietales según su picor: los dulces, comúnmente llamados «morrones», que se cosechan verdes o rojos, dependiendo el punto de madurez. Y en función de eso serán más o menos amargos o más dulces. Y los amarillos, otra variedad, pero muy similar en su sabor.

El enólogo Ezequiel Ortego, que brindó una charla junto al chef Juan Braceli durante la feria, destacó que «si en un asado hay diferentes cosas para comer, es muy aburrido proponer un solo vino, por eso lo mejor es elegir una progresión. Si es una parrillada de mar en verano, recomiendo empezar con una selección de blancos, para luego pasar a un tinto, equilibrado y joven para acompañar un pescado entero a la parrilla, y servir siempre un buen espumoso para la sobremesa».

Sommeliers de carne: crean una escuela para capacitar a los primeros expertos

Fuente: La Nación ~ ¿Mejor jugosa, a punto o cocida? En esta pregunta puede reducirse el gran debate en torno del asado cada vez que arden las brasas y los cortes de carne se esparcen sobre la parrilla. Hasta allí suelen llegar los conocimientos promedio de la mayoría de los argentinos carnívoros sumados a sus dotes personales para realizar la mejor cocción.

La aparición de carnicerías gourmet le dio mayor sofisticación a esta tradición argentina, pero un país con un elevado consumo por persona, donde quizá se encuentre la mejor carne del mundo, carecía de un espacio que aportara conocimientos para quienes deseaban involucrarse más en este universo.

Al menos eso observó un grupo de personas que trabajó durante seis años para darle forma a una nueva capacitación que intentará llenar ese vacío educativo: la de sommelier de carnes. Estará destinada a productores ganaderos y responsables de frigoríficos o de establecimientos ligados a la cría de bovinos, pero también a quienes tengan contacto directo con los clientes, como carniceros, chefs o camareros de los 350.000 restaurantes y hoteles que funcionan en el país. También a los consumidores hogareños que pretendan sumar conocimientos sobre cortes de carne y toda la cadena de la industria.

A lo largo de nueve meses, lo que durará el curso, el sommelier adquirirá nociones para poder evaluar un corte crudo sobre la base de sus características, como color, composición y olor. Después de 200 horas de ejercicios teóricos y prácticos estará capacitado para agudizar sus sentidos y evaluar terneza, sabor y jugosidad. La convocatoria para integrar la Escuela de Sommelier de Carnes, la primera capacitación de este tipo en el país, se lanzó esta semana, y la capacitación tendrá el aval de la Facultad de Ciencias Veterinarias de la Universidad de Buenos Aires. Los graduados obtendrán certificados firmados por el decano y la Secretaría de Extensión de la Facultad.

Para encontrar una escuela similar en el mundo hay que viajar a Austria. «Veíamos que había sommelier de vino, café, té, aceite de oliva, sal, cerveza, miel y otros productos, pero faltaba para la carne. Se hacen enormes esfuerzos para mejorar la genética, la producción y el bienestar animal, y esos conocimientos no podían llegar a la gente. Entonces nos planteamos sacar este trabajo científico hacia la calle para que la gente le dé utilidad diaria», explicó Luis Barcos, médico veterinario, director y profesor de la escuela.

Sommelier es toda aquella persona que por sus estudios, conocimientos y experiencias se especializa en bebidas, infusiones, destilados y licores, pero principalmente, en vinos, aunque se lo ha ligado con otros productos, como ocurrirá, en este caso, con la carne. Su adaptación puede explicarse en la experimentación sensorial que los profesores intentarán transmitir a los alumnos.

«Será dinámico, divertido y práctico porque se probarán los puntos de cocción, se verán las medias reses colgadas, de dónde vienen los cortes, ¡de dónde vienen las vacas! A la gente le intriga de dónde sale lo que come», aportó Trinidad Soteras, investigadora del Instituto de Tecnología en Alimentos (ITA) del Instituto Nacional de Tecnología Agropecuaria (INTA), especialista en análisis sensorial.

Que la Argentina es un país consumidor de carne no es novedad. Pero ¿cuántos kilos come cada persona? Según el Instituto de Promoción de la Carne Vacuna Argentina (Ipcva), el año pasado cada habitante comió 56,4 kilos de carne vacuna, algo así como un bife por día. El número es elevado, pero está muy lejos del de 1958, el año desde que la entidad tiene registro. Ese año se consumieron 94,4 kilos de carne vacuna por persona.

