Fuente: Clarín Gourmet by María Belén Etchenique ~ Su creadora empezó publicando datos y fotos de bares del circuito “no notable” de la Ciudad. Y ahora lanzó un GPS para encontrarlos.
“El bar es el bosque que le queda a la ciudad”, dijo el escritor y periodista Enrique Symns, 26 años atrás. Y la frase, la metáfora que proyecta, no se oxida. Un jueves de septiembre de 2021, la mujer detrás de Bar de Viejes -no se dirá su nombre, porque así lo pide y apenas autoriza a decir su edad (33 años)- usa las palabras de Symns para explicar qué es eso que hace y que define así: una forma de resistencia cultural, un mapa de los cafés de toda la vida y una guía para que más personas habiten los bares, antes de que ese bosque se extinga.
Empezó cuatro años atrás. Lo hizo de manera elemental: desplazándose a pie o en colectivo hasta cada uno de los bares, sentándose a sus mesas; probando el café, el flan, el sándwich de crudo y queso; viendo a dueños, mozos y clientes; tomando registro.
Así, varios días por semana, en forma metódica, trazó un circuito alternativo. Un circuito distinto al celebrado en el Día de los Cafés Notables, cada 26 de octubre. Y llevó esos recorridos a una cuenta de Instagram.
Ahí se descubre que los bares solían tener muchos espejos, para que el mozo pudiera ver cada rincón del salón, incluso, de espaldas. Y se ven imágenes que muestran las mesas de fórmica, las ventanas que dicen en letra imprenta mayúscula “café” y “bar”, las sillas Thonet, la taza de vidrio marrón, la servilleta que no limpia, el sifón de soda. Cada dato y cada foto acumula cientos de likes y la cuenta, decenas de miles de seguidores. Es el escenario ideal para la melancolía, pero Bar de Viejes no la subraya.
“No es un álbum de fotos ni un rescate nostálgico -dice la creadora-. La mirada tampoco es arqueológica. No se relaciona con los bares que ya no están ni hay una búsqueda de ir y reponer ese pasado. Bar de Viejes es un proyecto sobre los bares que existen hoy en la Ciudad de Buenos Aires, y eventualmente en la Argentina. Tiene que ver con lo vivo”.
La pandemia lo alteró todo. También, los planes de Bar de Viejes. El proyecto había recibido financiación del Ministerio de Cultura porteño para el armado de una página web y se había organizado un ciclo de encuentros en distintos cafés. Pero ni lo uno ni lo otro pudo hacerse.
“Durante el encierro, muchas personas reaccionaron con una hiperproducción de contenidos digitales: fotos, videos, transmisiones en vivo en redes sociales. Tomé la decisión de no subirme a ese tren. Los bares no estaban funcionando y no quise bombardear con imágenes imposibles, que sólo generaban ansiedad o se quedaban en lo evocativo”.
En cambio, la administradora de la cuenta se dedicó a avanzar con la construcción de la página y con la carga de datos del mapa interactivo, que desde fines de agosto de 2021 está online. “El mapa se recortó porque la ciudad cambió. Un 15% de los cafés que había relevado cerraron. Son alrededor de 100 bares de viejes menos”, dice. Y sobre lo que existía y perduró, hubo que sumar información nueva, antes impensada.
“Muchos bares que no tenían WhatsApp ni Instagram, de repente se abrieron una cuenta. Muchos que no tenían delivery ni take away, de repente tuvieron. Sumaron wifi. Una situación tan extrema como la pandemia los obligó a hacer en tiempo récord lo que no habían hecho en décadas”.
Hablar de un bar es hablar de la historia de una sociedad. De cómo se organizó la inmigración (detrás de la mayoría de los bares hay gallegos y asturianos), de trabajo (suele haber mucha contratación informal) y de identidad barrial. También es hablar de género.
Lo primero que la impulsora de Bar de Viejes pensó fue por qué. ¿Por qué siempre habitués varones adultos, blancos y heterosexuales? La pregunta volvía en cada bar. Y, cuando ya llevaba un año recorriendo y fotografiando los cafés, decidió trabajar con las palabras. Primero cambió la O de viejos por una arroba. No le pareció suficiente y sustituyó el arroba por una E. Viejos mutó a viejes.
En forma histórica, muchos argentinos adoptaron un bar. Lo usaron como una extensión de su casa, como una réplica del espacio interior en el afuera. Pero en algún momento los bares de toda la vida dejaron de serlo. Y durante la pandemia se aceleraron las despedidas, en su mayoría virtuales, con mensajes en Facebook, Twitter o Instagram, alguna anécdota, quizás una foto vieja y emojis de llanto.
“Bar de Viejes propone repensar el hábito, actualizar la herencia. Quizás hoy no nos reúnen las mismas actividades que reunían a las personas a principios del siglo XX. O quizás sí. Pero si queremos que estos bares sigan, pensemos cómo estar en ellos, cómo poner el cuerpo, sin desplazar al habitué, que va y seguirá yendo”.
La crisis económica primero y la pandemia después dirigieron al sector hacia una situación crítica, en muchos casos, terminal. Pero en el desastre, la cuarentena obligó a reparar en lo más cercano. Por ejemplo, el bar de la esquina que por demasiado común antes no se registraba.
“La mirada local fue la mirada posible porque no hubo otra: no nos podíamos mover, no se podía circular libremente por la ciudad, no podíamos viajar. Por ese lado, hubo una apertura a mirar lo próximo,lo barrial, que ojalá sea positiva”, dice la impulsora de Bar de Viejes.
Los seguidores de la cuenta de Instagram -esos que le suman likes y comentarios a cada foto o sugieren otros bares para retratar- tienen entre 25 y 45 años. Para ese rango etario, aunque puede ser para cualquier otro, se pensó el mapa interactivo. “Es una herramienta digital para conectar lo que hoy está desconectado: los bares de viejes y las generaciones jóvenes”.
Y hay razones para acercarse. Los cafés son espacios austeros, con precios accesibles y décadas de experiencia gastronómica. Al sentarse a una mesa, y si ese ejercicio se sostiene en el tiempo, ocurre un fenómeno extraño, una especie de familiaridad indiferente, un equilibrio entre estar acompañado y solo.
“Funcionan como un hogar urbano. Un refugio donde se puede descansar mental y físicamente. Alcanza con estar, no hay que producir. Se puede hacer tiempo: alquilar una mesa para mirar la ciudad a salvo del afuera. Creo que eso es lo que los hace convocantes y no es algo que sólo convoque a los argentinos, sino a cualquier persona, en cualquier parte. Es una necesidad humana”.
Cómo funciona el mapa interactivo
El mapa ofrece la opción de geolocalizar al usuario para que encuentre el bar más cercano a su ubicación. En la herramienta se puede filtrar por los cafés que están abiertos en ese momento. También, por nombre, barrio y categorías (cervecería, minutas, parrilla, sandwichería, etc.).
Por los cambios que impuso la pandemia, se agregó la opción de delivery y take away. El mapa se puede consultar en la web bardeviejes.com.ar.
Ciclo de encuentros
Bar de Viejes seguirá como cuenta de Instagram y como página web y a partir de este mes sumará un newsletter quincenal y el ciclo “Bar abierto”, que estaba pensado para 2020, pero que el Covid suspendió. Serán encuentros culturales, de música y gastronómicos en un bar distinto al mes.
“Es una respuesta activa a la situación crítica de los cafés y es una invitación directa a la comunidad para actuar y generar espacios de encuentro en un mundo pospandémico”, dice la creadora del proyecto.