Fuente: Apertura ~ En tiempos en que el consumo aún no despega y que el vino está en su mínimo histórico en ventas, una cadena de vinotecas avanza con un agresivo plan de expansión en todo el país, donde espera llegar a 450 locales en seis años, con un fuerte foco en Buenos Aires y sus alrededores, donde planea alcanzar las 240 sucursales en el mismo lapso, de la mano de franquicias.
Go Bar, una cadena oriunda de Mendoza, ya cuenta con 57 locales en 14 provincias, 17 propios y el resto, franquicias. En los últimos meses, se expandió también por Buenos Aires y el Gran Buenos Aires, donde ya cuenta con siete sucursales, todas propias, cuatro de ellas en centros comerciales.
El ambicioso proyecto llama la atención, en un contexto en el que dos (Winery y Tonel Privado) de las cuatro mayores vinotecas porteñas (junto a Ligier y Frappé) enfrentan problemas financieros.
La empresa fue creada por los mendocinos Rodrigo Guardia y Vladimir Lldan, y luego se sumó Mariano Pérez. Seis años atrás, además, ingresó un socio inversor a Go Bar, el grupo productor de cine Jempsa, de la familia Estrada Mora, para dotarla del respaldo financiero necesario para iniciar su fuerte expansión por todo el país. La productora es conocida, entre otras, por películas como El hijo de la Novia, Luna de Avellaneda y Metegol.
“Empezamos en 2004 en Mendoza, con el servicio de barras para eventos y cuatro años después abrimos la primera vinoteca. Además, somos distribuidores de bebidas en nuestra provincia. Hace seis años, ingresó el nuevo socio para avanzar en nuestro plan de expansión. Nuestro modelo, que comenzó en Mendoza, donde tenemos 28 locales, se basa en locales de 50 metros cuadrados (m2), con una amplia variedad de vinos, cervezas y espirituosas, regalería y algunos productos típicos de nuestra provincia, como aceite de oliva, aceitunas o frutos secos. Son vinotecas de cercanía. Con ese mismo modelo, estamos llegando a Buenos Aires. Hace cinco años, abrimos en San Isidro. Entre octubre y diciembre del año pasado, llegamos a los shopping, como DOT, Unicenter, Paseo Alcorta y también a Palmas de Pilar”, cuenta Guardia, uno de los socios fundadores y gerente general de Go Bar. También tienen locales en Palermo y Quilmes. En el DOT y Unicenter, están ubicado en los mismos lugares donde antes funcionaban sucursales de Winery, que atraviesa graves problemas financieros y, hasta el momento, no logró el éxito buscado en su convocatoria de acreedores. Guardia aclara que venían negociando hace tiempo con los centros comerciales su ingreso y que la ubicación final fue casual.
El proyecto está basado en la expansión con franquicias, si bien primero avanzaron con locales propios para difundir la marca en Buenos Aires, especialmente en los shopping, que funcionan como vidriera.
Con respecto al plan de expansión en Buenos Aires y sus alrededores, dentro del plan de 450 locales en todo el país, Guardia destaca: “Si en Mendoza hay 28 sucursales que funcionan bien, en Buenos Aires, donde el consumo es 10 veces más grande, puede haber 10 veces más. Apuntamos a llegar a 240 locales en seis años a través de franquicias. Si todo va según lo planeado, siete serían este año; ya estamos negociando tres”, explica.
Para acceder a una franquicia Go Bar, se requiere una inversión inicial de $ 1,7 millones para un local de 50 m2, con un fee de ingreso de $ 200.000 y un canon del 3% sobre las ventas. Estiman un recupero de la inversión de entre 18 y 30 meses, según su ubicación.
La empresa sigue, además, operando en Mendoza como proveedora de servicio de barras para eventos y distribuidora. Cuenta con dos depósitos, uno en su ciudad y otro en Palermo, Buenos Aires, desde donde abastecen a los locales de todo el país, excepto a los ubicados en las provincias cuyanas.
Al ser consultado sobre si es un buen momento para expandirse, en función de la caída del consumo en general, pero también del vino, que en 2018 llegó a su mínimo histórico, con 18,9 litros per cápita, Guardia aclara: “Nunca es el mejor momento, pero venimos con el envión de aperturas de sucursales y con un buen nivel de ventas. Tenemos un proyecto a muy largo plazo, no evaluamos tanto el momento, sino que seguimos nuestra hoja de ruta”. Y agrega: “Somos muy austeros como empresa, reinvertimos todas las ganancias para crecer, sin pagar dividendos. Creemos que también en Buenos Aires tendremos éxito, contamos con un gran mix de productos, por la cercanía con las bodegas, por ser de Mendoza. Ofrecemos los precios sugeridos y, también, promos agresivas. Nos interesa impulsar el consumo de vinos y de productos mendocinos”.
La crisis de las vinotecas
El proyecto de Go Bar se enmarca en un contexto muy complejo para las vinotecas, donde dos de las cuatro principales enfrentan problemas financieros. Desde las bodegas, aseguran a El Cronista que Ligier y Frappé continúan operando con normalidad.
En cambio, Tonel Privado, que acumulaba unos $ 60 millones de deudas, según varias fuentes consultadas, ya logró acuerdos con la mayoría de las bodegas, al achicar su estructura, con el cierre de locales, para poder financiar los pagos y seguir operando. Según el Banco Central, le rechazaron 284 cheques por $ 51,58 millones, pero fue abonando otros que también estaban pendientes de cobro. Además, le figuran deudas por $ 29,6 millones, calificada como «con problemas».
Mucho más complicada es la situación de Winery, la empresa creada por los hermanos Chmea, que en marzo de 2018 debió presentarse a concurso de acreedores, tras fracasar las negociaciones privadas para alcanzar acuerdos de pago. Sin embargo, en el sector aseguran que esta convocatoria tampoco resultó exitosa y que la empresa estaría al borde de la quiebra.
Según trascendió, no logró los acuerdos que esperaba con la mayoría de las bodegas, a las que adeuda unos $ 300 millones, sobre un total que supera los $ 650 millones. El resto es con entidades financieras y con el fisco. Según aseguraron las fuentes, buscaba una quita de 40% a 50%, algo que muy pocas aceptaron.
A algunas bodegas grandes, les adeuda $ 30 millones a cada una. La mayoría de las empresas del sector decidieron dejar de proveerle sus vinos, pero otras le siguen vendiendo en un intento para cobrarle, de a poco, parte de lo adeudado. De tener 24 sucursales en 2017, hoy opera apenas ocho. Como consecuencia, su oferta de productos es hoy más escasa. Salió de todos los shopping, a excepción de los Arcos, en Palermo.
Según datos del Banco Central, Winery adeuda unos $ 92,65 millones a entidades bancarias; la mayoría de ese dinero, está clasificado como «incobrable». Además, cuenta con 485 cheques rechazados por falta de fondos, por $ 174,7 millones (entre noviembre de 2017 y diciembre de 2018).
El Cronista se comunicó con uno de los hermanos Chmea, quien rechazó hablar sobre la situación de la compañía, al aducir que no forma más parte de la sociedad.
Entre algunos de los factores que impulsaron su crisis, en el sector mencionan su estructura, la elección de zonas muy costosas, como sobre la Avenida Libertador, impagables para los márgenes de estos negocios, que tornaron inviables la ecuación, además de malos manejos financieros.