Al sumar los 44,1 kilos de pollo y los 14,1 kilos de cerdo que cada habitante come por año, la Argentina se ubica entre los principales consumidores de carne del mundo. En informes recientes la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE) ubica al país en el tercer lugar de un listado mundial con 86,1 kilos de todo tipo de carne, por detrás de Estados Unidos (97,1 kilos) y Australia (94,8 kilos). Uruguay, con 81 kilos, e Israel, con 80,3 kilos, completan los primeros cinco lugares.

«En Buenos Aires no se ven vacas comiendo pasto, no se conoce lo que es un feedlot o un frigorífico, entonces esta escuela permitirá poder llevar esa experiencia al comensal del restaurante o al asador. Los alumnos podrán saber de dónde viene el animal, cómo se alimentó y otras características muy útiles», explicó Rafael Leiton, técnico agropecuario y especialista en análisis físicos y sensoriales del ITA.

La escuela plantea que la carne es una fuente de proteínas y aminoácidos esenciales entre otros nutrientes y de trabajo importante para productores, transportistas, frigoríficos, distribuidores, restaurantes y hoteles. El programa recorrerá desde la historia de la alimentación humana y los derivados de la carne hasta experiencias prácticas. «¿Cuál será la mejor parte? Suponemos que el momento de probar los cortes cocidos, porque los alumnos pondrán a prueba sus sentidos. Se van a sorprender con lo que percibirán», adelantó Sebastián Cunzolo, del área de Bioquímica y Nutrición del ITA.

Qué se estudiará y dónde

Veterinaria: El curso de sommelier de carne tendrá una carga horaria de 293 horas, con clases que se extenderán durante ocho meses y se dictarán en la Facultad de Veterinaria de la UBA, sede Paternal. Las inscripciones ya comenzaron y hay 50 cupos.

Primera parte: En la primera parte de la cursada se abordarán materias relacionadas con la historia de la alimentación, producción mundial de carne, sistemas de comercialización y distribución, razas bovinas, cortes de carne, particularidades de restaurantes y de consumidores.

La práctica: El segundo módulo contendrá la actividad práctica de análisis sensorial, pero además habrá materias vinculadas con la neurogastronomía, la estructura física y química de la carne, la evaluación de los atributos del producto, los cambios post mortem ligados a la calidad, entre otras capacitaciones específicas.

La gastronomía de Mar del Plata se vuelve más gourmet y busca su lugar en la escena nacional

Fuente: Clarín ~Los principales chefs de la ciudad hablaron de cómo buscan ponerle una impronta local a sus platos y los productos que usan.

Aun con poca señal, Lisandro Ciarlotti se las rebusca para abrir la galería de fotos de su teléfono y exhibe en la pantalla la imagen de una canasta de tomates, hay rojos, verdes, amarillos, hasta negros, que acaba de tomar en la casa de un productor local, en el bosque Peralta Ramos. Tentado con el tema, muestra otra de una lechuga salanova («no se parece a ninguna otra», comenta) que compró a otro productor de la zona, y en ese acto resume en qué andan los chefs de Mar del Plata cuando no están al mando de las ollas: en la búsqueda de los productos que llevarán a la mesa, de neta y cuidada impronta local.

Por eso, la mesa de fríos servida bajo la arboleda de la bodega Trapiche Costa & Pampa es una muestra del resultado de esa búsqueda. Hay platos elaborados con productos del riquísimo cordón frutihorticola de la ciudad, pero fundamentalmente con frutos del Mar Argentino: anchoa de banco, langostinos, besugo, pez limón («se pesca con línea, va del anzuelo a la mesa: hay que comer pescado», pregona Fernanda Sarasa), y vinos de influencia oceánica.

La excusa de la reunión, mejor dicho de la cumbre de chef, fue darles la bienvenida a quienes desde este viernes y hasta el domingo participarán de la edición Mar y Sierras de Masticar, están Narda Lepes, una de las responsables de la feria, Lele Cristobal, Gabriel Oggero, el vasco Aitor Arregui, del restaurante Elkano, que cuenta con una estrella Michelín. Y los chef locales, quienes tienen la ocasión de contar cómo la gastronomía marplatense ganó en sofisticación, lo que le acarreó prestigio.

Patricio Negro, junto a Fernanda Sarasa, dueños y al mando de Sarasanegro, hicieron la huella por la que hoy recorren muchos otros nombres de la cocina local, como Ciarlotti, de «Lo de Tata», una cantina especializada en pescados y mariscos; Hernán Domínguez, de «Brodo», que abrió hace un año y busca recuperar la identidad de la pasta italiana. En la ciudad funcionan también el clásico Perales, que prepara cochinillo a las brasas, y Corte y Confección, que sigue la línea de la cocina de autor.

