Fuente: Big Bang ~ Alejándose del bullicio de Palermo, hace 15 años nacía en Villa Crespo el bar 878, uno de los pilares del renacimiento de la coctelería de autor en Argentina. Desde sus humildes comienzos -atendido por los propietarios Julián Díaz y Florencia Capella (quienes también son pareja), más un solo camarero- se convirtió en un auténtico clásico de la noche porteña. Y mañana desde las 20 celebrará con un brindis especial junto a amigos y habitués de siempre.
«Creo que el principal aporte del bar fue cierto espíritu democratizador de la cocteleria y de la noche en sí», analiza Díaz en charla con BigBang observando el recorrido de su «hijito» en el ambiente local. «Siempre se planteó como un bar para el barrio y con la mayor cantidad de productos: desde cerveza o fernet hasta un trago súper armado con bebidas top. Quería un lugar donde nosotros y nuestros amigos se sintieran cómodos».
No por nada Narda Lepes, quien escribió la contratapa para el libro de cócteles que el equipo del 878 editó años atrás lo definió con tres simples términos («poca parafernalia, buenos tragos y onda» y alabó no sólo la calidad y el buen servicio sino el hecho de que es «un espacio que está lejos de ser pretencioso».
Más allá de esta filosofía «sin vueltas», está claro que para ningún espacio nocturno es fácil sobrevivir 15 años. Para Díaz, la clave en ese sentido es sostener «la paciencia, la creatividad y la pasión».
«Si no lo hacés para toda la vida salís corriendo. En esta nueva coyuntura siempre tenés el desafío de aggiornar el producto: ya sea porque no entran productos importados, porque de repente había miles o porque cambia la tendencia y hay más producto local. Hay que tener una ductilidad para atravesar etapas no sólo por coyuntura sino por tendencias locales», agrega.
¡A beber!
Sin dudas la gran ambición del 878 al momento de armar sus cartas fue la de construir una coctelería con identidad nacional, a veces adaptando clásicos internacionales al gusto y las bebidas argentinas