Fuente: La Nación ~ Juan Rodríguez tiene 43 años, casado con tres hijos y un cuarto que está por nacer. Vive desde siempre en Mar del Plata y la gastronomía es parte de su vida, no porque la haya estudiado sino porque de casualidad dio con ella y se convirtió en su pasión. A los 20 años empezó a trabajar como empleado y a los 23 ya arrancó con su primer bar propio: Mestizo. Hoy lleva adelante siete bares con diferentes socios. Pero hace tres años que junto a Federico Goranzki, Pablo Villar y Leandro Estabillo abrieron Bruto, un restaurante ubicado en el corazón de Playa Grande y que a la noche se convierte en bar y boliche hasta las cinco de la mañana.
«Nosotros vendemos diversión, no somos gente de la noche, somos comerciantes, nos gusta el servicio, vender entretenimiento y brindar el servicio gastronómico que es para nosotros lo más importante», cuenta Juan que ya se siente mayor para ser un amante de la noche. Hoy la paternidad lo toca de cerca y el sentirse responsable por todos los jóvenes que van cada noche a su bar hizo que le ponga tanta fuerza a su campaña #PoneteElEquipoAlHombro
Beneficios para el conductor designado
La campaña consiste en lo siguiente: al ingresar todos abonan la entrada normalmente pero al conductor designado se le coloca una pulsera con la que puede tomar agua y gaseosas libres durante toda la noche. A la salida se le da una entrada gratis para la semana siguiente en el mismo día de la semana. La idea es crear conciencia de que el que no toma alcohol esa noche no se va a aburrir, la puede pasar bien igual y a la próxima será otro amigo el conductor designado. Para quienes sí toman alcohol el bar les ofrece agua, no venden alcohol una hora antes del cierre del boliche y si el barman ve gente con una copa de más entonces prefiere no venderle.
Juan quiere llevar el mensaje al resto de los empresarios, «queremos ser el punto de partida para que todos se sumen, sino no sirve».
La vida nocturna a través de los años
En cuanto a la parte social no ve una evolución, dice que los chicos están muy agresivos pero antes también lo eran. Sí hay un tema que le preocupa y es el rol de los padres: «esto de que se naturalice que los chicos se juntan a tomar en las casas me parece fatal,que lleguen alcoholizados al negocio me parece fatal, que haya lugares con menores y tantos padres que los hayan dejado ir sabiendo que son lugares para mayores. Los padres te contestan que es porque querían salir con los amigos, que la previa prefieren que sea en la casa, pero tienen quince años, ¿está bien que se junten a tomar alcohol a los quince años? ¿Cuál es la parte de fomentar todo eso que está buena?» se pregunta Juan.
Por su parte, seguirá dedicando sus años a los negocios y creando consciencia en los jóvenes de la importancia en el cuidado de consumo de alcohol. Tal vez, cuando a su cuarto hijo le llegue la edad de divertirse en boliches nocturnos, las cosas hayan cambiado un poco.