«En Mar del Plata la gastronomía estuvo dedicada al turismo, un empresario buscaba la veta del negocio, no había profesionalización. Se pensaba en la temporada y se mantenía lo mismo, nada cambiaba, esa fue la visión que yo tuve cuando llegué acá», explica Patricio Negro, que se encargo de maridar los platos con los vinos que presentó Trapiche, de influencia oceánica: sus viñedos están a tan sólo cuatro kilómetros del mar; presentaron un Pinot Noir, un Sauvignon Blanc, un Alvariño y espumantes.

Explica Negro que al llegar a Mar del Plata (ellos venían de trabajar en España e Italia, en cocinas especializadas en pescado) tenían claro lo que querían hacer. Hoy mantienen los mismos cuarenta cubiertos de cuando abrieron hace 15 años en la calle San Martín, y continúa trabajando con pescado solo fresco y entero, nada congelado; tienen una cava de vinos de 14 mil botellas. «Comenzamos a diferenciarnos mucho de lo que se estaba haciendo», cuenta a este diario.

Comenzó luego a llegar gente que abría su negocio, ahora los chef dueños de sus restaurantes, y la propuesta varió. «Hoy la gente viene y el cambio se nota al pedir el vino, hoy se habla de cepas, pregunta qué puedo tomar, qué hay. Y hay quienes vienen a Mar del Plata ya con una guía de restaurantes a visitar, nosotros mismos les recomendamos. Nos sirve a todos, se consume, genera, y que venga Masticar nos sirve muchísimo, a nosotros y a la ciudad ni te cuento», redondea el chef más famoso de Mar del Plata.

Barrionuevo ya “aconseja” al Gobierno en la reforma laboral

Fuente: IProfesional ~ El Gobierno creó el “consejo de asesores” que asesorará a Sica para modificar la legislación laboral. Lo preside Julio Simón, un histórico del gastronómico

El Gobierno dio un nuevo paso en pos de avanzar con una reforma laboral a través de los convenios colectivos de trabajo: creó un “consejo asesor” que asesorá al ministro de Producción y Trabajo, Dante Sica. El órgano estará presidido por Julio Simón, el abogado histórico del Sindicato de Gastronómicos, liderado por Luis Barrionuevo.

El “Consejo Asesor del Trabajo” tendrá la responsabilidad de analizar y proponer modificaciones al régimen de contrato de trabajo y la normativa vinculada al empleo. Con Simón, el barrionuevismo marcó su acercamiento al gobierno nacional y su voluntad para intervenir en la reforma laboral.

El hombre de Barrionuevo integrará un grupo compuesto por seis “especialistas” en materia laboral.

La decisión del Ejecutivo, formalizada a través de la resolución 60/2019 y publicada en el Boletín Oficial fue duramente cuestionada por la conducción de la CGT, que consideró que la medida constituye “un intento más por fundamentar la reforma laboral”.

“Por más que armen un consejo de notables, esto no pasa. No hay reforma posible”, dijo Héctor Daer, miembro de la cúpula de la CGT.

La creación del Consejo de Asesores tiene lugar apenas una semana después de que el Gobierno decidió avanzar de lleno en las negociaciones sectoriales para intentar imponer, mediante modificaciones a los convenios colectivos de la actividad, el abaratamiento de las indemnizaciones por despidos, publicó infogremiales.

El plan del Ejecutivo contempla el reemplazo del tradicional sistema indemnizatorio establecido en la Ley de Contrato de Trabajo (LCT) por la implementación en distintas actividades del denominado “fondo de cese laboral”, de manera de reducir los costos de las cesantías de trabajadores en relación de dependecia.

Es un esquema similiar al de la “libreta de desempleo” actualmente vigente en el caso de la industria de la construcción, que consiste en un aporte obligatorio mensual, que alcanza el 10% del promedio del sector, por parte del empleador desde el inicio de la relación laboral y que tiene el propósito de garantizar al trabajador un ingreso mientras se extienda su inactividad tras el despido.

El consejo además de estar presidido por Simón, lo integrarán Juan José Etala, cercano a Macri; Carlos Marcelo José Aldao Zapiola; Abel Nicolás De Manuele; Miguel Angel Maza; y Leonardo Jesús Ambesi.

El circuito de la propina: ¿por qué es un tema tabú entre mozos, encargados y cocineros?

Fuente: Infobae ~ Una vez que la propina sale de la mesa del comensal ingresa en un mundo inhóspito. Empieza siempre en la billetera del cliente, pero puede terminar en distintas manos. Un recorrido que despierta celos, roces y disputas

La propina es una institución y una informalidad, es una gratificación y una recompensa, es el excedente de un gasto y la inyección de un sueldo, es lo que se deja debajo de un vaso y el sinónimo de «quedate con el cambio». La Real Academia Española la define como un «agasajo sobre el precio convenido y como muestra de satisfacción que se da por algún servicio». Es el 10% de la consumición en el imaginario colectivo, es más que eso o es la mismísima nada. Pero para quienes viven de ella, la propina es además un tema tabú.

No muchos quieren hablar de las propinas. Hay hermetismo, como si fuese un tema incómodo. Para los establecimientos gastronómicos, es un escrúpulo, no terminan de confesar si es algo que está bien o mal, si es correcto o no. Pero suele ser contemplada como parte del salario real de sus empleados.

En Argentina se estableció que el monto de la propina equivale al 10% del total del consumo.  En Estados Unidos se acostumbra dejar entre un 15 y un 25%. Y en Japón, es signo de mala educación

Un mozo que no quiso decir cómo se llama ni cuál es la parrilla del barrio de Palermo donde trabaja le reconoció a Infobae que gana 25 mil pesos por cinco jornadas de cuatro horas y media. Y que la propina significa para su economía más del 50% de su ingreso mensual: «Duplicás o triplicás tu sueldo. Vivís con el día a día. Y a todos los mozos de todos los restaurante les pasan lo mismo. De ahí vienen las disputas, los celos y nuestra bronca de que no te hayan dejado ningún mango en la mesa».

Las disputas, los celos y las broncas son los motivos por los que conviene hablar del concepto propina en voz baja. Es un tema sensible porque impacta directamente en la calidad de vida de los trabajadores: es intervenir en el bolsillo de los mozos. Y por añadidura de los cocineros, de los bacheros, de los que atienden la barra. Porque el circuito de la propina empieza siempre en la billetera del comensal y puede terminar en diferentes manos.

La fachada del Café Margot, uno de los bares más emblemáticos de la gastronomía porteña (Guillermo Llamos)

La fachada del Café Margot, uno de los bares más emblemáticos de la gastronomía porteña (Guillermo Llamos)

En Buenos Aires el consenso es la recaudación propia. En el Café Margot, un ícono porteño vigente desde 1904 en la esquina de San Ignacio y Avenida Boedo, la política de la administración es no interferir en las propinas de los meseros. Ocurre en la mayoría de los locales de gastronomía de la ciudad. La conciben como un complemento, una comisión. En los bares tradicionales, donde la filosofía es trazar una filiación con los parroquianos del cafetín, los mozos promueven ese sentido de pertenencia y el vínculo asciende de la categoría comercial al vínculo personal.

«Pero los clientes son del establecimiento», advierten los encargados. Por eso las propinas son esquemas informales pero institucionalizados. Las recibe el mozo en virtud de un servicio que depende también de otros actores. Mirian trabaja hace ocho años en el Margot. Accedió a dar su identidad y su experiencia: «La propina es individual. Nosotros nos separamos los sectores de la plaza, como le decimos acá, y cada uno se queda con lo que el cliente le deja. Yo le comparto parte de mis propinas a la cocina y a la barra, pero eso depende de cada mozo, y no se meten el encargado ni el dueño». «Pero, sí, es un tema tabú. El conflicto siempre está latente«, reflexionóEl circuito de la propina puede engendrar un enclave casi mafioso. El cliente pide, el mozo indica y el cocinero produce. Lo que sale de la cocina es lo que el mozo le lleva al cliente. En este recorrido, el cocinero tiene incidencia en la consideración del cliente: puede demorar el pedido, puede no obedecer las precisiones de las comandas. Ese malestar intencional repercute en el gesto final del comensal. Por eso, todos los trabajadores de un restaurante entienden que la propina es una comunión, una suerte de sociedad anónima.

De existir un acuerdo entre cocinero y camarero, es tácito. Un encargado que tampoco quiso decir su nombre ni la parrilla del barrio de Colegiales donde trabaja aportó más claridad a este vínculo intercomercial: «En general sí, los mozos y los cocineros arreglan una especie de contrato. No se dice, pero todos lo saben. Es una relación entre uno y otro. Pero, claro, eso genera disputas entre los mismos compañeros. La disputa se genera por la convivencia. Vivís más tiempo con él que con tu esposa, con tu familia. Pasa en todos lados. Pero eso digo que hay que tener reglas en la gastronomía. Mientras se cumplan esas reglas, el negocio va a funcionar».

Las propinas son mejores en los horarios nocturnos y bajan considerablemente en los meses de enero y febrero, aseguraron los mozos (iStock)

Las propinas son mejores en los horarios nocturnos y bajan considerablemente en los meses de enero y febrero, aseguraron los mozos (iStock)

Hay otra manera de administrar la propina. En la jerga se la llama «al tronco«. Consiste en un fondo común donde se acumulan todas las propinas del día, que luego se distribuyen de manera equitativa entre los empleados. Pero esta práctica, que se usa poco, tiene también sus vicios. «El tronco, después de un tiempo, se pudre porque hay uno que no es sincero y no deja toda la propina. Y su cliente que dejó 500 pesos lo tiene que compartir con la otra mesa que dejó solo 100 pesos», contó el encargado.

«Si el mozo es vivo, sabe manejarse, es atento, contesta bien, tiene empatía y carisma, tiene la propina ganada», convalidó el hombre detrás del mostrador. Dijo que el consumidor porteño es el más exigente (enumeró los reclamos: «me bajás la música», «me subís el aire», «me cerrás la ventana», «el baño tiene un olor raro», «¿está seguro que este aceite es de oliva?, ¿me lo puede cambiar?») y que el cliente más codiciado por los mozos es el estadounidense: «Todos quieren atender al yankee. Porque es automático, te deja siempre más del 15%. Y además sólo les interesa comer bien, no te molesta, no te llama a la mesa 36 mil veces. Si le llevás lo que pide ya está satisfecho».

La resolución general 4408 de la AFIP habilitó el pago de propinas en bares, restaurantes o confiterías con tarjetas de crédito o débito con tope de hasta el 15% por factura

El mozo anónimo aseguró que es mucho más importante el carisma que saber llevar y traer platos. «Es muy delgada la línea entre ser copado y ser pesado. Cuando bajás algo o subís algo de la mesa, tenés que ser consciente de que la gente no fue al local para hablar con nosotros«, explica. Sin embargo, su público no es el mismo que entra a un bar a tomar un café. Así lo percibe Mirian, con un análisis contrario. «Trato de ser amable con la gente y de darle la posibilidad de que te pregunten, te hagan una sugerencia. Al cliente le gusta que le hables un poco. Y a mí me sirve como terapia: clientes que vienen solos todos los días, porque le gusta el ambiente, le gusta que le invites algo, un cafecito, un postre, una galletita más. Es una manera de ganarte la propina y que sigan viniendo al local. A veces lo mejor es ponerte del lado del cliente«.

El lado del cliente, donde comienza el circuito de la propina.

Pedro Peña y Germán Sitz, los creadores de los restoranes más hiteros del 2018

Fuente: La Nación ~ Es martes, 10 de la noche. Palermo está en calma, incluso hay dónde estacionar, algo que tiempo atrás era impensable en el principal polo gastronómico del país. Estamos todavía lejos del fin de semana y la crisis económica se hace sentir. Restaurantes con mesas vacías, menos gente caminando por la calle, mucha cervecería extendiendo su happy hour. Pero hay excepciones: ahí, en Thames 1810, delante de una puerta de color rojo, una constante cola de clientes espera ser acomodada en las mesas. Esta escena se repite el resto de la semana: todos quieren ir a Niño Gordo, una de las aperturas más comentadas del año (abrió en diciembre de 2017), también la más fotografiada en redes sociales. Si la terna existiese, este restaurante se llevaría sin dudas el premio al restaurante más instagramero de la ciudad, con sus 143 lámparas de papel rojas colgando del techo, con las peceras en la entrada donde flotan medusas de plástico, con sus fuegos a la vista, donde los cocineros trabajan con movimientos hipnóticos y con una comida repleta de sabores asiáticos aplicados a
ingredientes de raigambre nacional, como las mollejas o el bife de chorizo.

Niño Gordo es creación de Pedro Peña y Germán Sitz, dos cocineros millennials -el primero tiene 32 años, el segundo 29- que demostraron entender como pocos la escena gastronómica argentina actual. Pedro es el creativo de la dupla, el que piensa los proyectos, los platos y las ideas; «el ruso» Germán -así lo llama Pedro- es el que los lleva a la realidad, el que maneja los números, las cocinas y el personal. Ambos son los mismos que están detrás de La Carnicería, el lugar que hace cuatro años se animó a derrumbar muchos de los lugares comunes de las parrillas argentinas; abrieron también Chori, con ya tres sucursales, donde reversionan el clásico sándwich nacional en múltiples variantes; hace un par de meses inauguraron Juan Pedro Caballero, churrería contemporánea y canchera; e incluso tienen un pie como socios capitalistas en Donut Therapy, el local especializado en dónuts de estilo yanqui, si bien allí las riendas las maneja Gustavo Castillo, creador original de la idea. «¿Empresarios gastronómicos? No, ni de cerca, tan solo nos gusta hacer cosas nuevas», se sonríe Germán. «Tenemos un proyecto nuevo casi cerrado, otros dos en espera, y las ganas y la motivación de seguir creciendo para darle a Buenos Aires lugares que la ciudad se merece», suma Pedro.

Dupla de ideas

Después de Tipula, cada uno continuó su camino por separado, pero reencontrándose: Pedro, más constante, siguió con Hernán en el hotel Fierro, luego trabajó en Florería Atlántico, donde la parrilla era el foco central. De allí a La Carnicería había tan solo unas brasas de distancia. Germán, en cambio, fue yendo y viniendo, pasó por Florería un tiempo, luego viajó y trabajó en España, junto al premiadísimo chef vasco Martín Berasategui. «En un momento sentí que ya había trabajado lo suficiente en cocinas de otros, que tenía la capacidad y las ganas de hacer algo propio. Me junté con Germán, que estaba en la misma que yo, y nos pusimos a pensar qué hacer. Nos decidimos por el producto número uno de la Argentina, la carne. No teníamos dinero, tan solo uñas,
esfuerzo y unos pocos ahorros personales. Nos prestó plata la abuela del ruso, sabíamos que el lugar tenía que funcionar. Por eso fuimos a la carne, una apuesta más segura, algo que todos comen. Además, la familia de Germán criaba ganado, podíamos asegurar la calidad. El tema era entonces qué hacer con esa carne. Abrir una parrilla más significaba competir con otras mil opciones similares en la ciudad. Entonces pensamos un concepto más joven, con otro tipo de ingredientes, con sabores que nadie se animaba a hacer, aunque sean cosas simples, como el bife con hueso. El ruso perdió 15 kilos antes de abrir, por la responsabilidad de tener que devolver el dinero. Esa necesidad nos obligó a poner todo, a trabajar muchísimo. Cada mañana me tomaba un tren a las cuatro para ir al quinto infierno, a un frigorífico en Malvinas Argentinas, y aprender allá cómo despostar una media res. También fui a Córdoba e hice un curso con el maestro Francisco Izarduy, que lleva 50 años haciendo chorizos y chacinados caseros. Pensamos cada detalle, para que la puesta sea ganadora,
sí o sí. Puede sonar tonto, pero creo que la buena onda ayuda a que todo salga bien. Cada noche le decía a Germán que se durmiera tranquilo, que el lugar iba a ser un éxito», recuerda Pedro.

Nueva generación

Los restaurantes y los proyectos comandados por la dupla Peña-Sitz muestran así características que comparten con otros lugares exitosos de
Buenos Aires, dando forma a un estilo que irrumpió con fuerza en la gastronomía local. Cocineros jóvenes con experiencia a sus espaldas, muchos
argentinos, pero también hay varios expatriados, todos con ganas de independizarse abriendo locales de bajo presupuesto, con los dueños al frente, y apuntando a cocinas repletas de identidad y aromas intensos. Lugares informales, relajados, donde la prioridad es el ambiente y los sabores. «Un restaurante de tres estrellas Michelin tiene que tener todo perfecto: servicio, comida y ambiente. Comer ahí te puede salir US$200, US$300. Por eso, cuando querés hacer algo más popular, tenés que decidir dónde bajás. Si reducís cada categoría a la mitad, no sirve, eso fracasa: algo tiene que seguir siendo excelente. Nosotros, como cocineros, priorizamos el producto, lo que llega al plato. Luego, el ambiente. Y todo con una gran base detrás, la relación precio calidad. Esto no significa siempre ser barato, sino que el cliente obtenga más de lo que pagó. Y eso se relaciona también con tener buenos productos, buenas materias primas y tratarlas con respeto», explica Germán

La lista de lugares que responden a esta nueva gastronomía porteña tiene grandes nombres en su haber: ahí está Gran Dabbang como el ejemplo más premiado. Un pequeño, incómodo y despojado espacio conducido por Mariano Ramón, donde este cocinero da rienda suelta a platos supercreativos, que mezclan elementos de sus viajes por el sudeste asiático con una pasión sin igual por el producto local. No extraña que Ramón sea el encargado de armar el mercado dentro de la feria Masticar, ni que este año haya entrado a The Fifty Best como uno de los mejores lugares de Sudamérica. Pero hay mucho más para mencionar: nombres tan dispares como Nola, la sandwichería identificada con Nueva Orleans que está inaugurando su primera franquicia, o Benaim, el sitio que le dio rock a la cocina judía callejera. Se suman Tintorería Yafuso, mínimo local para 11 comensales -no vayan sin reserva previa- donde se pueden comer algunos de los mejores niguiris del país; Anafe, el «puertas cerradas» de un octavo piso de Colegiales que más ruido hizo en 2018; 416 Snack Bar, con sus deliciosas tapas del mundo homenajeando a la ciudad de Toronto; Sheikob’s Bagels, trayendo el pan en forma de anillo más famoso del planeta, o Georgie’s, una taquería en Chacarita, entre muchos más.


En su mayoría, son lugares económicos o de precio medio, mezcla de street food con mucha técnica e ingredientes especiales. Es un cambio gastronómico que se apoya en un cambio cultural, como bien explica Germán. «Cada vez más cocineros en el mundo deciden dejar de hacer lugares de lujo y abrir algo más descontracturado, relajado. En la Argentina, pasa lo mismo y no es por la crisis económica, sino porque está cambiando el cliente. Hay un público más joven que busca otras cosas, que no quiere la mesa tradicional con música tranqui y la comida de siempre. Yo voy a restaurantes así y me duermo».
Del mundo, para el mundo Así, buena parte de los que están empujando la nueva gastronomía porteña provienen de distintos rincones del mundo. Y la mayoría tiene socios argentinos, que a su vez son cocineros que hicieron el camino inverso: nacieron en el país, pero en algún momento se fueron a recorrer otros lados del planeta, como pasó con Germán Sitz, que vivió de niño en un kibutz en Israel y que trabajó en el país vasco. Este ida y vuelta de sabores, regiones, productos es parte intrínseca del modo de comer actual. Llegan así las arepas de un lado, los curries del otro; se suman los tacos, los
churros, las dónuts, los yakitori, los bagels y tantas más delicias. Las materias primas típicas de una zona se mezclan con ingredientes bien
locales, como sucede con las mollejas laqueadas con miso, un plato best seller de la carta de Niño Gordo. El trillado «crisol de razas», que más bien debería pensarse como un crisol de culturas, del que tanto gusta hablar en la Argentina, se hace sabor en las sartenes de los restaurantes.

«No ser argentino tal vez me dio más libertad para hacer las cosas, una suerte de ignorancia que te ayuda a repensar y a revalidar cocinas y materias primas sin miedo a equivocarte. Cuando pensé en una choripanería, los chicos me dijeron que no iba a funcionar. Pero mirado desde afuera, era increíble que en el país del choripán nadie se especializara en hacer choripanes. Con los churros pasa algo parecido: son productos tan cercanos, tan metidos en la cultura de los argentinos, que ya no reciben la importancia que merecen. Trabajar sobre ellos, con una mirada nueva, es como apostarle al caballo que va a ganar, a cosas que les gustan a todos. Con Niño Gordo la apuesta fue a lo que Buenos Aires representa, una ciudad supercosmopolita donde todavía hay muy poca oferta respecto de la demanda posible. Claro que a estas ideas luego hay que meterles mano, para dar algo interesante y no seguir bastardeando un
producto», dice Pedro.

Puro olfato

Abrir un restaurante es más que cocinar ricos platos en una cocina. En una época en la que el dinero escasea, entender qué busca el nuevo comensal es clave. Pero se trata de una línea muy delicada: no sirve seguir y agotar una moda (lo que viene sucediendo con hamburguesas y cervecerías fotocopiadas), sino estar siempre un paso más allá, encontrando un eje propio sobre el cual cambiar las reglas del juego. Cuando abrió La Carnicería, todavía muy pocos trabajaban con una mirada distinta sobre la carne. Estaban Elena y Le Grill, con sus fantásticos dry aged; estaba Don Julio, investigando sobre embutidos y el peso de la faena, o La Cabrera, pionero en la renovación parrillera. Pero La Carnicería fue más allá: una parrilla que no ofrecía papas fritas, que
no tenía simplemente molleja o chinchulines, sino que a todo le daba una vuelta de tuerca propia. Hoy es común servir chorizos con huevo frito, pero
hace cuatro años era de una modernidad absoluta. Niño Gordo también apareció en el momento justo, subiéndose a una revolución asiática junto a lugares
como Kyopo, 430 Ramen Bar, Bao Kitchen, El Quinto, el flamante Kho en el Mercado de Juramento, el genial Opio Gastropub, Fu King, Koi Dumpling y otros, en una moda que sigue creciendo: hace tan solo unas semanas abrió The Night Market, nuevo bar asiático en Palermo. Y apenas un tiempo antes de que abriera Juan Pedro Caballero, estaba inaugurada La Churrería en el Mercado de San Telmo. Siempre hay tendencias que cruzan la gastronomía, modas que marcan caminos. Lo importante es saber dónde subir. Y, también, cuándo bajar.

«Me enamoré de la cocina asiática, de las barbacoas coreanas. Iba todo el tiempo a los restaurantes coreanos en Buenos Aires; viajé a Asia por tres meses y trabajé en distintas cocinas; estuve en Vietnam, Japón, Corea, China. Así nació Niño Gordo, un lugar donde -como en La Carnicería- el fuego es protagonista, pero desde un punto de vista muy distinto. Hace 13 años que vivo en la Argentina, hace nueve y medio que trabajo y me rompo la espalda para entender y aprender, para crecer de manera orgánica. Todo lo que logramos es por trabajo y pasión, y siento que podemos dar todavía más espacios y conceptos para Buenos Aires. Esto lo puedo hacer porque tengo un socio que es de oro. Obviamente, tenés que estar viendo qué pasa en el país y qué pasa en el mundo, pero a la vez es importante darte cuenta de qué te gusta hacer a vos, como cocinero, y poner todo ahí adentro», dice Pedro.


«Sí, todos laburamos por plata, pero eso no puede ser el objetivo inmediato. Nosotros hacemos cosas que nos satisfagan, que nos llenen, y esperamos que como consecuencia de esa pasión y trabajo venga lo otro, ganar dinero. Pasamos decenas de horas acá adentro. Cuando abrimos La Carnicería éramos cuatro personas: Pedro, yo, y en el servicio estaban mi hermano y mi primo. Arrancábamos a las 10 de la mañana haciendo la producción y terminábamos a las cuatro del día siguiente lavando todo. Ni bachero teníamos. Sin pasión no podés hacer esto, es una locura», dice Germán. Una locura que demostró ser exitosa. Una locura no muy distinta de servir un churro recién frito, relleno de salsa de tomate, pintado con manteca de ajo y envuelto en lonjas de jamón crudo, como el que sirven hoy de almuerzo en Juan Pedro Caballero.

Larreta abrirá un parque de un kilómetro de largo en Palermo

Fuente: IProfesional ~ El Parque Ferroviario, que correrá a los costados del tren San Martín, sería anunciado por Horacio Rodríguez Larreta esta semana

La ciudad de Buenos Aires tendrá un nuevo parque que se extenderá entre las calles Soler y Córdoba, en torno a lo que hasta ahora era el entorno del tren San Martín, que se encuentra actualmente en obra.

El parque tendrá un kilómetro de longitud y estará limitado de un lado por el viaducto y por el otro por una calle con bicisenda paralela a Godoy Cruz. Fue diseñado por los arquitectos Mario Boscoboinik y Jorge Iribarne, ganadores del concurso organizado por la Sociedad Central de Arquitectos.

Desde el gobierno porteño ya instalaron los obradores sobre la calle Soler en donde ya no está más el paso inaugurado pocos años atrás y que permitió una vía alternativa para atravesar Juan B Justo a las calles Honduras y Paraguay.

La nueva construcción contará con un circuito aeróbico, además de juegos para niños, bicisendas y diferentes especies de árboles. Además está prevista una alineación de tipas a lo largo del y jacarandás en las calles transversales. El parque se completará con algarrobos y paloborrachos en los sectores próximos al ferrocarril.

Este espacio verde será una continuidad de la Plaza de la Ciencia inaugurada por Cristina Kirchner durante su segundo mandato, sobre la calle Godoy Cruz entre Paraguay y Soler. El parque tendrá dos módulos de dos cuadras de largo, mientras que después de Honduras habrá calles abiertas desde y hacia Juan B Justo.

El Parque Ferroviario Palermo tendrá una superficie superior a los 22 mil metros cuadrados que incluirán también locales comerciales, ubicados sobre la calle Godoy Cruz, que no podrán superar los 10 metros de altura, mientras que en sobre Juan B Justo habrá dos torres que superen los 50 metros, según relevó La Política Online.

El gobierno ya comenzó a subastar los terrenos que se extienden a lo largo de Godoy Cruz y que se convertirán en cotizadas viviendas frente al nuevo parque. Hasta ahora se vendieron dos de las tres parcelas que salieron al mercado y que la empresa Parlermo Grenn compró meses atrás.

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